Disclaimer: Ni Dragon Ball ni sus personajes me pertenecen...
Dos caras de una historia
(Two sides to a Story)
Un fic de DarkeAngelus
Traducción por Apolonia
Disclaimer: bla, bla, bla... DRAGON BALL Z... bla bla bla... los derechos de autor de todos los personajes... bla, bla, bla... el gran, todo poderoso Akira Toriyama... yadda yadda yadda... ¡Vengan y atrápenme ya federales piojoso!... ¡JA!
Esta historia tiene lugar después de la saga de los "Juegos de Cell".
Prólogo
Orgullo.
Era tal vez el aspecto más importante de la personalidad de un guerrero Saiyajin; para mantener la compostura durante la crisis. Para mantener la dignidad en medio del conflicto. Vegeta, último Príncipe del Imperio Saiyajin extinto, tenía sus límites a prueba a sus extremos cuando la amenaza de los Androides finalmente llegó y resultó faltarle bastante. No había hecho ninguna diferencia que él hubiera alcanzado finalmente el deseo de su corazón. Por fin había conseguido el ascenso codiciado del venerado estatus de Super Saiyajin.
No había sido suficiente.
Esa fue la más aplastante realización de su compostura ya maltratada y resultó devastador para su autoestima. Tres años de entrenamiento fatalista para conseguir su objetivo preciado. Otros dos en la Habitación del Espíritu y el Tiempo para superar eso y al final había sido derrotado por un niño de once años de edad. Ese conocimiento era insoportable y su orgullo se había quebrado como cristal incluso mientras ahora miraba las cenizas de Cell dispersarse a los cuatro vientos.
Privado de su gran rival, engañado de su jurada venganza, fue dejado atrás para preguntarse qué demonios había sucedido. ¿Dónde se había equivocado tanto? Extendidos ante él estaban los cráteres y la tierra quemada que significaba su derrota brutal tanto dentro y por fuera. El campo de batalla se había convertido en un cementerio; Androide Número 16, Kakarotto, y más importante, Trunks- su hijo. Habían muerto y él había demostrado ser inútil, al final. La satisfacción de convertirse en Super Saiyajin finalmente se marchitó y murió dejándolo vacío por dentro.
No quedaba nada para él. Para la mayoría de su vida, su trayectoria había sido dictada por las ambiciones de otro. Cuando por fin había obtenido su libertad, había permitido que su entrenamiento loco se convirtiera en esposas y mantuvo su atención desviada exclusivamente en su objetivo. ¿Dónde estaban los premios de su éxito? ¿Qué tenía que mostrar por su sacrificio? Más cicatrices en su cuerpo, más daño en su psiquis ya dañada, más contusiones en su ego desinflado. Su alma vibraba con un dolor sordo que ninguna semilla sensu podría reparar. Aún peor, era ignorante en cuanto a cómo podría aliviar ese dolor persistente.
Vegeta se encontró evitando deliberadamente cualquier pensamiento de lo que podría deparar el futuro para él ahora. Durante toda su vida había luchado y luchado para obtener su derecho de nacimiento. Ahora era el venerado Super Saiyajin de Vegetasei; un objetivo febril que se había comido más de treinta años de su vida para alcanzar. La realidad de la situación sólo se estaba volviendo brutalmente clara para él: ¿A quién diablos le importaba? No tenía súbditos a quien gobernar, ningún Imperio para defender con este estado de casi Dios, ningún pueblo en lo absoluto excepto dos híbridos patéticos, uno de los cuales había logrado superarlo con la facilidad de un niño. La batalla contra los androides, específicamente Cell, había sido como una bofetada en la cara. Sin estar dispuesto a ver pero incapaz de evitarlo, las anteojeras alrededor de sus ojos por fin cayeron. Vegeta se vio obligado a hacer un inventario exhaustivo de sí mismo.
No le gustó lo que vio.
