Pareja: Jiraiya/Tsunade.
Desclaimer: Ningún personaje me pertenece, todos son de Masashi Kishimoto.
Aviso: Este fic participa en el reto "Regalos de San Valentín" del foro "La Aldea Oculta entre las Hojas".
Pequeños obsequios
Ella estaba de rodillas, vomitando todo el alcohol que había consumido ese día. Estaba de rodillas, apoyándose en sus manos para no caer de cara y romperse la nariz. Estaba de rodillas; sollozando.
Jiraiya a ello se acercó con cautela, haciendo todo lo posible para dejar de verle el rostro, y sentir este revoltijo de sentimientos en el estómago. Y una vez estuvo frente a Tsunade, tardó un tiempo para ofrecerle la mano.
— ¿Sabes que la aldea puede pedir tu destitución, si ven que su Hokage se la pasa borracha en las calles?
La rubia en ese momento levantó la cabeza, a la par que se limpiaba todo rastro de saliva de los labios. Él enarcó una ceja; pensando que eso no servía de nada. Él ya había visto a Tsunade botando de sus tripas un montón de porquerías, en más de una ocasión; el parecer compuesta a sus ojos, ahora representaba más que un sinsentido. Para algo la conocía de años. Por una razón la buscó ese día, con el simple motivo de hacerle compañía.
Este tipo de fechas siempre le hacían daño.
Pero mostrándose tan fuerte como siempre, ella no acudió a la ayuda de su mano y se levantó por cuenta propia; ignorando la debilidad de sus piernas. Tsunade siempre iba a ser una mujer testaruda, e independiente. Y de la misma manera, ella no iba a lamerse sus heridas ante sus ojos. Aún si tenía lágrimas empapando sus mejillas.
— ¿Qué haces aquí?
— Tomar una copa celebrando mi solitario San Valentín y recoger a una vieja borracha.
Ella hizo un sonido despectivo, a la par que cruzaba sus brazos bajo sus grandes pechos. Jiraiya no pudo evitar dejar que su mirada vague un momento en esa parte de su fisionomía, mientras recordaba que alguna vez ella estuvo como una tabla. Una tabla bonita si a él le preguntaban, y sin lugar a dudas en esos tiempos, Tsunade fue una mujer con una belleza mucho más jovial que trágica.
Lo pensó mucho, y llegó a una conclusión; ella tuvo un tiempo mejor. Uno donde hizo que él entre una inmensa locura donde compraría flores cada San Valentín, a sabiendas de su rechazo. Creó la sensación de mariposas, celos, frustración y luego… cuando se dio cuenta que Dan siempre reinaría en su corazón, no le quedó más que resignarse y velar por ella. Tal y como lo hacía ahora.
El amor es caprichoso, pensó. Él miraría un millón de mujeres, pero estaba seguro de que ninguna otra lo arrastraría a buscarla en bares, ni le tentaría a soportarla borracha y furiosa. Pero suponía que estos momentos malos, resultaban mejores de a dos. Era un tipo de regalo de él para ella, de ella para él. Era lo único que Jiraiya podía obtener.
— Vamos, te llevaré a casa Tsunade.
— Yo quiero otra copa.
— Bien, una más, pero esta vez, prométeme no intentar envenenarme.
Ella cerró los ojos –sin lágrima alguna a la vista-, y rió.
No sé si está bien, pero de momento me siento contenta. Porque acabé el reto, y porque siempre quise escribir de ellos, y me siento realizada al hacerlo. Bien, como sea, completé el desafío, por un momento me sobraban letras, pero lo logré, jajaja.
Ah, y si se preguntan por el regalo… bueno de mi parte yo creo que su compañía y decirle a ella que ahí está él, es lo que Jiraiya le está ofreciendo. No es un regalo terrenal, pero igual tiene su significado, y mucho más porque es San Valentín y él sabe que Tsunade no la está pasando bien, por el recuerdo constante de Dan. Bien como sea…
¿A alguien le gustó el episodio?
