Dicen que nuestra vida pasa frente a nosotros cuando vamos a morir… Cuando queremos morir… Cuando necesitamos morir… Cuando morir es la respuesta… ¿O todas juntas?

Así que puede tener mucho más sentido el querer estar muerta a soportar algo que nos esté partiendo por dentro, revolviendo las entrañas o quitándonos todas las opciones…

¿Enamorarse está tan mal? ¿Es tan prohibido desear algo que está fuera de tu entendimiento o de tu alcance? ¿Cómo puede ser que conocer a alguien ponga tu mundo de cabeza de esa manera?...

Veía la bella luna llena y enorme desvanecerse de mi vista, desaparecer bajo mis párpados. Solo sentía un enfermizo torrente de veneno hirviendo entrar en mi cuello, un dolor del tipo de poner un fierro al rojo vivo en mi piel tornarse lo único en lo que podía pensar. Me vi… ¡Sí! Me vi, tendida en el piso torpemente agarrando el cabello de mi captora tratando de persuadir su brutal fuerza de 100 hombres a liberarme… Pero era imposible. Tenía firmemente sus manos como zarpas alrededor de mi espalda y cuello… Y aquellos dolorosos colmillos filosos en mi cuello hundiéndose con hambre. La sensación de succión de la sangre me hacía retorcer levemente las muñecas… E iba perdiendo el control sobre las manos… Los dedos, los ante brazos, hombros… Las rodillas cedieron y finalmente… La nada. Una prominente luz de tonos oscuros es lo único que pude ver.

3 semanas antes

Invierno, Academia Fuuka

Mis deberes como Presidenta del Comité de estudiantes me tuvieron ocupada particularmente durante esta temporada. Autorizar el debido mantenimiento de las aulas deportivas, reforzar apropiadamente los horarios de cuidado de los invernaderos. La importancia de mantener a flote los eventos de apoyo de los clubes que se veían afectados por la temporada (los cuales eran más de los que pensaba, cada año más y más) por lo cual durante estas últimas semanas solía abandonar la academia más tarde de lo que debería.

Aquella noche por mera casualidad me topé con una de las estudiantes nuevas que recién entraba la academia. Esta joven aunque recién llegada rara vez asistía a clases, había algo en ella que definitivamente no me inspiraba confianza. Hurgando en mi memoria recordé su nombre. Kuga Natsuki.

-Kuga-san- Agité mi mano derecha llamando su atención

Ella detuvo su marcha. Giró los ojos en ambas direcciones, luego giró a ver detrás de si y finalmente volvió a verme con un formal saludo con la cabeza. Parecía apurada, o se sentía incómoda de haber sido interceptada por la presidenta justo saliendo de Fuuka a semejante hora.

-¿Está todo bien?

-Sí, bien- Metió las manos en los bolsillos de su sudadera y miró sus zapatos desinteresadamente

Algo en su olor no terminaba de convencerme. Olía a tierra, a este aroma posterior a una tormenta, algo terroso, boscoso, algo que definitivamente nada que ver con haber pasado un día, semana, mes… temporada, en una ciudad como lo es Japón.

-¿Ibas a algún lugar?- Me aventuré a preguntar

-No en realidad- Entornó los ojos hacia el cielo

-Es muy bella ¿no?... –Refiriéndome a la luna –En invierno rara vez se deja ver por las nubes que dejan las nevadas o la lluvia… Pero es muy bella ¿No?

-Supongo…

-¿Puedo invitarte a tomar algo? Hay un café cercano por aquí

-¿Hay algo que tenga que decirme, Fujino-san?

-¿Are?... No, para nada, solo trataba de hacerte una invitación extra curricular ¿Está mal eso?

-Pues… No- Agachó la cabeza casi arrepentida por su pregunta tan directa

-¿Entonces me dejarás darte una apropiada bienvenida?

Natsuki levantó la cabeza y miró sobre mi hombro. La vi enfocar particularmente su atención en la dirección que tomo la corriente de aire. Vio sobre mi cabeza, detrás suyo y luego volvió a verme nuevamente.

