Disclaimer: Todos los personajes/lugares/nombres de la marca HARRY POTTER, pertenecen a WB, JKR, etc.
Hola, hola! Sin mucho para decir, solo GRACIAS POR ENTRAR, y por otro lado estoy feliz de volver con historia nueva. Ojala que les guste!
Desde que te vi
Capítulo 1 – Imprevistos
Entraste sin preguntar, acomodaste tu risa en mi cama sin sueños.
Dos hombres adultos, vestidos con saco y corbata, se sentaron en una mesa contra la ventana de aquel bar de estilo antiguo. La moza, con aspecto de estar bastante aburrida, se acercó.
-Buenos días, ¿qué les sirvo? –Preguntó mirándolos. La muchacha intuyó que eran mayores, por su aspecto pasaban los sesenta y cinco años. Uno tenía pelo blanco y el otro era calvo.
-Un café – expresó uno, quién parecía apurado por zanjar el asunto que lo traía allí.
-Que sean dos, por favor niña.
-Perfecto, enseguida se los traigo – se retiró y fue hacia atrás de la barra, resignada a que le digan niña por su aspecto.
-Ahora ya sé porqué elegiste este bar, la moza te hace acordar a tu nieta.
-Mi nieta tiene diez años menos que la moza, cuando llegue a esa edad me volveré loco - los dos rieron.
Ginevra Weasley sonrió, fingiendo no haber escuchado nada. Trabajaba de mesera en un bar que quedaba a unas veinticinco cuadras de su casa, en Londres.
Después de egresar del colegio Hogwarts estudió la carrera de fabricante de pociones profesional en un instituto de mucho prestigio de Bristol. Fueron cinco años de sacrificio y mucho estudio, dónde ella permaneció lejos de su familia, extrañándolos horrores. Ginny perteneció a la casa de Ravenclaw junto a su hermano favorito Ronald Weasley. El resto de sus hermanos les tocó Gryffindor. Durante sus años de colegio, Ginevra fue bastante conocida por su gran popularidad y belleza. Era una suerte que aún conservara la gran amistad que las había unido en tiempos de adolescencia con Luna Lovegood y Demelza Robins. Las tres seguían siendo muy unidas.
Su pasión por las pociones empezó cuando sacó "Extraordinario" en MHB de Pociones, frente a la mirada exigente del mismísimo Severus Snape; el profesor fue quién la alentó a continuar estudiando lo mismo. Luego de obtener su título, decidió volver a Londres empezó a buscar un empleo. Hacía un año que había vuelto y aún no conseguía ningún puesto decente, por lo que no tuvo opción que empezar a trabajar temporalmente de mesera. Pese a su escaso sueldo, consiguió un departamento rentado en Londres a un precio accesible. Las propinas la ayudaban a subsistir, ella tenía muchas obligaciones a las cuales responder; su situación financiera era alarmante, y Ginny se sentía cada vez más frustrada y preocupada.
Parpadeó y volvió a la realidad. Los dos clientes de saco y corbata ya no estaban, pero habían dejado olvidada una abultada billetera. Ginny chascó la lengua. Se acercó y tomó la billetera, antes que su jefe la viera y se retiró del bar empezando para correr a los dueños.
-¡Señores! ¡Si, ustedes, distraídos! – Decía, agitada – Se olvidaron esto – levantó la mano.
Por fin llegó hasta donde estaban, jadeando.
-¡Gracias niña! Aparte de hermosa eres honesta – dijo el hombre con voz paternal. Ginny sonrió.
-Debo volver a mi trabajo, adiós.
-No, espera, te daré algo de dinero por…-A ella se le borró la sonrisa.
-No lo quiero señor, gracias.
-Pero…
-Es ofensivo que quiera pagarme, la honestidad no se remunera, es algo que uno debe hacer sin esperar nada a cambio –bufó, indignada con su actitud - ¡Hasta luego!