Capítulo Uno - Secuelas
Después de que Mirai Trunks regresara a su línea temporal anterior, una semblanza de normalidad volvió para todos los habitantes de la Tierra, incluyendo a los héroes que habían surgido durante la crisis de Cell. Alzándose en los laureles de los esfuerzos de los Guerreros Z, Mr. Satan se deleitaba en la adoración de sus fans y la ordeñaba todo lo que podía posiblemente que valiera la pena. Una franquicia enorme fue construida en su nombre que dio la vuelta al planeta. Se volvió en un hombre extremadamente rico y poderoso, sin lamentar ningún mal adquirido centavo.
El resto de los sobrevivientes Guerreros Z se perdieron de nuevo en la oscuridad deliberada de sus propias vidas. Tien y Chaoz se retiraron a las montañas para continuar sus meditaciones y cualquier característica extraña compuesta por su compañerismo único. En cuanto a Yamcha, el momento de la final de los Juegos de Cell llegó justo mientras la temporada de béisbol se estaba preparando. Él no perdió tiempo en reunirse con su antiguo equipo, los Taitans, en su lista de pro-tour de la Liga Mundial próxima. Krillin se estableció para una merecidas vacaciones en la isla del Maestro Roshi. Era frecuentemente visitado por Androide Número 18, que trataba de mantener su interés inicial vago y no haciendo tanto en la ficción. Quedaban atrás en el Mirador de Dende, Piccolo decidió por una vez en su vida que anhelaba la compañía de su propia especie y decidió quedarse.
Sintiendo agudamente la pérdida de Goku, Chi Chi y Gohan regresaron a su casa al Monte Paoz para hacer frente a su dolor más sorprendente sobre el sacrificio del héroe. Soportando la noticia con estoicismo inusual, Chi Chi mantuvo su compostura por el bien de su hijo que se estaba volviendo prácticamente monosilábico por la pérdida. Bulma quería compartir el lamento de la familia pero finalmente decidió mantener su distancia por ahora.
Además, ella tenía sus propios problemas.
Cerniéndose de nuevo en las sombras de la Corporación Cápsula como un fantasma inmaterial, Vegeta merodeaba las habitaciones y pasillos sin descanso. Se había mudado de nuevo a sus cuartos anteriores dentro del edificio principal en lugar de vivir en los confines estrechos de la Cápsula 3. Sus esfuerzos de realmente luchar junto con el resto de los héroes de la Tierra en vez de ponerse en su contra no había pasado desapercibido por ninguno de los padres de ella. El Dr. Briefs se sentía particularmente terrible por su trato pasado e intentó activamente resolver la tensión aún existente entre ellos, sin éxito. Vegeta lo ignoraba a propósito como lo hacía con el resto de los Briefs, incluyendo a Bulma y su hijo recién nacido. Mantenía sus propios pensamientos meditando en su cuarto o en la terraza, moviéndose de inmediato a otro lugar cuando alguien se acercaba demasiado o cuando las preguntas empezaban. Su actitud fría, afortunadamente, no parecía ser una de maldad o rencor. En todo caso, era casi el acto de alguien que sentía una gran vergüenza...
...o duelo.
Observándolo desde una distancia, Bulma sola sabía lo que estaba sintiendo. El alienígena realmente era el último Saiyajin de sangre pura ahora, un príncipe sin pueblo para gobernar y sin tener más sentido para su existencia. No hubo amenaza avecinándose en el horizonte para la que él podía prepararse. Su inactividad inusual era quizás lo más preocupante de todo lo que veía. El simulador de gravedad estaba sentado en el suelo sin ser tocado e ignorado. Todo lo que Vegeta hacía ahora era ver la televisión en su habitación, comer o dormir. Su patrón era muy similar a su disposición: impredecible, solitario, sin rumbo.
Por mucho que le gustaría extender un cierto grado de comodidad hacia el afectado Saiyajin, Bulma también estaba haciendo frente a algunos temas suyos. Había perdido a su mejor amigo durante la crisis de Cell. Ella y Goku habían sido casi compañeros inseparables desde que era una adolescente y en la búsqueda de las veneradas esferas del dragón. Nunca olvidará ese valiente pequeño luchador con la cola arrastrando detrás de él, inocente y confiado y ya poderoso más allá de la creencia. Había sido cuatro años más joven pero no había dudado en participar en sus viajes, convirtiéndose en su no-oficial "guardaespaldas" en el camino. Dioses, ¡las aventuras en las que se habían metido! Esta vez no iba a haber una resurrección milagrosa en su nombre. A Goku se le había dado la elección y había optado por permanecer en el otro mundo por el bien de la Tierra. Esa elección no le había sentado muy bien a Bulma. Todavía no podía creer que su mejor amigo no iba a volver.