-Claro… Vamos

Sonreí. Marqué el paso yendo delante de ella, quien solo optó por seguirme conforme comencé a caminar.

-No te vez como alguien de aquí cerca ¿sabes?...

-Es que no soy de por aquí- Esbozó una media sonrisa

-¿Vienes del exterior?

-Si… y no… Conozco el área pero hace tiempo no venía

-Comprendo, creciste en otro lugar

-Algo así- Natsuki se encogió de hombros viendo el suelo

-Interesante- Sonreí sin despegar la vista de ella

Sus ojos aquella noche eran color ámbar, discretamente cubiertos por la breve luz de la luna. Ansiosos… Y aún más extraño, sus pupilas estaban muy dilatadas, como si tratara de mantener la vista en el suelo, sus pies, sus zapatos demasiado incluso para la salud de sus propios ojos.

-Es aquí- La sujeté del brazo para entrar

Natsuki se liberó de mi agarre tan pronto entramos, lo cual me desilusionó. A través de la sudadera esta joven despedía un calorcito regocijante que incluso para los 3 grados que hacían afuera era particularmente extraño. Ella era cálida, eso me hizo sentir mejor.

Pasamos a una de las mesas privadas del fondo del café y ordenamos dos capuchinos calientes para comenzar, ella suspiró y se sentó de su lado de la mesa jugueteando con la azucarera.

-Luces muy ansiosa ¿Vas tarde a algún lugar?

-No exactamente- Suspiró viendo detrás de si

-¿Esperabas a alguien? ¿Interrumpí algo?

-Solo iba de paso…

-Ah… -Suficientes preguntas, esta chica no me respondería nada con más de 5 palabras cortas

-Y… ¿Qué hacías tan tarde allá adentro?

-Trabajar, ser Presidenta no es solo placer- Nótese la ironía

-Si de algo sirve creo que lo haces bastante bien

-Qué tierno

No me enteré de cuándo. Natsuki dio un salto del otro lado de la mesa poniéndose del lado mío. De una inapropiada manera puso su mano izquierda sobre mi muslo izquierdo, cubriendo mi torso y frente con el suyo. Frente a nosotras una joven de cabello negro, largo y ondulado yacía de pie a unos 3 metros de la mesa en que estábamos. Ella no lucía como una mujer japonesa o medianamente asiática, ni por su altura ni por su rostro, cabello, ni mucho menos por su curvilínea figura.

-¿Puedo ayudarte?- Natsuki preguntó primero

-En realidad vengo buscando a alguien y tú me pareciste familiar- Mencionó ella

-Lo siento, me parece que ya no te conozco

-"¿Ya?"- Pensé mirando de lado a lado

-Oh… Jajaja pero que tonta- La mujer se dio un golpecito en la frente aludiendo a torpeza o descuido –Debo haberme equivocado… Buen bocado entonces

-"¿Bocado?"

Y tan pronto llegó… desapareció entre las mesas. Solo se fue, así como si nada. Natsuki suspiró, parecía aliviada ¿O asustada?

-Ejmmm…- Me aclaré la garganta

-Are…

Natsuki me miró, siguió la ruta de lo que yo señalaba. Su mano agarrándome con mucha confianza el muslo izquierdo casi llegando a la cadera.

-¡H-ha!... ¡Perdón!- Apartó la mano nerviosamente

-Lo perdonaré por ésta vez… Pero cuidadito ¿eh? No es nuestra primera cita jejeje

-… E-eh… S-sí, lo siento… -Natsuki volvió a su asiento

Sonreí más cómoda. La mano de Natsuki en mi muslo aun a través de la falda me hizo sentir ese ardor en su piel aumentar gradualmente. ¿Cómo era posible? Más allá de tener la mano allí más de unos segundos parecía haber tenido una taza de café caliente en la piel.

