-¡Al abordaje!- Con voz ronca y sedienta de accion inminente, uno de los tripulantes del barco pirata grito, mas con burla y gracia que con seriedad al pronunciar semejante amenaza manida.

Como respuesta, el resto de sus compañeros, rufianes y apasionados delincuentes en su enorme mayoria, estallaron euforicos, consistiendo una amalgama de aullidos de emocion, gritos jubilosos y demas vociferaciones que hacian temblar hasta a los espiritus malignos que poblaban el mar. Asomados los restantes que quedaban en el enorme barco por su barandilla, que los que faltaban en el se encontraban justo frente a sus narices, cortando gargantas, saqueando riquezas y creando el caos en general en el elegante buque cuya fortuna habia sido la peor de todas, temblaban incluso los piratas de la emocion ante la idea de participar en la destruccion.

Los gritos roncos y temibles de ellos se mezclaban con los de panico, las suplicas y los de guerra de las victimas desdichadas que se habian cruzado en su camino maritimo, lanzandose algunos de aquellos adinerados estirados a la desesperada para proteger el oro o a las damas contra sus delictivos contrincantes. Curtidos como andaban los abordadores de barcos en semejantes acciones, pan suyo de cada dia que los hacia incluso profesionales en el arte de la ocupacion y saqueo violentos, evidentemente la victoria de la batalla estaba cantada desde el principio, gritando salvajes y riendose a carcajadas jocosas.

Los que aun se mantenian en el barco pirata, agarrados a la barandilla, que no eran pocos precisamente y consistirian, apurando, un minimo de doscientos, contemplaban la escena macabra y terrorifica de batalla como el mejor de los espectaculos, deseando participar cuanto antes y pareciendo que incluso se lanzarian por la borda en cualquier momento debido a la impaciencia.

Algunos con cuchillos, otros con armas de fuego o bien objetos caseros que servian de lo mismo como improvisacion, otros incluso con los puños desnudos, espadas, cañones, bayonetas... Cualquier cosa servia si eras un pirata.

Los ricachones estirados del buque lujoso, que de bonito le quedaba ya poco por el exceso de destruccion, nada podian hacer contra semejantes hombres de mar, que sabian demasiado del arte de la guerra y muy poco de la compasion. Las damas, con sus vestidos pomposos y aparotosos gritaban chillonas, corriendo de aqui para alla histericamente al verse perdidas y dominadas por el panico.

La escena comenzo a volverse mas emocionante a cada segundo, y los piratas que ocupaban todavia su barco, agarrados a la barandilla, parecia que incluso terminarian por enfermarse dolorosamente si no entraban al saqueo y destruccion de un momento a otro.

El capitan pirata, sentado comodamente en su enorme silla, imponente, aterrador pero sereno, se limito a observar las imagenes que se desarrollaban frente a sus ojos, prefiriendo mirar a participar. En sus años mozos de juventud, andaria a la gresca al igual que sus muchachos, que gritaban de jubilo y aullaban sin cesar, pero ahora no le emocionaba como antaño y mucho menos lo dejaba temblando de impaciencia. Incluso le enternecia observar a sus polluelos seguir sus pasos que tanta nostalgia le traian, no pudiendo evitar soltar alguna de sus profundas y caracteristicas carcajadas en los mejores momentos del saqueo.

Emocionado, uno de los piratas que ocupaban la barandilla parecio no poder soportarlo mas, agarrando su machete dispuesto a cortar cuellos para, de un salto, subirse a la madera y aventurarse a lanzarse a la batalla cuanto antes. A punto estuvieron muchos de seguirle, pero rapido la idea se les fue de la cabeza en cuanto fueron detenidos eficazmente.

-¡Esperad!- Lo suficientemente alto como para que su voz se hiciera camino entre tanto jaleo y gritos, tanta gente y delincuente, el comandante de la segunda division, que era la que aun se mantenia en el barco junto con algunos rezagados de otras, grito la orden igual de cercano a la barandilla que el resto. -¡Esperad!- Repitio, mas largo y con mas potencia, conteniendo el mismo las ganas arrebatadoras de lanzarse a la batalla, pendiente de que el barco asaltado y sumido en el caos anduviera lo suficientemente cerca.

-¡Comandante! ¡A bavor!- Uno de sus hombres fieles llamo rapido su atencion, provocando que el comandante en cuestion mirara atento hacia la direccion indicada.

-¡Todavia no!- Autoritario, figura de respeto y obediencia como era para sus subordinados dentro de la enorme tripulacion, el joven comandante observo con negacion como aun no era el momento idoneo, pero faltaba poco. Ver como sus hombres se precipitaban por la borda presos de la emocion y la violencia, pudiendo caer algunos al mar o incluso morir de un golpe, no era una imagen que quisiera contemplar. -¡Esperad! ¡Solo un poco mas!- Y el mismo ya lo estaba degustando, pudiendo oler el humo del fuego y la polvora, escuchar los gritos de guerra y terror y el tintineo del oro y las joyas robadas. Esta vez, seria un gran botin.

