Notas de Sihaya:
Hola de nuevo, decidí subir de nuevo el capitulo 1, porque como mensionaron muchos por ahi, tenía algunas fallas. Y como Nausicaa-Hime se ha ofrecido tan amablemente a betaer el fic (aplausos y ovaciones para ella) ahora el capitulo (y los que siguen) tendran una mejor estructura y en general estará mucho mejor :) Otra vez gracias, Nausicaa
Bueno dejo las mismas notas que antes:
-El promedio de traducción esta en un chap por día mas edición, así que espero subir 2 veces a la semana martes y viernes, pero conmigo nada se sabe. Así que presiónenme.
-Entre otras cosas, pueden encontrar el fic original en mis favoritos por si son muy ansiosos, y tb me dejan reviews y yo los traduzco para lyiint.
-mm.. q mas? Promocionó LJ (lol): http:// sihaya87. livejournal . com (al fin y al cabo se entiende, no?)
diclaimer: jotaka! Relaja tu vena! No tenemos ni planes de robarte, ni de ganar dinero con esto, ni siquiera de acecinarte, aun que te lo mereces por tu epilogo ¬¬
advertencia: relaciones chico-chico, clasificado pg, pero pronto sera nc-17. esta historia transcurre en el 6to año de nuestros protagonistas y contiene diversos sucesos que difieren a los establecidos por el canon
Wandless
por: lyiint
traducido por: Sihaya
Capitulo 1
Draco se hundió en su asiento del compartimiento vació en el tren de Hogwarts, cerró sus ojos y suspiro con alivio. Finalmente volvía a la escuela, fuera de la casa de su familia, lejos de su padre. Durante el verano había llegado a la conclusión de que su padre estaba total y completamente loco. Bufó mentalmente por la enorme cantidad de tiempo que le había tomado darse cuenta de esta pequeña verdad, pero nunca antes había podido ver las faltas de su padre y solamente había tratado de complacerlo. Al hombre que conocía ahora nunca podría complacerlo, sin importar que hiciera.
Draco siempre había sabido que su padre era despiadado y obtuso, su devoción al Señor Oscuro y a su causa era absoluta. De todo lo que su padre hablaba era el señor oscuro esto, el señor oscuro aquello y de cómo todo seria mejor una vez que todos los amantes de muggles y sangre sucia fueran asesinados y/o esclavizados, y de cómo Draco debería abandonar la escuela y aceptar la marca.
Y esto fue lo que aterrorizo al joven Slytherin. Siempre había idolatrado a su padre, pero había estado inseguro acerca de si quería o no aceptar la marca. Era algo que había estado pensado desde que su padre le había informado que el Señor Oscuro estaba interesado en él.
Cuando era más joven era todo lo que deseaba. Era un Malfoy y un Slytherin, el sombrero seleccionador apenas y le había tocado la cabeza para ponerlo en la casa de sus incontables ancestros. Se esperaba que él fuera a imagen y semejanza de su padre, del hombre que había deseado ganarse su orgullo y su amor. Y con ese fin había predicado las fanáticas ideas del mayor de los Malfoy, sin entender realmente la importancia de lo que decía y hacía a otros.
Pero al crecer y pensar en ello, la vergüenza por lo que había hecho en el pasado comenzó a agobiarlo y llegó a sentir como si se estuviera volviendo loco, mientras su conciencia batallaba contra las enseñanzas de su padre, arrastrándolo en dos distintas direcciones.
"Espera acaso que siga sus pasos; que me convierta en un asesino por una causa en la que no sé si aún creo" Se preguntó a si mismo. La respuesta era probablemente que sí, pero estaba seguro de que no quería convertirse en un asesino por ninguna razón. Y mientras reflexionaba, sentado en el cálido compartimiento, esperando que el tren partiera, supo que aún amaba a su padre, de una forma que dolía al tratar de alejarse de él; incluso si el alguna vez orgulloso hombre se había reducido a un mero sirviente del Señor Oscuro.
Y esto era algo que molestaba a Draco profundamente. "¿No me dijo acaso que siempre fuera orgulloso, que no me arrodillara ante nadie¿Cómo pudo decir eso y besar las botas del Señor Oscuro? Actúa más como un elfo domestico que como un Malfoy" Pensó con desdén frunciendo el ceño. Sus pensamientos le entristecieron. Todo el mundo temía a su padre y para él parecía el mago más poderoso que conocía, pero Draco se dio cuenta de que Lucius estaba tan aterrorizado del Señor Oscuro como él de su padre.