Y se fue corriendo de allí, bastante ofendida. Fue una suerte que su amargado jefe no descubriese que había ausentado de su trabajo. Como no había nadie en el bar, se dispuso a hacer el hechizo para que los platos se laven solos. Generalmente lo hacía muy mal, los hechizos de limpieza eran especialidad de su madre y no de ella.
Su móvil sonó y ella lo sacó del bolsillo de su delantal para atender.
-Hola…
-Buenos días. ¿Estoy hablando con Ginevra Weasley?
-Sí, ella misma habla.
-Me llamo Mafalda Koysce, le hablo del área de Recursos Humanos de PotterAndPotions.
Ginny se emocionó de tal manera que movió mal la varita y los platos cayeron al suelo haciéndose añicos y causando un estruendo.
-¡Diablos! – se lamentó por encima del ruido.
-Señorita Weasley, ¿está bien? ¿qué le ocurrió? – dijo la voz, un tanto alarmada.
-Sí, sí… lo siento Malfalda, ¿de dónde dijo que me llama? –dejó la varita a un lado y se encerró en el pequeño baño del bar para hablar más tranquila.
-Del área de recursos humanos de PotterAndPotions -repitió la mujer. - He leído su curriculum vitae.
-¡Qué bueno! – se emocionó.
-Tenemos varios puestos libres y creemos que usted puede llegar a ser la persona indicada para uno de ellos. ¿Puede venir mañana a la empresa y hacemos una entrevista?
-Sí, ¡por supuesto! ¿En qué horario exactamente puedo ir?
-Diez de la mañana… ¿puede ser? -Ginny protestó internamente, a esa hora empezaba su turno en el bar.
-Sí, ahí estaré. Muchas gracias por este llamado, Mafalda.
-No debe agradecerme – repuso gentil - ¿Sabe la dirección?
-Sí, claro, he ido dejar mi cv – dijo Ginny sonriendo.
-Ginevra, recuerde venir vestida formalmente y con ropa muggle.
-Sí, descuide.
-En ese caso, nos veremos mañana. Que tenga un buen día.
-Gracias, hasta luego.
Ginny sonrió y festejó, ilusionada con la idea de poder ejercer al fin su profesión. En realidad no tenía ropa demasiado formal, pero no importaba… en ese momento, le tocaron la puerta del baño.
-Sal de ahí, ahora mismo Weasley – dijo la voz del gruñón de su jefe, Billy, un viejo mañoso y con mal carácter. Se trataba de un squib que apenas le permitía hacer magia, ya que su triste condición lo había vuelto un resentido y odiaba a todos los magos. Ginny salió de aquel asqueroso bañito, con el rostro colorado de felicidad; ni siquiera ver la amarga expresión en el rostro de Billy le bajó la ansiedad. ¡No iba a permitirlo, estaba eufórica con ese llamado!
-Lo siento, señor - sonrió, radiante.
-¿De qué mierda te ríes, tonta? – Le espetó el viejo, enojado.- ¡Rompiste un millón de platos! Lo solucionas ahora mismo o…
-Sí, por supuesto, descuide señor –apaciguó de buena manera- Lo arreglaré con un práctico hechizo.
-Shhh ¿quieres que te escuche todo el bar? Recuerda que estamos en una zona mixta, cualquier muggle puede entrar en el bar y no podemos violar el Estatuto del Secreto -la reprendió.
-Está bien, haré el hechizo correspondiente para solucionarlo.
-Deberías hacerlo manualmente, eres un desastre con los hechizos domésticos – la humilló.
Ginny contó internamente hasta diez. Sino necesitara el empleo ya le hubiera hecho el mocomurciélagos, por maleducado.
-Si usted lo dice, lo hago manualmente.
-¡Sí lo digo yo! Y rápido sino quieres ser despedida – le gritó y se dio vuelta para irse y encerrarse en otra de las puertas.
-Señor – lo llamó Ginny con fervor.
-¡Qué quieres ahora! – le gritó cabreado.
