El comienzo de un fic en el que trataremos sobre el lado más oscuro y escondido de Hakutaku: Kurotaku.

Contendrá yaoi, pero intentaré que sea más angst y descriptivo que otra cosa, lo siento mucho u.u

Me perdonaréis si tardo en escribir los capítulos...de hecho debería estar estudiando y terminando otro fic y no escribiendo esto : DDDD

En el mundo existen los humanos.

Los humanos pueblan la tierra. Los humanos crecen en ella. Nacen, viven y mueren. Los humanos son la especie que camina en la faz de este mundo.

Pero no están solos.

Más allá de ellos, hay dioses, hay demonios, hay espíritus, hay un mundo sobrenatural. Hay dioses que existen tanto de verdad como en la mente de los humanos, y otros que jamás creyeron que podrían haber, así como la mitología ha creado ciertas deidades que no han tenido lugar nunca.

Los dioses, espíritus y demonios son muy diferentes de los humanos. Ellos son inmortales, son antiguos, son sabios a su manera, y poderosos, muy poderosos. Son conocedores de grandes artes y ciencias, poseedores de increíbles artefactos y testigos de siglos y siglos de historia. Algunos de ellos son alabados aún hoy día y los convierten en auténticos centros de fe.

Los dioses, espíritus y demonios son muy diferentes de los humanos.

Y sin embargo, no pueden evitar parecerse en algunas cosas.

Como los humanos, estaban muy ocupados. Tenían que trabajar y organizarse, pero como los humanos, también sabían divertirse. Muchos, prácticamente todos, sabían amar e incluso odiar. Muchos podían bromear y pasarlo bien, tener amistades, sus propias vidas, e incluso esperanzas y sueños.

Pero de la misma forma que pueden soñar, pueden tener pesadillas.

Como a los humanos, no tienen ninguna diferencia. Son solo malos sueños. Sueños inconclusos, llenos de vacío, llenos de incertidumbre, llenos de obstáculos y penalidades. No sería la primera ni la última vez que un inmortal se queja por tener que aguantar pesadillas durante toda su vida. Pero como todo, no deja de ser algo irreal, algo encerrado en la mente y subconsciente del usuario.

Excepto…para él.

Desde hacía tiempo, y con tiempo se habla de siglos, Hakutaku había tenido mal sueño. No era algo raro, dado que, quisiera o no, se empezaba a hacer viejo, por así decirlo. Las primeras veces que había tenido pesadillas había sido ya milenios atrás, y habían sido tan esporádicos y distintos entre sí, que apenas les había prestado atención. Sin embargo, con el paso de los años, las décadas y los siglos, algo empezó a visitarle en sueños.

Y podía recordarlo.

Oscuridad…

En una inmensa oscuridad, podía ver bajo sus pies una superficie pulida y brillante, como una delgada capa de cristal. Todo estaba consumido en sombras, pero él podía ver; incluso podía ver su reflejo.

Sin embargo, no era él quien se reflejaba.

Las primeras veces que soñó con eso, intentó no hacerle mucho caso. Pero cada vez que tenía pesadillas, el patrón se repetía. Y a cada sueño, veía más claro su reflejo. Cada vez más a menudo. Una vez al año pasó a ser una vez al mes. Una vez al mes pasó a ser una vez a la semana.

Hubo un día que logró verlo completamente, y deseó no volver a tener pesadillas nunca más.

No tuvo mucha suerte buscando remedios. Comenzó experimentando con plantas y drogas. Probó con todo tipo de hierbas y frutas. Probó con el opio, probó todo tipo de sustancias. Logró crear toda una gran biblioteca de botánica y medicina, y remedios para toda clase de dolores, pero no había nada que mitigara sus pesadillas.

"Lárgate. Fuera" susurraba en sus sueños oscuros, evitando mirar su reflejo en esas tinieblas. Y aún así, sabía que su reflejo le devolvía una sonrisa.

Por fin, logró dar con algo que podía mitigar esas pesadillas. Descubrió que acompañando el lecho con alguna señorita o con unas buenas botellas de alcohol, y entonces caía en la cama y su mente estaba tan embriagada y borrosa que no podía verlo. Al día siguiente sufría de resacas y náuseas, sí…pero nada comparado al pavor, por así decirlo, que le tenía a esa cosa.