Cada vez que se volvía a su hijo pequeño por comodidad, veía el rostro del adolescente en el que iba a crecer. Ligeramente más alto que su metro setenta, tres pulgadas de marco, con ojos azules y color de cabello exótico pero con el tono de piel más oscura, rasgos afilados y atléticos como su padre. Otra Bulma, no muy diferente a la actual en disposición, había criado a Mirai Trunks en ese ambiente hostil. Había centrado todos sus recursos en su supervivencia mutua, quedando sola y sin amor para sí misma.
Por lo poco que Bulma había oído, el futuro que los androides habían creado había sido absolutamente brutal y el adolescente que había surgido de las ruinas había tenido la misma rabia y la propensión a la violencia que caracterizaba a la raza Saiyajin. Afortunadamente, había sido atemperado por su madre, entrenado por Gohan y nunca había conocido a su padre. El Vegeta de esa línea de tiempo había muerto poco después de su nacimiento. Nunca había tenido la oportunidad de influenciar a su hijo para abrazar el lado oscuro de su linaje. Había tanto que la presente Bulma quería saber. Era evidente que ambas líneas de tiempo eran radicalmente distintas con variables similares que resultan en divergentes resultados. Lo que más quería saber eran preguntas que Mirai Trunks no podía contestar. ¿El Vegeta del futuro había caído preso de una condición conocida como la V'Nhar? ¿En su estado debilitado, le había a una permitido que una mujer de la tierra cuidar su cuerpo enfermo y alma? ¿Los dos habían compartido intimidad y confidencias mientras se convertían en algo menos que amigos y algo más que amantes? Según Trunks, su madre tenía muy poco bueno que decir acerca del Saiyajin. Eso llevaba a Bulma a especular que la concepción del niño no había tenido las consecuencias entrañables y duraderas en la vida de su doble, como lo había hecho en la suya.
Antes de volver a su línea de tiempo, un resucitado Mirai Trunks y los demás le habían dicho a Bulma de los acontecimientos de la batalla final que el Saiyajin nunca había admitido voluntariamente. Intrigada, escuchó cómo Vegeta había sobre reaccionado con la muerte de su hijo en un punto crucial en el conflicto y que casi costó todas sus vidas en el error. Como si para expiar esa debilidad, la balanza se había inclinado en favor de Gohan. En un movimiento inesperado, tuvo éxito en un ataque directo que había distraído a Cell y permitido al niño terminar con el villano, de una vez por todas.
Las palabras de todo el mundo habían llevado la sorpresa apenas velada ante acciones altruistas de Vegeta pero, para su impacto agregado, Bulma apenas se asombró por la admisión. Ella había visto el potencial de Vegeta en una aventura muy breve allá atrás en una suite de hotel lujoso hacía más de dos años. Ella fue capaz de reconocer las similitudes en su temperamento presente y no estaba asegurada por lo que veía ahora. Propenso a la depresión, el Saiyajin había caído en otro de sus estados de ánimos de profunda apatía. Desgarrada entre el resentimiento pasado y su preocupación actual, guardó bajo llave el radar del dragón en la compañía de seguros como medida de precaución y mantuvo un ojo atento a sus hábitos alimenticios. Puesto que no estaba absorbido en un programa de entrenamiento activo, su ingesta de alimentos se redujo drásticamente. Más a menudo, se llenaba el plato una sola vez y abandonaba la mesa sin decir una palabra.
En medio de toda la tensión, el pequeño Trunks continuaba sus travesuras entrañables inicialmente sin inmutarse por el desinterés intencional de su padre. Había desarrollado un extraño hábito de escoger a Vegeta y extender sus brazos al Saiyajin cuando estaba cerca, a menudo el balbuceando de alegría. Echándole sólo una mueca de disgusto, Vegeta le daba un gran rodeo y seguía su camino. No era de extrañar que el bebé comenzara a reaccionar a la agresión a un nivel inconsciente. En poco tiempo, comenzó un lastimero llanto por la noche que ningún miembro de la familia podía aplacar.
