Oscuras lunas... Resurgiendo de las oscuridades más profundad aquí estoy: Danielle S. L. Vanning a sus servicios ~susurra con voz teatral haciendo una reverencia~
me gustaria saber su quieren que continue con esta pequeña historia... si me dejan 3 reviews subiré un capitulo más, esta sólo es una probadita así que ¿quieren más?
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Otra noche más, tendida en mi cama mientras escucho el rápido girar del ventilador del techo, volteo de un lado, luego giro mi cuerpo con fastidio, el calor es sofocante, una nueva punzada de dolor en mi vientre me estremece, mi cuerpo ya no tolera bocado alguno…
Me incorporo y miro por la ventana, justo sobre el lecho, mi vista se alza lentamente observando a lo lejos la ligera niebla que a primeras horas de la madrugada se forma por las desiertas calles.
-Las estrellas no cantan esta noche –susurro suavemente rompiendo el silencio. Con gesto cansado pongo el mentón sobre mi palma mientras observo hacia afuera, la refrescante brisa acaricia mi rostro y mi cuerpo cálido por el sueño se estremece ligeramente, agradecido por la frescura. – ¿vienes por mí? –cuestiono repentinamente mientras miro por el rabillo de los ojos hacia un rincón de la habitación a mi derecha.
Ahí estás, extendiendo tus enormes alas negras, algunas plumas se ven suaves y esponjosas mientras caen hasta el suelo bailando una sutil danza por el aire; por un segundo pienso en qué tacto tendrán. Sonríes sutilmente pero no respondes, apenas mueves la cabeza unos milímetros negando, la pálida luz de luna que se filtra por la ventana ilumina tu cabello blanco, arrancando destellos platinados; desvío la mirada de nuevo hacia la luna en lo alto del firmamento con un gesto casi cansado.
-Aún tienes algo más que hacer… aquí – ¿lo has dicho tú o lo he imaginado?
-¿Algo más? –Repito con desgana –estoy tan cansada, ya no puedo más… - ¿por qué...? Esa pregunta ronda por mi mente y me da vueltas, observo como repliegas tus alas a tus espaldas y te yergues cuan alto y majestuoso eres, casi rosas el techo con los suaves mechones de tu cabello. – ¿por qué estás aquí? –pregunto con fastidio aunque no sé si fue en voz alta o sólo lo pensé
-Sólo cuido de mis intereses-
Mi respuesta en sólo un sonido gutural de cansancio, realmente poco me importa. ¿O tal vez si? Vuelvo el rostro hacia la ventana de nuevo y escucho tu risa, como una campanilla de cristal repiqueteando en mi mente y sé que te has ido. ¿Cuándo dejaremos de jugar al gato y al ratón?