El rubio se burló de si mismo, soltando una triste y pequeña sonrisa. Al parecer todos los Malfoys eran un manojo de patéticos en busca de poder, pero condenados a ser lacayos de aquellos que lo tenían.
Y otras preguntas aun más personales lo asaltaban "¿Cómo puede aún importarme?" Se pregunto el rubio de dieciséis años. "Él nunca fue amable; de hecho ha sido bastante abusivo, pero aun así…" Draco se estremeció recordando las muchas veces en que su padre le había golpeado por cualquier falta. Incluso algo tan simple como no sentarse correctamente en la cena, había sido causa de moretones y sangre. Había momentos en los que se preguntaba si su padre no lo mataría algún día. Momentos en los que su padre no se había detenido después de algunas cachetadas y puñetazos, y continuaba hasta que Narcissa intervenía, cuando Draco apenas y podía mantenerse conciente.
Aun así Draco tenia que admitir que su padre nunca había golpeado a su madre cuando él había estado presente, y estaba seguro de que el mayor de los Malfoy nunca la había tocado cuando no estaba él ahí. Aparentemente ese honor había sido concedido únicamente a Draco. "Que suerte la mía" Pensó sarcásticamente. A Draco ni siquiera se le había permitido hacer sus propios amigos. Todo había sido planeado por él, para que fuera la perfecta y brillante joya que encajaba en el camino de su padre hacia la gloria y la fama.
El rubio suspiró otra vez y volteo su cabeza para mirar por la ventana. Muchos estudiantes se apuraban en abordar el tren y vio a muchos de sus compañeros de casa despidiéndose de sus familias, con sus baúles flotando detrás de ellos. Se levantó y cerró con llave la puerta del compartimiento antes de sentarse nuevamente junto a la ventana. Dejó que su frente descansara contra el frío vidrio y miró a la muchedumbre de adolescentes otra vez.
Ah, ahí estaba. Harry Potter. El chico de pelo azabache camina hacia el tren seguido de la comadreja y la sangre sucia, los tres sonriendo y bromeando.
"¿Por qué demonios están tan felices?" Refunfuño. Hasta donde él sabía no había muchos motivos por los que sonreír. Por lo menos él nunca había tenido nada por lo que ser feliz en su vida. Voldemort aún estaba suelto, más loco que nunca, gente estaba desapareciendo, magos estaba tomando la marca y el había tenido que convencer a su padre de aplazar su iniciación con los mortifagos. Miro al trío dorado hasta que caminaron más allá de la ventana, como si no tuvieran ninguna preocupación en el mundo, y ya no pudo continuar siguiendo sus movimientos,
Habían unas cuantas cosas en las que Draco no quería pensar, pero la aparición de los tres Gryffindor se lo habían recordaron; Los años en que había estado lleno de amargura y odio por las razones equivocadas, cosas que involucraban más que nada a Harry Potter. Todas las decisiones que había hecho… decisiones que no podían deshacer. Esta introspección lo llevo a tener un tipo de epifanía durante el verano. No odiaba a Harry Potter. Estaba celoso. El imbecil aún le volvía loco y la muchedumbre de fanáticos lo enojaba profundamente, pero no había odio ahí.
Se dio cuenta que había estado gastando valiosa energía en un rencor infantil y se juró que no cedería más ante las ganas de humillarlo. Incluso se había dado cuenta que tenía una especie de admiración rencorosa por su antiguo rival, pero gracias a dios no hasta un punto tan asfixiante como el resto de su público.
Había deseado muchas veces poder ser un poco más como el-niño-que-vivió. Poder ser valiente y audaz, amado por todos. Deseó tener amigos que lo siguieran hasta el final sin importar nada, a diferencia de los "amigos" que su padre había escogido para él. Ellos solamente querían estar cerca de él por el dinero de su familia, su estatus y por lo que podrían ganar al estar en buena estima suya. Si el camino se le ponía difícil, estaba seguro que desaparecerían como copos de nieve bajo el sol
Nunca admitiría esto ante nadie, a penas y se lo admitía a si mismo, pero él también quería ser uno de los chicos buenos. Se estaba cansando de la imagen de chico malo que se había cultivado por años, la misma que su padre le había incentivado a desarrollar.
