—¿Q-qué puedo hacer p-para que me p-perdones?

—Debes pasar una serie de pruebas.

—¿C-Cómo cuales?

—Alejarte de mí es una.

My Deepest Fear

Notó un sonido chillón, muy cercano a su oído. Lo conocía perfectamente, no tenía necesidad de averiguar que era.

La maldita alarma.

El azabache agarró el reloj con una mano, tanteando de forma perezosa la mesa junto a su cama, para lanzarlo contra una pared, logrando que el aparato se hiciera añicos. Normalmente, un chico se preocuparía por lo que le dirían sus padres por romper un despertador nuevo.

No era el caso de Craig Tucker.

Se levantó a duras penas, gruñendo hasta decir basta, mientras se pasaba una mano por los ojos. Miró los trozos del reloj sobre la alfombra y sonrió de forma irónica. Luego limpiaría. Después de todo, nadie le obligaba a ordenar su cuarto y nadie entraba allí, salvo él y Stripe.

No. Lo haría después…Quizá…Si lo recordaba.

La ducha fue más larga que de costumbre. Abajo podía oír los griteríos de sus padres, a lo cual ya estaba ligeramente acostumbrado. Era cosa de cada día. No peleaban al nivel de querer separarse, pero tampoco parecía como si fueran la familia perfecta.

Era una familia un tanto disfuncional.

Suspiró pesadamente al sentir los golpes en la puerta del baño. Sabía perfectamente quien era. Tomó una toalla para enrollársela en la cintura antes de abrir. Ruby le miró de pies a cabeza con la misma cara neutral con que él le miraba a ella.

—Sólo las chicas tardan tanto.

—Jódete, Ruby.

—Jódete tú, bastardo.

Ambos alzaron el dedo al mismo tiempo, cosa que les sacó una risa casi indetectable. Sólo sería visible para un Tucker, ellos lo tenían más que claro.

La pelirroja le dio un golpecito en el hombro antes de entrar al baño y cerrar la puerta tras ella con fuerza. El golpe de la puerta contra la cabeza de Craig no era más que cosa de todas las mañanas.

La rutina era tan conocida que sólo se encogió de hombros y volvió para vestirse. Le quedaba algo así como media hora para que pasara el jodido autobús.

—Dude, te dije que lo dejaras en p…

—¡¿Acaso es mi culpa que el judío tenga arena en su puta vagina?!

—¡Mierda, Cartman! ¿Cuantas veces tendré que…?

—Oh, ahí vamos de nuevo.

—Cierra el pico, maldito pobre.

—Hey, Cartman, Kenny no hizo na…

—Y tú cierra el culo, Marsh.

Una mañana realmente normal mientras los chicos esperaban el autobús. Kyle y Cartman parecían enfrascados en una pelea que no tenía ni pies ni cabeza, relacionada con algo que tenía 'alcohol' en la oración. Stan y Kenny sólo vigilaban, esperando que ninguno matara al otro si dejaban de mirarles.

Y eran capaces de hacerlo.

Como había salido temprano, Craig Tucker se topó con aquella escena. A unas cuadras le era posible distinguir los 'maldito judío' y los 'gordo marica' de Broflovski y Cartman. Sacó un cigarrillo de su chaqueta azul para encenderlo y llevárselo a los labios. Odiaba las peleas tediosas, y más aún estar cerca del grupo de Stanley Marsh.

"No queda más remedio"

El pelirrojo se movió de forma ligera, logrando que Cartman cayera al suelo en su intento por darle un puñetazo. Soltó una carcajada de superioridad, sin tomar atención de los insultos que Eric lanzaba desde el suelo, dejando que sus ojos se fijaran en la silueta que se acercaba.

Kenny y Stan siguieron su mirada.

—¿Tucker?

—Marsh.

—¿Qué haces aquí? Tú no eres de los que llegan temprano. —Apuntó McCormick, ladeando la cabeza mientras le miraba de forma atenta.

Craig Tucker tenía sus ojos fijos en los verdes esmeralda de Broflovski, al igual que el pelirrojo en los suyos. Sabía que sólo alguien como el judío sabría el porqué de que estuviese temprano en ése sitio que tanto odiaba.

Era el día que había esperado por tanto.

—Anda, ahí viene el autobús.—Dijo Kyle, haciendo un gesto con su cabeza.

Craig asintió, subiendo justo tras él. Stan, Eric y Kenny no entendieron que carajo era aquello que había pasado desde las vacaciones de verano, pero últimamente parecía como si Tucker y el judío estuviesen más cercanos.

Aquello no le gustaba para nada a ninguno de ellos tres.

—Entonces es hoy…¿No?

—Si.

—¿Planeas algo o qué? ¿Huirás como en el verano?

—No me jodas, Broflovski. No tuve opción.

La rutina había cambiado aquel primer día de clases. Normalmente, Kyle Broflovski se hubiera sentado junto a su grupo y Craig Tucker junto al suyo.

Ambos estaban sentados el uno junto al otro, aunque la tensión era más que detectable.

