Midsommar

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"Make them disappear
so I can breathe"
– Katatonia

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Aquella era la primera vez que no disfrutaba un viaje en avión y desde que había perdido el miedo a las alturas disfrutaba como niño cada vuelo que emprendía pero aquel día era la excepción. Iba tan perdido en sus pensamientos que no escuchó cuando la voz del Capitán anunciaba que estaban por aterrizar en el aeropuerto Arlanda de Estocolmo en un aproximado de veinte minutos.

Lanzo un suspiro de cansancio a tantos pensamientos arremolinados en su cabeza que no lo dejaban pensar en lo que tenía que hacer llegando a Suecia, recargó la cabeza pesadamente en el asiento mirando al techo del avión tratando de enfocar su mente en todos sus pendientes pero no podía porque de tanto en tanto el rostro de June se dejaba ver como si fuese un fantasma que no dejaba de atormentarlo desde que salió de casa esa mañana.

—Espero que pienses mejor las cosas… —esas fueron las palabras de la joven mientras él abordaba el taxi tratando de no escucharla — ¿por qué no te das cuenta de todo lo que tienes aquí? —ella lloraba suplicante mientras Milo la dejaba atrás sin decir nada.

Se marchó sin decir adiós, no lo había hecho hasta ahora y se arrepentía pero no quería pensar más en ese tema sino en el trabajo que lo había llevado hasta Estocolmo. Afrodita, su viejo colega, se había enterado que se dedicaba a la fotografía y lo contactó para una sesión precisamente el día del Misommar, el último fin de semana de Junio. Le mandó las indicaciones para llegar del aeropuerto hasta un hotel modesto en la calle Tegnerlunden donde le había pedido quedarse unos tres o cuatro días.

—Soy terrible haciendo fotos —decía por teléfono—, Shura me comentó que se te da bien y quisiera que vinieras y nos hicieras una sesión familiar, te pagaré por ello desde luego.

— ¿Cuándo necesitas que vaya?

—Será durante el festival de Midsummar que se hace cuando entra el verano. Es la mejor época del año y aprovecharé para organizar una reunión con todos los colegas de Grecia, no quisiera que pienses que te llamo solo por trabajo Milo.

—No te preocupes por eso. Estoy acostumbrado sabes, de todas formas estaré encantado de ir y encontrarme con todos.

—Estupendo, te mandaré las indicaciones por correo. Espero no tengas ningún problema para llegar. El hotel que te recomendaré es pequeño pero bien ubicado, estoy seguro que estarás cómodo ahí.

—Gracias.

Abordó el transporte público para llegar a su destino intentando distraerse en medio de las ajetreadas calles pero no podía, al contrario, sentía que en vez de ropa había empacado todos los problemas que tenía en casa. Lo hacían sentir pesado y abrumado, ya no sabía si sus decisiones estaban bien o debía replantearse toda su vida. La vida que tenía al lado de June. Las cosas que habían hecho y las que se quedarían pendientes de forma indefinida.

El hotel de la calle Tegnerlunden se encontraba en la esquina de la calle del mismo nombre y la calle Teknologatan frente a un tranquilo parque lleno de amenidades, era perfecto para cualquier turista y habría sido perfecto para él también de no haberse llevado todos sus problemas consigo. Su colega le recomendó ese sitio y él accedió gustoso a darse unos días fuera de casa.

Llegó al hotel sin ningún contratiempo y se registró encontrando una habitación pequeña pero con todos los servicios necesarios para su estancia.

— ¿Por qué todo se ha vuelto tan difícil, por qué? —se dejó caer en la cama de la pequeña habitación sin desempacar, tan solo quería hundirse en las cobijas y perderse para siempre.

Necesitaba pensar que haría al volver, como enfrentaría la situación que ya tenía sobre los hombros y que se pondría más difícil dentro de algún tiempo. Por ahora no quería pensar más en el tema y mejor se dedicó a desempacar, unas pocas prendas, las dos cámaras profesionales y varios lentes estaban sobre la cama mientras Milo miraba de vez en vez el teléfono móvil sobre el escritorio.

No lo había encendido desde que salió de casa y pensaba detenidamente si sería buena idea encenderlo solo para ver si tenía algún mensaje de ella; era probable que si ya que June le enviaba mensajes con mucha frecuencia cuando él estaba fuera. Era ella quien todo el tiempo estaba pendiente de él como si fuera su madre.