"Esto es ridículo. He creado una fachada de borrachuzo y de mujeriego para escaparme de una…pesadilla" pensaba a veces. Muy pocas veces, a decir verdad. De alguna forma, temía que eso lograra a penetrar en sus pensamientos.

Así, podía pasar sus días más o menos con normalidad.

Pero no siempre.

La cosa…

La cosa había empeorado notablemente. Lo sabía.

Lo sabía porque cuando caía a su cama muerto de cansancio y con la lengua pastosa de quemarse la garganta con el alcohol, y caía casi en un profundo y borroso sueño, él volvía a aparecer.

-…Hakutaku~

Por favor, no.

-Hakutaku, ¿has vuelto a beber?-preguntaba la melosa voz.

Hakutaku veía oscuridad. Sabía que estaba en sueños, más o menos, y no podía despertar. Se sentía débil. A veces eso ocurría y lo maldecía todo. No movió su cabeza ni se atrevió a mirar al suelo de su pesadilla, donde su reflejo le hablaba con voz dulzona.

-No te sienta bien beber-decía esta-. Te duele la cabeza. ¿No te sientes mal? Deberías de dormir un poco. ¿No estás cansado?

-No. Cállate ya.

-¡Que desagradable eres conmigo! Hoy no has traído señoritas contigo, ¿no?

Cállate, cállate, largo. Quiero despertar, pensaba el dios.

-Dime, Hakutaku~ ¿Cuándo saldré de aquí~?

Esa pregunta.

Desde hacía siglos, le hacía esa pregunta. Le empezaba a hablar con voz melosa, le hacía bromas de mal gusto, comentarios desagradables, y luego le preguntaba cuándo saldría de allí.

-Te noto cansado, Gran Bestia Blanca.

-Aún tengo para varios milenios más.

-¿De verdad vas a tenerme aquí dentro varios milenios más?-preguntó con voz dolida su reflejo. Hakutaku se tensó. Sabía que con eso le lanzaba una amenaza. Varios milenios más de pesadillas, y quién sabe si diarias.

-Sí que los tengo. No me hables como si fuera un idiota, pedazo de monstruo-espetó Hakutaku con soberbia y orgullo propios de un ser celestial-.¿Qué tal si te vas ya? Me estorbas más que una piedra en el zapato. No, me estorbas más que Houzuki. Mira si me estorbas.

-Hm….

Aunque Hakutaku se negaba a mirar, intuía que el reflejo se había agachado para acercarse a él y verlo mejor.

-¿En serio? ¿De verdad de verdad? ¿Y qué pasa si me quedo?

-Por favor-carraspeó Hakutaku-. He aguantado cosas peores. He visto los sacrificios humanos de los emperadores, he visto como las madres se comían a sus hijos en la época de hambrunas, los campos de concentración, las matanzas del opio, el asesinato de niñas, los cadáveres de la gran muralla*. ¿De verdad crees que tú puedes ser mayor problema que todo eso?

Se hizo el silencio. Y entonces, Hakutaku oyó un crujido. Un crujido que nunca había oído nunca en su repetitivo sueño, y entonces sí que miró a la pulida superficie.

Ahí estaba él.

Él.

Era prácticamente él. Con el pelo corto. Las ropas de farmacéutico. Los rasgos claramente asiáticos. Incluso el pañuelo en su cabeza y su colgante en la oreja. Pero a la vez, era distinto.

Tenía el cabello blanco y los ojos claros. Sus ropas eran negras, y le daban un aspecto fúnebre e incluso siniestro. El colgante de su oreja no era rojo y dorado, sino que lila y verde. Y más aún, tenía en su rostro dibujada una gran sonrisa divertida.

-¿No lo crees así, Hakutaku? ¿No crees que no puedo serlo?-preguntó. Dio un golpecito con su dedo índice al cristal que los separaba, y éste se agrietó. Era la primera vez que ocurría algo así, y Hakutaku retrocedió.