—¿Aún estás asustado por lo que pueda pasar, Tucker?—Preguntó Kyle, con una media sonrisa, tratando de subirle el ánimo al azabache.—Han pasado años. De seguro ni lo recuerda.

—Kyle…No intentes animarme. Sólo tengo una cosa en mente ahora, y sabes cual es.

—Vale. Me callaré.

El azabache pegó la frente a la ventana, mirando fijamente la nieve sobre el asfalto. Como era finales de verano, no era demasiada, pero en South Park siempre parecería un manto blanco y puro cubriéndolo todo.

Ojalá aquella pureza tocara sus memorias de igual forma.

—Broflovski.

—¿Mnh?—Respondió el judío de forma simple, sin quitar la vista del libro que había sacado hacia pocos segundos. Odiaba interrupciones en sus lecturas, fuera quien fuera aquel que interrumpiese. Pero la voz de Tucker tenía un tono demasiado serio como para no prestar atención. Sin embargo, no le miró.

—No me perdonará. Seguirá pensando que soy el hijo de puta que le destrozó.

—No lo sabes.

—Lo sé, carajo.—Masculló Tucker, tomando en sus manos uno de los palitos de metal moldeable que le había extendido Kyle. Comenzó a estrujarlo, alterando su forma, pasando por miles hasta hacer una flecha.—Wow.

—Encantador.

—Supongo.

—Deja de torturarte. Han pasado tres años.

—Y en esos tres años, sigo siendo el mismo hijo de puta que en ése entonces.

"¿Me q-quieres?"
"Claro."
"¿A-Alguna vez…lo dirás?"
"No lo sé."
"¿No s-sabes?"
"No. Si lo supiera, sería menos complejo."

—A veces me impresiona la amabilidad de nuestro judío, en serio.—Protestó Kenny McCormick, mirando atentamente la bizarra escena desde los asientos de atrás.

—Es Kyle, Kenny. Sabes que nunca niega ayuda a quienes la piden.

—De seguro el imbécil de Tucker le compró, tarado. Es judío. Sólo hace cosas si obtiene algo a cambio.

—¡Cartman!

—¿Qué? ¿Acaso te duele la verdad de tu super mejor amigo?—Alardeó el castaño aunque, al igual que los otros dos, tenía la vista fija en la nuca del pelirrojo.

—Cállense los dos, que no escucho.—Siseó el rubio, alzando la cabeza cuanto podía para espiar la conversación de los otros dos.

Kyle mantuvo la vista fija hacia adelante, sin quitar las manos de su libro abierto, notando el aire oscuro que parecía abrumar a su compañero de asiento. Conocía perfectamente la causa de ello, y podía decirla en una sola palabra. Aquella que lograba bajar todas las defensas de Craig.

—Tweek. —Murmuró el judío, notando como Tucker parecía tensarse de pronto.—Tweek es un chico listo, Craig. Por eso no creo que te guarde resentimientos.

—¿Que no? Yo lo haría si hubiese sido al revés.

—No querías. O eso me dijiste. Se supone que estabas borracho.

—Lo estábamos.

Al pelirrojo se le cortó la respiración. Se suponía que aquello no saldría a la luz jamás.

—¿Puedes olvidarlo?

—¿Lo hiciste tú? Por tu cara creo que no.

—Que te jodan, Tucker.—Siseó con impaciencia. Agradeció a Yahveh cuando el autobús se detuvo frente a la secundaria de South Park. Guardó el libro en su bolso de forma presurosa, bajando las escaleras hasta llegar a la entrada del lugar, creyéndose a salvo.
Hasta que le tomaron de una muñeca.

—¿Que cara…?—Comenzó a insultar, notando los iris grises de Craig Tucker fijos en sus ojos. Se tensó, haciendo sus manos puño, esperando que le retara a pelear.

—Tú deberías comenzar por olvidarlo. Conozco a un trío de idiotas que pondrían el grito en el cielo si saben que toqué a su juguete.

—No soy juguete de nadie.—Masculló antes de soltarse del agarre de forma brusca.— Yo no jugué con nadie.

—No te atrevas a…

—Yo no engañé a nadie con mentiras.

Cállate…Por el amor de Dios…

—Tú fuiste quien quiso deshacerse del recuerdo de Tweek de esa forma. Tú fuiste quien, en vez de ir a romperle la nariz a Donovan, te metiste conmigo.

—Kyle, ya bas…

—Y lo peor es que sabes que ambos lo disfrutamos.

…Ouch.

—Ordena tu puta cabeza, Tucker. Yo ya tengo en orden la mía.—Escupió las palabras antes de voltearse y entrar casi a la carrera en el edificio. Stan y Kenny lograron ver el final del conflicto entre su amigo y Craig, pero Cartman había oído la mayor parte, aunque de forma cortada.

…juguete de nadie.

—Bastardos, adelántense.

—¿Ah? ¿Donde carajo te vas, gordo?—La sonrisa de Eric Cartman logró asustar un poco al chico de chaqueta naranja.

—Visitaré al director.

…deshacerse del recuerdo de Tweek.