-Mañana a las diez de la mañana debo llevar a mi gatito Rulo al veterinario, está muy grave… ¿Será que puedo venir una hora después?
-¿Me estás tomando el pelo, Weasley?
-No, señor, pero…
-Ni se te ocurra a llegar tarde Weasley, - la apuntó con el dedo índice, amenazador- ¡esto es un trabajo serio!
-Pero es muy…
-¡Me importa muy poco tu gato de mierda, Weasley! Si mañana no estás aquí a las diez considérate despedida. ¿Queda claro?
-Sí, señor.
Y se fue, sin dar lugar a que agregara algo más. Ginny esta vez contó hasta cincuenta para serenarse, quería hechizarlo por viejo maldito. Esperó que a su gatito Rulo no le ocurra nada por haberle inventado un problema de salud. Decidió, aparte, no faltar a esa importante entrevista, por mucho que Billy se enojara, era hora de correr algunos riesgos.
*0*
El ultra famoso presidente de PotterAndPotions era sumamente exigente en cuanto a trabajo se refiere. A sus treinta años, Harry Potter era un hombre que aprendió a recompensar bien la eficiencia y el trabajo bien hecho. Por eso detestaba con todo su ser cuando la gente adulta era irresponsable. Desde que su secretaria, una mujer mayor y muy sabia llamada Kelly, se había jubilado, no pudo encontrar una persona que sea capaz de cumplir el puesto con eficacia. ¿Tanto le costaba distinguir un corbata azul Francia con una de color azul petróleo? Daba igual, esa misma mañana le pidió a Mafalda, del área de Recursos Humanos de PotterAndPotions y le habían mandado a Alice el telegrama de despido. Su nueva ex secretaria, ya había pasado a la historia, como la de la semana pasada y la anterior. Harry estaba otra vez sin secretaria, con todo lo que ello implicaba.
Acomodándose su camisa, salió del despacho presidencial. El décimo piso que pertenecía al área de gerencia, constaba con un moderno hall de entrada, con esponjados sillones de cuero negro, paredes blancas y negras, el piso de un brilloso porcelanato blanco y los muebles vidriados, que le otorgaban al ambiente una agradable sensación de lujo y limpieza. Había pantallas por todos lados. Harry aspiró el riquísimo perfume y salió decidido a tomarse un café, tenía una reunión importante con inversores de San Mungo, y necesitaba estar concentrado; ese lunes, se sentía precisamente disperso y cuánto lo detestaba.
Subió al ascensor, la mayoría de sus empleados lo saludó obediente, con una gran sonrisa en cada uno de sus rostros. Harry siempre se preguntaba cuál de todos esos saludos era sincero y cual era sólo para quedar bien con el jefe. El éxito tiene sus contras, pensó.
Al entrar en la cocina, chocó accidentalmente con su mejor amigo y socio, Seamus Finningan. El café le manchó toda su camisa blanca y encima quemó su piel.
-¡Eres un idiota!– se quejó corriendo a la canilla más cercana, para apaciguar el dolor.
-Lo siento, Harry, no te vi.
-¡Tengo una reunión con los inversores de San Mungo en media hora, imbécil!
-¡Ve así, manchado! Es un buen paso demostrar un poco humildad – se burló su amigo riendo.
-¿Dónde está Neville?
-En los laboratorios, preparando la poción nueva esa contra la gripe, es su especialidad - Sonrió radiante. – Estoy contento, ese negocio ha sido un éxito, y pidieron varios cargamentos desde Suiza; los mandaremos en alfombras voladoras y…
-Seamus, no te ofendas, pero todo eso ya lo sé, por algo soy el presidente – soltó con exasperación, terminando de limpiarse el desastre de su camisa.
-Ay, el presidente…-se burló el otro, sirviéndose nuevamente una taza de café.
-Solo te pregunté dónde estaba Neville y tú sigues hablando y hablando estupideces.- Lo miró, tras bufar - ¿Y Draco? ¿Dónde se metió? Creí que me acompañaría.
