Los personajes y la historia pertenecen a Suzanne Collins, solo que... no me gustó el final, me quede con ganas de algo diferente, por eso lo inventé. Diálogos y situaciones los inventé (algunos, claro está). Está siendo publicada por mí en P.F. con este mismo Nick. En ningún otro portal. Espero que os guste - Lemon en algún momento y Spoilers.
Primero todo el rollazo…. Un día terminé de leer un libro… Sinsajo. Y paso por mi cabeza un REAL…. No podía creer que después de todo lo pasado, su historia de amor se resumiera en eso… en hay juegos peores y REAL… quiero decir, han sufrido tanto y lo han pasado tan mal y aunque son frases muy emotivas para un libro pensé joder si hasta Edward y Bella que se pasan cuatro libros mirándose lánguidamente tienen su noche de pasión total… y el amor de Peeta y Katniss es cien millones de veces más apasionado y todo se resume en media página?.
Así que dentro de mi soberana estupidez… u optimismo... ¿Quién sabe? pues decidí escribir un final que me gustase más… Entonces escribí esta historia es muy cortita pero antes no había escrito nada así…
Cuando me decidía subirla en Pttfic… me pareció que se quedaba corta… pero que queréis, la nostalgia me impide cambiarla para hacerla más extensa o corregir sus errores… y Katniss nunca fue mi personaje favorito… en cuanto apareció Peeta la borró del mapa… Sé que me entendéis… Así que comencé a pensar en otro fic desde el punto de vista estricto de Peeta que complementase éste pero que fuera más extenso y detallado…
¿Qué pasó? Pues como en el libro… creo Peeta se me va de las manos… me encanta escribir sobre él y desde su cabeza… Así que Los Ojos del Chico del Pan… tiene su propia historia que a veces coincide con ésta y que llegarán a integrarse… ya tengo pensado como… por eso veréis muchas similitudes sobre todo al principio pero mayormente no tienen nada que ver… Así que aunque en principio esta historia iba a ser el "guion de la otra" pues… ya sabéis que no es igual… sólo que me apetecía subir algo con final feliz…
Besitos y perdón por el rollazo… Peetkat
Oh¡ es un pov. Katniss
Regreso a mi vida
¡No puedo más! esta última semana ha sido un auténtico y placentero infierno, tan caliente que amenaza con hacerme estallar literalmente en llamas, haciendo honor a mi apodo de un momento a otro.
Todo empezó cuando regresamos a la aldea de los vencedores, cuando le oí plantar las prímulas bajo mi ventana, tan concentrado como cuando hace sus dibujos, salí corriendo al confundirlas con rosas, - pero ¿que se había creído?- al menos fui capaz de cerrar mi bocaza a tiempo de no quedar en ridículo, vi a Peeta allí plantado tan guapo con el pelo cayendo sobre sus ojos, que me miraban tranquilos.
- Pensé que te gustaría, dijo simplemente.
¿Gustarme? Eran maravillosas, algo hizo clic en mi cabeza y de pronto fui consciente de mi aspecto, de mi abandono en la desesperanza, allí estaba otra vez, mi diente de león para devolverme a la vida, salí corriendo sin decir nada.
- Katniss, Kat, ¿te encuentras bien?, ¿Qué pasa?
- Nada Chico del pan, absolutamente nada malo.
Corrí hacia el baño y rápidamente me di una ducha con agua fría, para despertarme, me vestí con unos sencillos pantalones oscuros, y una camiseta. Hay mucho que hacer…
Me llevó toda la mañana, recoger la casa, y arreglar todo lo que estaba tirado por el suelo, al menos la buena de Sae llego a tiempo para librarme de tener que preparar la cena, no creo que sea capaz de cocinar ni una sopa de sobre…
Después de cenar quedé tan satisfecha con todo que, recogí la mesa y tome el teléfono, tras varios tonos se oyó descolgar el auricular.
- Aurelius, ¡Hola! Soy Katniss, quiero disculparme por no hacer caso a sus llamadas, pero ahora necesito que me escuche, ya se cual será mi proyecto de recuperación, quiero escribir un libro, un libro que recoja todas mis experiencias desde que salí del distrito doce para entrar en la arena de los primeros juegos, quiero hacer algo para recordar a toda la gente que se ha visto metida en este cruel juego, nuestros recuerdos servirán para que nadie les olvide, bueno si a usted le parece bien.
- Me parece una idea muy acertada, te vendrá bien recordar todo ahora que las cosas están más tranquilas y reflexionar sobre ello.
- Aurelius, cree que sería posible pedirle a Peeta que me ayudara.
- ¿Ayudarte? ¿Cómo?
- Él podría hacer los dibujos del libro, él estuvo conmigo y vio lo que yo vi
- Hummmm, podría ser buena idea, vuestras heridas son similares, y estuvisteis muy unidos, y pese a las circunstancias del "secuestro" de Peeta, creo que el riesgo de que le den sus ataques ha disminuido lo suficiente para que sea seguro que os veáis.
- Gracias doctor voy a hablar con él inmediatamente, no sabe cuánto le agradezco todo esto, Adiós.
- Espera, Katniss,
- Si doctor
- Tenéis que tener paciencia, ya sabes. Bueno adiós, pronto recibirás los materiales necesarios para tu empresa, espero que sea para bien.