En tension total, contemplando como se acercaban tortuosamente despacio al buque asaltado, cuya guerra en cubierta continuaba igual de salvaje que al principio, los tripulantes rezagados incluido su comandante contuvieron el aliento, sumiendose en un silencio breve pero intenso mientras notaban, con la sangre palpitando en las sienes, como ambos navios andaban a punto de rozarse.

Era una escena incluso artistica.

-¡Ahora!- El comandante grito mas jubiloso que autoritario, provocando una ovacion general con los tan repetidos aullidos y amenazas de turno, las bromas jocosas y las carcajadas roncas. Los piratas que quedaban en su barco dejaron de estarlo, saltando temerarios al buque en una salvaje estampida de los peores rufianes que nadie pudiera encontrarse en su camino, empujandose, codeandose y riendose entre ellos, uniendose veloz e igual de animado su comandante, que entre tanta marabunta salvaje y de batalla se transformo en uno mas.

Llegaron ruidosos para unirse rapido a sus compañeros, ocasionando aun mas panico de los señoritos y mas chillidos de las damas, desesperados al comprobar que, definitivamente, no habria escapatoria ni salvacion posible.

Patearon, dispararon, propinaron puñetazos a diestro y siniestro, arrancaron de sus dueños todo aquello minimamente valioso, apropiandose incluso de algunas vestimentas cosidas a mano con decorados de hilo de oro o joyas preciosas.

A los piratas se les hizo demasiado corto, a los pobres señoritos y señoritas, demasiado largo.

Tiraron por la borda a los cobardes si tenian suerte y no les cortaban la garganta, despreciando su falta de valor como hombres de mar curtidos que eran. A los valientes y a los dignos que sobrevivian, los dejaron en un bote para que marcharan a la deriva y los salvara la diosa fortuna si lo veia conveniente, creyentes del destino como eran desde siempre los piratas. A las damas, por otro lado, las dejaron ir descubriendo ante el genero femenino su escasa compasion, no sin antes despojarlas de cualquier cosa de valor. Algunas, sin embargo, señoritas cansadas de tanta pomposidad y buenas maneras, calleron presa repentina del embrujo y se dejaron gustosas agasajar o cortejar vulgarmente por aquellos brutos barbaros del mar. Incluso los piratas mas sucios tenian sus codigos morales, y para con las muchachas habia normas mas que claras y algo rectas, que al fin y al cabo despreciable se considera desde tiempos inmemoriales a aquel rufian que se pase de atrevido. Y ellos no iban a ser menos. Igualmente, en momentos concretos y en otros saqueos alguna que otra desdichada habia caido presa de la mala fortuna, haciendo los oficiales de la tripulacion pirata superiores la vista gorda a menudo. Sin embargo, eso era en momentos concretos y otros saqueos, concentrandose ahora todos en el que andaban viviendo en ese preciso instante.

Al final, solo quedaron el capitan y el tesorero, decidiendo dejar libre al primero por su valor y dignidad, su orgullo de viejo marinero que incluso gente como ellos sabia admirar, para tirar al suelo al segundo que no podia contener los temblores de terror.

-¿Donde esta el resto?- El comandante de la segunda division, secundado por las sonrisas amenazantes de los tripulantes y las carcajadas divertidas de muchos de sus compañeros de cargo, se acerco hasta el pobre hombre tartamudeante que, sudando a mares y pareciendo que moriria de miedo, dejo escapar un chillido agudo de asqueroso señorito malcriado.

-¡Puño de fuego! ¡Puño de fuego Ace!- El tesorero grito histericamente, igual a si la vision de Portgas D. Ace fuera la aparicion de un espectro demoniaco.

-Si, pero... - Divertido incluso, que estas cosas eran dignas de disfrutarse, el joven Ace se acerco un poco mas, acunclillandose frente al bienvestido señor que, con el susto, se arrastro de rodillas en el suelo hacia atras para alejarse. -¿Donde esta el resto? ¿Donde esta el resto del oro?- Amplio su sonrisa maliciosa y sus ojos brillaron de emocion, dejandole notar que lo estaba pasando bien, contrastando su expresion amenazante con las pecas infantiles que pobablan sus mejillas.

-¿E-el o-oro?- Tartamudeando cosa mala, el tipo temblo con mas violencia que antes, llevandose las manos frente a la cabeza en un arrebato repentino. -¡No me mates! ¡P-por favor! ¡N-no me mates!- Ante su reaccion sorpresiva de panico, el resto de los piratas gritaron una carcajada general, escapandosele incluso al propio Ace una risa divertida.