Pero grande fue su desilusión al encender el móvil, conectar la red inalámbrica del hotel, esperar a que sincronizara y no encontrar mensaje alguno. Revisó la última conversación con June en la aplicación de mensajería y nada. Ni siquiera un frio "Hola". Esto lo hizo molestarse y aventar el aparato a la cama, aunque estaba fastidiado de ella esperaba ver algún mensaje suyo preguntando lo que fuera y al no ser así se replanteo lo que haría al regresar a casa.

Tomo el teléfono junto con una de sus cámaras y salió a las calles del Centro esperando despejar su cabeza con lo que fuera.

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When I give up
My thoughts redefined

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Llegó en metro hasta el Gamla Stan y lo primero que hizo fue buscar un buen lugar donde comer algo. Su camino lo llevó hasta el Kajsas Fisk donde pidió una pesa y comió una sopa de pescado tan sabrosa que le devolvió algo de buen humor mientras revisaba en la aplicación de mensajería los mensajes del grupo de colegas de Grecia al que pertenecía; los que tendrían la posibilidad de asistir al evento al que Afrodita había convocado llegarían a Estocolmo dentro de pocas horas y la reunión prometía ser de lo más entretenida.

De todos ellos Milo esperaba ver a Camus esos días, tenía muchas cosas que hablar con él y su consejo era lo que más necesitaba. Una fría pero objetiva opinión de su amigo lo haría ver el panorama más claro y saber qué decisión tomaría al volver a casa.

Sin perder tiempo le envió un mensaje preguntando cuando podrían verse separados del resto del grupo, Milo le comentó brevemente el motivo de su petición pero Camus no respondió al momento sino que lo llamo directamente a los pocos minutos.

—Veo que usar el mensajero del teléfono no se te da bien, ¿verdad? —comentó con burla en la voz.

—No le veo la utilidad Milo si es mejor llamar, así uno ahorra tiempo —directo y sin rodeos, como solo él sabía ser—. Veo que estás teniendo problemas con tu mujer otra vez ¿es correcto?

—Vaya, parece que te conoces mis problemas mejor que yo.

—Vamos Milo, cuando hemos podido charlar solo hablas de lo mismo una y otra vez. Si quieres podemos vernos esta noche para hablar.

Milo lanzó una risa sin poderlo contener, los comentarios sarcásticos de su amigo eran el mejor remedio contra todo el mal humor.

—Claro, vamos a vernos y esta vez seré yo quien te haga una consulta si es que tu plática lo permite —comentó algo serio.

— ¿Tú quieres consultarme algo? Vaya, eso no es propio de ti.

—Te veo esta noche, ¿de acuerdo? —Su amigo lanzó una risita breve al otro lado de la línea— Pásame los datos de donde estés.

—Bien. Cuídate, saludos.

Milo terminó su sopa y la bebida mientras pensaba donde podía reunirse con su colega al que tenía varios años de no ver en persona. Habían mantenido contacto por correo electrónico o a veces charlaban por teléfono pero Camus no era dado a usar aplicaciones para teléfono móvil lo que había complicado la comunicación pero esta no se había perdido del todo.

Le quedaba la curiosidad de lo que quería hablarle no era muy común que su colega tratara temas personales porque casi siempre era Milo quien acaparaba la conversación con sus cosas. Salió del restaurante sintiéndose mucho mejor olvidándose del teléfono y sus problemas personales así que emprendió el camino al Centro para recorrer sus calles el resto de la tarde, reunirse con su amigo por la noche y viajar a la ciudad donde vivía Afrodita temprano por la mañana para disfrutar del festival de verano, la reunión con sus colegas y la sesión de trabajo.

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Isolated myself
For the sake of freedom

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Milo le envió la ubicación de una pizzería localizada en la esquina de las calles Upplansgatan y Kammakargatan, su colega respondió a los pocos segundos indicando que estaba hospedado muy cerca de ahí por lo que asistir a la cita no sería problema alguno. Ambos acordaron verse alrededor las 19.30 para tener tiempo suficiente de charlar y cenar. Milo se imaginaba que Camus tendría muchas cosas que contarle respecto a su familia ya que, aunque no lo mencionaba mucho, sabía que tenía una pareja y una hija de unos seis años. Seguro le diría que ya estaba casado y con otro bebe en camino porque, fuera de eso, no tenía idea de qué otra cosa podría querer tratar con él.