- Adiós Aurelius, y gracias otra vez.
No me lo podía creer, Aurelius pensaba que era seguro estar con Peeta, ¿Por qué no había venido a decírmelo él?. Que tonta soy, ya lo ha hecho, las flores son su forma de decirme que está aquí, para mí.
Será una tarea titánica, además me da una excusa para acercarme sin forzar la situación, me fui a dormir con una sonrisa en los labios y pensando, como una heroína de cine "mañana, mañana lo pensaré".
Ha amanecido y apenas puedo contener mi impaciencia, tomo mi desayuno a la carrera, oh! como echo de menos desayunar con Peeta, mi triste café, frío para más INRI, solo sirve para despertarme porque me lo trago sin pensar y casi me pongo perdida.
Es temprano tomo mi arco y mi chaqueta, y salgo de casa con intención de cazar, ¡esta vez caza mayor Katniss!.
La panadería acaba de abrir, es un buen momento para hablar con Peeta, ya que acaba de encender el horno y aun tiene que calentarse para poder trabajar.
Asomo mi cabeza cuidadosamente y le veo de espaldas detrás del mostrador, está comenzando a pesar la harina para hacer la masa, cuando se sobresalta con la campanita de la puerta.
- Katniss ¿Qué haces aquí tan temprano?
- Voy a cazar al bosque, pero antes tengo algo que pedirte.
Me mira con precaución, y dice con tono serio
-¿Qué quieres Kat?
Le cuento mi idea del libro y su cara va cambiando, de seriedad a sorpresa y en poco tiempo el interés y la emoción brilla en sus ojos,
- ¿y Aurelius dice que es seguro?
- ¿Hacer un libro?, ¿Cómo no va a ser seguro?
- Katniss, ya sabes a que me refiero.
Miro hacia el suelo y digo - Yo creo que lo es, Peeta, tú nunca me harías daño.
- Si claro… será porque no lo he intentado, ¿Cómo puedes estar tan convencida de ello?
- Mira Peeta, en esta vida no hay nada seguro, pero yo estoy dispuesta arriesgarme, y si Aurelius cree que lo es, tengo que confiar en él.
Sus ojos tornan a un color más azul aun si cabe, la sonrisa asoma a sus labios.
- De acuerdo Kat, lo haré, por ti, por mí, por nosotros, y por la gente que hemos conocido y merece que la recuerden. ¿Cuándo empezamos?
- No lo sé, mañana llegan los materiales que me prometió el doctor, ¿nos vemos en la cena?
- En la cena entonces, dice él, pero deja que Sae cocine, no quiero arriesgarme a un dolor de barriga.
Sonrío le saco la lengua y me voy al bosque a cazar. Mañana tengo una cena muy importante y tengo que llevar a Sae algo que poner en la cazuela…
.
.
.
Me levanto por la mañana y me miro al espejo, el pelo cae lacio sobre mis ojos, estoy demacrada, doy pena, auténtica pena, estoy destrozada, desde que Peeta y yo no dormimos juntos, apenas consigo conciliar el sueño, no soy capaz de unir dos horas seguidas y esto, está acabando con mis fuerzas.
Bueno esta noche es muy importante, tengo que estar presentable. Me ducho, me peino la trenza lo mejor que puedo, aun no he acabado de vestirme cuando un aroma alucinante me llega desde abajo, en un suspiro me pongo unos pantalones y una camiseta y salgo de la habitación dando saltitos para terminar de colocarme la bota.
Bajo despacio las escaleras, y veo a Peeta trabajando en la cocina.
- ¿Hola? Saludo quedamente ¿cuando has llegado?.
- ¡Hola!, hace un rato, por cierto ¿no has pensado en cerrar esa puerta? creí que te apetecería un buen desayuno, quiero que te tomes el café y te pongas en marcha, me parece que no has estado alimentándote demasiado bien estos días.
- Tienes razón, en las dos cosas tengo que aprender a cerrar la puerta, pero por otro lado si lo hubiera hecho, ahora no podría estar tomando este maravilloso desayuno - sonrío con picardía - muchas gracias.
- A mi no puedes cerrarme la puerta, ¿olvidas que me dejaste una llave? - sonríe y me enseña la copia que lleva en el bolsillo- la tengo desde que volvimos de los primeros juegos, ¿te acuerdas?.
- Errr, si claro, solo no creí que aun la conservarías.
- Pues sí, ya ves lo guardo todo,-se queda algo pensativo antes de continuar, ¿habrá querido decir algo más? - y por cierto, no me des las gracias, quiero que estés fuerte y despejada, y ponte manos a la obra, esta noche quiero ver algo del trabajo que vamos a hacer.
- No te preocupes, trabajaré toda la mañana, y espero enseñarte algún bosquejo después de la cena.
- De acuerdo, ahora tengo que irme, nos vemos esta noche.
Al pasar por mi lado besa mi mejilla, duda un momento y sale de la casa, creo que lo hizo de forma inconsciente, pero no puedo evitar llevar mi mano allí donde puso sus labios. Cuando llega Sae me encuentra completamente embelesada.
- Katniss ¿qué te pasa?, despierta.
- Perdona Sae, te dejo prepararlo todo, recuerda que la cena tiene que ser ese estofado tan rico que nos enviaron los patrocinadores a la cueva, cuando Peeta estaba curado.