-Olvídalo, está flirteando con la morocha de administración – Seamus se encogió de hombros y sonrió.
-¡Baja la voz, infeliz!
-¿Por qué? Eres el presidente, nadie puede echarte – carcajeó.
-Por eso, debo dar el ejemplo y si ven que soy condescendiente con Draco, tendré problemas. ¡Mataré a Malfoy, siempre haciendo de las suyas!
-Solo a ti se te ocurre contratar un Slytherin – dijo Seamus alzando las cejas, con desaprobación
-Ya sabes, sólo compré la idea intelectual de su poción anti arrugas. La parte estética dará buenísimos resultados –emitió una ambiciosa sonrisa.
-Intenta de poner tanto oro en esa parte, Potter, no deberíamos arriesgar tanto, te expliqué mil veces que queda un largo camino por recorrer – dijo Seamus, quién se dedicaba a la parte de finanzas de PotterAndPotions.
-Sí, lo sé, empezaremos moderado y cuando funcione – lo apuntó con el dedo – porque va a funcionar… ganaremos muchísimo oro. Acuérdate de esto que te digo.
-Eso espero. Oye, ¿es cierto el chisme que se corre por todos los pisos? – Harry lo miró, sin saber a qué se refería- ¡Echaste nuevamente a tu nueva secretaria! ¿Qué hizo esta vez la pobre Alice?
-No distingue los colores, no me atiende los llamados después de las diez de la noche. ¿No crees que tengo suficientes motivos?
-Eres insoportable, creo que hasta ellas agradecen que las despidas – opinó Seamus
-No lo creo, bien que les gusta ganar quince mil galleons al mes – refutó Harry circunspecto.
-¿Todo es el dinero para ti?- Harry lo miró riéndose de aquel ataque sentimental.
-Necesito gente EFICIENTE, ¿tan difícil es encontrar una que reúna las condiciones adecuadas?
-Exiges demasiado de una secretaria, Harry. Pero si me permites mi opinión, esto te pasa porque siempre elijes con tu bragueta en vez de buscarte una con cerebro – musitó Seamus haciéndose el psicólogo –Kelly no era linda y era eficiente, ¿lo recuerdas? Ahora que lo pienso, ¡lo mismo te pasa con las mujeres!
Harry rodó los ojos, sin hacerle caso.
-Algún día encontraré una secretaria que al mismo tiempo de ser presentable físicamente, también tenga eficacia en el trabajo -dijo no tan convencido.
-No te desanimes, si derrotaste a Voldemort, encontrar una secretaria debería ser pan comido – dijo burlón.
Harry chascó la lengua y se retiró mirando el reloj, sin decirle nada más.
La cochera de su empresa quedaba en la parte subterránea del edificio. Harry, apurado, casi corrió hacia su automóvil, un Audi R8. Encendió el motor y salió a la calle, observando el cielo: estaba nublado. Al llegar al bar pactado, una media hora tarde por supuesto, se desató la tormenta y empezó a llover. No encontraba ni un lugar libre para estacionar. Harry insultó en ruso. ¡Qué lunes deplorable! Al mirar el aspecto de aquel desvencijado bar, frunció el entrecejo, era una zona habitada por muggles y magos, un cartel solo visible para los magos, se lo informaba. Había olvidado que los inversores de San Mungo tenían un pésimo gusto para elegir los lugares de reunión. Harry pensó que eran un mal necesario, como los especializados en Derecho Mágico.
Tras buscar durante quince minutos, se desocupó un espacio para estacionar su lujoso automóvil: entre medio de otros dos autos. Al dar marcha atrás observó que en la esquina cruzaba una rubia con rojo vestido, muy sexy. Se distrajo mirándola y cuando sintió que su auto se zarandeó con un ligero movimiento. Cuando reaccionó ya era tarde había chocado al carro que estaba estacionado atrás del suyo. Se bajó y observó el panorama. La trompa de ese auto viejo yacía tan arrugada que parecía un acordeón. Su Audi definitivamente había pagado un precio inferior por el accidente, solo tenía un par de abollones y rayones. El auto que había chocado era uno muy humilde, parecía oxidado y despintado y el modelo era antiguo, estuvo seguro de que ya no se fabricaba más. La lluvia acrecentó su ritmo y terminó por empaparlo todo…
-¡Mi auto! ¡Mi auto está destruido! –dijo una chillona voz de mujer.
