PREFACIO
Sus ondulados cabellos dorados caían a mitad de su espalda. Resaltando aun mas la túnica negra y el forro color verde. Caminaba orgullosa hacia el comedor, cuando alguien choco con ella. Sus ojos grises se postraron en aquel chico, era pequeño por lo que pudo deducir que era de primero.
-Fíjate por donde caminas-soltó ella, mirándolo detenidamente.
-Lo siento, es que estoy emocionado. No puedo esperar a saber en que casa estoy y contarle a mis padres-
-¿Y en que casa esperas estar? ¿En alguna de las cuales fueron tus padres?-el pequeño sonrió tímidamente mientras hacia un movimiento de negación
-Soy el primero en mi familia- el chico respondió casi en un susurro, la rubia alzo ambas cejas mientras mostraba una sonrisa de medio lado
-Oh! un pequeño sangre sucia-dijo casi con entusiasmo fingido.
Los pasos de alguien se escucharon detras de ambos.
-Niño apresúrate a llegar al comedor-ordeno una voz masculina a la cual la chica solo rodó los ojos al reconocerla- Y tu Grace Cornelia Malfoy ¿Acaso no te he dicho que dejes de llamar de esa manera a los hijos de Muggles?-Le había dado un escalofrio ver aquel comportamiento en su hija, tenia un ligero aire a su tía abuela Bellatrix.
-Lo siento, es la ultima vez que le llamo Sangre sucia a un sangre sucia. Quisiera quedarme a charlar padre, pero muero de emoción por cantar el himno de Howarts-su tono claramente era sarcástico, le dedico una sonrisa fingida mientras se dirigía al comedor.
Y ahí estaba el, preguntándose en que momento su hija mayor se había convertido en eso. Tal vez era justicia divina por todos los pecados cometidos por los Malfoy o simplemente las visitas al abuelo de la chica la estaban trastornando. Suspiro con cansancio, tenia miedo de que ver cierta satisfacción en aquella joven al referirse de esa forma a los hijos de Muggles. Satisfacción que esperaba desapareciera con el tiempo así como desapareció en el.
-Profesor Malfoy Apresúrese-pidió la directora con su típica autoridad. El solo asintió y le siguió.
Desde su lugar en la mesa de los profesores pudo verla, sentada en medio de la mesa de Slitheryn. Sonreía con esos aires de grandeza, mientras observaba como el sombrero seleccionador acomodaba a los nuevos en cada casa. Cada vez que uno quedaba en la casa plata y verde ella aplaudía elegantemente, podía verla platicar, cuchichear con sus compañeras mas cercanas a ella.
Definitivamente era una digna Malfoy, desde que tenia 6 años supo que seria de aquella casa. Le sorprendía lo controladora y manipuladora que podía llegar a ser a esa edad. Lucius y Narcissa eran unos abuelos complacidos con su nieta. Draco no pudo evitar sentir pena por su hija, ella se sentía orgullosa de su sangre pura sin saber que no la poseía y en cierta forma el tenia la culpa.
Su esposa Astoria había hecho lo mejor que podía, criar a alguien que no es tu hija, el sabia que era difícil para ella hacerlo, aunque nunca hubo diferenciación por parte de con ninguno de sus dos hijos, aunque la primera no le perteneciera a ella. Era un secreto, uno que guardaban ambos, o ahora solo el, desde que Astoria murió. Y aunque era cruel dejar que aquella chica siguiera profesando la pureza de la sangre aunque no la tuviera. Pero era lo mejor que se le había ocurrido para mantenerla a salvo.