- No te preocupes, la receta apareció inmediatamente en todos los programas de cocina, de Panem, puedo hacerlo, incluso con una ardilla.
- Saaae.
- Tranquila cielo, solo bromeaba, todo estará perfecto.
Agarrando mi café calentito, me pongo delante de la mesa del salón y abro la caja que acaba de traerme Sae, allí está todo el material que pudiéramos desear, para nuestro proyecto…. Tomo una hoja en blanco y la pongo delante de mí, al principio no sé, por dónde empezar pero enseguida comienzo a dibujar un breve esquema de nombres, mi padre Prim y Rue aparecen en los primeros lugares.
Noto que me acercan un plato, es la hora de la comida y me he enfrascado tanto en el asunto que se me pasó el tiempo volando, Sae ha dejado un bocadillo, creo que ella también se ha dado cuenta de que esto será importante y quiere que siga sin desconcentrarme. Sigo trabajando toda la tarde, hasta que Sae se acerca.
- Vamos niña casi es la hora de cenar, yo me marcho a casa pero tú tienes que arreglarte, hoy tienes visita, ¿no? -
¿Es diversión lo que veo en sus ojos?, ¿qué pasa con todo el mundo? ¿Soy tan transparente?
- Gracias Sae tienes razón, no sé qué haría sin ti.
Cuando me levanto veo que todo está preparado, la mesa puesta, la chimenea encendida y el estofado colocado en un lado para servir. Subo de dos en dos las escaleras, hasta el baño, siento los pies ligeros como plumas, el estómago se siente hueco, y no creo que sea solamente por el olor del estofado, que por cierto es celestial.
Estoy en la ducha cuando suenan dos golpes en la puerta, - ¡oh no! - ya está aquí y yo con esta pinta, me da miedo que se marche, y sólo tomo el tiempo para aclararme los ojos, ponerme una toalla y salir corriendo escaleras abajo.
Suena otro golpe y abro la puerta, Peeta está allí plantado, se queda con la mano en el aire, trae una pequeña cesta, imagino que con dulces porque huele realmente bien, su cara es de sorpresa total.
Se le escapa una sonrisa - Kat, por dios, ¿qué haces así?, vas a coger una pulmonía.
- Entra rápido por favor, temía que te marcharas, enseguida bajo - me estoy empezando a ruborizar.
Corro otra vez a mi habitación, pero la suerte no está de mi lado, la toalla que me cubre se engancha en el arco que cuelga del perchero, y resbala entre mis manos, no me puedo creer que esto me esté pasando a mí, le miro de refilón su boca se abre, con incredulidad, cojo rápidamente lo que queda de mi orgullo y roja como la grana me voy a la habitación, cierro la puerta y me siento en la cama, Dios mío porque, porque a mí?…. Ha visto mis cicatrices, no podré mirarle nunca más a la cara; no me atrevo a bajar. Al poco oigo sus pasos en la escalera y toca suavemente la puerta.
- Katniss abre - golpea más fuerte - Katniss abre la puerta ahora mismo o la tiro abajo.
- No, no quiero abrirla.
- Vamos, no seas niña - dice suavemente - vístete y baja tienes que atender tu invitado, prometo no recordar nada.
- Mentiroso, me moriré de vergüenza.
- No seas ridícula, Kat nadie se muere de vergüenza, además ahora estamos en paz.
- ¿Cómo que estamos en paz?
- Recuerdas cuando me rescataste en los primeros juegos, tuviste que curarme, lo que te agradezco profundamente pero que yo sepa, el color de mi ropa interior no fue un secreto para ti.
- No es justo, yo no llevo ropa interior.
Reprime una risa, y dice - De acuerdo Kat, pues entonces, me quitaré la mía, abre para que puedas verme.
- Se me ponen los ojos como platos y ya no puedo estar más colorada - No,¡ para, para! solo dame un segundo y bajo.
- De acuerdo, pero no me hagas esperar mucho si no quieres que vuelva a por ti.
Noto su voz rara, entre contenida y sensual, creo que realmente he llamado su atención….
Me pongo unos vaqueros y un jersey fino con el cuello alto, echo de menos una capucha o por qué no, un saco que tape mi cara, respiro hondo y salgo de la habitación. Peeta está sentado al lado de la chimenea, esta hojeando mi bosquejo, cuando entro en la habitación, sonríe, pero su sonrisa es dulce como siempre, está claro que no quiere incomodarme, - ¿cenamos? - pregunto con la voz más alta que me permite la vergüenza, que suena más o menos para el cuello de mi jersey.
Peeta se levanta y me ofrece la mano - vamos Kat a ver que tenemos en la mesa.
Como el no da importancia a lo sucedido, mi sonrojo va desapareciendo y poco a poco vuelvo a la normalidad, bueno más o menos, me parece que me está mirando con disimulo.
Cuando descubro el estofado de cordero, me mira con curiosidad, recuerda la cueva, sirvo dos generosas raciones y comenzamos a cenar en silencio.
- Uhmm esto está muy bueno, Kat- sonrío ante su expresión, casi ha puesto los ojos en blanco.
- Ya sabes que el mérito es de Sae es una cocinera genial - noto que se queda pensativo como recordando algo.
