Capitulo 1

Nos encontramos en una pequeña ciudad llamada Namimori. En la superficie parece una ciudad de lo más tranquila pero los visitantes que llegan, pronto conocen la verdad tras la tranquilidad de este lugar. En las sombras se mueve una banda de delincuentes juveniles que amenazan la paz de la ciudad y tiene totalmente atemorizados a los ciudadanos de esta. El único capaz de hacerle frente en el presidente del consejo disciplinario del instituto Nami-Chuu.

Un chico de cabello castaño y baja estatura se encontraba sentado en una cómoda silla de espaldas a la puerta de su oficina. Se giró al notar la presencia de alguien tras la puerta de entrada dejando ver su cara. Tenia el cabello castaño y, por lo que se veía, un tanto indomable, un rostro infantil con facciones algo afeminadas que junto a su pequeña estatura y su cuerpo, aparentemente, frágil lo harían ver adorable, de no ser por sus grandes y hermosos ojos color miel que tenían una expresión fría y calculadora que le daba un aspecto, si nadie creería lo que voy a poner, le daban un aspecto bastante atemorizante. Se quedó unos segundos mirando a la puerta hasta que llamaron.

-¿Se puede?-Preguntaba una voz masculina desde el otro lado de la puerta.

-Adelante.-Dijo con una voz fría y monótona en la que la gente que lo conocía bien, como mucho una o dos personas, notaría también un tono de preocupación.

Se abrió la puerta y por ella entró un chico bastante hermoso. De cabello plateado y ojos esmeralda, pero que al igual que el anterior, la expresión de sus ojos denotaba una gran fiereza. Lo extraño de este chico era que en cuanto veía al chico castaño le cambiaba totalmente la expresión a una sonrisa de felicidad.

-Décimo.-Dijo el peliplata para llamar la atención del ojmiel que se había metido en sus pensamientos.-¿Le preocupa algo?-Pregunto con preocupación. Eran pocas la veces que en las que el castaño se dejaba ver distraído.

-No.-Dijo únicamente para darle la espalda y mirar por la ventana hacia fuera.

-Décimo...-Dijo el ojiverde fastidiado de que el otro nunca le contase sus preocupaciones.-Si le preocupa algo...-No fue capaz de terminar ya que el castaño se giró le lanzó un bolígrafo que le rozó la mejilla, terminando clavado en la pared.

-Te dije que no me preocupa nada.-Dijo ásperamente a la vez que le lanzaba una mirada asesina.-¿Quien te crees que soy?-Pregunto altivamente.

-E...Eres Sawada T...Tsunayoshi, el pr...presidente del co...comité disciplinario.-Respondió el otro rápidamente ante la mirada asesina. Si las miradas matasen el ya estaría muerto y enterrado.

-Bien.-Comentó simplemente al la vez que se volvía nuevamente hacia la ventana.-¿Y para que viniste? Te juro que si has venido por una tontería, lo pagaras caro por perturbar mi tranquilidad.-Dijo en tono frío y cortante, se notaba que no era una amenaza en balde. La verdad es que ninguna de las amenazas que había hecho el castaño hasta el momento habían sido falsas. Si se daba el caso, siempre lo cumplía con su amenaza.

El peliplata tragó saliva temiendo una paliza por parte del ojimiel ya que aun si era una paliza suave se pasaría, al menos, tres días en cama.

-Esto...Pues la verdad es que...-Se quedó callado unos minutos pensando si realmente debía decirle su motivo de ir a verlo, era seguro que estallaría de furia al enterarse.

-Habla o...-Sacó unos guantes de su bolsillo, se los puso y se puso en posición de ataque. El peliplata se puso pálido y se apresuró a contarle.

-Es...Es que "esa persona" ha venido hoy a la escuela y esta montando alboroto...-Dio un paso atrás al ver la expresión de Tsuna. Era una expresión de odio profundo mezclado con furia y ganas de matar...Pero en sus ojos se mostraban un deje de tristeza y soledad. Era una mueca tal que acobardaría hasta al más valientes de los valientes.