De hecho, el rubio se estaba cansando de hacer siempre lo que su padre quería. ¿Por qué no podía tener su propia vida, perseguir sus propios sueños y deseos? Porque su padre no lo aprobaba, y como Draco había estado persiguiendo su aceptación toda su vida, se había doblegado ante el mayor de los Malfoy. Hasta ahora. No sabía que era lo que lo había hecho cambiar en el verano, ni por que ya no le importaba si su padre lo aceptaba o no. Quizás simplemente estaba madurando. Quizás había entendido finalmente que a su padre nunca le importaría y simplemente no valía la pena seguir molestándose.
Draco tenía sus propias creencias sobre la educación de los magos y brujas nacidos de muggle. No quería matarlos, pero tampoco creía que fuera una gran idea que fueran a Hogwarts. Había aprendido, en su clase de Historia Muggle, la gran desconfianza que ellos tenían por cualquier cosa diferente. Los Muggles tenían la mala fama de matar cualquier cosa que no entendían y/o temían. Hacerles saber que existe la magia en el mundo y que además unos pocos sabían como usarla, desencadenaría que cada mago y bruja fuera, ya sea, encarcelado o encerrado en un laboratorio, si es que no los quemaban en una hoguera como en el pasado.
Incluso pensaba que existía la posibilidad de que los muggles los emplearan como armas para la nación y usarlos contra otra. Inclusive Dumbledore entendía que dar a conocer el mundo mágico a los muggles no era una buena idea. ¿Por qué más tendrían encantamientos de ocultamiento y barreras protectivas en las entradas a su mundo si no era para mantenerlos alejados?
Además otra preocupación eran los matrimonios entre muggles y magos. Draco veía esto como una dilución de las grandes líneas de magos. Es verdad que algunos nacidos de muggle y mestizos tenía magia poderosa, incluso podía nombrar a unos cuantos, pero no siempre era así. También estaba el hecho de que estaban naciendo muchos más squib que en los tiempos de sus ancestros, y eran cada vez más cada año.
Draco había pensado en esto muchas veces, sobre como la magia no era creada espontáneamente, sino que había magia que podía morir. Y según el rubio todos parecían haber olvidado como funcionaba la magia antigua.
Por cada nacido de muggle, habían diez "raritos" cuyos padres no creyeron en ello o bien, nunca recibieron su carta de Hogwarts. Y ellos nunca sabrán porque les suceden cosas extrañas, por que cada vez que se enojan mucho las ventanas se agrietan o las luces parpadean. Y también estaban aquellos que tenían un nivel de magia tan bajo que ni siquiera eran detectados por el ministerio.
El Slytherin inclusive había investigado la genealogía de las líneas más antiguas de magos y había concluido de que no existía el muggle pura sangre. Las líneas de sangre se habían mezclado tan a fondo que casi cualquier persona en la Gran Bretaña debía tener alguna clase de rastro mágico.
Tener poderes mágicos había sido rebajado a algo de mera suerte. Algunos recibían suficientes poderes como para ir a las escuelas de magia, algunos nacían como squib, con tan poca energía mágica que el niño podría ser considerado un muggle.
Hermione Granger era el ejemplo perfecto. En su caso, se imaginaba que sus ancestros debían provenir de la línea de algún squib con una cantidad decente de poder. Le hubiera gustado ver su genealogía porque estaba seguro de que había tenido una abuela que había sido enviada a una "escuela especial" y que había desaparecido o quizás un abuelo que no tenía un historial antes de los 19 años. De cualquier manera, estaba seguro, de que lo encontraría si lo buscaba.
De alguna manera, los genes de sus padres habían logrado generar una bruja funcional, pero Draco también sabía de que sus poderes eran mucho más débiles que los mestizos y los sangre pura. Sus habilidades de vuelo, por ejemplo. Era probablemente una de las peores brujas montando una escoba que jamás había visto, y raramente la veías en el aire. Podía estudiar el doble que un compañero de sangre pura y podía ser mejor estudiante que ellos, Granger ya había probado aquello, pero nunca tendría tanto poder como otros estudiantes. Nunca sería capaz de hacer todas las cosas que sus amigos podían. Eso era un hecho, y podía decirlo con solo mirarla a ella y a los otros de su curso.
Draco podía ver el eventual fin de la magia. Quizás no pasaría en un buen tiempo, pero en algunos años la magia estaría tan esparcida entre la gente que todos serían nada más que unos muggles squibs. Se estremeció ante el pensamiento.
Debido a todos estos pensamientos, cuando había llegado a casa para el verano había investigado y leído algunas cosas por su cuenta, esperando descubrir que debía hacerse. Si había alguna manera de lidiar con esto o si, de hecho, Voldemort tenía la razón después de todo.