Más allá de aquello, nuestra pequeña cita a tomar café no pasó a mayores. Natsuki se preocupó por llevarme a la manzana previa a llevar a mi residencia y ella regresó a la suya por su cuenta. De una forma muy callada, aparentemente desinteresada, descuidada y sin querer mantenerme una mirada, se preocupó de forma particular de mí.

Al día siguiente todos teníamos un pequeño receso de las clases por unos festivales locales, por mi cuenta aproveché para resolver unos pendientes en Fuuka, en mi cargo como presidenta podía entrar y salir de la sala de consejo estudiantil cuando me provocara y sin tener problemas en ello. Había estudiantes transferidas, estudiantes suspendidos, clubes que iban a cerrar, clubes por aprobar, y varios eventos escolares que programar con cautela.

La sala del consejo era toda mía ésta vez. Haruka tenía mi misma costumbre, pero a su mejor manera Yukino se las había arreglado para sacarla de las cercanías de Fuuka por varios días para pasar aquellos días lejos de la escuela. Reito estaba de viaje con su hermana menor hasta el fin de la temporada de exámenes, así que estaba por mi cuenta… O eso creí.

Detrás de las aulas de entrenamiento se comenzaron a oír ruidos y golpes, como de contenedores cayendo y estrellándose al suelo. Fuuka estaba cerrada, los equipos de mantenimiento estaban programados para dos semanas más delante de la presente fecha, ni profesores ni estudiantes tenían que estar cerca hasta donde sabía. Pero probablemente algún itinerario de prácticas de porristas o preparativos de algún club se me había pasado. Como fuera el caso, debía ir a revisar.

Dejé el edificio principal y pasé los otros dos bloques de primaria y media para llegar al área de deportes… Una de las canchas de tenis se encontraba totalmente destrozada. Como si una bala de cañón la hubiera travesado de cabo a rabo y hubiera seguido su curso hacia la cancha de atletismo. Cuando me dirigía en tal dirección…

-¡Fujino, Quita del medio!

Reconocería esa voz ronca donde fuera. Era Natsuki. Ese grito venía de detrás de mí, antes que pudiera darme la vuelta completamente un impacto sordo llenó mis oídos haciendo mi torso doblarse bruscamente hacia adelante. Algo tronó y dolió como lo peor que hubiera podido sentir en mucho tiempo, era en mi costado izquierdo, un sonido parecido a "crack"

Cuando no podía ser incluso peor que eso choqué contra algo firme, pero cómodo y muy cálido… Aquel olor terroso y boscoso lo conocía bien. Un brazo firme rodeó mis hombros asiéndome contra su pecho; apenas podía mover las piernas o brazos así que no pude determinar el origen de aquella monstruosa embestida… Y hasta ahí llegaron mis fuerzas, creo que fue en ese momento que me desvanecí.

-¿Una costilla fisurada? No podrá ir a clases de cuenta de eso ¡Y justo ahora!- Esa era Haruka, sin dudas

-Vamos, vamos, Haruka-san, hasta a Shizuru-san pueden pasarle accidentes- Reito también

-Tenemos tiempo de corregir todo el daño, Fujino-san dejó un cronograma bien redactado antes del accidente, podemos recuperarlo- Yukino estaba ahí también

-Serán 2 semanas de recuperación, Yohko-sensei incluso recomendó 3 semana… ¡A-are, está despertando!

La prominente luz de la habitación era incómoda. Y con la leve híper sensibilidad a la luz excesiva que yo padecía me tomó más de lo habitual en enfocar la vista. Estaba en la habitación de un hospital sin dudas, ese olor insoportable era inconfundible. Haruka y Yukino estaban sentadas en el sofá, Reito se encontraba de pie junto a la ventana mirándolas. Y apoyada en el marco de la puerta y en total silencio… ¿Natsuki de nuevo?

-Ah, hola… ¡Ick!...

Un dolor agudo y punzando de mi lado izquierdo me arrancó el saludo formal de los labios. Aún tenía la ropa que elegí en la mañana para ese día, salvo la chaqueta y saco que llevaba bajo la camisa.

-Las tienen en la recepción- Me dijo Natsuki –No te preocupes, nada les pasó

-Natsuki… Ahhh… ¿Alguien me dice qué pasó?