Despierta, despierta. Despierta de una vez. Deja de dormir. Despierta.

-¿No estás cansado de haber visto todo eso durante tanto tiempo, Hakutaku~?-preguntó el otro-. ¿No crees que es hora de descansar y, no sé, dejarme tomar las riendas?

-¿Y por qué debería?

Los ojos del otro brillaron.

-Porque estás cansado, Hakutaku. Cansado, dolido, angustiado de tantos milenios de sangre que han manchado tu…nuestro, país, y que has fallado como bestia de la buena fortuna.

Hakutaku se mordió el labio. Al sentir dolor, se obligó a mordérselo con más fuerza; quizás así despertara. Notó incluso una gota de sangre caerle, pero no despertaba.

Despierta. Despierta. ¡Ya!

-¡Cállate! ¡No quiero saber nada de ti!-se defendió Hakutaku-. ¡Tú no me vas a suplantar nunca, no necesito de tu ayuda, pedazo estúpido de sombra!-gritó, dando una patada al suelo. Este se volvió a agrietar, pero al lado contrario, y el alter ego de la deidad se apartó, sorprendido.

-¡Vaya! Para tener más de cuatro mil años te conservas fuerte.

-Largo de aquí-Hakutaku cerró los ojos. Ojalá así también pudiera dejar de escuchar-. No quiero volver a verte. Entiéndelo de una vez. Tú no tienes lugar aquí, en mis pesadillas, ni dentro de mí, ni en ninguna parte, Kurotaku.

Kurotaku no dijo nada. Simplemente mantuvo su sonrisa.

-Eso, Hakutaku, es lo que crees tú.

Se hizo el silencio. Un largo silencio. A Hakutaku le empezó a doler la cabeza y sus ojos quemaron. Cuando los abrió, estaba en su cama. Le dolían las sienes y tenía la garganta seca, el estómago revuelto, y la piel cubierta de sudor. Estaba despierto.

Había sido otra vez una estúpida pesadilla…. Otra estúpida pesadilla en el que ese idiota, al que había bautizado (¿o deducido quién era?) como Kurotaku, le había impedido descansar. El alcohol en esa ocasión no había sido suficiente para ahuyentarlo de su mente, pero el suficiente para dejarle el cuerpo destrozado.

Al menos, como siempre, había sido una pesadilla.

Pero cuando se incorporó para levantarse y despejarse, notó que tenía el labio inferior húmedo. Pasó el dedo índice por él y cuando lo apartó, frunció el ceño y se mantuvo quieto, sentado en la cama, durante diez minutos. Eso era nuevo. No le había ocurrido antes.

Esa era su sangre.

Vamos, Hakutaku….

Tarde o temprano, tendrás que dejarme salir…

Continuará...

Prontito, más!

Notas:
*Todas esas cosas ocurrieron realmente en China:

En una dinastía, los emperadores se llevaban al otro mundo a la corte entera, matándolas si hacía falta.

En la gran hambruna de Hepei,si no me equivoco, fue tal la hambruna que se dieron casos de canibalismo y se comían a los bebés.

En la 2GM, los japoneses crearon campos de concentración en Nanjing y masacraron millones de chinos.

La muralla china es famosa por su extensión, pero no todos saben que los cadáveres de los que la construyeron están bajo sus cimientos; aquel obrero que moría de cansancio construyendo la muralla, era enterrado ahí.

Lo del opio se remonta a la guerra del opio contra Inglaterra, que metió el opio desde la India para negociar con China por el té. El opio fue tan adictivo y destruía la salud de millones y millones de chinos, y tras la guerra, China quedó en una situación económica, social y espiritual terrible. Dicho de otra forma; Inglaterra metió una sustancia adictiva en China para conseguir sus propios intereses, y China no pudo hacer nada.

Lo de la matanza de niñas se remonta a que durante mucho tiempo, e incluso hasta la fecha, se querían más niños que niñas, seguramente siguiendo el modelo de educación confuciana en la que el apellido de la familia debe de perdurar y heredarse, cosa que no podía hacerse con las niñas, que adoptaban el apellido del marido. Muchas niñas fueron asesinadas.