¡Hola a todos!

¡OMG! Jamas espere volver a las pistas de las historias largas, larguísimas, jajaajja. Estuve un tiempo alejada de esto porque, bueno, la inspiración a veces no esta. Solo he escrito one-shot para algunos retos, pero ya era hora de volver.

Bueno "Corazones rotos" surgió inmediatamente después de "Las vueltas de la vida" es por eso que esta historia vendría a ser algo así como la segunda parte :)

Estoy realmente feliz de estar aquí nuevamente.

Espero que esta idea les guste y la disfruten tanto como yo.

Dramática, romántica, trágica, ligeramente WI.

Bye.


Disclaimer;los personajes de esta historia pertenecen a J. K. Rowling, excepto los que han sido creados por mí.


Capítulo 1. Al tiempo con las revelaciones

Suspiró molesta cuando intentó arreglar en vano su cabello, lo mejor era que se lo amarrara en una coleta simple y sencilla.

Se terminó de vestir y salió de su habitación con algunos libros. Intentó que su rostro no reflejara ni una mueca al paso que daba. No es que no le gustara, la cosa era que en ese lugar siempre hacia demasiado frío, y ella odiaba el frío.

Como siempre el lugar estaba desierto, a excepción de los cuadros y armaduras que se movían al son de sus pasos.

Cuando llegó frente a la puerta del salón. Se dio ánimos porque sabía que lo que estaba al otro lado sería algo complicado, más no difícil. Abrió la puerta despacio y, como siempre, al instante el bullicio cesó por completo.

Caminó despacio, moviéndose entre los pupitres, sentía la mirada de algunos en la nuca. Se giró despacio y sonrió levemente.

—Hola, chicos.

Ron sonrió y miró a Harry, sin embargo fue este quien habló —Tarde, Herm, ¿Qué pasó?

La chica suspiró. Realmente no llegaba tarde; sus amigos siempre llegaban cuando ella ya estaba sentada en la primera fila, es por eso la pregunta —He terminado una redacción de Transformaciones.

Harry y Ron estuvieron a punto de decir algo, pero se vieron interrumpidos cuando la puerta se abrió estrepitosamente dejando pasar a Snape, por supuesto, y a Malfoy.

Ambos caminaron sin mirar a nadie. Malfoy tomó su lugar y Snape comenzó a quitar puntos, es decir la clase.

Hermione deseó concentrase en todo lo que le hablaba Snape, pero no podía. No podía cuando sus pensamientos iban a la deriva para finalmente varar en… en… Malfoy.

Sí, en Draco. Malfoy para los demás, Draco cuando conversaban.

Hablaban. Increíblemente se llevaban bien e incluso compartían teorías sobre ciertas tareas que les daban. En especial, Aritmancia.

Sin embargo, nadie sabía sobre esa especie de amistad.

— ¡Señorita Granger!

Saltó ligeramente cuando un pesado libro cayó en su pupitre.

Levantó la mirada hacia el profesor. Cualquier cosa que le hubiese preguntado no la sabría porque sus pensam…

— ¿Responderá?

Si Snape no le repetía la pregunta estaba jodida. Muy jodida al punto de que, por primera vez, le quitarían puntos.

Eso obtuvo por pensar en Draco Malfoy.

La clase fue un desastre de aquellos. Muchos puntos menos.

Había decidido perder de vista a Harry y a Ron no deseaba preguntas, realmente necesitaba estar sola y pensar.

—Hey —habló alguien a sus espaldas.

Pasillo desierto. Clase en una hora más.

Se giró.

—Nos podrían ver.

Él sonrió, con aquella sonrisa tan arrogante y pagada de si mismo —Toma esto —le entregó un pergamino envuelto. Ella elevó una ceja—. Lo olvidaste, Granger, ¿Dónde demonios tienes la cabeza?

—Por supuesto que lo recuerdo, Malfoy. Es tu redacción de Transformaciones.

Él asintió mirando hacia ambos pasillos —Sí, así es. Ahora tómala.

—De acuerdo. Aquí tienes la mía.

—Media hora, Granger.

Y se alejó rápidamente por el otro pasillo.

Hermione se quedó parada ahí sin intenciones de moverse. No podía. ¿Cuándo en su jodida vida había pensado que Draco Malfoy le daría su redacción y ella a él, solo por el simple hecho de revisarla y luego opinar? Nunca.

Conocer verdaderamente a Draco no estaba en sus planes. Él era odioso, arrogante y siempre la insultaba. Después de la guerra cambio, comenzó a vivir, comenzó a conocer. Se dio cuenta de ello cuando un día tropezó con él en la biblioteca y no hubo insultos ni nada, solo silencio. Silencio que siguió cada vez que se encontraban. Después las palabras, sin pensarlo ni meditarlo, nacieron solas. Y así surgió todo. En un abrir y cerrar de ojos se vio envuelta en Draco Malfoy y todo lo que conllevaba estar con él.

Lo que conllevaba estar enamorada de él.

Lamentablemente de sus labios no salió la verdad. Se quedó callada cuando Hugo y ella estuvieron solos en su habitación. El chico la miraba desesperado y anhelante.

—Dime lo que sea —susurró temeroso.

Hermione se mordió el labio. Era tan difícil de explicar. Nunca hubiese pensado que se vería envuelta en algo así. Nunca hubiese pensado que su hijo y la hija de Malfoy se conocerían.