- Esto ya lo hemos comido juntos - duda- ¿antes?
- Si respondo, en los primeros juegos.
- En la cueva, después de que me inyectaras la medicina, después de que contara la historia del colegio ¿real?.
- Real
Le veo cabizbajo y aventuro - después de besarnos apasionadamente.-
Me mira con ojos tristes - pero fingías para la audiencia ¿real?
- No, no real, otra cosa en que no lo reconociera, pero lo que sentí en ese momento fue real - al fin lo he dicho.
Me mira entre sorprendido y emocionado, le brillan los ojos, me toma la mano y la retiene muy serio entre las suyas.
- Se que odias este juego Kat, pero es mi forma de recuperarme, de seleccionar los recuerdos de mi cabeza, saber que es real y que no me permite controlar los ataques, o al menos intentarlo, necesito que seas sincera, realmente es cierto lo que has dicho?
- Completamente, y no te preocupes, estoy aquí para tí, cuando lo necesites - la sonrisa que me dedica me derrite por dentro, terminamos y preparo un té caliente y Peeta coloca unos pasteles de fresa en un plato, cogemos las notas y nos sentamos en el sofá frente a la chimenea, le explico mis ideas sobre el libro, él me escucha y asiente, de pronto toma una hoja de papel y los colores que están en la caja.
- Espera, voy a hacer un boceto, a ver cómo podemos colocar los dibujos para que encajen bien en sus páginas.
Mientras él comienza a dibujar me sorprendo mirando su perfil su cejas rubias contra el fuego y me doy cuenta de, cuanto le he echado de menos, sus brazos, sus manos, su sonrisa, y sus ojos mirándome enamorados como me miraron en la cueva, que tonta fui, no supe verlo. Ha sufrido tanto por mi culpa. Mis parpados se van cerrando con el calor del fuego, sin darme cuenta caigo rendida en el sofá.
De repente oigo ruidos, de pisadas, como puede ser, estoy en el bosque sola y no puedo alcanzar algo, pero no sé que es, corro y corro sin parar pero mis pies no se mueven del suelo, a lo lejos veo a Peeta, Cato va a atacarle, le grito pero las palabras no salen de mi boca, va a morir y yo estoy paralizada, no nonoooooooooo, Peeta.
Unos brazos fuertes me rodean, abro los ojos y veo su cara de preocupación
- ¿pesadillas? -
- Si -respondo con lágrimas en los ojos - ellas nunca me han abandonado, desde que tú no estás conmigo para abrazarme, te echo de menos, por favor quédate conmigo esta noche.
- Tranquila Kat,- acuna mi cabeza contra su pecho y me besa el pelo - estoy aquí siempre estaré aquí para ti, yo también te he añorado, también tengo problemas para dormir desde que no lo haces entre mis brazos, cuando despierto no puedo verte y siento que te he perdido.
- No me has perdido Peet, sólo es, que me ha costado encontrarte.
Me toma en sus brazos y me lleva a la habitación, me quedo dormida sin ponerme el pijama, el se tumba a mi lado, y sin dejar de abrazarme, me aparta el pelo y besa mi nuca - Te quiero Kat, nunca he dejado de hacerlo.
Le miro a los ojos y le beso suavemente en el mentón - Yo también te quiero, no puedo creer que haya tardado tanto en darme cuenta - nos quedamos dormidos el uno en brazos del otro.
.
.
.
Cuando despierto Peeta me mira fijamente - buenos días digo desperezándome ¿No has ido a trabajar hoy?
- Hoy es domingo tonta, se encargan de ello mis ayudantes, además nada podría apartarme de ti en este momento, vamos, mueve ese precioso trasero, te prepararé el desayuno. Ya que estamos vestidos, podemos ir a dar una vuelta, para que veas cómo está quedando el distrito, hace mucho que estás aquí encerrada.
- Si claro lo que tu quieres en pasearte conmigo para que todos sepan que te comerás vivo a quien se me acerque Auuuuuuuuuu. - hago el lobo.
- Ja ja ja ja,- no podemos contener la risa,- si claro dice Peeta, eso también, pero quiero que te dé un poco el aire- me mira más serio.
- Ok, permitiré que me lleves a la plaza-sonrío.
- La terraza del centro de entrenamiento, cuando te dije que me gustaría congelar el tiempo y vivir para siempre en ese momento, tu me dijiste lo mismo ¿real?
- Real.
Una vez estamos sentados en la cocina, siento que necesito pedirle algo, pero no sé muy bien cómo empezar, así que, creo que por primera vez en mi vida, voy directamente al grano:
- Oye Peeta, si quieres puedes trasladarte aquí, es absurdo que ambos sigamos soportando pesadillas, cuando el remedio es tan fácil.
- ¿seguro que no te importa? - dice bajito, pero sus ojos me miran con esperanza,
- Estaré encantada de compartir mi humilde hogar con usted, Sr. Mellark.
Reímos al unísono,
- Encantado de aceptar el honor que me ofrece Srta. Everdeen, pero como caballero que soy quiero advertirle que los vecinos van a murmurar -
Y yo, a eso, sólo tengo que decir una cosa-mi dedo está sobre mi boca, ¿porque parece que si tienes bigote mandas más?- A la porra con los vecinos que se mueran de envidia, somos los trágicos amantes del distrito doce acaso lo has olvidado?- noto que me entristezco de nuevo.