—Oh, pero si es Eric Cartman.—Le saludó con cariño el hombre de unos cincuenta años. Cartman sabía ganarse a las personas. En especial cuando deseaba obtener información de estas con facilidad. —¿Buscas algo?

—Mas bien, busco a alguien que parece haber llegado.

—Oh si, en la sala de espera. Se supone que debo llevarle a…

—El salón 3-B, lo sé. Es mi salón. ¿Me permite llevarle?—Evitó que la sonrisa socarrona escapara con facilidad y se quedó mirando la puerta de la sala de espera.

—Bueno…No sé si sea buena idea…

…te metiste conmigo.

—Es mi amigo, Sr. Height. Lo extrañaba demasiado.—Mintió con maestría.— De seguro no querrá arruinar mi reencuentro con él, ¿no?

—Oh no, claro que no. Adelante, te lo encargo, Cartman.

…ambos lo disfrutamos.

—Oh Kahl, eres una puta muy sucia. —Se relamió los labios antes de abrir la puerta y encontrarse con aquel rubio de aspecto nervioso, aferrándose a su taza de café.

—¡Gah! C-Cartman. —Atinó a responder, notando el suspiro cansado del castaño, quien hizo un gesto con su cabeza para que el rubio se pusiera de pie.

—Te llevaré a nuestro salón.

Ordena tu puta cabeza, Tucker.

—¿P-Por qué me llevas t-tú?

—Porque así es la vida, Tweek.

—¿Y C-Craig?

"Oh, esto se pone jodidamente interesante."

—¿Tucker? En clases, ¿donde más, retrasado?

—Mnh…S-Sabes…¿S-Sabes si sigue m-molesto conmigo…?

—¿Por qué? ¿Por Clyde?

El rubio estrujó su camiseta verde con la mano libre, temblando de pies a cabeza.
Asintió.

—Todos, Tweek…Todos…Somos pecadores en este mundo.

—¿E-Eh?

—Nada, puede que lo comprendas luego.

"Tal y como Kahl lo comprenderá tarde o temprano."


Estaba jodido.

Supo que estaba jodido cuando la maestra anunció que eran dos filas para el exámen. La "A" y la "B", intercaladas. Aquella mujer gustaba de joderle la vida a algunos. Especialmente a él.

La única persona que conocía era capaz de resolver un exámen sin problemas era Broflovski, quien estaba a miles de mesas más adelante que él.

Maldito ñoño ególatra.

—Tienen media hora más antes de que retire los…—Unos golpecitos llegaron a sus oídos, mientras la profesora abría la puerta. Craig dejó escapar un 'gracias' bastante cansado, mientras veía entrar a Eric Cartman con una sonrisa de oreja a oreja. Parecía estar explicándole algo a la maestra en voz baja. Aquello no era lo que le molestaba.

Lo que molestaba era la mirada que le dirigía a si mismo.

Qué mierda miras tanto, culo gordo.

A Cartman se le escapó una risita, mientras se apartaba un poco, sin quitar la vista de los irises grises de Tucker.

Parecía como si el tiempo comenzara a correr de forma tortuosamente lenta, mientras unos pasitos cautelosos invadían el salón. Sus músculos se tensaron como acto reflejo, mientras fijaba la vista en aquella figura delgada que caminaba al centro del salón.
Sólo pudo quedarse mirando al rubio de aspecto nervioso casi de forma psicópata.

—Chicos, supongo que todos sabían. Tweek Tweak ha vuelto a incorporarse a nosotros. Denle una bienvenida cálida.

—Ho-Hola…

Desvió la mirada al castaño, quien ahora no quitaba sus ojos del judío en la primera fila. Kyle no parecía inmutarse siquiera. Después de todo, Craig sabía que él tenía razón. El único con un desastre en su vida, desde hace tres años, era él. Nadie más.

Entonces…¿Por qué Cartman parecía querer castigarle?

—Existe una cosa que debes entender, Tucker
—¿Eso es…?
—Tú tienes cosas que te gusta poseer, ¿no? Como tus amigos, tu armónica, y tu rata.
—Stripe.
—Eso.
—No veo tu punto, obeso.
—Hay algo que me gusta poseer, y no me agrada que me quiten.
—¿El qué.?
—El control. Yo controlo las cosas que suceden a mi alrededor.
—¿Eso qué mierda quiere decir?
—Que lo que suceda con cosas de mi propiedad es de mi absoluto control.
—Eso incluye…
—A Kyle Broflovski.

Ahora lo entendía. De alguna forma, Eric Cartman se había enterado. De alguna forma, había descubierto que algo se salió de su autoridad.

Y ahora le recordaría que con él no se jugaba.

—Tú deberías comenzar por olvidarlo. Conozco a un trío de idiotas que pondrían el grito en el cielo si saben que toqué a su juguete.
—No soy juguete de no jugué con nadie.

No, Kyle no había jugado con nadie. Sólo que era la pieza en el tablero de Cartman que nadie podía tocar, salvo él mismo. Y Craig había roto las reglas. Casi podía sentir la voz del castaño en su oído, como si fuese una especie de serpiente.

Mis juguetes son sólo míos.