Luego de volver al hotel de la calle Tegnerlunden Milo encendió el televisor olvidando por completo su nulo conocimiento del idioma local tratando de localizar algún canal comprensible para él. Dejo el canal de música mientras se preparaba para salir. De pronto su mente regreso a sus temas personales y encendió el inalámbrico del teléfono para que este sincronizara los mensajes pendientes; muy dentro de él esperaba ver algún mensaje de June preguntando como estaba, si ya había comido, si estaba bien o algo pero nada, ni un mensaje de la joven.

Aquello empezaba a resultarle sospechoso ya que ella jamás pasaba horas sin escribirle aunque vivieran bajo el mismo techo.

— ¿Qué estará haciendo que no me escribe? —Milo no quería sacar conjeturas pero dadas las circunstancias su mente empezó a imaginar cosas como que June estuviera pasando demasiado tiempo fuera de casa y por eso no escribía— Seguro que ha de salir todas las tardes con alguna amiga a tomar café —concluyó lanzando un suspiro de fastidio.

Molesto dejo el teléfono fuera de su vista, se sentía indignado por la falta de los mensajes que tanto deseaba leer aunque no quisiera reconocerlo. Quería creer que estaba muy ocupada para hacerlo hasta que paso otra posibilidad por su cabeza: que aun estuviera muy molesta con él pero aunque ella se enojara siempre le escribía. Siempre era la joven quien lo buscaba para arreglar las cosas y Milo lo sabía bien, muy en el fondo estaba consciente de que él no movía un dedo por arreglar los problemas entre ambos porque era June quien daba ese primer paso.

Pero ahora no parecía ser así.

Por un segundo consideró ser él quien mandara un primer mensaje pero se detuvo, estaba de muy buen humor como para discutir con ella así que lo mejor era esperar. Terminó de arreglarse y salió rumbo a la pizzeria para encontrarse con Camus a la hora convenida.

Volver a ver a su amigo fue algo que le vino muy bien de muchas formas. Milo sentía como si el tiempo no hubiera pasado y este se hubiera vuelto a cuando ambos tenían veinte años; la sensación fue inexplicable. Ambos esbozaron una profunda sonrisa al verse en la entrada del restaurante y se abrazaron con afecto.

—Ha pasado el tiempo Milo, ¡estoy feliz de verte!

—Vaya, es la primera vez que te veo tan sonriente. Vamos, tenemos mucho de qué hablar.

—Seguro que si.

Les asignaron una mesa cercana a la pared, algo lejos del ajetreo y tras ordenar trataron de ponerse al día con las últimas novedades sobre sus vidas. En realidad Milo comenzó a narrar únicamente las partes más alegres dejando para el final los problemas que tenía con June desde hacía algún tiempo.

—Jamás te habría imaginado casado Milo, quien diría que al fin querrías sentar cabeza —Milo vio en su colega una expresión honesta, era cierto que gustaba de hacer las cosas a su modo y a solas pero el matrimonio le había sentado bien—, quiero pensar que tienes una gran vida al lado de ella. Seguro te cuida bien.

—Lo hace pero… —ahora empezaba la parte complicada del relato, aquella de la que quería hablar especialmente con su amigo— ya no sé sabes.

— ¿Qué pasa Milo, no eres feliz después de todo?

—No es eso es que… no estoy seguro.

— ¿Por qué lo dices, que pasó?

—June es tan detallista, tan atenta y yo no tengo quejas de eso. Como bien dices me cuida bien, se encarga de todo y se esmera porque cada cosa esté en su sitio entonces yo no tengo nada qué preocuparme, me gusta que sea así sabes —se quedó callado mirando su plato por un momento.

— ¿Cuál es la queja entonces? Así como la describes me parece una chica perfecta.

—Siento que una parte de su encanto se perdió, me gustaría verla más como era cuando salíamos al principio de la relación y antes de…

— ¿De qué? —Milo sentía la mirada de Camus sobre él esperando a que terminara la oración— ¿crees que paso algo que arruino tu relación con ella?