— ¿Cómo se conocieron?

Preguntó Ron entrando y cerrando la puerta.

—Padre pensé que te habías ido.

—Realmente pensaba hacerlo, pero decidí permanecer aquí ¿No te importa, Hermione, verdad?

La mujer supo que aquella pregunta significaba mucho mas de lo que pensaba —No, claro que no. Ahora —suspiró—, ¿Cómo conociste a esa chica?

Hugo sonrió totalmente enamorado —La conocí en Australia. Ella estaba viajando con su madre, Constansie, y bueno realmente no sé como sucedió solo… nos pusimos a hablar y… y todo surgió —se encogió de hombros.

—Entonces, ¿Conoces a sus padres? —le preguntó Ron sentándose en uno de los sillones de la habitación.

—Conozco a su madre. Ella es una mujer muy elegante, distinguida y, por lo que pude ver, ama a su hija.

— ¿Conoces a Malfoy?

El chico frunció el ceño — ¿A su padre? No. No realmente, ¿Por qué?

Ron lo miró a los ojos —Quiero que sepas que si tu relación no funciona no será por tu culpa o la de nosotros. Malfoy —escupió— se rige por la sangre y no dejará que su pequeña este con… contigo.

—Altair me habló de ello.

—Entonces sabes que será difícil, que si…

—No puedes apoyarlo, Ron —susurró Hermione por primera vez. Había sido, hasta el momento, el fantasma de conversación. En realidad estaba asimilando lo escuchado.

— ¿Por qué? —preguntó inocentemente su esposo.

Hermione miró a Ron, ¿Realmente él le estaba preguntando "porque"?

—Malfoy nos odia —murmuró.

Ron bufó —Dime algo que no sepa.

Hermione suspiró y se acercó a su hijo —Hugo, escucha, no puedo darte una razón ahora de porque no puedes estar con ella, solo dame tiempo.

—Madre…

—Por favor.

—La amo. La amo tanto como te puedes imaginar. La amo —sus palabras fueron sinceras. Hermione supo que estaba perdida. Se ganaría el odio y el repudio de su hijo.

—No te quiero con ella —dijo fríamente Hermione—. No quiero que te dejes envolver por los jueguitos de una chiquilla sangre limpia que terminara rompiéndote el corazón.

—Madre… no…

— ¡Aléjate de ella! ¡Te lo exijo! —la mujer se puso frente a su hijo.

Él apretó la mandíbula y encaró firmemente a Hermione. Sus ojos grises brillaron —No puedes exigirme nada, madre. Soy muy mayor de edad para enamorarme de quien yo quiera.

—Pero no de ella, Hugo. Aléjate de Altair Malfoy —Hermione le imitó. Ambos se miraban fijamente.

— ¡No! No lo haré. ¿Sabes?, pensé que te alegrarías por mí. Por fin he conocido una chica espectacular. No la dejaré. No la dejaré porque a ti no te guste. La amo.

—Hugo…

—Lo siento, madre, pero esta vez no seguiré tus… consejos. Ahora necesito alejarme de este lugar, de ti —murmuró antes de girar y salir de la habitación dando un sonoro portazo.

El silencio envolvió la estancia.

Silencio incomodo, agónico y angustiante. Hermione se dejó caer en el sillón más cercano y sus manos cubrieron su rostro. Intentó reprimir el sollozo que salió de su garganta, pero no pudo.

—Finalmente todo se derrumba, amor.

Hermione sollozó más fuerte aún y miró a su esposo. Sus ojos estaban enrojecidos al igual que sus mejillas —No te burles.

Ron bufó y se acerco para estar frente a ella —No me burlo.

—No puedo contárselo. No puedo decirle la verdad.

Él suspiró pesadamente —Finalmente aceptas que Hugo es hijo de Malfoy.

Jamás le había dicho a Ron la verdad. Él lo había supuesto, lo había sospechado —Sí —bajó la mirada—. Lo siento.

El pelirrojo se encogió de hombros —Sabes que amo a Hugo como mi hijo. Nada cambiara. Él y Rose son mis hijos —se levantó—. No sé que harás, pero debes parar todo esto. Pensé que apoyándole le dirías la verdad.

—No puedo, Ron —ella también se levantó—. No puedo decirle que su novia es su media hermana. No puedo. Le romperé el corazón y me odiara.

—No seas egoísta. Prefieres que él siga persiguiéndola, que un día llegue y nos diga que se casara o, que en el peor de los casos, nos diga que está embarazada.

—Yo…

—Eres inteligente, Hermione. Debes decírselo o yo lo haré.

—Eso no te corresponde.

—Cierto, pero no quiero que mañana Hugo se arrepienta de todo esto por tu culpa.

—Dame tiempo.

Él movió la cabeza —Tiempo es lo que no tenemos. Espero que no demores mucho en decírselo, no quiero que te arrepientas. Por cierto, creo que Hugo volvió a Australia.

Ron se alejó a paso lento hacia la puerta.

—Ron —él se detuvo—, dame tiempo.

Él no contesto tan solo se fue.

Hermione sabía que no tenía tiempo, pero lo necesitaba. Todo lo que había dicho Ron era cierto, pero era tan difícil hablarle a su hijo.

Suspiró.

Se movió rápidamente hacia su escritorio y comenzó a redactar un pergamino.

Era ahora o nunca.