DISCLAIMER: HP es de JK y la Warner
CAPÍTULO I – UN DURO REVÉS
Privet Drive siempre era muy aburrido y silencioso a esta altura del año. Los últimos días de Junio siempre resultaban ser muy tranquilos y templados en Little Whinging y los vecinos solían aprovechar el receso de verano para irse de vacaciones.
Sin embargo, en el número 4 de Privet Drive, hoy especialmente no iba a ser un día tranquilo ni mucho menos silencioso. Y es que finalmente había terminado el período escolar y tanto Harry Potter como Dudley Dursley habían empezado las vacaciones.
Eran las 6 de la tarde del viernes cuando finalmente Dudley llegó a su casa luego de su último día de escuela. Su madre lo recibió con entusiasmo.
–¡Duddy!–lloraba de alegría tía Petunia mientras abrazaba a su hijo y lo llenaba de besos.–Mi pequeño ya es todo un hombre que terminó 3° año.
Vernon Dursley sonreía ante la escena.
–Felicidades por pasar de año, Dudley–dijo con orgullo contenido palmeándole la espalda y enjugándose las lágrimas.
Mientras tanto, Harry observaba entre divertido y asqueado la escena sentado en el último escalón. Había llegado el día anterior a Privet Drive y su recibimiento no fue para nada caluroso… o húmedo. Viendo la escena ante sus ojos, pensó Harry conteniendo la risa y las náuseas, fue lo mejor.
Dudley había engordado aún más durante los últimos 10 meses. A pesar de medir 1,75 m. de alto, su ancho había sobrepasado el metro de longitud y su cuello había desaparecido debajo de 6 papadas. La ropa estaba increíblemente ajustada, viéndose sus miembros como enormes morcillas y los dedos como salchichas.
Observó cómo tío Vernon y Dudley se dirigían a la sala de estar mientras tía Petunia servía té y sacaba de la heladera una enorme torta decorada, que en realidad era la forma de premiar a Dudley por pasar de curso, no es que cumpliese años…
Sin embargo, Dudley se demoró unos segundos antes de pasar a la sala, lo que sorprendió mucho a Harry. Usualmente lo único que demoraba a Dudley ante la expectativa de un postre era el no poder correr más rápido. Pero esta vez, Harry vio como furtivamente escondía entre la biblioteca unos papeles con el logo de Smeltings, la escuela a la que iba, antes de apresurarse hacia la sala de estar.
Muerto de curiosidad, Harry se apresuró a revisar los papeles en silencio, aprovechando que los tres Dursleys estaban muy ocupados riendo y comiendo torta en la sala. Finalmente, encontró lo que buscaba y leyó lo que estaba escrito…
No había pasado de los primeros párrafos cuando sintió formársele en el rostro una sonrisa picaresca. Esto era oro puro, pensaba Harry, si tan sólo hubiese una forma de que los Dursleys lo leyeran… y entonces sus genes Merodeadores entraron en acción.
Volvió sigilosamente a su habitación y tomó de su baúl la Capa de Invisibilidad que pertenecía a su padre y bajó nuevamente al recibidor. Con la capa puesta, entró sigilosamente en la sala de estar y aprovechando que los Dursleys estaban viendo el boxeo en la televisión, dejó los papeles en el piso al lado de la mesa de té. Luego, conteniendo la respiración y sintiendo la adrenalina correr por sus venas, se escabulló nuevamente hacia el recibidor.
Apenas unos segundos después…
–¿Qué es esto?–se escuchó la voz de tía Petunia.
Aún oculto por la Capa, Harry se permitió estirar el cuello y observar desde el recibidor. Tía Petunia tenía en sus manos los papeles que Harry había dejado y procedía a abrirlos.
"Gran expectativa, señores, por lo que va a ocurrir a continuación" decía mientras tanto el relator de la pelea en la tele.
–¡NO! ¡NO LO LEAS!–gritó Dudley, blanco como la tiza. Vernon y Petunia lo miraron atónitos.
–¿Qué sucede, Duddy?–preguntó Petunia dulcemente.
Pero Dudley parecía al borde de un ataque de pánico y no podía articular palabra alguna, mientras Vernon estiraba el cuello para leer la hoja.
–¡Ahh, Petunia!–exclamó Vernon radiante–. Es el reporte de Smeltings de Dudley–. Luego se giró sonriendo hacia Dudley. –Pequeño tunante, no tienes por qué ser tan modesto. Debes estar más orgulloso de tus logros–dijo mientras le revolvía el pelo. –Léelo en voz alta, Petunia.
"¡Y arrancaron!"
–"Dudley Vernon Dursley,"–comenzó a recitar felizmente tía Petunia–"de 14 años de edad, del 3° curso, ha demostrado a lo largo del presente año, al igual que los años anteriores…"–el rostro de Tía Petunia se ensombreció y abrió los ojos como platos.
–¿Qué sucede, Petunia?–preguntó Vernon con el ceño fruncido. Dudley cerró los ojos horrorizado. Petunia tomó aire antes de proseguir con un tono mucho menos alegre.
–"Dudley Vernon Dursley, de 14 años de edad, del 3° curso, ha demostrado a lo largo del presente año, al igual que los años anteriores, ciertas actitudes y cualidades negativas que creemos necesario notificar a los señores padres."
"¡Uhhhh, eso tiene que doler! Durísimo golpe."
Tío Vernon abría y cerraba la boca sin emitir sonido, y miraba de soslayo a Dudley que seguía horrorizado y no levantaba la vista de sus zapatillas.
–"En primer lugar,"–prosiguió Petunia con los labios y el ceño fruncido–"Dudley ha exhibido un total y absoluto desprecio a los contenidos académicos, siendo en consecuencia sus notas comparativamente inferiores a las de los años anteriores. Resaltan alarmantemente los bajos resultados obtenidos en matemática, geografía, lengua, artes..."