-Vamos ¿Donde esta?- Adopto una actitud de colegueo, inclinandose un poco mas hacia el otro para saborear la sensacion del miedo infundido a los tipos como el, estirados sin orgullo pero mucho dinero. -Este barco parece muy caro... - Ace abrio los brazos teatralmente un momento, analizando la cubierta seguidamente para provocar un asentimiento general de sus compañeros sonrientes. -Estoy seguro de que teneis una habitacion con los ingresos del viaje, o una caja fuerte ¿Verdad?-

-¡Ah!- Grito el desdichado entrado en panico, dando un respingo violento que casi lo parte en dos. -¡Si! ¡Si que lo hay!- El tesorero estirado y lloroso asintio freneticamente, deseando salvar la vida a la desesperada. -¡Hay una caja fuerte!- Su voz chillona arranco mas carcajadas e incluso quejas enfurecidas de aquellos con oido sensible.

-¡Que bien!- Celebrandolo divertido, el joven comandante se froto las manos con entusiasmo, adorador del dinero como todo buen pirata que se precie. -¿Y donde esta?-

-¡En el segundo piso de abajo! ¡Bajo la cubierta!- El otro no tardo en contestar ni un segundo, temblando todavia de pavor y nervios al verse solo ante el peligro. -¡La llave! ¡Aqui esta la llave!- Controlando malamente sus impulsos de terror, el tesorero se llevo una mano sudorosa y escurridiza al cuello, arrancandose a si mismo la cadena oculta y de oro con la llave nombrada colgando de ella. Se la tendio al joven Ace, cubriendose con el brazo libre como si este fuera una serpiente agresiva que, de un momento a otro, se lanzara sorpresivamente sobre su cuello con una picadura mortal.

-Gracias.- Pasandolo en grande, el comandante de la segunda division agarro la llavecilla que le ofrecia aquel hombre agazapado y su mano temblorosa, provocando con la accion un nuevo grito ahogado de terror y un respingo violento. El joven y peligroso muchacho se puso en pie, altivo, orgulloso como era por propia naturaleza, lanzando el conseguido elemento metalico hacia atras para que alguno de sus subordinados los cogiera al vuelo. -¡Ya lo habeis oido, muchachos!- Autoritario pero divertido, se giro sobre sus pies un momento, comprobando animado como aquel que habia agarrado la llave y varios compañeros mas asentian convencidos y emocionados ante la idea de aumentar el botin. -¡A la gresca que no tenemos todo el dia!- Y obedientes, que no iba a ser necesario que se lo dijeran dos veces, un grupo considerable de sus hombres corrio eficaz a la busqueda del tesoro real y verdadero que el buque portaba.

-¡N-no me mates!- Nuevamente, el tesorero suplico lloroso, cubriendose a si mismo con sus manos huesudas y sudorosas.

-Mira... - El joven muchacho suspiro, comenzando a hartarse de sus temblores y lloriqueos de cobardica herido, llevandose las manos a las caderas tan chulo y arrogante como pudiera ser. -Voy a darte dos opciones.- Atento, el pobre hombre estirado presto atencion, con los ojos como platos desesperado por salvar su vida. El resto de la manada pirata volvio a reir jocosamente. -Puedes morir como un valiente... o puedes... - Pero no le dio tiempo a continuar.

-¡No!- Histerico y lanzando las pocas formas que le quedaban por la borda, el tesorero, unico en el barco ya excluyendo a la marabunta de piratas, se tiro hasta sus pies, abrazando los tobillos de Ace fuerte para lloriquearle con suplica. -¡No quiero morir! ¡Te lo suplico! ¡No quiero morir!- La carcajada general fue aun mas fuerte que las anteriores, uniendosele incluso algun que otro abucheo divertido.

-¡Agh, maldita sea!- El joven comandante comprobo ligeramente perdido como el otro no soltaba sus piernas, analizandole con mala cara como quien contempla a un insecto en medio del camino. -¡No hagas esto! ¡Esto si que no!- Zarandeo un poco uno de sus pies, comprobando con resignacion que el otro no se soltaba y negaba con la cabeza, apretando aun mas fuerte. -¡Sueltame, vamos!- Ace no iba a andarse con chiquitas durante mas tiempo, propinando una patada fuerte que, finalmente, logro el cometido liberador, lanzando al otro dolorosamente hacia atras debido al impacto directo con su mandibula. -Joder... - Entre dientes, Ace chasqueo la lengua, viendo como el otro se mesaba lloriqueante la zona herida y ahora dolorida de su cara, que comenzaba a inflamarse rapido.

-¿Que hacemos con el?- Uno de sus subordinados, alguien mas mayor que el pero que lo contemplaba con profundo respeto, esperando sus ordenes, señalo mediante el cañon de su arma predilecta al desdichado tesorero. -¿Lo matamos?- Parecia deseando hacerlo, provocando que con su mirada amenazante unida a la pistola, el pobre hombre estirado gritara de desesperacion y terror.

-¡Por la borda!- Otro de los piratas vocifero, sediento de mas violencia y de muerte para con aquellos que consideraran sin orgullo ni honor.

-No, no merece la pena.- Despreciativo y mesandose la barbilla con reflexion, Ace analizo al lloroso y ahora ovillado señorito. -Es el peor cobarde que he visto nunca.- Bufo incluso, negando con la cabeza decepcionado para, altivo y suficiente, comenzar a caminar hacia el interior del buque.