Tolerando un total de dos semanas del mal humor de Vegeta, Bulma finalmente decidió que ya era suficiente y un enfrentamiento estaba por venir. El golpe directo a su puerta fue ignorado, lo no fue una gran sorpresa. Lo que ella vio cuando entró en su habitación, ciertamente lo fue.
Vegeta estaba en el proceso de encapsular una bolsa grande cuando ella entró con valentía. Él miró con sorpresa pero con la misma rapidez la desestimó mientras se ponía una cazadora colgada en la pata de la cama.
"Te vas," le dijo en voz baja.
"Sí," dijo sin emoción.
Masticando el interior de su mejilla ella dijo, "Eso... va a tomar algún tiempo para preparar la Cápsula para-"
"No voy de vuelta al espacio."
Un muro de silencio cayó entre ellos mientras se estudiaban mutuamente. La maternidad había sido generosa con Bulma que había recuperado rápidamente su figura esbelta poco después de su embarazo. Muy poco había cambiado en su aspecto pero su personalidad había evolucionado considerablemente. Había desaparecido esa malcriada, egocéntrica inmadurez tan burlada de los otros Guerreros Z, que habían sido sus amigos más cercanos. Dar a luz la había madurado muy rápidamente y ahora sabía que sus días de correrías por todo el planeta, y mucho menos por la galaxia, habían terminado. Para ser honestos, fue como una especie de alivio.
Los ojos oscuros de Vegeta se redujeron en agitación mientras su escrutinio continuaba. El intenso entrenamiento al que se había sometido para haberlo moldeado en un físico musculoso impecable que no era totalmente contradictorio con su pequeña estatura. A menos que se incrementara su poder, él todavía tenía ese atractivo a su forma que recordaba con tanto cariño. E íntimamente. Lo único que había cambiado en su aspecto, era la adición de líneas sutiles en su cara y alrededor de sus ojos por su experiencia prolongada en la Habitación del Espíritu y el Tiempo.
Cuando se hizo evidente que no iba a dar voluntariamente alguna información, ella intentó, "¿A dónde vas a ir?"
"A cualquier lugar menos aquí."
"¡P-pero es tu casa ahora! Tu hijo-"
Lanzó un gruñido bestial y cerró la cremallera de la parte frontal de su chaqueta en preparación para salir. "Esa criatura repugnante es tuya. Esta casa es tuya. ¡No quiero más parte en todo esto!"
Empezando a enfadarse, Bulma dijo a través de labios rígidos, "Nunca obligué ninguna responsabilidad en ti, Vegeta. Lo único que pido es que te quedes y-"
"-Pides demasiado," espetó, empujándola a un lado mientras caminaba junto a ella y por la puerta.
Siguiéndolo obstinadamente por la escalera, ella comenzó a gritarle, "Tú no sabes nada de la Tierra y sus costumbres. ¡Todo lo que vas a hacer es causar problemas! ¡Te conozco, Vegeta!"
Se volvió a mitad de camino y señaló con el dedo de la mano rígida a su estómago. "Demasiado tiempo ha pasado por nuestra familiaridad para que importe, mujer. Tú eres tan extraña para mí como yo para ti. Mantengámoslo de esa manera."
El burlón, sarcástico lado de su personalidad que la había conquistado ahora parecía haber sido sometido por sus características más siniestras. No debería estar desafiándolo ahora mismo; en el fondo sabía que él no estaba en condiciones para un debate moral pero sus instintos maternales presionaron, de forma espontánea. "Te olvidas de una cosa, Vegeta. ¡Nuestro hijo! ¿Qué tienes que decir al respecto?"
Sus padres sólo estaban corriendo en la sala de estar, alertados por la pareja discutiendo. Fueron sorprendidos testigos cuando el Saiyajin se volteó hacia ella de nuevo y rugió con los dientes apretados; "¡Ojalá tú y ese bastardo media raza hubieran muerto durante el parto, que teniendo al par de ustedes burlándose de mí con su existencia!"