Y finalmente se había dado cuenta, después de una ardua búsqueda y manteniendo una mente abierta que el señor oscuro no era mejor que uno de aquello infames líderes muggles. Cuando leyó sobre Hitler, sobre sus puntos de vista y especialmente sobre lo que le había hecho a los judíos, se había asombrado de lo similar que ese hombre era con el señor oscuro. Llegó a la conclusión de que no quería vivir en el mundo de Voldemort, si es que lograba ganar la batalla entre la luz y la oscuridad.
Para la mitad del verano ya había decidido que no iba a seguir a una persona a la cual veía como un completo, impredecible y sádico lunático. El malvado mago se volvía contra sus aliados tan fácilmente como atacaba a sus enemigos, el Slytherin lo sabía, había oído los gritos provenientes de la sala de reuniones en su casa cuando Voldemort estaba descontento con los de su círculo.
Los ojos de Draco finalmente habían sido abiertos y se había dado cuenta que al Señor Tenebroso no le importaba a quién mataba, y lo que más le asombraba era como otros lo adoraban como si fuera un dios. La idea le ponía realmente enfermo.
El único problema era que no le había dicho a su padre su decisión. Había preferido dar excusa tras excusa para posponer reuniones con el amo de su padre. Y había recibido unas cuantas palizas durante el verano por ello. Su brazo derecho aun tenía el yeso y el cabestrillo por la fractura de hace dos semanas, su padre no había permitido que fuera curado con magia, ni ningún tipo de remedio.
Había pasado cuando el joven había insinuado sus dudas sobre aliarse con tal mago. Lucius ni siquiera había considerado que el Señor Tenebroso podría estar equivocado y había doblado el brazo de Draco tras su espalda hasta que crujió, diciendo que Draco debería pensar más claramente lo que era mejor para el mundo de los magos y en su posición en esta familia. La amenaza había sido inconfundible: sométete o sufre.
Su madre había ido a su rescate, como hacia cada vez que las cosas se salían de control, diciéndole a su padre que aún era muy joven, sin experiencia y que se debía quedar en la escuela para que pudiera darles cualquier tipo de información acerca de Harry Potter. Su padre se había calmado y había permitido que Draco volviera, para su alivio.
Pero sabía que esto era solo un aplazamiento y ahora tenía que pensar sobre como librarse de unirse al lado oscuro en el conflicto venidero y seguir con vida.
Las meditaciones de Draco fueron cortadas cuando escuchó como la manilla de la puerta era sacudida. Se sentó y esperó que quién quiera que fuese pasara de largo. Fuertes golpes en la puerta se escucharon, junto con una voz que conocía muy bien.
"Estás ahí, Draco?" Pregunto Pansy, golpeando la puerta con más fuerza. Este era su usual compartimiento y no podía entender porque Draco había cerrado con llave. La chica saco su varita del bolsillo de su capa escolar y murmuró un hechizo, abriendo la puerta y entrando.
"Si hubiera querido compañía te hubiera respondido" dijo Draco arrastrando las palabras con desdén, dándole una de sus famosas miradas.
La chica ignoro su enfado. "¿Estamos un poquito gruñones hoy, no?" Pansy preguntó sarcásticamente mientras colocaba su bolso en el compartimiento para las maletas y se sentaba al lado del rubio. "¿Qué le paso a tu brazo?"
"Me caí" Respondió cortante, volteando su cabeza para mirar a través de la ventana una vez mas.
Pansy miró a su prometido curiosamente. Se veía delgado y más pálido desde la última vez que le vio. ¿Y que pasaba con ese cabestrillo? Seguramente su familia le había dado el tratamiento adecuado para curar lo que sea que le haya pasado. "¿Qué es esa cosa blanca?" preguntó tocando el yeso dentro del cabestrillo.
"Nada. Déjalo" Draco se levanto, alejándose de la chica. ¡Dioses! Qué molesta podía llegar a ser.
Pansy se irritó, pero luego sonrió cuando la puerta se abrió y Blaise entró seguido por el resto de sus amigos de la casa de Slytherin. Se acomodaron y pronto el pequeño compartimiento estaba lleno con risas y conversaciones sobre todas las cosas que habían hecho y visto en las vacaciones de verano. Todos menos uno estaban sumergidos en la conversación. Draco los ignoró y continúo mirando el vacío por la ventana hasta que el tren finalmente se puso en marcha.