-¡Gracias! ¡Mil gracias!- El tesorero desdichado llego a sonreirle y todo, arrodillandose aun mas sobre el suelo en una reverencia cargada de lagrimas y salvacion.

-No me lo agradezcas ¡En serio!- Y mas divertido que antes, el joven comandante le dio la espalda, dejando ver a todos los presentes su enorme tatuaje delator que cubria gran parte de la piel de la zona, fuente de su orgullo y alegria. -¡Muchachos! ¡Haced lo que os de la gana!- Una nueva ovacion de jubilo se extendio entre los integrantes de la segunda division, provocando que Ace se sintiera mas poderoso y animado que nunca antes de largarse de la cubierta.

-¿Eh?- Confuso, temeroso y con las lagrimas en sus ojos, que todavia le dolia como mil demonios la patada sobre la mandibula, el estirado y bienvestido tesorero le dirigio una miradita desconcertada. -¡No! ¡Por favor!- Sin embargo, en cuanto se giro y comprobo la actitud que habian tomado los presentes que quedaban, sus esperanzas de salvacion se fueron por la borda, camino que seguramente tomaria el mismo en breves momentos.

Ace escucho indiferente y acostumbrado los gritos de jubilo nuevamente, acompañados de otro chillon de autentico panico.

(Cambio de escena)

Desgraciadamente, quitando el botin de la caja fuerte que tan temeroso habia indicado el tesorero, al que Ace daba por muerto ya desde hacia bastante, no encontraron mucho mas de valor.

Casi todo lo minimamente brillante, lo vendible y robable ya se lo habian apropiado los muy condenados, revisando el buque antes tan bonito y plagado, destrozado y sin un alma excuyendo a los piratas ocupadores ahora, de arriba a abajo no fueran a dejarse nada.

El joven comandante Ace, los suyos y los demas compañeros que compartian cargo similar, con sus subordinados de turno tambien colaborando obedientes, se encontraban pululando todavia de un lado a otro, internandose por cada recobeco, cada salita o camarote a ver si, por algun casual del destino, encontraban cualquier cosa que pudiera aumentar el botin.

Suspirando cansado y ligeramente decepcionado, que esperaba aun mas de lo que en realidad habia, Ace bajo las escaleras para llegar hasta el piso mas bajo y oculto del buque. Llego al pasillo de madera descuidada y barata, que los constructores de barcos se preocupan mas por las apariencias y, por tanto, las zonas no visibles suelen ser las mas sucias y horrendas, para toparse con uno de sus cercanos compañeros, cuyos secuaces pululaban eficaces y veloces de un rincon a otro buscando como sabuesos.

-¿Nada mas en el piso de arriba?- Cuestionativo, el comandante de la primera division observo a su camarada recien llegado tras descender las escaleras, pareciendo igual de decepcionado que el joven.

-No, nada mas.- El joven Ace suspiro, encogiendose de hombros para caminar a traves del pasillo y alcanzar facilmente al otro. -¿Y aqui? ¿Habeis dado con algo mejor?-

-Estoy en ello... - Tan sereno y serio como siempre, Marco chasqueo la lengua, viendose por fin con el muchacho flanqueando su costado para, tranquilo, comenzar a andar hacia el frente. -Pero dudo mucho que encontremos algo mas.- Mientras tanto sus subordinados trajinaban por ahi, provocando ruidos de rotura o cristales desgarrados en las habitaciones que poco importaron a los comandantes.

-Sinceramente, esperaba un botin colosal... - El comandante de la segunda division respiro hondo, llevandose las manos grandes hasta los bolsillos para continuar el camino. -Pero no ha sido nada del otro mundo.- Era mucho dinero, y Ace lo sabia, pero habia visto tantos botines enormes y riquezas impresionantes en su vida de pirata, que ya poco le llamaba la atencion en cuanto a oro, joyas y piedras preciosas.

-No seas tan ambicioso.- Didactico, que habia adoptado un pequeño complejo de hermano mayor tras tantos años de relaciones familiares en el Moby Dick, Marco le reprendio levemente. -El dinero nos va a venir muy bien. Ultimamente, andabamos bastante escasos, la verdad... Y somos muchas bocas que alimentar.- El sonido de sus pasos sobre la madera se hizo paso entre el pasillo oscuro malamente iluminado, chirriando algunas de las tablas por la falta de mantenimiento.

-Lo se, lo se.- A Ace no le gustaba que lo trataran como un niño, mucho menos que lo reprendieran. Pero habia personas, personas como Marco o Padre, que tenian su derecho y Ace respetaba semejante cosa. Si conocia a alguien con suficiente mente y actitud digna de ser valorada, eran ellos dos y algunos del resto de comandantes. -Pero uno puede soñar ¿No?- Su sonrisilla de picaro le arranco al otro un suspirito divertido, que termino por asentir con la cabeza ante la siempre despreocupacion de su compañero. Ace iba a continuar con la conversacion economica, pero rapido, la cabeza se le fue por otros senderos.