Lo que me faltaba, pensó Harry de mal humor.
Harry se volteó, con intención de pedirle disculpas, pero al verla algo lo detuvo. No era físicamente como se la imaginó en la décima de segundo que escuchó su voz quejosa, esa muggle definitivamente no se asociaba con esa voz.
Estaba frente al rostro más proporcionado que había visto jamás. Aparentaba unos veinte años, era pelirroja, tenía una pequeña nariz y estaba vestida con un jeans gastados, zapatillas de lona y una remera al cuerpo de algodón, color roja como su pelo. A causa de la lluvia la ropa le quedó pegada a su cuerpo marcando sus atributos, pero apenas prestó atención. Tenía ojos color miel, almendrados y éstos hacían contraste con su cabello y su blanca piel.
-¿Qué hiciste infeliz? – el grito furioso de esa chica lo sacó de su ensimismamiento, aparte de reventarle los tímpanos.
-Lo siento mucho, ha sido…
-¡Eres un inútil! – lo insultó ella, enojada.
-Tranquilízate, fue un accidente.
-¿Accidente? ¡Vamos! ¿Quién te enseñó a manejar? ¡Ni siquiera sabes estacionar, eres idiota o qué! – aulló, hecha una fiera.
-¡Cálmate pendeja! – dijo enojado por sus agresiones. Tener un altercado con una muggle era lo último que deseaba ese lunes.
-¡No me puedo calmar, has roto mi único medio de transporte, IDIOTA! – rugió amenazante.
-Ya te dije que…
-¿Crees que por tener un auto pomposo puedes hacer lo que quieres?- Dijo con enfrentándolo, arrinconándolo contra su auto.
-¡Jamás dije eso! ¡Deja de hablar estupideces!
-¡No lo dices, pero bien que lo piensas!
-¿Qué sabes lo que pienso yo, si ni siquiera me conoces?
-Ay vamos, de lejos se te nota que eres rico…-chascó los dedos, con impotencia.
-¡Los ricos también tenemos accidentes de tránsito y de todo tipo! –protestó indignado- ¿Lo entiendes o tengo que hacerte un esquema, pendeja?
-¡No me llames pendeja! – dijo negando con los dedos, frenéticamente- ¡Destrozas mi automóvil y encima me insultas, maleducado! ¿Qué clase de persona eres?
-Tu automóvil no estaba demasiado bien antes de que yo lo tocara, asi que…
-¡No lo estaba, pero funcionaba y me servía para trasladarme, no necesito un auto para hacer ostentación!
-Qué casualidad, también utilizo mi auto para trasladarme, no sólo para ostentar – dijo con sarcasmo.
-¡Me importa poco tu auto! Mañana seguramente tendrás otro igual en un abrir y cerrar de ojos….En cambio yo… mira cómo has dejado el mío, pobre Fluck – Harry no supo bien a qué se refería ni le importó; la lluvia seguía empapándolos- ¡Necesito el automóvil, maldita sea, ha sido el peor lunes de mi vida!
Harry la miró más detenidamente. Tenía que admitir, aunque le costaba porque era bastante soberbio, que algo de razón tenía esa chiquilla. Bufó, contrariado.
-¡Bien!– dijo más calmado- Debes calmarte; el seguro cubrirá los gastos para el arreglo de tu auto.
-¡Cállate, no hables de lo que no sabes ricachón! Tengo un seguro básico, no podré pedir ninguna indemnización…
-En ese caso, pagaré lo que sea necesario y lo arreglarás ¿si? ¿listo? –Ella lo miró escéptica.