- Como podría - dice Peeta tomando mi mano -¿algún día dejaremos de ser trágicos, Katniss?
- No lo sé eso espero, de verdad que lo espero.
Peeta se acerca y me coge entre sus brazos, me levanta en vilo y me coloca sobre la mesa de la cocina, sus manos acarician mi espalda y sujetan mi cabeza, un escalofrío de placer me recorre y agarro los rizos de su nuca, se acerca a mí con una mirada de anhelo en los ojos, sus labios se posan sobre los míos, primero como pidiendo permiso y cuando los entreabro presionando con suavidad sobre ellos, los lame lentamente y no puedo evitar suspirar, cuando su lengua entra en mi boca, yo empujo con la mía y este roce hace que el calor se extienda por nuestra piel.
Me separo para tomar aliento, y le pregunto - Cielos ¿Dónde has aprendido a besar así?.
- Contigo en la arena Katniss, todo lo he aprendido contigo, pero creo que mi mente ha hecho alguna que otra hora extra pensando en ti, me obligue a recordar nuestros besos en la arena he soñado tanto tiempo con repetirlos, sin espectadores, solos tu y yo- Sonríe.
- Yo también he anhelado este momento- no sé como voy a decir lo que estoy pensando, pero empiezo a pensar que la sinceridad vuelve a ser mi mejor aliada y una vez más, me atrevo - Peeta, si vamos a vivir juntos antes tenemos que hablar, te quiero y sé que nunca me obligarías a hacer nada que no quisiera, pero de momento no me siento preparada para ir más lejos - ¿lo entiendes, no?
- No te preocupes, podemos tomarnos el tiempo que quieras, es bueno que podamos acostumbrarnos el uno al otro. Voy a casa recoger mis cosas, volveré en un momento, luego daremos ese paseo que me debes y pasaremos la tarde trabajando en el libro.
Me beso en la punta de la nariz, y se dio la vuelta para salir, antes de que pudiera pensarlo, corrí tras él solo para lanzarme en sus brazos y plantarle un sonoro beso en la boca.- Te espero impaciente.
Casi pone sus ojos en blanco al mirar al cielo-no se como he podido pasar tanto tiempo sin ti- se gira sobre sus talones- tranquila no tardaré mucho.
.
.
.
Ese fue el principio del fin, de mi sufrimiento, de mis últimos retazos de dudas,…ahora tengo solo una certeza, estoy perdidamente enamorada de mi chico del pan, y mis noches son cada vez más calurosas, bueno al menos el invierno, de momento está conmigo.
Tenemos 18 años y muchas hormonas revolucionadas, si no hubiésemos pasado tanto, andaríamos por ahí sin control disfrutando del nuestro amor, pero las secuelas de nuestro sufrimiento nos impiden abrirnos completamente al otro.
Bueno en realidad soy yo la que se encuentra cerrada, porque él se me ha entregado completamente, me abraza, me besa, me acaricia, se ducha con la puerta abierta, y se pasea por la habitación con una toalla colocada en la cintura que apenas alcanza a tapar la parte baja de su estómago, plano y duro.
Alguna vez le veo apretar los puños para controlar un ataque pero cada vez son más cortos y él está más fuerte, es como si al vivir juntos, los nuevos recuerdos que vamos creando van dejando fuera a los implantados durante el secuestro.
Su cuerpo se ha desarrollado en estos dos años, no sé si él se habrá dado cuenta de cómo lo miro últimamente, arderé en el infierno por mis pensamientos, vamos si fuese panecillo, me lo comería con queso, y creo que sí, que él lo sabe, cada dos por tres me pilla mirándole, embobada, mi cara pasa del rosa al rojo, cuando veo su media sonrisa, dios, me va a volver loca, me duelen las puntas de los dedos sólo con pensar en tocarle, en arrancar esa toalla y...
-Eh! hola, Kat toc, toc ¿estás ahí?
Parpadeo para fijar mi vista, otra vez como un farolillo - errr, si perdona estaba pensando.
-¿Y qué pensabas?, pregunta divertido.
Como si no lo supieras, pienso mordiéndome el labio - uhm nada, nada, solo que tengo que comprar toallas nuevas- mis ojos se desvían a la que lleva puesta - ehhh, ahora que vives aquí necesito algunas más- salgo casi corriendo y bajo la escalera mirándome los pies. ¿Eso que oigo es una risa ahogada? - me mata, me mata, no puedo evitarlo.
La otra noche aún no había conseguido conciliar el sueño, la respiración de Peeta sonaba tranquila y acompasada, de pronto note que su mano se deslizaba a lo largo de mi cadera, y quedaba posada justo allí, me quedé rígida y sin moverme, pero no paró ahí, comenzó a acariciar mi cintura, y a bajar hasta mi ombligo donde permaneció un momento haciendo círculos, muy, muy despacio, mi estómago se llenó vida, sentía cada caricia, y quería más.