—No quisiera decirlo de ese modo pero —titubeaba sin dejar de girar el plato en su lugar, no había probado la pizza solamente la hacía girar de un lado a otro— la vida era mejor antes de que llegaran las responsabilidades —dijo al fin.

— ¿Te refieres a las que vienen con el matrimonio?

—En parte, me refiero a las que llegan solas cuando se está con alguien. Esas en las que esperas nueve meses mientras te haces a la idea de que tu vida cambiará para siempre —no lo dijo animado sino con gran pesar.

— ¿Tienes hijos Milo? —Camus estaba sorprendido y no dejaba de mirarlo con sus grandes ojos azules— No recuerdo si alguna vez me los mencionaste.

—Es que no suelo hacerlo pero si tengo dos y otro en camino.

—Por lo visto no los deseabas porque no te veo nada feliz sino muy desdichado.

—No los deseaba aún, hay muchas cosas que me habría gustado hacer con June antes de que tuviéramos hijos, disfrutarla más sabes —metió la mano a su bolsillo y saco la foto de sus hijos de la billetera—. Son ellos.

Camus miro la foto con ternura antes de hablar.

—Milo es como si hubieras vuelto a nacer —en la foto se veían dos chicos como de unos seis o siete años; un niño y una niña de la misma edad y de aspecto idéntico. Ambos tenían el mismo color de cabello de Milo y el color de ojos de June— ¡tu hijo es idéntico a ti!

—Es lo que me han dicho mis vecinos y los colegas que me han visitado en casa—no lo dijo muy animado—, el tercero nacerá dentro de unos cuatro meses.

—Tienes una linda familia —Camus lanzo un largo suspiro antes de continuar—, mi sugerencia es que la cuides bien porque no sabes lo que tienes hasta que lo ves perdido —esta vez Milo observó a Camus con gravedad, su tono de voz había cambiado drásticamente.

— ¿Por qué lo dices Camus? Tú también tienes una hija y una esposa si mal no recuerdo.

—Tengo una hija y tuve una pareja es cierto aunque no me casé con ella. Es parte de lo que quiero charlar contigo —comió un poco antes de hablar mientras Milo no dejaba de verlo con sorpresa.

Siempre estuvo seguro que la vida de su amigo era mucho mejor que la suya viviendo en la alejada Siberia en una cabaña con su familia lejos de todo.

—Hace medio año me separé Milo. Mis diferencias con ella me llevaron a tomar esa decisión.

—Caray esto es… una noticia terrible, ¿por qué lo hiciste, qué fue tan difícil que no pudiste resolverlo?

—Mis problemas con ella empezaron dos años después de que Lena nació: yo debía ir a la ciudad varios días a la semana para trabajar, vivir en medio de la nada es lo peor que uno puede hacer cuando se tienen hijos pero ella no lo entendía. Todo el tiempo me decía que yo estaba huyendo de la responsabilidad y la dejaba sola con todo.

Todo el tiempo parecía culparme por las ausencias, eso conllevó a que casi a diario estuviéramos discutiendo y poco a poco empezamos a apartarnos el uno del otro tanto física como emocionalmente. Como bien sabes no me es fácil lidiar con problemas personales pero, de verdad, te juro que traté Milo, te aseguro que intente abrirme y dialogar pero ella ya estaba muy encerrada en sus ideas y hasta me acusó de infidelidad. Así estuvimos casi cuatro años; en medio de pleitos, malas palabras e indiferencia. Llego un punto en que yo convivía más con nuestra hija que con ella.

Milo lo observó con gravedad sin saber qué decir porque estaba seguro de que sus problemas con June no habían alcanzado ese nivel y en ese momento deseo que no llegaran a volverse algo así: un infierno en casa.

—Como podrás ver llego un día en que me harté de ella y de todo. Ya no quise pelear más ni intentar nada más así que me marché de casa una mañana tras despedirme de Lena.

— ¿Abandonaste a tu hija? —Milo lo miró inquisitivo sin entender.

Camus no dijo nada y solo asintió con la cabeza cerrando los ojos con gran pesar.

— ¿Camus dime si ahora que has estado lejos, que has tenido la oportunidad de pensar no extrañas a tu familia, a tu hija y todo lo que tenías en Siberia?