Hubieron gritos de asombro horrorizados por el Dr. y la Sra. Briefs en su declaración sin corazón. Mirándose de nuevo a los ojos, Vegeta y Bulma libraron una guerra silenciosa de indignación y odio. En una voz tan firme como pudo Bulma siseó; "Quiero que te vayas ahora mismo. Ni siquiera pienses en volver, Saiyajin."
Gruñendo, Vegeta escupió en la alfombra y le enseñó los dientes. "No tengas preocupaciones en eso, perra. No después de lo que has hecho-"
"-¡FUERA!" gritó, señalando a la puerta principal.
Permitiéndose el lujo de la última palabra, el Saiyajin le dio la espalda a todos ellos y salió torpemente. Un destello de fuego de ki azul y se fue. Como si en respuesta a la tensión repentina, Trunks despertó de su siesta de la tarde y comenzó a llorar desconsoladamente.
Agobiada y frustrada, Bulma logró calmarlo y se sentó en el sillón junto a la cuna del niño. Mantuvo un ojo protector sobre el muchacho mientras pateaba sin descanso a la manta que lo cubría, claramente molesto. Se preguntó con inquietud si el niño estaba percibiendo la ausencia de su padre desde el edificio de la Sede. Era la primera vez que Vegeta había salido del recinto desde que se había mudado de nuevo y esta vez parecía ser para siempre.
"Hnh. Que se vaya," Bulma dijo pero sus ojos la traicionaron de inmediato rodando hacia la ventana y mirando hacia el cielo. Tratar de sacar al Saiyajin de su sistema era como tratar de dejar de fumar; sabía que era malo para ella, pero -¡maldita sea!- ¡se sentía tan bien cuando lo hacía! Por supuesto, su última vez con Vegeta había sido en la vivienda de la Cápsula tres justo antes de que él se hubiera ido para entrenar en el espacio. Para entonces, ella había dejado de tomar la píldora a propósito y había decidido estar con él antes de que lo perdiera por completo para sus ambiciones. La única vez había sido suficiente. Después de que ella lo hubiera dejado, había ido a su habitación y se recostó boca arriba con los pies apoyados en la cabecera. Por las próximas horas, se permitió que su espesa esencia se impregnara por completo en su vientre fértil...
No había sido un embarazo fácil en cualquier tramo de imaginación. Se había complicado aún más por no ser capaz de confiar a su obstetra sobre los orígenes extra terrestres del feto. Estaba constantemente débil, a pesar de que su consumo de alimentos se hubiera triplicado, y cuando el bebé comenzaba a moverse caía de rodillas por una parata super humana o agitaba el brazo contra su útero frágil. Preguntas y preocupaciones la plagaban pero insistió en mantener su embarazo en secreto de sus amigos. Parte de ello era obstinado orgullo, una virtud que poseía en abundancia como tanto como el alienígena que la había embarazado. Había elegido hacer esto por su propia voluntad y había sopesado todas las ventajas y desventajas antes de que hubiera insistido en hacer el amor con Vegeta. No necesitaba que nadie le diera segundas dudas sobre su decisión y ciertamente no quería oír historias de horror especulativo. Tenía suficiente miedo. De mala gana, otro motivo para su aislamiento autoimpuesto fue un pequeño sentido de la vergüenza. Sabía que los demás Guerreros Z pensaban poco de Vegeta y todavía desconfiaban de él. Tenía pocas cualidades que lo redimían y lo poco que tenía; lo mantenía oculto a los ojos curiosos. Nadie creía en sus razones para defenderlo y Vegeta nunca le perdonaría por haber traicionado su confianza. Era lo mejor que se quedara cerca de su casa con sólo el apoyo de sus padres facilitando su aprensión.
Pero había sido tan duro...
A los seis meses de embarazo, Vegeta finalmente había regresado a la tierra por provisiones y reparaciones. Lo había esperado mucho antes, cuando su estómago no hubiera sido tan notable. En realidad, salió de su camino para evitarlo mientras él esperaba con impaciencia para que la Cápsula fuera capaz de ir al espacio de nuevo. Ella nunca sabría sus motivaciones para buscarla deliberadamente ese día. Su padre tenía un equipo de trabajo que detallaba los proyectores de gravedad y su madre había preparado un gran banquete que podía sustentar a un ejército. Sus dos elementos esenciales de vida se habían cumplido; ¿por qué, entonces, había decidido buscarla? ¿Para jactarse de sus logros de entrenamiento? ¿Para enojarse y quejarse de algún defecto de diseño en la cápsula?