De pronto noté su dureza en mi espalda, ¡oh dios!, su deseo por mí me dio alas y me giré hacia él en la oscuridad, mis dedos anhelaban el roce de su piel, metí mi mano bajo su camisa y repasé los músculos de su pecho sin pudor, acercando mi cara a su cuerpo para poder sentir su olor, tan familiar, me siento en casa, y el está tan quieto, casi no noto su respiración me deja acariciarle, creo que lo hace para que no me eche atrás en el último momento, poco a poco mi mano fue bajando hasta encontrar la cinturilla de su pantalón, rozo el borde y paseo mis dedos lentamente sobre el bulto de su ropa interior, quiero quitarle la camiseta, me estorba quiero besar su pecho, su clavícula, su cuello... estoy descontrolada pensé, alcé mi cabeza hasta ponerla a la altura de la suya y le bese.
- No te hagas el dormido o lo lamentarás - él abrió los ojos que se veían oscuros a la luz de la luna que entraba por la ventana y me miró con hambre, reflejando mi mirada, mientras se despojaba de la prenda.
Sus manos comenzaron a recorrer mi cuerpo a subir mi camiseta, encendiéndome como solo él sabía hacerlo, es una caricia, suave pero intensa, me desviste, y sus labios se posan en mi cuello, su lengua baja por la clavícula dejando un rastro de fuego vivo sobre mi piel, sin ser consciente acerco más mi cuerpo al suyo el roce me hace gemir, toda yo me pongo en alerta, cada poro, cada terminación nerviosa, envían ramalazos de luz a mi cabeza, me arqueo hacia él y envuelvo su cintura con una de mis piernas.
Nos besamos apasionadamente y se aferra a mis nalgas para acercarme a él y su mano sin dejar de moverse alcanzó mi entrepierna, debí sobresaltarme, entonces me dice en un susurro, - Por favor Katniss déjame tocarte, tócame, te necesito tanto, sólo eso, déjame darte placer.
No contesté, pero en ese momento abrí mis piernas deje vía libre a su íntima caricia, sus manos fuertes subían y bajaban acariciando sobre mis breves braguitas, mojándome por dentro y por fuera, con su otra mano recorría todo mi cuerpo, dejándome una sensación electrizante y una enorme necesidad de explorarle yo a él.
Peeta pareció intuir mis dudas, tomó mi mano y la bajó hasta su calzón. - Tócame Katniss, necesito que me toques -
Su respiración agitada se mezclaba con la mía caldeando el ambiente, ¿más?, llevo mi mano bajo su ropa interior y le toco, me sorprendió lo suave que era su piel, agarré todo su grosor con la mano y comencé a moverla lentamente arriba y abajo, acariciando toda su extensión, desde la base hasta su húmeda punta, sus jadeos no hicieron más que incrementar mi deseo, - Oh Kat te quiero-
Y diciendo esto, se coló entre la tela de mis bragas y su dedo entró en mi, arrancado un suspiro de placer que no supe hasta después, que era mío.
Yo seguía acariciándole - Peeta, suspiró, ¿estás bien? - Conseguí preguntar en un susurro entrecortado - dime como hacerlo, dime como hacerte sentir como tú estás haciendo conmigo.
Sus dedos entraban y salían en mi cada vez más rápido, el calor me consumía, con su mano libre me guío para acompasar su cuerpo a sus envestidas en mi mano, y seguimos el ritmo de nuestros cuerpos nos arqueamos, nos acercamos hasta robarnos incluso el aire que nos rodeaba, sin dejar de besarnos y por fin sentí las llamas subir y devorar el hambre.
Peeta se separó solo lo suficiente para mirar mis ojos, me vi en ellos, entonces vi su cara, con los labios entreabiertos, concentrado en sentir y hacerme sentir a mí, sus ojos mirándome como si nada más existiera en el mundo, y entonces bajo su mirada, alcancé el primer orgasmo de mi vida, él cerró los ojos y se arqueó en un espasmo, note la humedad en mi mano y supe que Peeta también lo había experimentado, su cabeza echada hacia atrás y el gruñido de placer corroboraban mi idea.
Es la primera vez que me siento así, nos recostamos uno en el abrazo del otro esperando calmar nuestros corazones. Entonces le miré, el brillo de sus ojos era indescriptible, me sonrió y fue como si algo me atravesara.
- Llevo tanto tiempo soñando contigo, Kat, estás preciosa, te brillan los ojos.
- Sólo soy un reflejo de ti - digo sonriendo - Te deseo, tanto, Peet - en ese momento solo puede suspirar - aun no sé si estoy preparada para entregarme a ti.
El no paraba de acariciarme - no tenemos por qué hacerlo, pero podemos darnos placer de otras formas, conocernos despacio, va a ser muy agradable - ¿gruño? rozando con sus labios mi oreja.
-¿Tu como sabes todo esto?, pregunte curiosa, trazando con mi dedo en su pecho
- Encontré algún que otro libro perdido en la biblioteca del capitolio sobre el tema
.- No puedo creerlo - me incorporé sobre mi codo para mirarlo, con lo que me gané un besito en mi pecho- A punto de morir y tu pensando en sexo?, eres terrible - susurré excitada y divertida al mismo tiempo. Oh... pensar en lo que acabábamos de hacer me estaba volviendo loca…
- Sólo quería saber cómo complacerte, tenía muy claro que si algún día me ofrecías la oportunidad, no la desaprovecharía.
- Y no lo has hecho - comentario que sirvió para volver a encender sus ojos con la sonrisa que yo tanto amaba, me beso suavemente y sus manos volvieron a las andadas con las caricias, pero esta vez era como un juego tranquilo, por el mero placer de acariciar y disfrutar la cercanía de la persona que amas.