-¿"Esa persona"?-Dijo intentando controlar su voz para no gritar a la vez que apretaba los puños.-¿Me estas diciendo que "esa persona" se ha atrevido nuevamente a aparecer por aquí?-Su tono se elevaba cada vez más. El ojiverde asintió asustado. El no era de los que se acobardaban fácilmente pero la verdad es que cada vez que el ojimiel escuchaba sobre "esa persona", el cual decir su nombre delante del castaño era tabú si no te querías ir directo al hospital o en el mejor de los casos a la tumba (les hacía pasar tanto dolor que preferirían morir antes de que les siguiera golpeando), desprendía un ahora asesina tan intensa que te hacía temblar de terror.

Tsuna al ver el asentimiento de cabeza de su subordinado salió disparado de la oficina rumbo a la clase del desgraciado. Los alumnos del colegio, al ver a su siempre frío y calmado prefecto, correr como desquiciado por pasillo huyeron despavoridos y horrorizados a refugiarse en sus aulas. El único motivo por el que el castaño corriese de esa forma por los pasillos era que "esa persona" había osado a aparecer en el instituto. El ojimiel se paró frente a un aula y sonrió macábamente antes de abrirla. Abrió la puerta de un portazo haciendo un gran alboroto.

-Te lo advertí maldito, te dije que si te volvía a ver por aquí te mataría.-Miró seriamente a un sexy moreno de ojos grises, piel blanca y cuerpo perfecto que llevaba la camisa blanca de uniforme con tres botones desabrochados y unos patalones negros muy ajustados que se encontraba sentado sobre una mesa y rodeado de muchas chicas.

-Hee.-Bufó al ver al pequeño y lindo chico parado en la puerta con una gran aura asesina a su al rededor.-¿Matarme? ¿Tú? Je, me gustaría ver eso.-Rió con burla.

El castaño empezó a temblar de furia así que se lanzó con una velocidad increíble y le propinó un fuerte puñetazo en la cara que le lanzó por los aires. El moreno se estrelló con tanta fuerza contra el cristal de la ventana que se rompió y cayó desde el segundo piso. El menor sabía que el ojigris no era tan débil como para morir por caerse de un segundo piso, así que rápidamente se aventuró por la ventana y saltó cayendo con agilidad de un felino al suelo. Se acercó al chico tirado en el suelo del patio y le pegó una patada en el costado.

-No me digas que el gran Hibari Kyoya se murió solo por caer desde un segundo piso.-Decía mientras sonreía cínicamente.

-Je, tu bien sabes que puedo con eso y más.-Respondió mientras cogía el pié que lo pateó y tiraba de él hasta dejar al castaño en el suelo bajo él.-Te has vuelto mas rápido a la hora de atacar.-Comentaba acercando su boca al oído del menor.-Me tomaste por sorpresa.- Dijo a la vez que mordía el lóbulo de la oreja de Tsuna. Este forcejeó al estar acorralado contra el suelo pero al notar la mordida en su oreja soltó un pequeño jadeo.

-¡Ah!-El castaño se sonrojó y rápidamente se tapó la boca en un intento de que no lo escuhara.

-Hee, Ya veo...Las orejas son tu punto débil.-Sonrió satisfecho al ver la reacción del menor.

Él era el único capaz de sacarle tal expresión al siempre frío y calmado ojimiel. Además, nadie tenia la oportunidad de intentarlo ya que siempre que alguien sacaba valor de donde no tenía e intentaba acercarse al castaño acababa, como mínimo, un mes hospitalizado. Hibari era el único capaz de hacerle esas cosas al menor y seguir con vida.

-¡Maldito!-Le pegó un fuerte empujón al moreno para lograr sacarse lo de encima seguido de un puñetazo al mentón y una patada al estómago.

