Si una vida maravillosa se perdiera
Sumary

(AU) Kagome ha perdido a su familia en un fatídico incendio, y ha vivido culpandose por la muerte de ésta. Su mejor amigo ha regresado y está dispuesto a ayudarla a salir adelante y a confesarle su amor...


Declaimer:

Los personajes, como todas sabemos, no me pertenecen... le pertenecen a Rumiko Takahashi...

-blablabla -dialogo de los personajes
-blablabla -pensamientos


Cap 1.- Accidentes y reencuentros

-¡Madre!, ¿Por qué no me has levantado? –Pregunta una chica, bajando las escaleras, furiosa con su progenitora –No ves que voy tarde al instituto

-Hija, pero si hoy es sábado –dice dulcemente su madre al verla tan apurada, y sobre todo arreglada para ir al instituto -¿Dónde tienes la mente, Kagome?

-La ha de tener en el espacio, madre –se burla su hermano, que estaba sentado a la mesa junto con el abuelo –es típico en ella

-Sota… es mejor que guardes silencio –sugiere el abuelo, pues sentía la mirada fulminante de su nieta, la miró y se puso de pie –hija, por que no te arreglas y sales con tus amigas, tomate un día de descanso, te hará bien

-Abuelo… yo… -empezó a decir, nerviosa, ante lo que su abuelo decía –tú sabes que no me gusta salir, además mis amigas salen con sus chicos y yo no quiero incomodarlos

-Kagome tiene razón papá –apoyó la madre de Kagome –ella tiene que salir, cuando ella lo crea conveniente

Kagome sonrió ante el apoyo de su mamá, pero algo en ella le decía que tenía que salir de la casa algún día, no siempre iba a vivir en el templo Higurashi, de eso estaba segura, pero… ¿A dónde iría?... Eso era lo que le daba miedo pensar, a sus 18 años no sabía que era lo que había mas allá del instituto, siempre era lo mismo, de la escuela a la casa y viceversa.

-Madre, ¿puedo salir a tomar un helado? –Preguntó tímidamente la chica, ante la mirada sorprendida de los demás integrantes de la familia –es que pensaba que… bueno yo…

-Puedes ir, querida –contestó la señora Higurashi antes de que su hija se arrepintiera de lo que había dicho –solo no llegues tarde, sabes que Tokio es peligroso cuando cae la noche.

-Si, estaré aquí temprano –prometió la joven azabache –me arreglo y me voy –abrazó a su madre y se despidió de los demás, subió las escaleras hacia su recamara y empezó a arreglarse, tomando un vestido acorde a la estación, unas sandalias y su bolso – ¡Me voy, los quiero mucho!

-Si hija nosotros también –sonrió su madre abrazándola dulcemente, en ese momento Kagome sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo –siempre te querremos, mi pequeña Kagome

-Madre… ¿Por qué me dices todo esto? –Preguntó con miedo la chica temblando en los brazos de su madre –pareciera que te estas despidiendo de mi

-No querida, ve con cuidado –respondió su madre, besando la frente de su hija –despídete del abuelo y de Sota

-Si, voy –dijo alejándose de su madre dolorosamente, acercándose al abuelo y a su hermano, dándoles a cada uno un abrazo –los quiero mucho

-Y nosotros a ti hermana –susurró su hermano dedicándole una sonrisa amoroso, esa sonrisa que nunca más volvería a ver…

Han pasado tres años desde ese fatídico día, un incendio, eso dijeron los paramedicos, el forense y eso quedo asentado en las investigaciones hechas por la policía. Los vecinos quisieron convencerla de que dejara el templo y lo vendiera, ya que, segun ellos, le traería muchos malos recuedos, pero ella no quiso irse del templo, ese era su hogar. Lo reconstruyó trabajando en diferentes partes, para ir pagando poco a poco a los trabajadores, ahora estudia en la universidad de Tokio y lleva las mejores notas, pero siempre se ha alejado de todos los demás. Solo Sango, su única amiga le había ayudado a salir adelante.

-¡Kagome! –Gritó alguien desde la puerta del salón, era Sango –es hora de deportes, y tienes que ir a cambiarte

-Lo sé, Sango –dijo sin ánimos la azabache –pero, hoy no tengo ganas de salir a deportes… ¿puedo irme a casa?