El sonido chirriante y retumbante de las tablas de madera del suelo, en cierta zona, parecio cambiar drasticamente, resultandole a sus oidos como hueco y sordo. Repentinamente desconcertado, Ace se detuvo en seco, analizando inquisitivo aquella zona del suelo bajo sus pies.

-Eh, Marco.- Curioso, Marco se detuvo ante la mencion de su nombre, contemplando a su amigo y compañero que, en pie, miraba atento a las tablas del suelo. -Escucha esto.- Ace pateo suavemente el lugar indicado, comprobando una vez mas que, definitivamente, se escuchaba distinto. -Suena... Distinto ¿Eh?- Ace abrio los ojos un poco mas, sonriendo emocionado ante la idea de descubrir algun recobeco secreto y oculto. Si andaba tan bien guardado, debia ser algo realmente bueno.

-Si... Suena hueco.- Marco, tan curioso como su joven compañero, camino hasta el, escuchando el ruido nuevamente en cuanto Ace volvio a patearlo con indicacion. -Parece que nos andaban ocultando algo.- Sonrio el comandante de la primera division, llevandose una mano al menton reflexivamente. Ace no era un muchacho paciente, demostrandolo una vez mas cuando, sin esperar una palabra nueva, golpeo mas fuerte mediante el talon a las tablas de madera, que crujieron quejumbrosas. Repitio la accion de manera constante, provocando que entre la fuerza de las piernas y la consistencia de sus botas, la madera comenzara a ceder y resquebrajarse, abriendo facil y eficazmente un agujero considerable. Si, estaba hueco.

-Aqui hay algo... Parece un pequeño almacen.- Dijo el comandante de la segunda division con analisis. Estaba demasiado oscuro, inclinandose ambos piratas hacia el borde del recien abierto escondrijo para, extrañados y curiosos, analizar la estancia precaria en penumbra sin poder divisar nada correctamente. Ace no quiso esperar mucho mas, eliminando con un par de pisotones los bordes peligrosos de madera astillada, abriendo el agujero de entrada improvisada. Echandole una ultima miradita a su compañero, que elevo las cejas un par de veces con gracia, Ace se aventuro a la oscuridad, saltando al interior del secreto y descubierto recobeco ansioso por comprobar que tanto trataban de ocultar.

En cuanto callo fuertemente sobre la superficie de madera, que debia ser el rinconcito mas pequeño y bajo del buque, Ace tuvo que llevarse una mano a la nariz con asco. Rapido, Marco no se hizo de rogar, dejandose caer de manera igual de despreocupada y agil que su compañero.

-Agh... apesta, joder.- Quejumbroso, Ace cerro los ojos con fuerza, notando un intenso e insoportable olor a podredumbre que, combinado con la inaguantable humedad del ambiente cargado, se hacia realmente terrible. La oscuridad no les dejaba ver nada mas que bultos y figuras vagas, siendo tan solo conscientes de las diminutas dimensiones del lugar escondido y como este debia andar abarrotado de la desconocida mercancia.

-¿Que diablos hay aqui?- Marco encogio la expresion por el hedor desagradable un momento, conteniendo una arcada para patear sin mucho cuidado uno de los bultos junto a el, esperando a que se le acostumbrara la vista. -¿Carne?-

-Pues debe estar mas que podrida. Entre la falta de refrigeracion y la humedad... - Ace se descubrio la nariz con un esfuerzo sobrehumano, escuchando incluso el aleteo de un insecto para, cansado de adivinar figuras en la penumbra, encender una mano en llamas que les consintiera algo de luz. -Esto... esto no es carne... - Incredulo, el joven comandante no pudo evitar una expresion de desagrado y desconcierto total, divisando ahora el contenido de la pequeña estancia. -¿Cadaveres?- Ace no era demasiado impresionable en cuanto a los asuntos macabros, que muchas cosas habia hecho y visto ya, pero habia que reconocer que la escena de una cantidad mas que considerable de cuerpos muertos presos de la podredumbre espeluznaba a cualquiera.

-Si... son cadaveres, no hay duda.- Marco era mas sereno por naturaleza, analizando cada cuerpo tirado y malamente cubierto de ropas andrajosas y mantas insalubres, contemplando y revisando la variedad. Habia de todo: mujeres, niños, ancianos, hombres que debieron ser fuertes, señores mayores y algun que otro que andaba en la adolescencia. Cada uno de ellos, mas que muertos ya, no presentaba unas condiciones precisamente optimas, mostrandoles que no debian haber fallecido en circunstancias sencillas ni honorables.

-Pero ¿Que diablos hacen aqui todos estos fiambres?- Ace no salia aun de su asombro, llevandose una mano a la cara para espantar un moscardon que revoloteaba por ahi, atraido por la podredumbre, y cubrirse de nuevo la nariz y la boca tras la accion. -Parece una maldita pelicula de terror... - Por su parte, Marco se inclino cautelosamente sobre el cuerpo mas cercano, chasqueando la lengua y provocando que Ace le prestara toda su atencion.

