Disclaimer: Naruto, su mundo y sus personajes, pertenecen a Masashi Kishimoto.
Aviso: Este fic participa en el Reto Palabra al azar del Foro La Aldea Oculta Entre las Hojas.
490 palabras.
Puedes fumar, si quieres
Ataviada en un sensual vestido rojo, Kurenai ultimaba detalles para la velada, cuando sintió llegar a Asuma; seguramente se coló por la ventana de su habitación, pero igual se dejó sorprender.
—Estas más hermosa que nunca Kurenai —dijo, abrazándola por detrás—, ¿hay algún motivo en especial?... Además de demostrarme que soy el hombre más afortunado del mundo.
—No necesito ninguno, pero, sí lo hay —respondió coqueta, girando sobre si para besarlo.
— ¿Sí? —indagó, y como era su costumbre, pretendió encender un cigarrillo. Kurenai se lo arrebato antes de que lograra encenderlo.
Asuma se sorprendió, ella nunca se había quejado de aquello, y después de una breve discusión del porqué de aquel acto, en la él aseguro que era ridículo negarse algunos placeres por "salud" cuando arriesgaban la vida cada dos de tres. Kurenai le corto, pues no quería hablar de muerte en ese momento, y sin más le dijo:
—Estoy embarazada —no era asi como planeo decírselo. Asuma quedo estupefacto por varios segundos.
Kurenai lo entendía, para ella también fue inesperado, y no era fácil traer un niño al mundo cuando eres un arma sacrificable por un bien mayor, pero solo le bastaron unos segundos para amar locamente a la pequeña gota de vida en su interior. A Asuma también.
Reaccionó tomándola del rostro y besándola con vehemencia, después junto sus frentes.
—Gracias —susurró—, por hacerme el hombre más afortunado del mundo. ¡Y pensar que yo quería sorprenderte! —Kurenai lo miraba sonriente, con los ojos brillosos por la emoción, mientras él rebuscaba en sus bolsillos, hasta que saco de uno de ellos una cajita pequeña un tanto dañada—. Estaba esperando el momento indicado para esto —hablaba, mientras que con manos temblorosas abría la cajita, en donde había un anillo—, pero no creo que haya un momento más indicado para esto —saco un sencillo anillo sin diamante, pero con una flor gravada en el, a Kurenai le encanto. Asuma con vos trémula preguntó—: ¿Aceptas?
Kurenai sentía que si pronunciaba palabra el llanto le vencería, así que solo se limitó a tenderle la mano para que Asuma coloque el anillo. Cuando lo hizo, unas ganas enormes de llorar la embargaron, ella no entendía el por qué, pero la opresión en su pecho iba en aumento hasta que ya no pudo contener el llanto. «Son las hormonas», pensó. Se dejó confortar por Asuma, quien acariciaba su cabello pacientemente y con ternura. Ahí apoyada en su pecho, mientras se abrazaban, tuvo un impulso enorme de rogarle al dios de turno, que ese momento no terminase nunca, y nunca tener que vivir la agonía de su ausencia.
— ¿Tan malo es tener que casarte conmigo? —bromeó Asuma.
—No te imaginas cuanto —sonrió ya más calmada, y acerco su rostro al de él, beso la barba, y sintió ese aroma a tabaco mesclado con la propia esencia, le encantaba—. Está bien, puedes fumar si quieres —le dijo. Lo sintió sonreír.
— ¡Y creía que no podía amarte más!
N/A: como siempre, agradesco que se hayan tomado el tiempo de leer. Espero que sea de su agrado.
Los quiere.
Gaby