-No, eso si que no, Kag –le reprendió Sango al verla de nuevo cabizbaja –no puedes retraerte del mundo Kagome, debes salir adelante, con estar así, no revivirás a tu familia

-¡Basta, Sango! –Exclamó ocultando el rostro entre sus manos –sabes que me duele que hables así de mi familia

-Debes entender que ellos no regresarán –dijo agachándose a la altura de la joven – ¿cuanto tiempo vas a seguir echándote la culpa?

-Si yo no hubiera salido ellos estarían vivos –sollozó amargamente abrazando a su amiga y ocultando el rostro en el pecho de ésta –Oh, Sango no puedo más

-Si puedes Kag, solo necesitas salir…

-¡NO! –gritó Kagome separándose bruscamente de Sango, poniéndose de pie y corriendo sin rumbo alguno "Nunca volveré a salir… ¡NUNKA!"

Sango dejó que Kagome se fuera, necesitaba desahogarse esta vez. Salió a su clase de deportes y disculpó a su amiga con el entrenador, justificándola que se sintió mal y estaba indispuesta para la escuela en esos momentos, a lo que el maestro lo entendió.

Kagome seguía corriendo, no distinguía nada entre sus lágrimas. Todo empezó a nublarse haciendo que disminuyera la velocidad de sus pies, sin darse cuenta que se detuvo a media calle

-¡Cuidado niña! –

Escuchó que gritó alguien, quiso ver quien era, pero antes de hacerlo sintió que era empujada, por otro cuerpo hacía la acera. No supo nada más. "¿Esta bien?... Pobre niña, paso llorando a un lado mío… Pobrecita se ha quedado sola" despertó rápidamente, y se dio cuenta que estaba en un cuarto de hospital.

-¡¿Qué hago aquí?! –Dijo poniéndose nerviosa, tratando de quitarse el suero del brazo, pero fue detenida por la enfermera –sáqueme de aquí, por favor

-No puedo señorita, lo siento –se disculpó la enfermera saliendo de la habitación, dejándola sola, al parecer alguien la detuvo en la puerta –si, esta despierta, puede pasar… de nada

Kagome se quitó el suero del brazo e intentó ponerse de pie, pero antes de poner un pie en el suelo alguien la tomó en brazos y la acomodó nuevamente en la cama.

-Te podrías lastimar mas, niña –escuchó el regaño de un joven que estaba de espaldas a ella, su cabello plateado bailaba al compás del viento, volvió la mirada a ella -¿se puede saber que pensabas?, ¿Querías morir?

-¿Quién te crees que eres? –Replicó la chica indignada, un desconocido venía a regañarla, cuando en su vida la había visto –no eres mi padre para decirme nada

-Eso lo se, tonta –contestó el joven con una sonrisa en los labios –si tu padre estuviera, se mofaría de ti

-¡¿Cómo te atreves?! –Gritó con dolo la chica ocultando la mirada bajo su flequillo –tu no conociste a papá… tu no sabes nada de mi vida –levantó la mirada, clavando sus ojos llenos de dolor en los de él -¡Lárgate!

-Oye, perdón, no creí que fuera a molestarte una broma –se disculpó, mientras se acercaba a la joven, la abrazó –enserio, perdóname pequeña

-Inu… yasha –susurró la joven entre sus brazos, haciendo que el chico sonría, por un momento creyó que ella no lo reconocería

"¿Como decirte lo que siento Kagome?… mi pequeña Kagome... aunque no te des cuenta de mis sentimientos"

-Ya estoy aquí, Kag –dijo estrechándola fuertemente a él –y nunca más te dejaré sola, mi pequeña Kagome

-Me hiciste mucha falta –susurró la chica mientras intentaba dejar de sollozar, pero parecía que su mente no quería –hace tres años que me siento muy sola, Inuyasha

-Lo sé, pero tú sabes que mi padre es algo especial con los permisos –le explicó mientras se separaba a regañadientes de la chica –tuve que sacar buenas calificaciones en el instituto para que mi madre abogara por su pequeño cachorro –esto último lo dijo tomando pose de angelito, robando una sonrisa a la azabache –ahora… ¿me puedes explicar como se te ocurrió la maravillosa idea de correr y detenerte a media calle?

-Aff –exclamó la muchacha haciendo un pequeño puchero a la par que cruzaba los brazos bajo su pecho – ¿no podemos dejar eso por la paz?