-Contrabando... - Firme y conciso, casi con lastima, Marco nego con la cabeza un par de veces, volviendo a su posicon tranquila y erguida. -Contrabando de esclavos.-

-Muy bien pero... - El comandante de la segunda division observo la escena una vez mas, pasando la mirada por cada muerto y recobeco de la infima, maloliente y humeda estancia secreta. - ... siguen estando muertos.- Ace ya habia visto el contrabando de esclavos, resultando una de las imagenes mas desagradables que recordaba. Sin embargo, solian estar vivos, al menos unos pocos, resultando que si la cosa andaba a la contraria, no habria beneficios.

-Si, estan muertos. Y mucho, ademas... - Marco se llevo una mano al menton, revisando los cuerpos por tercera vez para, analitico, observar la marca a fuego en las partes visibles de algunos de ellos. -No creo que haya sido por enfermedad. Ni de hambre o sed, porque no les hubiera dado tiempo... -

-Siempre mueren primero los niños y los ancianos... pero no todos.- El otro camino un par de pasos cautelosos hacia el frente, inmunizandose poco a poco contra el hedor mientras esquivaba algun que otro brazo o pierna muerta.

-Seguramente, el barco se golpearia con algo... - Marco suspiro hasta con lastima, pasandose una mano a traves de la nuca rapada con resignacion. -Como estan en la zona mas baja, se llevaron la peor parte del impacto... Los que no murieron en el momento quedaron demasiado heridos y... - Se cubrio la nariz de nuevo, agitando despues la mano frente al rostro para disipar parte del olor desagradable. - ... aqui tienes el resultado.-

El joven Ace se encogio de hombros, no pudiendo todavia apartar la mirada de los cuerpos tirados y andrajosos, observando las heridas y contusiones del supuesto impacto. Realmente, aquella respuesta de Marco era la mas creible y posible.

-Avisare a Thatch.- Sono conciso y claro, como era siempre el primer comandante, dispuesto y decidido a salir de ahi para lograr su cometido. -Tiene mas estomago para estas cosas.- Eso era cierto. Thatch, el siempre amigable, risueño y divertido Thach provenia del lugar mas delictivo y horrible de la tierra, resultando en realidad un tipo de estomago duro como una piedra que soportaba y contemplaba la escena mas macabra con una sonrisa. Ace le habia escuchado, incluso, hacer bromas y comentarios burlescos en plena batalla mientras o bien alguien era apuñalado o degollado, o bien el mismo era el que andaba apuñalando o degollando. Era un tipo curioso, pero conseguia hacer buenas migas con todo el mundo.

-Daros prisa ¿Quieres?- Resignado a su mala fortuna, el joven muchacho tuvo que contener una nueva arcada, dirigiendole a su compañero una miradita fugaz de desagrado. -Este sitio da asco.- Como unica respuesta, recibio un asentimiento eficaz y seguro del otro que, agilmente, se agarro al borde de la recientemente creada a patadas entrada, saltando como un gato y dejando Ace, solo ante semejante escena y hedor, en un corto abandono.

Suspiro pesadamente, tratando de no respirar hondo despues para no contaminar la nariz sensible con semejante aroma insoportable, agarrando con un pie asqueado la manta mohosa mas cercana que acompañaba a uno de los cadaveres. Alejo la tela andrajosa lo suficiente para evitar accidentes no deseados, provocando rapidamente un fuego eficaz y pequeño que estallo a traves de la prenda, incendiandose e iluminando la estancia un poco mas que su mano en llamas, la cual pudo ser apagada.

Entonces escucho un susurrito, algo suave e imperceptible que, de haber estado Marco alli, no hubiera sido oido por ser aplacado bien por la conversacion, bien incluso por la propia respiracion del otro. Tan leve y silencioso fue aquel murmullito, que a Ace le costo incluso creer que era cierto, posicionandose en completa alerta y dejando a sus oidos volverse lo mas agudos que pudieran. El murmullito diminuto se transformo en un sonido igual de sigiloso de deslizamiento, y Ace ya lo tenia claro: Habia alguien vivo aparte de el en aquel maloliente y cadaverico recobeco.

A la busqueda del superviviente, el joven comandante recorrio cauteloso la corta estancia, que nunca se sabe bien lo que uno puede encontrarse, irguiendose todo lo alto que era para revisar cada esquina y rincon que permaneciera oscuro. Le parecio, casi seguro, que habia un pequeño bultito que se movia tembloroso, a diferencia del resto de los muertos, siendo el muchacho pirata un gran observador. Espero un par de segundos, en silencio, sabiendo que quien fuera que andaba por ahi deslizandose podia verlo, comprobando convencido de si mismo que, aquel bultito recientemente descubierto, se movia minimamente por su propia respiracion agitada.

Finalmente, los pasos de Ace esquivaron los cuerpos fallecidos, llegando en poco tiempo por lo corto del lugar hacia aquella esquina donde la figurita temblorosa permanecia en silencio y quietud, tratando esta de que fuera total.