—Milo tú estás pensando en huir de lo que tienes en casa ¿no es cierto? —Dijo de repente volteando la situación y haciendo que Milo diera un respingo en su asiento— La diferencia conmigo es que yo ya le puse un punto final y créeme que veía las cosas así como tu pero tuve que tomar una decisión por la salud mental de ambos. Lena se quedó con su madre, no la deje en un orfanato. Yo sé que ella está bien.

— ¿Cómo estás tan seguro de que ella no está sufriendo tu ausencia?

Camus lo miro sin decir nada y en ese momento la pregunta se volteó a Milo. De pronto él se vio a si mismo reflejado en la situación de su amigo.

—Creo que tus hijos sufrirán si llegas a irte de casa Milo. No caigas en lo mismo que yo, creo que aun estás a tiempo de reflexionar y darte cuenta de que tienes algo muy bueno esperándote. Yo perdí la brújula en algún punto y no pude remediar la situación pero tu apenas empiezas y ya te diste cuenta de que tienes algún problema que necesitas trabajar.

—Camus…

—Escúchame: antes de que conocieras a June viajaste mucho ¿no es cierto?

—Si.

—Entonces no es que te hayas privado de todo porque conoces muchos lugares y a mucha gente. Simplemente añoras tu vida de soltero porque a todos nos aterran las responsabilidades pero si huyes ahora cuando mires atrás en unos años te arrepentirás.

— ¿No dirás lo mismo tú también?

—Por supuesto que sí. He marcado a casa alguna que otra vez en todo este tiempo pero ya no responde nadie, creo que ella tomo a la niña y también se marchó a quien sabe dónde —la voz de Camus se quebró mientras miraba hacia abajo con ambas manos sobre su vaso.

— ¿No te arrepientes de haberte marchado de tu casa Camus?

—Me arrepiento de no haberme llevado a mi hija conmigo y haber dejado que el tiempo pasara sin que ella tuviera noticias de mi pero no de haberme separado porque aquello era un infierno.

—Camus…

—No soy tu papá y no puedo decirte qué hacer pero si puedo aconsejarte que pienses detenidamente qué harás. Sugiero que seas completamente honesto con June respecto a lo que sientes. Aunque si es algo que puedes resolver por ti mismo mientras estés aquí no creo que sea necesario que se lo menciones ya que la alarmaras pero si ya no sientes nada por ella o por tu familia es importante que lo hables.

Esta vez Milo se quedó callado sin saber qué decir y muy confundido al respecto.

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I read a book full of strange words
Loneliness is a disease

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Al regresar al hotel de la calle Tegnerlunden muchos pensamientos pasaban por su cabeza respecto a la plática con Camus. Se veía así mismo en los zapatos de su amigo pero, a diferencia de él, solo estaba fastidiado por la monotonía y no había llegado a pelearse con June tan gravemente. En ese momento pensó en sus dos hijos, si él se llegara a marchar ambos sufrirían.

— ¿A dónde vas ahora Papá? —su hija lo miraba con curiosidad mientras hacía las maletas la mañana antes de ir al aeropuerto.

—Estaré fuera unos días —le dijo algo frio—, volveré después.

— ¿Vas a regresar verdad?

—Claro que sí, solo me iré unos días como te dije.

—Regresa pronto.

Ella lo abrazó fuertemente y Milo no quiso reconocer en ese momento que su hija no era tonta y notaba que había algo extraño entre sus padres. Ahora estaba seguro de que ella se daría cuenta en seguida si no volviera a casa y sufriría mucho su ausencia.

—Que tonto he sido… —giro de nuevo en la cama mientras trataba de conciliar el sueño.

Se levantó y como el teléfono móvil encendiendo el inalámbrico, esperó un momento a que sincronizaran los mensajes y ahí estaba uno de June. Su corazón dio un respingo y casi con miedo lo abrió para leerlo:

"Hola, espero que estés muy bien. Márcame mañana después del medio día porque tenemos que hablar. Cuídate"

Eso fue todo pero ahí estaba un mensaje sencillo acompañado por la frase que tanto detestaba: tenemos que hablar. Le cayó como balde de agua fría porque estaba seguro de que ella habría estado piense y piense las cosas y seguramente ya tenía una conclusión que a él no le iba a gustar en lo absoluto.

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My time had run out before the future came.

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Continuará…

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Notas: Mucho tiempo ha pasado ya pero aquí estoy de nuevo con otra historia antes de retomar las pendientes. ¡Gracias por leer!