-Un poste calló y estabas en medio de su caída… Tienes una costilla fisurada y varios moretones en la espalda… 3 semanas recomendadas por Yohko-sensei para reponerte- Me respondió Reito –Regresamos tan pronto pudimos

-¿Hace cuánto fue eso?

-Esta mañana, ellas llegaron hace poco- Contestó Natsuki

-Kuga-san nos informó en la mañana, así que vinimos a reemplazarte estas 2 semanas que no estarás- Agregó Yukino

-Ahhh… D-disculpen por lo ocurrido…

Miré a Natsuki. Ella al encontrarse con mi mirada vio en otra dirección. Claro que no me creía aquel cuento del poste de electricidad, de haber sido ese el caso me habría aplastado la cabeza o hecho algo mucho peor que solo una costilla lastimada.

-Bueno, entonces descansaré e iré a casa en cuanto me lo permitan

-Estarás bien Fujino, estás en buenas manos- Haruka fue la primera en salir… Ese fue su particular despedida

Reito y Yukino se tomaron más su tiempo en ello y finalmente también se marcharon. Natsuki entró y se sentó en el sofá de la habitación en silencio.

-¿Vas a decirme lo que pasó?

Ella levantó la mirada un poco y luego suspiró.

-Tendrás que pedir a los de mantenimiento que fijen esos postes mejor ésta vez.

-¿Insistirás en eso?

Ella no respondió. Y yo no necesité nada más allá de eso. Todos tenemos secretos, reservas, tenemos motivos para no admitir incluso lo que parecería obvio. En este caso era demasiado obvio para mí. El primer grito de Natsuki se escuchó a una gran distancia y solo milésimas de segundos más tarde la tuve sujetándome para no caer al suelo. Además… ¿Un poste?... ¿No debería haberme roto la cabeza y no solo golpearme un costado?... Ahhh, mi cabeza bombeaba furiosamente procesando tal tamaño de datos que en mi actual estado apenas consciente podía entender.

Natsuki permaneció a mi lado aquella semana que pasé en el hospital. La fisura sanó adecuadamente y finalmente Yohko-sensei dio el visto bueno para dejarme ir del hospital; afortunadamente Reito se hizo cargo de todos mis deberes por aquellos días, y luego que la misma Yukino me tranquilizara en materia pude ocuparme de tomarme esa semana que me quedaba con calma. Solo en aquellos días me deshice de Natsuki… Y de hecho no la volví a ver ni cerca de la residencia o merodeando… Pero ya saben lo que dicen de las pesadas miradas encima… La sentía cerca, como si me respirara en el hombro… Sí, estaba cerca. ¿O podrían ser solo suposiciones platónicas mías?

Hace tiempo me di a la idea de admitir abiertamente que lo mío no son las relaciones heterosexuales ni de ningún tipo romántico con ningún chico, hombre o joven que se me haya presentado. Mis padres mencionaban a menudo que eso podría simplemente ser una etapa por la que estaba pasando en mi adolescencia, pero sinceramente me parecía que era algo más allá de eso. Y ahí entraba Natsuki; esa ausente dama de piel blanca y melena cobalto definitivamente había capturado toda mi atención desde el primer momento… Ese olor imposible de confundir, boscoso, seco, terroso, tan de ella, tan Natsuki.
Sus manos desnudas fueron a dar a su frente; no era usual en ella pensar tanto en una misma persona más allá de solo unos minutos, y esta chica había conseguido adueñarse de su tranquilidad incluso cuando debían ser sus momentos de control propio.

Y de forma inusualmente intranquila y llena de noches de sueño incompletas estuvieron repletos estos casi interminables 7 días. Las clases habían reiniciado, y ahora era mi momento de volver a tomar mi puesto como la Presidenta del consejo estudiantil. Esa mañana fui antes de las clases a reunirme con Reito y Haruka, era precario tomar las primicias de la semana antes de iniciar la jornada con normalidad.