...¿Para saludar?
Ella nunca lo sabría. Había decidido abandonar el edificio principal poco después de su llegada, le indicó a sus confundidos padres que tenía confundido algunas diligencias de última por hacer. Quizá por primera vez en su vida, ir de compras era realmente lo último en su mente. Sus pies palpitaban y su espalda la estaba matando y el bebé había decidido elegir ese día para practicar su kata en su seno ya golpeado. Sentada en un banco fuera de un restaurante tranquilo, estaba tomando una limonada y unas tostadas melba para reducir la náusea, cuando una figura en blanco y azul bajó del cielo y cayó justo a su lado.
"Llenando tu cara de nuevo," dijo Vegeta en ese tono de suficiencia, de condescendencia. "Debería haber sabido. No eres una persona difícil de encontrar."
"¡Vegeta!" Bulma dijo en shock. Varios de los clientes estaban murmurando para sí mismos sobre la repentina aparición del Saiyajin. En su ajustado traje azul y una armadura blanca que hacía una vista impresionante de la zona de tiendas normalmente tranquila, ciertamente un descanso de lo común. Hizo caso omiso de los comentarios y las miradas que estaba recibiendo y mantuvo su mirada ébano entrenada en su cara. No había malicia en su rostro tranquilo, sólo esa sonrisa de regodeo. Era como si tuviera un secreto que contar y estaba deseoso de confiarlo a la única persona en la que confiaba en el universo entero.
Bulma fue tomada totalmente por sorpresa y su mano tuvo espasmo alrededor del vaso y derramó el contenido. Jugo y cubitos de hielo corrieron a través de la pequeña mesa y en su regazo y se puso de pie con un jadeo, sacudiéndose la humedad con frenéticas manos. Tomó un puñado de servilletas y limpió sus pantalones cuando registró una ingesta aguda de respiración. Mirando hacia arriba vio que su mirada se había al generoso fondo de su estómago. Sus ojos rasgados se ampliaron con sorpresa, las pupilas se habían contraído en puntitos de concentración. El normalmente saludable rubor en sus mejillas había palidecido considerablemente.
"Vegeta, puedo explicarlo... y-yo-" Bulma balbuceó sin poder hacer nada y luego quedó en silencio afectada, esperando su reacción.
Muy despacio, él levantó una palma a varios centímetros de su estómago y los dedos brillaron de un color amarillo pálido. Apenas pasaron cinco segundos antes de que él bajara su mano a su lado de nuevo, los dedos inmóviles curvándose en un puño apretado. Pareció una eternidad hasta que finalmente levantó sus ojos a los de ella. La traición en ellos la sorprendió hasta la médula.
Oh, querido Dende, él lo sabe. Sólo así, pensó con una mezcla de terror y esperanza. "Sé lo que vas a decir. Sé que tú-"
Él no le dio ninguna oportunidad para explicaciones. Liberando un terrible rugido de ira su ki estalló en fuego azul alrededor de su cuerpo. Le apretó sus dientes en odio antes de despegar al cielo en un retiro desesperado.
Viendo las consecuencias de la cicatriz de su energía en la atmósfera, Bulma se derrumbó en la silla más cercana y sostuvo su rostro mientras comenzaba a llorar en shock y dolor. Esta había sido su mayor temor; enfrentar a Vegeta acerca de su embarazo cuando él le había dejado claro que nunca quería ser padre. Sabía que no debería haberlo evitado. Sin embargo, sintió que la explicación hubiera sido mucho más fácil después del nacimiento, cuando él pudiera ver por sí mismo la milagrosa vida que había ayudado a crear. Como están las cosas ahora, lo único peor que su reacción era que pudiera haberlos matado a los dos en el momento. Por la expresión de su rostro, había estado muy, muy cerca. Por qué había elegido dejarla, a ellos, solo, siempre sería un misterio para ella. Temblando como reacción posterior a la casi tragedia, Bulma perdió su batalla con su estómago y vomitó la limonada rancia sobre las piedras del patio. Maldijo la humedad entre sus muslos y alejó el líquido derramado mientras se tambaleaba para ponerse de pie. Tirando las servilletas empapadas vio que estaban manchadas de sangre. Sus alrededores se volvieron atenuados mientras se mareaba y caía sin fuerza de rodillas. Vagamente, antes de desmayarse, pudo oír a alguien hablar con urgencia en un teléfono celular, llamando a una ambulancia.
