«... Por último, uno de los maleficios más aterradores es el Clamor Mortis, creado por Balfour Blane durante el 1607. Su efecto es provocar la ilusión auditiva del grito de una Banshee a la víctima y su aparición es de chispas azules. Este maleficio fue prohibido a partir del siglo XX, ya que fue empleado como medio de tortura por magos oscuros, haciendo que quien se le lanzaba este hechizo acababa por volverse loco si era expuesto a la ilusión sonora por largos periodos de tiempo. Este hechizo se puede evitar esquivandolo o empleando un hechizo protector, ya que no tiene su propia contrahechizo, al contrario que otros maleficios». Hermione le puso un punto final a su redacción, aunque faltasen 5 días para entregarla se alegro de haberla terminado ya y tener más tiempo para releer sus libros o hacer las otras tareas. Se estiró en una silla de la biblioteca, donde no había casi nadie.
Había empezado a recoger sus cosas cuando notó que alguien se acercaba a ella:
-Granger, ¿has terminado ya de usar el libro? -preguntó Theodore Nott, apoyado con una mano en la mesa y con la otra señalando el ejemplar del Compendio Avanzado de Maleficios y Contrahechizos.
Alzó la cabeza hasta verle a los ojos oscuros. El chico ya normalmente era alto pero desde ese ángulo casi le parecía un gigante muy delgado. La veía con su calma intrínseca, esperando su respuesta:
-Sí, claro. Cojelo. Espero que te sea útil.
-Yo también -Theodore cogió el libro e hizo amago de marcharse, pero se volvió de nuevo hacia ella-. Otra cosa, ¿terminaste ya el trabajo de Pociones?
-Sí, ¿tú no?
-La verdad, es que estoy algo atascado.
La vergüenza de aquella confesión que se plasmó en su expresión hizo que Hermione sonriera interiormente.
Todo había comenzado hacía cuatro meses, al tener que trabajar juntos para hacer Veritaserum. Siempre había sabido de la inteligencia del chico y desinterés en las pandillas como la de Draco Malfoy, pero no fue hasta a lo largo de aquel mes elaborando la poción que supo que tan distinto era al resto de Slytherins. A pesar de que en un comienzo había sido tedioso trabajar junto a él, al final aprendieron a entenderse como compañeros y hasta a ayudarse fuera de las clases. Así que, ¿por qué no le iba a ofrecer su ayuda en esta ocasión?
-Gracias por la oferta, pero debo resolverlo yo solo -rechazó él simplemente
-Pues buena suerte con eso -respondió Hermione con una sonrisa amistosa.
-Ya hablaremos -Theodore hizo un gesto con la cabeza antes de irse .
Ella terminó de recoger sus pertenencias cuando este ya había desaparecido de su vista y se echo la mochila sobre el hombro y entonces Ginny se acercó corriendo a su sitio. La joven estaba un tanto despeinada y sofocada.
-Hermione, gracias a Merlín que por fin te encuentro -afirmó Ginny entre jadeos.
-Primero, respira y luego, dime lo que quieras.
-Escucha, Harry… Harry está ahora mismo en la enfermería. Neville lo encontró en el suelo del baño de los chicos, estaba como ido y ahora mismo está inconsciente -contó la recién llegada al recuperar apenas el aliento.
Hermione escuchó todo horrorizada y paralizada por unos segundos.
-Venga, Hermione, ¿quieres ir a ver a Harry o no? -Ginny agitó por el codo a su mejor amiga que no reaccionaba.
-S-sí -fue lo único que acertó a decir mientras asimilaba lo que había oído dejándose arrastrar por la chica hacia la salida.
El camino se le hizo una eternidad mientras no dejaba de darle vueltas a la cabeza queriendo saber qué le habría pasado al chico. ¿Alguien o algo le habría atacado en el baño? ¿Qué le habrían hecho como para dejarlo inconsciente? No sabía si estaba herido o cual era la gravedad del ataque, que estaba segura de que su amigo se pasaría unos cuantos días en la enfermería.
Al cruzar el umbral de la sala, Ginny corrió hasta una camilla cerca de la entrada. Hermione caminó siguiendo el camino de su amiga notando el cuerpo tan pesado como si fuera de cemento en lugar de carne y huesos.
A los pies de la camilla de Harry, estaban la directora McGonagall y Neville, este tan pálido como la cera mientras que la bruja lo miraba con gravedad.
-Longbottom, si no me dices nada más, no vamos a poder saber que le ha sucedido al señor Potter -le instaba al joven, seguramente a que le contará con todo detalle lo que había visto-. Señorita Weasley, sería mejor que no se echará encima de él y dejará trabajar a madame Pomfrey.
Ginny se apartó de Harry con la vista cabizbaja y se quedó a los pies de la camilla junto a Hermione, quien no pudo evitar dar un respingo al ver a su mejor amigo más pálido incluso que Neville, con los brazos completamente flácidos y con una manta que ocultaba el resto de su cuerpo, seguramente en las mismas condiciones. Si lo hubieran tapado hasta el cuello no hubiera parecido tan malo, porque según su rostro podría pensarse que solamente dormía.
-Veamos, Longbottom, ¿serías capaz de decirme si te cruzaste por los pasillos con alguien antes de llegar a los baños y encontrarlo en ese estado? -inquirió la directora señalando hacia Harry con la barbilla.
-Sí, vi a Zabini -confesó Neville, con seguridad.
-Blaise Zabini, ¿estás seguro?
El aludido asintió con la cabeza enérgicamente.
-¿Lo viste solo a él?
Neville respondió con el mismo gesto que antes.
-Ya veo… -suspiró McGonagall
-¿Le harán algo a Zabini, directora? -quiso saber Neville, un tanto temeroso.
-No sé preocupe por eso, señor Longbottom. Y esto va por los tres -le dijo McGonagall a Hermione, Ginny y Neville. Las chicas no sé volvieron hacia su directora hasta que ella les habló-. Cuando sepamos que el señor Potter estará mejor, se lo diremos, mientras quiero que se centren en sus estudios y que no pregunten por todos lados acerca de su estado ni que husmeen por ahí, ¿he sido clara?
-Sí, señora -respondieron los tres a la vez.
Dicho esto, la directora les dirigió una mirada de advertencia al trío y se marchó. Entonces apareció madame Pomfrey con un montón de herramientas de médico para dejarlas en la mesa que estaba junto la camilla de Harry.
-Idos y dejadme trabajar -les exclamó estrictamente la enfermera
-Madame, ¿cuando despierte Harry podremos venir a verle? -quiso saber Hermione procurando que la preocupación no la sia uperase.
-Por supuesto, pero por el momento lo que necesita descansar -le respondió madame Pomfrey con algo más de dulzura-. No os preocupeis, él despertará. Conmigo está en buenas manos, podéis marcharos tranquilos.
-Muchas gracias, madame Pomfrey.
-¿De verdad no vamos a intentar hablar con Zabini para ver que ha hecho? -les murmuró Ginny al salir de la enfermería, con cierto coraje.