- Te has convertido en un chico de fuego - bromeé aun un poco excitada.
- Tú me has convertido en fuego al arder conmigo.
Nos fundimos en un apasionado beso, y dormimos sin pesadillas el resto de la noche. Fue nuestra primera experiencia sexual, y desde entonces no ha sido la última, sin embargo sigo temiendo entregarme a él por completo, enfrentarme a mis cicatrices y entregarle mi completa intimidad, él ya me la ha entregado, me paso el día encarnada como una amapola, insiste en que nos duchemos juntos, entra y sale del baño e incluso duerme desnudo, me está tentando y muy pronto, voy a caer en la tentación.
Me sonríe y me dice - me deseas, ¿Real?
Sonrío, y le tiro una almohada a la cabeza, pero no contesto, y pienso para mis adentros, Muy Real.
.
.
.
Hace casi un año que hemos vuelto a casa, y casi seis meses que Peeta y yo vivimos juntos. Al principio fue duro ver, como ambos seguimos luchando contra las secuelas que han quedado en nosotros pero, a pesar de todo, hemos conseguido salir adelante.
La panadería funciona gracias a él, es su forma de volver a la realidad, yo cazo y todas las noches enfrentamos juntos y abrazados nuestros demonios; algunas veces noto como Peet se pone rígido de terror cuando me ve entrar en la habitación, se hace un ovillo y se esconde bajo las mantas, para no verme y atacarme, entonces despacio y sin ruido, me acerco a él que mantiene sus ojos cerrados, y susurro en su oído la misma canción que en el colegio cuando tenía cinco años, eso le tranquiliza.
Anoche tuve una pesadilla, los mutos con las caras de los demás tributos me persiguen, no alcanzo a Peeta, me cogen y me ocultan con sus cuerpos, me muerden y me ahogan, entonces me doy cuenta de que los mutos tienen mi cara y el cuerpo mordido y destrozado que hay en el suelo es el de él, me incorporo de un salto en la cama, gritando y llorando sin parar. Peeta me abraza fuerte me besa con ternura y me acuna hasta que dejo de temblar, me acurruco en el hueco de su hombro.
- Tranquila amor, ya paso, estas a salvo.
- ¿y tú ? le miro a los ojos, ¿estás bien?
- Si cariño estoy bien, estoy contigo.
- Soñé que habías muerto, no me dejes, quédate conmigo
- Siempre, dice besando el cabello de mi coronilla.
Vuelvo a dormirme, sintiendo su respiración y su latido tranquilo en el pecho, y mi sueño vuelve a la playa de los últimos juegos; a la noche en que sus brazos me rodearon y yo sentí hambre de más, donde supe que era él, nunca podría haber nadie más para mí, soy Katniss Everdeen y mañana es mi 19 cumpleaños; he sobrevivido a dos juegos del hambre y una guerra, me han cosido, quemado y he perdido a mi hermana, a la que ame más que nada en el mundo, a pesar de ello, duermo el resto de la noche con sueños de un atardecer naranja, soy feliz.
Cuando despierto Peeta se ha marchado a la panadería, me giro y una flor, un diente de león y un panecillo con queso están al lado de mi almohada con una nota, esta noche nos hemos tocado, acariciado y llevado al límite mi resistencia y la suya, en todos los sentidos, cada vez estoy más cercana a caer en su encanto, el pobre debe estar agotado, apenas hemos pegado ojo.
"Lo siento preciosa, hoy es tu cumpleaños, pero sabes que anoche fuiste muy mala, y no tienes permiso para perseguirme, te quiero" - si, fui malísima, pero él me provocó, una no puede meterse en la cama con alguien tan condenadamente sexy y quedarse tan tranquila, y esa divina y maldita manía que ha cogido ahora por dormir como Dios le trajo al mundo, ups ¿me estoy relamiendo?.
Ohhhh - condenado encantador de serpientes. Y aunque nadie pueda oírme - Odio que me llamen preciosa-.
Sonrío y me incorporo ligeramente, sé que me prepara algo especial, algo bonito, como una de las tartas que tanto gustaban a Prim, estará ocupado bastante tiempo, bueno yo también tengo una sorpresa que preparar.
Estoy emocionada, hoy es el día, tengo algo que recoger en el correo, también tengo algo para él no estaría aquí sin mi chico del pan. Con él he descubierto nuevas formas de besar y acariciar que encienden nuestro deseo de llevar más lejos el contacto, yo también he aprendido a satisfacerle, pero sé que ambos queremos más, lo queremos todo, y esta noche estoy preparada, es tiempo de darle toda mi intimidad, de olvidar mis cicatrices, ser valiente y afrontarlo, no me refiero sólo al sexo, sino a mis miedos más profundos, esos que aun no me atrevo a contar en voz alta.
Él hace mucho que se rindió a mí, se reconocer sus ataques, vamos intuyendo las situaciones que los disparan, aun nos queda mucho, pero como siempre él se da antes que yo. ¿Qué pasará cuando me atreva a enseñar mis cicatrices, en su totalidad? ¿Dispararán algo en su mente?, recuerdo el "incidente" de la toalla, cuando quedé desnuda ante él, pero solo fue un segundo.