El ojigris volvió a caer al suelo pero rápidamente se levantó y a una velocidad increíble llegó hasta el castaño y lanzó un derechazo. Tsuna cerró los ojos esperando la llegada del golpe ya que a esa distancia no le iba a dar tiempo a esquivarlo. Esperó quieto hasta que el puño impactase contra su cara pero, en vez de sentir eso, sintió un fuerte brazo al rededor de su cintura que lo atraía hacia el mayor y unos labios posarse suavemente sobre los suyos. Abrió los ojos por la sorpresa viendo que, efectivamente, el moreno lo estaba besando. Se separaron segundos después. Hibari, en cuanto se separó dio unos cuantos pasos hacia atrás para prevenirse de los golpes cuando el menor explotase. Las reacciones del ojimiel fueron las siguientes (en un tramo de 3 segundos):

se sorprende

empalidece

se sonroja

hace un puchero con toda la cara roja

La expresión final fue una en la que se veía a Tsuna, sonrojado, con el ceño fruncido en un puchero y en posición de ataque. Aquello le resultó terriblemente lindo y divertido a un moreno que se tapaba la boca intentando contener la risa.

-¡MALDITO BASTARDO! ¡TE VOY A MATAR!-Gritaba fúrico y sonrojado el menor a la vez que se lanzaba para darle un un golpe letal al ojigris.

De repente una sombra negra se interpuso en el camino del ojimiel haciendo que parase su ataque. Un chico, moreno de ojos café, apareció con una espada de kendo en su mano. El menor se tensó y volvió a su posición de ataque previniendo un ataque por parte de este.

-Maa, maa tranquilo Tsuna no voy a atacarte.-Decía el de ojos café mientras levantaba los brazos en señal de paz.

-Yamamoto Takeshi. ¿Por que te has metido en mi pelea?-Decía el castaño volviendo a su típico tono frío y monótono.-¿Y quién te dijo que podías llamarme "Tsuna"?-Preguntaba irritado al escuchar su nombre de esa forma.

-¿Eh? ¿Por qué no puedo?-Preguntaba "inocentemente" Yamamoto.

-La primera y última persona que me llamó así me acabó traicionando.-Dijo de golpe e inexpresivo, pero recordar eso hizo que la tristeza que sentía se reflejara en su rostro por un instante. Pero fue tan rápido que casi nadie de los espectadores lo notaron. Solo dos personas se dieron cuenta, la primera, fue la mismísima persona que lo traicionó y la segunda, alguien que estaba enterado de todo y que miraba la escena desde fuera de la institución.

Las tres personas que se encontraban en el patio cayeron a un silencio incómodo. Bueno era incómodo solo para el de ojos café ya que los otros dos estaban inmersos en sus pensamientos. En ese momento la súper intuición de Tsuna hizo efecto y se volteó rápidamente al notar a alguien que se aproximaba a él desde las sombras. Los dos morenos al ver que el castaño se puso en guardia supieron que algo iba mal, así que, también lo hicieron. El ojimiel saltó hacía unos arbustos y momentos después se escucho un quejido.

-¡Ouch!-Se quejaba alguien entre los arbustos.-¡Tsunayoshi! ¡No ataque a la primera que sientes que alguien se te acerca!-Regañaba una voz masculina al castaño. Este se levanto del suelo y miro a la persona frente a él haciendo un puchero infantil.

Todas las personas que habían visto la pelea e incluso los implicados en ella quedaron en shock al ver esa expresión en el casi inexpresivo (es casi por que Hibari siempre consigue cambiarle la expresión) prefecto.

-"Pareciera que hubiésemos vuelto a los viejos tiempos"-Pensaba un chico (que todavía no descubriré quien es) mirando esa expresión en la cara del menor.-" Pareciera que ese día nunca hubiese ocurrido..."

CONTINUARA...