Sin embargo, no pudo engañarlo ni pasar desapercibida, acercandose finalmente al lugar oscuro, escasamente iluminado por su precaria fogata, para acunclillarse justo delante. Era una persona, no habia duda, y la dicha se ovillo aun mas en cuanto tuvo al joven Ace en frente de su cuerpo pequeño y fragil. Escondida en la esquina, arrinconada, la persona en cuestion produjo un llantito ahogado de miedo algo agudo, ocultandose de su vision contra la pared como si esto puediera salvarlo del intruso.

Definitivamente, habia un superviviente.

Ace, que no era un muchacho paciente, simplemente agarro los hombros de aquella cosita temblorosa de respiracion agitada, que en cuanto fue tocada, dio un respingo y parecio quejarse vagamente de dolor, haciendole el pirata joven caso omiso para, analitico y algo incredulo, notar la fragilidad del cuerpo y sus dimensiones pequeñas. Con firmeza pero no demasiada fuerza, que parecia que le estaba doliendo y ademas suficiente habria tenido ya en aquel recobeco secreto y maloliente que mas parecia un cementerio, Ace giro su cuerpo con facilidad para mirarle la cara.

Era una muchacha.

La chiquilla, respirando dificultosamente por el miedo y los tormentos vividos, le dirigio una mirada temerosa, quitandole Ace las manos de encima en cuanto logro el cometido revisionador. No dijo una palabra, la pobre, solo ahogo algun quejidito no queriendo que su presencia se hiciera aun mas notable, comprobando Ace con la luz ambarina del fuego sus facciones suaves de nariz graciosa y pequeña, labios finos y bonitos ojos enormes. Sucia, rasguñada, herida y mugrienta, aquellos ojos de la pobre muchacha, sin embargo, no pudieron evitar llamarle la atencion, topandose con sorpresa con que cada uno de ellos poseia un color distinto. Uno parecia de un verde intenso, que con la tonalidad de las llamas no lo distinguia demasiado bien. El otro, por su parte, se le hizo de un azul aguamarina que le recordo, inevitablemente, a la misma tonalidad del mar que tanto habia recorrido. La chiquita dio otro respingo pequeño y dolorido, con la mirada dispar recien descubierta esquiva hacia todas direcciones del suelo, como buscando ayuda de los muertos, que no iban a levantarse. Las pestañas tupidas, que debieron ser azabaches antes de que fueran presa en aquel recobeco, andaban tan llenas de polvo como la cabellera, de la que Ace no pudo distinguir color debido a las suciedad.

Pareciendo incluso que lo unico que queria era fundirse con el suelo y las paredes, la muchachita fragil se abrazo a si misma, mesandose uno de sus hombros, de aspecto enfermo, con dolor y angustia. Ace pudo no solo ver la marca a fuego que indicaba su condicion de esclavitud, si no tambien que debia estar dislocado.

Instintivamente, como quien trata con un animalito herido y asustado que se dara a la fuga en cualquier momento, el comandante de la segunda division elevo una mano tranquila para llevarla hasta alli. Sin embargo, la chiquita no parecio de acuerdo, precisamente, dando un nuevo respingo para ovillarse con mas firmeza y miedo.

-Shh... tranquila.- Hablo bajo, muy bajo, adoptando una posicion tranquilizadora para mover ligeramente las manos de manera serena, buscando colaboracion. Ella, sin embargo, se limito a quedarse como estaba, en tension total y no relajandose ni un tanto, pero tampoco encogiendose mas sobre si misma. Eficaz y veloz, que estas cosas habia que hacerlas rapido, Ace llevo las manos hasta el hombro herido para, sin miramientos, colocarlo en la posicion que deberia tener con un crujido doloroso que la hizo dar un gritito quejumbroso. Dañada y asustada, algo traumada por semejante lugar y viaje, la muchacha se limito a empezar a llorar en silencio, encogiendose mas para mesarse con miedo pero alivio ahora el hombro recientemente colocado. En cuanto pudo escuchar los pasos sobre el suelo que el mismo habia destrozado, sabiendo que se acercaban por fin sus compañeros, Ace dirigio una miradita incredula al hueco que habian utilizado de entrada. -¡Eh! ¡Una esta viva!- La noticia a gritos debio despertar la curiosidad total de los otros dos que, repentinamente, aceleraron el ritmo para llegar hasta alli cuanto antes.

-¿Que dices?- Incredula, la voz de Marco se hizo presente en aquel secreto almacen humano, asomandose el susodicho a traves del hueco creado a patadas.

-¿No decias que andaban todos fiambre?- La identidad de Thatch no se hizo esperar demasiado, tampoco, el cual no se asomo pero si sono curioso y hasta acusador, divertido sin embargo. Como siempre.