-No, si quieres que te moleste todo lo que resta del día –sonrió ante las caras de enfado que Kagome intentaba hacer –sabes que he hablado con la chica con la que vive contigo

-Sango, si lo se –suspiró, mientras miraba por la ventana la puesta de sol. "¿Hace cuanto que no veía una puesta de sol como ésta?" –tuve una discusión con ella hace un par de horas… quería que saliera a clase de deportes, pero yo no quise

-¿Y por eso saliste huyendo de la universidad? –Preguntó un hombre, parado en el umbral de la puerta, con el rostro molesto –Kagome, ¿Cuánto tiempo más estaremos así?

-Tío Naraku –susurró apretando los labios, algo en él no terminaba por convencerle, nunca le habían hablado de tener algún familiar con ese nombre –solo me sentí indispuesta –explicó con cierto rencor, sin soltarse de Inuyasha, quien la tenía abrazada por la cintura –estoy bien, ¿lo ves?

-De acuerdo –suspiró derrotado el hombre. "Odiosa chiquilla, tengo que deshacerme de ti, para poder quedarme con el templo y poder venderlo" –hablaré con el médico para verificar tu alta para que nos vayamos a casa

-Pensé que Kagome regresaría al templo –comentó Inuyasha, que hasta el momento se había mantenido al margen de la plática –allí tiene su casa, o ¿me equivoco?

-Es verdad, tío –sonrió ante la, oportuna, intervención de Inuyasha –además, el templo no se arregla solo, y Sango me espera

-Pero, Kagome –replicó Naraku –no está bien visto que una jovencita viva sola en una casa, pueden pensar que eres una… bueno… tu sabes

-Una fulana tío –dijo Kagome exasperada, algo no le venia bien con este, supuesto, tío –pero no te preocupes Sango vivirá conmigo

-Yo también –intervino nuevamente el peliplateado, sorprendiendo a Naraku mas que a la propia Kagome -¿Qué? –preguntó arqueando una ceja

-¿Tu vivirás en el templo? –Preguntó Naraku, quien miró a Kagome con el rostro endurecido por el coraje -¡Eso si que no, Kagome eres peor que…!

-¡Basta, no permito que le hable así a mi prometida! –gritó Inuyasha, dejando a Naraku helado por la noticia, y que decir de Kagome que no aguantó la afirmación y terminó desmayada

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"No permito que le hable así a mi prometida"

Esas palabras resonaban en la mente de Naraku, no podía creérselo, Naomi nunca le explicó que Kagome tuviera algún pretendiente, y menos que fuera el hijo de uno de los más ricos empresarios de todo Japón.

-¿Necesitas algo más, querido? –preguntó una mujer sentada en el asiento contiguo del salón en el que se encontraban

-Kagura, he decidido traer a nuestra querida hija Kikyou –dijo pensativamente, ante la mirada confundida de su esposa –creo que le caerá bien el prometido de Kagome…

-¿Kagome tiene prometido? –Preguntó Kagura sorprendida, aunque nunca lo demostrara adoraba a su sobrina Kagome, por encima de Kikyou, que no era mas que una muchachita que su esposo había adoptado–Naomi nunca comentó nada con respecto a ese compromiso

-Pues no lo sé, pero no quiero verlo cerca de ella –susurró el hombre apretando los puños en el periódico –interferirá con mis planes

-¿Planes? –indagó la mujer mirándolo por encima del periódico, algo había cambiado desde la muerte de Naomi, y ella sabría de que se trataba

-Nada mujer, cosas mias –dijo dejando el periódico en la mesa de centro y poniéndose de pie para caminar hacia la salida de la habitación –habla con Kagome, o tendré que llamar a Kikyou…

-Tu hija está casada con Onigumo –replicó la mujer, empezando a enojarse -¿Por qué no dejas que haga su vida?

-¡Por que ella simplemente tiene que hacer lo que yo diga! –exclamó Naraku cerrando, de un portazo.

-Naraku… ¿Qué has hecho? –sollozó amargamente en el salón

&&&&&

Sango había dispuesto todo para el retorno de su amiga al templo, pero nunca imaginó que llegaría acompañada por un joven pelipateado, lo mas raro era que su amiga sonreía, algo que desde hacia tres años no hacía, la lleno de alegría verla sonreír. Se acercó a ellos con una sonrisa, Kagome al verla corrió a abrazarla, la habia extrañado mucho.