Realmente, estoy feliz pero también noto como el miedo a lo que pueda pasar atenaza mi estómago, aun así se que él no va a dejarme sola, y yo estaré ahí para él, y si en medio de un ataque no puedo defenderme y acaba conmigo, moriré con gusto, pues lo habré intentado todo.
No encuentro a nadie en mi camino hasta correos, la oficina está vacía, recojo el paquete y salgo disparada para la casa no puedo apenas esperar a ver como quedó, abro la caja y compruebo que es tal como yo quería.
He encargado un amuleto, es mi Sinsajo, el que me regalo Magde, ahora sin el círculo ni la flecha libre de su cerco, he fabricado un cordón yo misma, tal como me enseño mi padre ha hacer las cuerdas para el arco, es muy resistente.
No quiero que mi insignia se asocie más a la rebelión, ahora lo he convertido en símbolo de pasar página, reparar heridas, y solo se me ocurre asociarla a persona más generosa que conozco, a la que más amo en este mundo, quiero que lo tenga Peeta, el hombre que me ha hecho renacer.
Preparo el regalo en una caja y lo guardo, sin mucho que hacer hoy, me dispongo a pasar las horas que quedan escribiendo en nuestro libro pero los nervios no me dejan concentrarme, me levanto como en un trance y sin darme cuenta estoy frente a la puerta del estudio, Peeta, trasladó allí sus pinturas, es su terapia, algo me empuja a ver sus cuadros.
Nunca más quise volver a verlos desde que me los enseñó durante la gira de la victoria, en la habitación sé que también guarda las horribles pinturas de sus visiones de mi como un muto.
Sus recuerdos del secuestro, tengo que enfrentarme a ellos antes de entregarme a él, tengo que acabar con mi guerra interna, con Snow, tengo que hacerlo por mí por Peeta, y por nuestro futuro juntos.
Abro la puerta sin mucha convicción, tengo miedo, entro y ante mí se extienden los lienzos, todo está cubierto, me acerco despacio y poco a poco voy destapando los cuadros, el primero me muestra como un perro de ojos grises que persigue Peeta, hasta la cornucopia en los primeros juegos, con dientes ensangrentados y babosos.
- oh dios mío - susurro, esto es lo que a veces ve en su mente.
Me contraigo de dolor al pensar en la fuerza de voluntad que tiene para resistir los ataques, cuando aprieta los puños, hasta que se serena,
- es horrible -
Sigo adelante otro más este es aún peor, estamos en la cueva y me abalanzo sobre su garganta, lo estoy desgarrando sin compasión con los ojos llenos de ira, ahora estoy llorando, siento mi odio crecer, odio a Snow ha tocado un hermoso recuerdo, nuestro primer beso, me arrepiento de no haberlo matado antes que a Coin, si pudiera le desgarraría la piel.
El siguiente está presente aun en mi memoria, Peeta en una camilla con los ojos llenos de dolor y su cara completamente deformada por el odio y yo abalanzándome sobre él, me ha cogido del cuello e intenta estrangularme,…. No puedo seguir mirando, las lágrimas arrasan mis ojos casi no puedo ver.
-Como, ¿cómo vamos a borrar esto? - estoy en el infierno.
Estas últimas noches pasadas en la intimidad de nuestras caricias, unidos en la oscuridad ahora me hacen dudar, como podre mostrarme ante él con mi cuerpo lleno de cicatrices, hasta ahora he conseguido ocultarlas más o menos, levantándome a tientas para cubrirme con una camiseta antes de que el despertara, ¿Qué voy a hacer ahora?.
- No - pienso, no lo permitiré, me levanto del suelo con una nueva resolución, voy a borrarlo todo, tendremos más nuevos recuerdos, que ocuparán su memoria, sustituyendo estas atrocidades, me haré fuerte, me haré tan fuerte como él y juntos saldremos adelante. De pronto algo llama mi atención, el sol se filtra por una ventana e incide sobre una de las telas, despacio me acerco y lo descubro con precaución es Prim, su carita el día de los juegos, con la camisa saliendo de su falda.
- mi patito -
Sus grandes ojos mirándome cuando me presenté como voluntaria por ella, es como los bocetos para mi libro, para nuestro libro, uno más , Prim cuidándole en el distrito 13, cuanta calma transmite,
- Estaba equivocada cuando pensé que ya no podía quererle más .
Son hermosos y terribles, Rue en su lecho de flores, Mags entrando serenamente en la niebla, sacrificando su vida con una sonrisa, Wiress, nuestro canario en la arena, mirando embelesada las estrellas; y la playa, nosotros abrazados frente a frente, mirándonos a los ojos, mis manos en las suyas sosteniendo el colgante con las fotos de mi familia y de Gale, y la perla que es mi bien más preciado, en sus ojos hay tristeza, no en vano me estaba ofreciendo su vida, para que pudiera ser feliz al lado de otro, pero también una infinita ternura, me conmueven al extremo, y ahora, lo veo tan claro que me duele, sé que fue real que le amé en la cueva y le amé en la playa, no fue por la estrategia, no fue por las cámaras, estaba ahí, y ahora puedo verlo, puedo verlo a través de sus ojos.
Sólo son dos capitulillos así que los subo los dos a la vez..