-Pasamos a la asistencia- Ojeé las planillas minuciosa pero rápidamente

-Hubo un aumento de la asistencia de un aproximado 30%- Contestó hábilmente Haruka –Incluidos regresos de estudiantes que no veíamos hace dos estaciones

-Reconfortante ¿Han causado problemas?

-De hecho todo marcha mejor que si fuera la primer semana de clases

-Incluso Kuga está regresando- Haruka dirigía la vista hacia el primer piso a través de la ventana

-¿Kuga Natsuki?- La miré de reojo

Haruka asintió. Me puse de pie escudriñando el primer piso a través de la ventana, ahí estaba ella, de un lado de los grupos de estudiantes que iban y venían, se le veía solitaria, comiendo un pan de curry con total calma mirando de lado a lado desinteresadamente. Sin siquiera controlarlo un suspiro dejó la seguridad de mi imagen estricta; Haruka se percató y me miró.

-Iré a ver a los maestros antes de las clases, Reito-san, si alguien viene a verme estaré disponible después del receso

-Entendido- Como siempre sonriendo me respondió

Por supuesto que no les consultaba lo que hacía fuera de mis deberes como Presidenta, tenía derecho a mi libertad, y por tanto había un par de cosas que debía averiguar por mi cuenta, cosas que sé que no se me responderían directamente. Planeaba hablar con el personal de mantenimiento encargado de reparar el daño en la cancha de tenis y en el sendero, así mismo como el poste de luz, aquel dichoso poste. Y entonces fui sacada de mis pensamientos por un abrupto choque a mi hombro derecho.
Al darme vuelta vi que se trataba de aquella misma mujer que nos habíamos topado en la cafetería Natsuki y yo, tenía uniforme de Fuuka, y aunque no le quedaba debía suponer que se trataba de una estudiante recién ingresada durante estas dos semanas que estuve ausente; debía revisar con mayor frecuencia y más detenidamente las solicitudes de ingreso.

-Oh, mis disculpas

-No te preocupes

-Nos conocemos de antes ¿No?

-Tú y Kuga son amigas- Puntualicé mirándola

-Pues… Puede ser- Sonrió de medio lado

-Comprendo… ¿Vas a clases?

-Correcto

-De acuerdo, fue una agradable casualidad- Di dos pasos en la dirección opuesta a la suya

Ella levantó la mano derecha esbozando una despedida silenciosa y también siguió su camino. Al continuar el mío una sensación de escalofrío me recorrió. Ella olía a flores, muy profundamente, dulce, pero de una manera un tanto familiar… Su brazo, a diferencia del de Natsuki (fue el único que acaté comparar en mi enmarañada memoria) tenía un tacto frío, pétreo, muy duro pero frágil a la vez. Esta chica no resultaba una a la que quisiera tener a solas ni para una simple charla en una calmada ceremonia del té.

Me desplacé a paso apretado a través de las aulas hasta salir al área deportiva, tomando el mismo pasillo que había decidido transitar la tarde del accidente. Esta vez me detuve a observar con más detenimiento el lugar. Se trataba de un pasadizo al aire con las canchas de tenis del lado derecho y el coliseo de atletismo del lado izquierdo, más adelante se encontraba el complejo de piscinas y cancha de futbol y basquetbol.
El lugar donde mi accidente ocurrió se veía delineado por una franja diagonal que venía desde el área de césped atravesando en ángulo el sendero adoquinado hasta el sitio en que el poste de luz se encontraba, éste ya no estaba, había sido retirado. El suelo parecía haber sido testigo de lo que podría describir como la onda de rastro que deja el arrastrar un peso muerto bruscamente por el suelo. La cancha de tenis que se había visto afectada estaba cubierta por enormes lonas verdes y una clara señal de precaución, la remodelación y reparación tardaría más de lo pensado. Definitivamente un rastro de destrucción como el que veía ante mí no podía ser ocasionado por un poste de luz cayendo; a menos que fuera producto de un cataclismo o un relámpago que caía en el lugar… Sin miedo a equivocarme, más parecía un área de combate in humano.