-¡Esta viva!- Ace, realmente, si no fuera porque la tenia delante, temblando y llorando en silencio, se lo creeria tan poco como ellos. -¡Es una chiquita!-

-¡Oh! ¿Una chiquita?- El interes del comandante de la cuarta division crecio notablemente, asomandose tambien con una sonrisa picara, dispuesto a curiosearlo todo. -¿Esta buena?-

Ace decidio ignorar la pregunta olimpicamente, no teniendo tiempo de contestar a aquello y mucho menos pudiendo comprobarlo cuando la muchacha andaba con semejantes pintas y estado pesimo. Sin esperar permiso ni un segundo mas, que queria largarse de aquel lugar mortuorio cuanto antes, Ace la agarro con facilidad para cargar con ella, notando que la desdichadita no oponia ni siquiera resistencia. Debia andar medio ida, ya fuera por el mareo del olor, el golpe, la vision continua de los muertos o el ambiente cargante, pero la conclusion fue que se agarro a su cuello para no caerse como una desesperada, permitiendo que la elevara facilmente sobre el suelo con un brazo fuerte bajo las rodillas y, el otro, tras la espalda.

-Ayudame a subirla.- La cargo hasta aquel hueco, pisoteando el fuego cercano de la manta en llamas con un pie, apagandolo tan rapido como lo habia comenzado.

-Pobrecita... - Bajo y con lastima, que Marco tenia demasiado corazon para estas cosas a pesar de que tratara, por todos los medios, de fingir lo contrario, el primer comandante colo medio cuerpo a traves de la entrada improvisada, recibiendo la mercancia temblorosa y femenina con facilidad.

En cuanto tuvo los brazos libres, Ace se agarro al borde de madera astillada con un salto, impulsandose agilmente hasta el exterior para encontrarse con ambos compañeros de cargo.

-¿Que hacemos con ella?- Thatch, curioso, contemplo a la muchacha ahora en los brazos de Marco, igual de agarrada y desesperada como habia hecho con el segundo comandante, acercandose un par de pasos para revisarla. -Parece medio muerta.- Se encogio de hombros, chasqueando la lengua conclusivo. Marco, protector, no pudo evitarlo, apretandola mas fuerte para apartarla ligeramente del cuarto comandante, que le saco la lengua burlon.

-La has encontrado tu.- Finalmente, el primer comandante, serio e indicador, le dirigio una mirada concisa a su joven compañero, que no sabia muy bien que debia hacer ni tenia demasiadas ganas de meterse en problemas de tipo semejante. Se encogio de hombros, retirandose los cargos con despreocupacion. Sin embargo, la mirada autoritaria e incluso decepcionada de Marco le arranco un bufido exhasperado.

-Agh... - El joven comandante chasqueo la lengua, agarrando a la jovencita que fue soltada por el otro en cuanto su compañero volvio a tenerla en sus brazos, comenzando este a caminar hacia el frente de bastante mal humor. -Maldita sea... - Sinceramente, una de las ilusiones principales de Ace no era complicarse la vida mas de lo que ya estaba.

Marco y Thatch observaron atentamente como su amigo y compañero les daba la espalda, cargando con la muchachita, que parecia ausente, mientras pisaba fuerte el suelo de madera chirriante.

En cuanto se cruzo, para su alivio y suerte, con uno de sus subordinados pertenecientes a la segunda division, Ace le hizo detenerse.

-Llevala con el medico.- Sin mas, se la tendio al otro, que no pudo mas que aceptar la mercancia desconcertado, observando incredulamente a la chiquilla sucia y herida con los ojos como platos. Dudoso, levanto la cabeza por fin, comprobando para su horror que su comandante se largaba mediante grandes zancadas, desapareciendo escaleras arriba para dirigirse a la cubierta soleada y desordenada tras el saqueo.

Desde su posicion, Thatch no pudo evitar soltar una carcajada y Marco, incluso decepcionado, un suspirito.

(Fin del capitulo)

Yeah! Maddy a vuelto!

Me encanta escribir, a quien no? No tengo paciencia y no podia esperar para empezar esta historia, que me lleva dando vueltas en la cabeza demasiado tiempo ju!

Como habreis comprobado aquellos que leyeran mi historia anterior, esta no es precisamente divertida ni feliz como la otra, no no! Aqui somos malos, despiadados, oscuros y cuanto mas crueles, mejor! Yeih XD (Tampoco creais que me voy a pasar de sadica o algo similar eh? XD)

Advierto, no espereis a un Ace perfecto (Si, yo tambien estoy enamoradisima de el *-*), buenisimo de la muerte, super honorable y dulce como la miel, xke no lo vais a encontrar. Ace es un pirata ¿No? y como tal, es malvado, despiadado, se la traen al pairo la mitad de las cosas que no tengan que ver con el mismo o sus compañeros de tripulacion (O su hermano, en todo caso) y todas esas cosas tipicas de los delincuentes marinos.

Espero que ninguna se sienta ofendida por ello, pero el Ace de esta historia sera mas que imperfecto (Pero tiene su corazoncito ¡Eh!)

Un besito gigante, y espero que disfruteis de esta amarga historia que tendra sus momentos bonitos, no os preocupeis! =D