Cuando se despertó en el hospital, sus padres estaban junto a su cama. Y sólo ellos. "...¿Vegeta?" preguntó ella a través de los labios secos como papel, la mirada fija en su cara de preocupación a través de un velo de lágrimas.
La Sra Briefs estaba demasiado inconsolable para formar palabras y su padre tomó una de sus manos y dijo, "Se ha ido, Bulma. Regresó al espacio hace varias horas."
"¿Él... dijo algo?" logró decir.
El Dr. Briefs vacilante sacudió su cabeza pero ella pudo ver la mentira en sus ojos. Decidió que no quería presionar en la cuestión. Se podía imaginar las duras palabras del Saiyajin, dichas en un momento de odio y de traición y no quería que esa condena pesando sobre su cabeza. ¿Había realmente pensado que había sopesado todas las opciones en su decisión de quedarse embarazada con su hijo? La realidad se estaba volviendo brutalmente clara: no se había acercado siquiera.
En su tercer trimestre Bulma desarrolló placenta previa, hemorragia vaginal severa, y pasó las dos últimas semanas antes del parto confinada en una cama de hospital. Irónicamente, el parto había sido lo menos doloroso de su terrible experiencia. El consentimiento para una cesárea, había estado felizmente adormecida de la cintura para abajo y tuvo a su hijo en brazos en pocas horas. Sólo mirando a su regordete, arrugada cara había hecho que todo el dolor y los temores de los últimos nueve meses valieran la pena. Sosteniéndolo en la sala de partos, había llorado lágrimas de alivio y alegría, contando cada dedo meñique y dedo del pie para cerciorarse de que estuviera sano y perfectamente normal.
Y lo hubiera estado, si no hubiera sido por la colita agitando en peligro a sus espaldas. El cirujano y enfermeras a su alrededor como un rayo habían aparecido ante la vista de ella. La cola enroscada alrededor de la muñeca de Bulma inmediatamente en una presa de pánico, un gesto instintivo, la suave piel marrón cubierta con líquido amniótico. Las lágrimas de Bulma de alivio se convirtieron en sollozos lastimeros y acunó al bebé llorando incluso cuando las enfermeras trataban de recuperarlo. La cola era demasiado para poder soportarlo, un recordatorio del Saiyajin ausente que debería haber estado a su lado en vez de dejarla fríamente a su suerte. Sentía brillante odio hacia Vegeta en ese momento y en un arrebato de despecho tomó una decisión que más tarde se arrepentiría. Nadie, ni siquiera sus padres, nunca supieron la verdad del destino de ese apéndice inocente. Era un secreto que Bulma estaba dispuesta a llevar a la tumba.
Levantándose de su silla, Bulma se acercó a la ventana y miró a través de perturbados ojos a los edificios en expansión de la Capital. Había un sentimiento de aprensión en la partida de Vegeta, una finalidad terrible que no podía señalar. En la boca de su estómago sabía que no iba a volver; el orgullo y honor de ser condenado, no sólo la ira y la traición en su corazón en este momento. Ahora estaba suelto en un planeta inocente, cuyo defensor más poderoso estaba muerto. Una erupción de piel de gallina estalló en ambos brazos por las implicaciones que deparaba el futuro.
Dame una señal, Bulma pensó desesperadamente. Si he cometido un error diciendo que se vaya, por favor dame algún tipo de señal.
En ese preciso momento, Trunks tomó una profunda bocanada de aire y gritó.
Capítulo dos: Ahora completamente por su cuenta, Vegeta decide jugar al turista y hacer el intento de 'mezclarse'. Ya saben que esto sólo puede acabar en desastre...