-¿Aún te preocupa?

Sonreía al reconocer esa voz.

-Nada que ver, solo venía a verificar que estuvieran listas las reparaciones

Natsuki se cruzó de brazos manteniéndose de pie. Fijó en mí una mirada inquisitoria tratando de descifrar mis verdaderas intenciones; cuento con la suerte de no ser una mujer fácil de leer, ni para mis padres o amigos más allegados, cualidades que fueron bastante útiles para hacerme de mi posición y reputación en la academia.

-Deberías dejar der pensar en ello, ya estás mejor y es lo que cuenta

-Ara… Kuga-san se preocupa por mí

-… Hmm… Pasaba de suerte, claro que me preocupo- Un ligero rubor cubrió sus mejillas

-De suerte… -Murmuró viendo nuevamente hacia la cancha destrozada –Entiendo

-¿Tienes dudas?- Descruzó sus brazos y metió las manos en sus bolsillos

-Mm... No realmente- Volví al camino yendo de regreso –Será mejor que vuelvas a clase

-Claro…

No era tan tonta. Natsuki lucía preocupada y preocupada por el hecho de que aún me sintiera curiosa referente al accidente. Se salía todo de mi control cuando todo había pasado en un momento del que nada podía saber más allá de lo que ella misma me decía. Y así, con la curiosidad al borde del escritorio, me resigné a seguir mis clases y terminar el día… 4 días más…

El inicio de los exámenes no me preocupaba en absoluto, a diferencia del resto de estudiantes, los cuales parecían desaparecer por estas épocas del campus.

Había nuevas celebridades por lo pronto en Fuuka, aquella joven nueva con la que me había topado tras mi recuperación, y por supuesto el "renacimiento" de Kuga a las filas de los estudiantes sin explicación alguna… Sin darme cuenta, había empezado a fijarme más en Natsuki de lo que yo misma podía controlar, la seguía con celosa atención durante todo el tiempo que podía… Y lo que descubría sobre ella no era más tranquilizador que lo anterior.
Recientemente me había visto indagando en los archivos personales de los estudiantes de la escuela para rectificar los antecedentes y anteriores escuelas de Natsuki, descubriendo de manera sorprendente que esta chica no tenía registro de matrícula en la academia, ni beca de transferencia, recomendación, recibos de pago particulares, cuentas bancarias… Nada.
Buscando por medio de su apellido en la base de datos de estudiantes registrados en Japón solo encontraba un nombre de hacía más de 40 años, también en Fuuka. Una época que en el folclor llamábamos "El 1er Festival". Mi única aliada en materia se hizo Haruka, ella me ayudaba sin preguntar ya que solo el saber más sobre estudiantes que consideraba rebeldes o in aportantes a la academia le hacía sentir útil al consejo y a sí misma, nunca entendí aquel deseo justiciero, pero para variar ayudaba mucho en este caso.

-No creo que encontremos mucho más que esto… -Haruka dejó sobre mi escritorio unas copias de unos viejos manuscritos y dibujos que había sacado de la base de datos de la directora

-¿De qué son estos?

-No sé, vestigios y leyendas sobre algo llamado la tierra maldita, algo sobre un festival celebrado a la luna… -Haruka se sirvió una taza de té –No entiendo mucho de eso

-Lamento ponerte en estas molestias

-No es nada, sabes que el tema me interesa pero… ¿Cuándo piensas decirle?

-¿He?

-A Kuga, cuando le dirás esto

-No planeo hacerlo, Haruka-san- Me puse de pie recogiendo los papeles

-¿Y por qué no le preguntas?

-No es de las que hablan

-Y tú no eres de las que preguntan

-Correcto- Sonreí poniendo aquellos papeles bajo mi brazo

Dejé la sala para ir a mi residencia; una vez ahí y habiendo dejado los papeles sobre la mesa junto con la pila de carpetas y copias de registros que había recopilado solo me dediqué a mis deberes… Y una vez terminados… Nada.