-Kagome, que bueno que estas en casa -dijo mientras sonreía al peliplateado que simplemente apartó la mirada, Sango se separó de su amiga y la tomó por el brazo -bueno, es mejor que entremos a que cenes algo

-Sango yo... no

-Debes comer Kagome eso fue lo que ordenó el doctor -replicó Inuyasha desde unos metros atras de ellas, deteniendo a Kagome en seco -eso fue lo que dijo

-Pero no tengo hambre -retó la chica, dejando a Sango asombrada, ella no reaccionaba así -asi que no puedes obligarme a comer, Inuyasha

-Oye, yo no lo ordené tonta -dijo el peliplateado cruzandose de brazos, mientras la miraba con el ceño fruncido -asi que deja de hacer berrinches inutiles y entremos de una vez, el clima no es muy adecuado para tí

-Solo me lastimé el tobillo -replicó la muchacha ante la risa de su amiga a la que miró fulminantemente -Sango ¿de lado de quien estas?

-Del que tiene la razón -dijo entre risas la castaña, haciendo que Kagome se enojara más -y él tiene razon Kagome, si el doctor te lo ordenó no puedes hacer nada más

-Ah, gracias AMIGA -dijo mientras caminaba con algo de dificultad. Perfecto, mi amiga se pone de parte de él, pero que ni crean que me ganaran, no quiero cenar pensó mientras entraba a la casa -Inuyasha, ella es mi amiga Sango

-Ya era hora que nos presentaran ¿no crees Sango? -dijo sarcasticamente Inuyasha, mirando a Sango divertida -pero bueno, que le vamos a hacer -se acercó a Sango -mucho gusto

-Igualmente -contestó la chica, mientras que Kagome se dejaba caer en la sala -bueno te quedaras a cenar... ¿no es asi?

-¡No! -exclamó Kagome desde la sala

-Si, gracias

-Bien, iré a poner mesa para tres -dijo alegremente la amiga de la chica -Kagome, por favor, aunque sea invita a Inuyasha a tomar asiento

-Por mi que se quede donde esta -replicó la muchacha enojada -nadie le ha invitado a que me acompañara

-Lo hice con gusto -respondió el peliplateado -pero si no quieres que esté aqui solo dilo, Kagome, regresé a verte y pareciera que eso ha sido lo peor que te ha pasado

-¡Pues te hubieras quedado donde estabas! -exclamó la chica, tapandose la boca con ambas manos -Inuyasha... yo...

-Es mejor que los deje a solas -dijo Sango mientras subía las escaleras

-No te preocupes... -dijo Inuyasha mientras tomaba su chaqueta que, minutos antes, habia dejado en el respaldo del sofá -es mejor que me vaya

-No, espera -pero antes de ponerse de pie le detuvo el dolor de su tobillo -¡Auch!

-¡Kagome! -se volvió a mirarla, encontrandola en el suelo -tonta, no vuelva a hacer eso

-Lo siento, Inuyasha no quería decir eso -se disculpó la chica mientras el aludido la acomodaba de nuevo en el sillón -en verdad me alegra que hayas vuelto

-Pequeña, esos arranques que tienes deben mejorar -dijo el joven mientras le alborotaba el cabello con la mano -en verdad, cada día andas de un humor

-Mira quien habla -sonrió

[Toc toc toc]

-¿Quien será a esta hora? -dijo Kagome mientras miraba el reloj en la pared -no es que sea muy tarde, pero no espero visitas

-Yo voy no te preocupes -contestó Inuyasha poniendose de pie, dirigiendose a la puerta -¡Van!

Al abrir la puerta un joven entró corriendo, azotando a Inuyasha en la pared -¡Kagome! amor ya estoy aqui -exclamó abrazando a Kagome, haciendo que ésta se incomodara, con el solo hecho de estar cerca de él

-¿Disculpa? -dijo Kagome sorprendida, tratando de quitarselo de encima -¡Inuyasha!

-Oye quitale las manos de encima -dijo sumamente molesto el peliplateado, tomando al muchacho por la playera -dejala en paz

-Vaya vaya, pero si el perro sarnoso ha decidido volver a Tokyo -dijo burlonamente el joven, sorprendiendo tanto a Inuyasha como a Kagome, se les hacia conocido de algun lado, pero no lograban familiarizarlo -vamos perro, ¿no te habras olvidado de mí o si?

-¡KOUGA!


Espero que les guste este fic... espero sus reviews y comentarios

HaChIkO/GaBrIeLa