Pacto
Las misiones habían vuelto a realizarse con normalidad, el Kazekage seguía ocupando su puesto y la villa prosperaba bastante. Las misiones eran repartidas tal y como llegaban y enseguida salía un grupo a realizarla, pero en esa ocasión parecía haber cierta discordia entre el solicitante y el Kazekage. El solicitante siendo un joven de cabellos azulados y largos, con una mirada de color aguamarina de unos veinticinco años más o menos, ante un Kazekage de cabellos rojizos y cortos con una mirada esmeralda pálido y penetrante de unos diecinueve años o así.
Varias kunoichi de la arena se encontraban presentes en la discusión y mirando algo enfadadas al joven artista ya que no parecía querer a ninguna de ellas y eso las enfadaba pues habían perdido misiones por ese maldito peliazul. El Kazekage, arto, mandó que se retirasen pues parecía que iba a tener discusión para rato, más ellas salían y otro grupo entraba con su sobre-formalidad.
La primera en saludar fue una joven castaña de unos diecisiete años que observaba curiosa a su Kazekage, dos jóvenes más entraron junto a ella y saludaron con una leve inclinación y tras ellos el Kazekage pudo vislumbrar al líder del equipo de unos veintitrés – Konnichi wa Kazekage-sama, misión cumplida con éxito, listos para la siguiente – Estaba en una pose típica en la formación militar de los shinobi, podría hacer como el resto del equipo, pero por cuestiones burocráticas debía cumplir el reglamento a rajatabla por mucho que lo odiase. El Kazekage la observó y en sus ojos se vio el brillo del alivio – Bien, buen trabajo, de momento estaréis libres, tomaos un descanso, cuando tenga algo para vosotros se os avisará – Los tres más jóvenes pusieron cara de felicidad y tras hacer una leve reverencia se retiraron dejando a su líder allí, pues de seguro solicitaría por alguna misión y ellos deseaban algo de tiempo para ellos – El joven peliazul observaba al líder con cierto asombro pues observaba a su Kazekage como aquel que observa a un niño – Kazekage-sama… - El Kazekage detuvo su frase con un movimiento de la mano – Hay una misión para ti, acompañaras a este artista y le mostrarás los mejores paisajes de Sunagakure – Pero yo lo que solicite… - El Kazekage lo miró seriamente – Se perfectamente l oque solicitó y pues es lo que le entregó, si pasado el plazo que usted demandaba para la misión usted no esta conforme, no deberá pagar nada, ¿le parece bien? – Ni si quiera le dejaron contestar, la kunoichi miró al artista y salió del despacho sin mediar una palabra más y el Kazekage se sentó en su escritorio y empezó a revisar cada uno de los papeles que ahí reposaban, por lo que el joven artista, resignado, salió tras la kunoichi encontrándola apoyada contra la pared esperándole.