-¿Listo? No te creo nada, ¿sabes?
-Mira hagamos esto bien…como se debe…
-¿A qué te refieres?
-Vamos a un reparo así me das el número de teléfono, no quiero que se moje mi móvil, sería lo último que me podría pasar hoy.
No fue necesario, en ese momento paró de llover.
-Al fin una buena –dijo Harry mirando para arriba y la miró. Ella recién en ese momento notó que sus ojos eran de un color verde cielo. - Anota tu número.
Le entregó el aparato y ella marcó su celular, con las manos temblorosas. Harry la miró.
-¿Cómo te llamas? No pretenderás que te guarde como "la loca que casi me mata por romper su auto" Sería muy largo – no sonreía, su enunciado era más bien con desdén.
-No te hagas el gracioso, te queda horrible –le espetó enojada. Harry sacó su billetera y le entregó varios billetes muggles.
-Toma, para que te manejes en taxi, solo por hoy – estiró la mano.
-También puedo aparecerme donde quiera, ¿sabes? – Lo desafió con fiereza.-Tengo carnet de aparición, pero no en todos los lugares de Londres es legal aparecerse.
-Ah, entonces eres una bruja - sonrió de lado, sorprendido.
-Estamos en una zona mixta, aquí hay magos y muggles -le recordó ella, un poco ofendida.
-¿Cómo supiste que yo era un mago?- le curioseó.
-Tu varita sobresale de tu saco, papanatas -la señaló reprobatoriamente.- Deberías cuidarla más, ¿no crees?
–Guárdate tus consejitos de niñita madura, ¿sí? No los necesito – ella chascó la lengua, desechando sus dichos.-Vayamos a lo nuestro –Harry guardó esos billetes y sacó otra billetera, con dinero mágico. – Ahora sí, este dinero te servirá más, aquí tienes - le entregó dos billetes de cincuenta galleons- Toma el oro, por favor.
Ginny tuvo la impresión de que ese desconocido solía arreglar todo con dinero. Y sí, el dinero otorgaba una comodidad importante, justamente ella que tanta falta le hacía, no podía negarlo. Hubiera deseado darse el lujo de rechazarlo, pero lo necesitaba realmente, no podía aparecerse todo el tiempo.
-Te lo devolveré – avisó, orgullosa por tener que aceptarlo.
-No hace falta, tómalo como…-El celular de Harry sonó y atendió sin pedir disculpas. Infeliz maleducado, pensó ella indignada.- ¡Hola! Si, ya voy, me retrasé… ¿Qué estás diciendo, Seamus? ¿Cambiaron de lugar? ¡¿En la empresa es la reunión?! ¡Mierda, y recién ahora me avisan! ¡Me hubiera ahorrado varios insultos de una loca!- Ginny alzó las cejas, ese tipo ni siquiera tenía reparos en agredirla – si, ya voy…-Sin cortar la comunicación, se subió a su auto y lo encendió, haciéndole una seña a Ginny que iba a llamarla luego.
Ella le dedicó una dura mirada. Estornudó, había tomado demasiado frío; todavía quejándose de su suerte, se subió a un taxi. Recién en ese momento se dio cuenta que ese mago desconocido no le había dado ni su nombre. Probablemente no le pagaría nada del arreglo de su auto y tendría que venderlo como chatarra. No veía la hora que ese día termine urgentemente.
NOTA: Seguramente notaron que hay una diferencia de edad entre Harry y Ginny, pero la mayoría de las cosas son iguales a lo original, los dos son magos y brujas, salvo de diferentes generaciones. Me divertía que haya una dif. de edad importante, ya que no había escrito nada así.
Hay mucho para decir de ambos personajes, pero se ira revelando en los siguientes capítulos.
Espero que me den su opinión si es que alguien leyó, claro. jajaja
desde ya, muchas GRACIAS!
Hasta el próximo.
Joanne.