No conseguí nada. Era todo demasiado confuso, era todo demasiado complicado.

Una leyenda sobre un festival celebrado a la luna, a sus princesas, una leyenda antigua de nuestra tierra. Las princesas eran llamadas por designio de la luna a luchar entre ellas por la supremacía y derecho de salvar a su especie (sea lo que fuera que eso significara) y lograr hacer proliferar su legado a través de los suyos. Aquellas historias habían sido olvidadas con el tiempo, el legado de la batalla perduraba en las tierras de Fuuka; todo esto iba ligado al rumor de que aquellas que sobrevivieron a ese periodo de guerra regresarían a aquellas tierras malditas conforme la luna hiciera despertar sus poderes nuevamente. Luego de repasar por centésima vez dicha leyenda fijé la vista en una vieja fotografía de la época en que la escuela se fundó. Allí entre el pequeño cúmulo de estudiantes podía distinguir entre el fondo sepia desgastado a alguien que fácilmente pudo ser un antepasado de Natsuki… No podía ser casualidad, realmente eran idénticas. Y una de las hojas que puso Haruka en mi escritorio en la tarde, dibujaba a una alta mujer de melena azul y detrás de ella un enorme lobo plateado.

-Ahh… Sigo haciéndolo…- Froté mis sienes llevándome ambas manos a la cabeza

Dejé todo a un lado y me tiré sobre la cama. ¿Por qué me encontraba tan obsesionada con saber el origen de Natsuki?... Ah, ya lo recordaba. Toqué mi costado izquierdo y recordé aquel accidente… Sencillamente no me lo podía sacar de la cabeza. Opté por dormir; si, solo dormir, quizás las respuestas llegarían con mayor facilidad si descansaba un poco… Hasta que…

Una llama fatua se situó frente a mi ventana. De un precioso color azul brillante, y tal vez producto de mi imaginación podría jurar que estaba llamándome… Cuan hermosa era. Era uno de esos sueños en los que seguías tu instinto infantil hacia lo incierto esperando lo mejor… Me puse de pie de mi cama aun sin cambiarme el camisón de pijama que llevaba y salí de la residencia; las calles estaban vacías y frías, y poco me importaba. Siguiendo los vestigios de aquella llama caminé a través de las calles hasta un área boscosa previa al monte detrás de la academia… Vaya, incluso hasta en mis sueños tengo un sentido del humor retorcido… Habría caminado aproximadamente 20 o 30 minutos hasta que aquella llama desapareció. Vi a mi alrededor y el bosque se encontraba en silencio, una, dos, tres vueltas sobre mi lugar di… Una inclemente brisa nocturna atravesó el prado en que me encontraba helándome la piel hasta el hueso, con la piel de gallina seguía viendo cada vez más inquieta en todas direcciones tan frenéticamente que al dar un paso hacia atrás en falso rasgué mi camisón contra una rama partida en el suelo

-No tienes nada qué temer, Fujino-san

Giré rápidamente en la dirección en que escuché esa voz. De inmediato la distinguí. Su nombre era Sonia Meyer, aquella extranjera que cruzamos casualmente Natsuki y yo en esa corta cita a tomar algo, la misma que veía en los pasillos de Fuuka después de las vacaciones de invierno. Mi segundo misterio personal, ya que ella estaba en las mismas condiciones de Natsuki… No había información al respecto sobre esta chica. Qué interesantes pueden llegar a ser los sueños.

-Tenía que traerte aquí, haberte visitado en tu dormitorio habría sido demasiado inapropiado, por no decir llamativo

-Una chica visitando a otra a altas horas de la noche, eso suena interesante también

-Jeje, no es lo que piensas…- Dio dos pasos al frente –Te quería a ti

-¿Y eso no era lo que yo pensaba?

-Continúas poniéndote continuamente en mi camino… Y es un poco molesto que los tuyos sepan demasiado

-¿Los míos?

Comenzó a caminar alrededor mío de manera calmada. Llevaba el uniforme de Fuuka y súbitamente se detuvo delante de mí, viéndome fijamente; de una perturbadora forma sus pupilas se dilataban una y otra vez mirándome, el color de sus ojos era un inquietante color rojizo dorado.