–¡Esto es absurdo!–gritó furioso Tío Vernon. –¿Lengua…? ¡¿Artes…?! ¿Para qué diablos necesita uno saber esas tonterías? ¡No quiero tener por hijo a uno de esos ñoños mariquitas!
Tía Petunia comenzó a sollozar. –Dudley tiene mucho talento… es sólo que no lo comprenden en la escuela…
Se enjugó las lágrimas y dio vuelta la hoja.
–"En segundo lugar, queremos hacer notar que hemos recibido varias acusaciones acerca del comportamiento violento y brabucón de Dudley, y de su tendencia hacia la provocación injustificada tanto de sus pares como de sus profesores."
–¡VAYA ESTUPIDEZ!–rugió Tío Vernon completamente fuera de sí mientras se arrancaba mitad del bigote.
A este punto, Tía Petunia comenzó a llorar a lágrima viva ("¡Mi hijo es un niño inquieto pero no dañaría ni a una mosca!").
"El panorama se ve negro para el local y la afición sigue entre atónita e indignada el encuentro."
–"En tercer lugar"–continuó tía Petunia entre sollozos–"queremos expresar nuestra severa preocupación acerca de los totalmente alarmantes hábitos alimenticios de Dudley."
Ante esto, Harry tuvo que poner su puño en su boca para evitar la carcajada. Ojalá hubiese tenido una cámara para poder fotografiar las caras de los tres Dursleys: los ojos húmedos de tía Petunia parecían a punto de salirse de las cuencas, tío Vernon parecía una remolacha gigante con medio bigote y la vena de la sien resaltaba más que nunca, y Dudley estaba más pálido que la leche.
–"La enfermera de la escuela ha constado que el peso y volumen de masa corporal de Dudley no sólo han sobrepasado el límite de lo que se considera 'sobrepeso', sino que debemos considerar la presente situación como un caso de 'obesidad mórbida', habiendo superado Dudley los 200 kg."
Tía Petunia aún tenía muchas más lágrimas que derramar. –¡Dudley es de contextura amplia como su padre! ¡Es un chico sano que está creciendo y necesita alimentarse! ¡Sólo tiene un poco de pancita de bebé!
"El coach no quiere dar el brazo a torcer y arrojar la toalla, y el local mientras tanto sigue sufriendo."
Pero tío Vernon había dejado de gruñir; por el contrario, fruncía el ceño y parecía estar llegando a una desagradable conclusión.
Apenas recomponiéndose, tía Petunia balbuceó las últimas oraciones del reporte.
–"Como ejemplo más categórico de la situación de Dudley, queremos hacer notar que no disponemos de pantalones de la talla adecuada para su tamaño, debido a que no existe un tamaño superior a XXL en el mercado infantil."
Tía Petunia se quedó mirando el informe, absolutamente anonadada; nunca había creído posible que alguien hablara o pensara así de su "cachorrito". Tío Vernon por su parte miraba a Dudley, como si nunca antes lo hubiese visto bien. Posiblemente, pensaba Harry con incontenible hilaridad, reparó por primera vez en las seis papadas, o en las mangas a punto de reventar por sobre los enormes brazos, o en el enorme estómago que caía fofo debajo de la remera, o en el voluminoso trasero que ocupaba casi todo el sofá dejando al tío Vernon con apenas el apoyabrazos para sentarse. Quien sabe lo que estaba pensando uno de los padres más negligentes de Gran Bretaña, y es que Harry sabía que las personas en quien Tío Vernon más confiaba después de sí mismo eran los directivos de Smeltings.
"Y si, señores… esto parece ser un knock-out."
Finalmente, tía Petunia salió de su estupor.
–Entonces… Dudley…
Por fin, Dudley levantó la mirada; parecía un sentenciado a muerte esperando el momento en que el verdugo baje el hacha.
–Algo… algo debemos hacer–masculló nerviosa tía Petunia. Dudley frunció el ceño. –Las cosas tienen que cambiar… imagínate… la gente comenzará a hablar…
Aún entre toda la diversión que estaba teniendo, Harry no pudo evitar sentir una punzada de fastidio; la única forma posible de lograr algo de tía Petunia era si hacerlo evitaba los chismes entre el barrio. Harry quería que Dudley cambie, pero por su bien, no porque el no hacerlo supondría un escándalo vecinal para Tía Petunia.
Evidentemente, Dudley pensaba lo mismo… a su manera.
–¡No voy a dejar de comer lo que me gusta!–gritaba mientras agitaba los brazos y fingía llorar. –¡No, no, no, no, no…!
–¡Dudley, cariño! Por favor…
–¡No, no, no, no, no…!
–¡Por lo menos debemos consultar un nutricionista…!
–¡No, no, no, no, no…!
–¡Por lo menos no comer hamburguesas y pizza todos los fines de semana…!
–¡No, no, no, no, no…!
–¡Por lo menos no tomar gaseosa los jueves…!
–¡NO, NO, NO, NO, NO…!
–¡BASTA!
El bramido de tío Vernon, además de hacer temblar varios muebles, logró por fin algo que no habían podido lograr 14 años de negligente cuidado: detener una de las rabietas de Dudley. Tío Vernon se puso de pie resoplando de furia; Harry nunca lo había visto tan enojado con su hijo, usualmente el motivo de tío Vernon para enojarse así era Harry.
–Dudley–dijo tío Vernon con decisión–, mañana mismo vamos al nutricionista…
–¡Pero, papá…!
–¡… y empezarás el régimen tal como te lo mande!–sentenció tío Vernon alzando la voz.
"¡Finaaaal del combate! Humillante derrota del local."