-Terminemos pronto con esto… Antes que tengamos interrupciones…

Extendió la mano derecha hacia mi dirigiéndola hacia mi cuello, yo retrocedí dos pasos torpemente chocando contra un árbol delgado detrás de mí… Oh, la había hecho bastante bien al encontrarme en este lugar… Pero no sentí el tacto de su mano en mi cuello. Escuché el crujido de hojas de ramas muy cerca a nosotras, detrás de mí del lado derecho del árbol.

Una y otra vez hasta escuchar el último paso justo al lado mío… Miré el suelo y pude dilucidar en la espesa oscuridad una forma grisácea clara que se extendía hacia arriba descubriendo una forma animal de unos aproximados 3 metros de altura… Un prominente hocico se asomó entre la espesura, gruñendo y jadeando… Entonces me di cuenta que desde el momento que noté el sonido de sus pasos había dejado de respirar… Y parecía haber olvidado como hacerlo imbuida en el pánico que me provocaba ser yo a quien este animal quería cenarse.

El despertar se sintió como una horrorosa resaca. Estaba agotada, casi ni podía abrir los ojos. No había descansado nada a pesar de despertar en mi habitación… Y ahora sabía porque durante aquel sueño había sufrido tanto frío… La ventana de mi habitación estaba abierta de par en par y las cobijas en el suelo. Arrastré la mano agarrándolas y volviéndolas a poner sobre mi… La Presidenta no puede faltar a clases, pero no tenía los más mínimos ánimos ni energías de ir a clases ese día. Así que de una forma irresponsablemente egoísta, me quedé en mi habitación a dormir hasta que por mi propia cuenta pudiera despertar más tarde.

Más tarde logré deshacerme de mi cama. No sabía bien cuantas horas habían pasado, luego de tomar un baño podría ir a casa de Haruka y des atrasarme de las clases. Usé un atuendo casual fuera del uniforme de la escuela y me dispuse a llevar la ropa de la semana a la lavandería antes de salir. Cuando llegó mi turno para usarla recibí un llamado… ¿Quién más? Haruka estaría curiosa para saber por qué no asistí hoy.

-Hola Haruka-san- Puse el teléfono entre mi hombro y oreja comenzando a sacar prenda a prenda lo que metía a la lavadora

-¿Se puede saber por qué no fuiste a clases hoy?

-Ah, amanecí resfriada, me quedé a descansar –Una playera, un pantalón

-Tu Kuga y la nueva tampoco asistieron hoy ¿No será que se pusieron de acuerdo?

-¿La nueva?- Me enserié un tono metiendo un pijama también

-Ya sabes, la extranjera

-No debe ser nada, no es usual que ellas dos vayan después de todo

-¿De verdad? Esta mañana el equipo de atletismo encontró un uniforme escondido detrás de las gradas, es el de Kuga

-¿Uniforme? Quizás lo olvidó y…

El habla dejó de fluir en mi garganta. Entre la ropa que debía lavar traje el camisón que usaba la noche anterior… En uno de los pliegues de lo que caía sobre mis piernas había un prominente corte que se extendía unos 15 centímetros… Ese sueño…

-¿Olvidó qué?... ¿Oye sigues ahí?

-Ha-Haruka-san, te llamo en un momento

De todos los accidentes posibles que pueden ocurrir en una habitación. ¿Cuál de ellos puede evocar el mismo daño a tu integridad que lo que ocurre durante el sueño?... El frío, el agotamiento, el sueño… El corte en la ropa... ¿Podía eso tener más sentido que solo haber tenido una noche pesada?

-No se siente tan bien que la respuesta que buscabas te confunda tanto…

Me di la vuelta sobre mí. Natsuki estaba en el umbral de la puerta. Usando unos jeans y una sudadera color gris me miraba seriamente desde unos casi 4 metros de distancia que nos separaban.

-Creo que tenemos que hablar…