Dsiclaimer: Frozen no me pertenece, los nombres aquí hallados pertenecen a Disney y Dreamworks (algunos pueden contener un poco de Jac Frost, aunque nada serio), a excepción de los que yo añada, que son de mi autoría.
Woooooooooooo, parece que estas fiestas me han inspirado a escribir, escribir, y escribir. De hecho creo que no he hecho nada más que no sea escribir (a parte de trabajo y mi rutina diaria), ni siquiera he todaco el World of Warcraft, demasiadas ideas en la cabeza y tenía que plasmarlas para poder dormir.
El primero es un G!P Anna. Dom!Anna, sub!Elsa.
La noche en Arendelle era tranquila hoy, Anna Summers había decidido salir esta noche.
No necesitaba maquillaje, era una chica bella y hermosa, mucha gente la criticaba porque tenía muchísimas pecas por el cuerpo pero ella les decía que era parte de su encanto, y es que esa mujer era mucho más que una bella cara. Era la dueña de un club de sadomasoquismo y club nocturno.
El club le perteneció a su abuelo, a su padre y ahora le tocaba encargarse a ella. A pesar de que leva ya dos décadas funcionando, desde que lo llevaba la chica de cabello cobrizo se había convertido en un lugar de referencia.
Al darle un enfoque distinto, cambiar la decoración y rebajar los precios ayudó en algo. El añadir el servicio de club nocturno y burdel ayudó todavía más. Por suerte, su casa era el último edifici ode cinco plantas llamado El tren nocturno. Pensó en cambiarlo pero tenía cierta especie de morbo y decidió dejarlo tal y como estaba.
Rara vez se llevaba un cliente a su piso, sólo lo hizo una vez y terminó todo mal. Al pensar en el hombre de patillas y cabello de color igual que ella se le erizó el vello de rabia. Se mordió el labio aguantando las ganas de gritar y romper algo, se calmó y cogió la llave que la llevaría al primer piso.
El tren nocturno contaba con cuatro pisos funcionales: el primero era dedicado a discoteca, el segundo al club de sadomaso y el tercero al burdel. El cuarto era un servicio de habitaciones por si querías llevarte alguna chica o chico a la cama o pasar la noche con alguien. El único acceso que había a su piso era por el ascensor privado el cual se accionaba con una llave especial. Faltaba una hora para que el servicio comenzara y quería tenerlo todo listo.
Bajó al primer piso y se encontró con Kristoff Bjorgman, entre él y Zack Riley se encargaban de la barra. Kristoff era un chico corpulento, ojos marrón achocolatado y con el cabello rubio, mientras que Zack tenía ojos azules, cabello negro ,era atlético y alto.
- ¿Qué tal, jefa? Por aquí todo va bien.- Dijo el pelinegro con entusiasmo.
- Me alegro.
- ¿Le sirvo algo? - Ella declinó la oferta.
Se despidió de ellos y se fue al segundo piso, su favorito. La sala se hallaba a oscuras a excepción de la barra del bar, dónde estaban preparando las bebidas entre otras cosas. Siguió sibiendo y entró en el burdel. Los técnicos de audio y luces estaban a probando que todo funcionara correctamente par la función. Les saludó en silencio y atravesó las cortinas que daban a los camerinos. Las chicas charlaban y reían amenamente mientras se terminaban de retocar el maquillaje. Mérida y Rapunzel eran sus mejores chicas.
Por supuesto que también había chicos, entre ellos Jack Rewind, no destacaba por su cuerpo musculoso ni por el tamaño de su paquete, tenía labia para engatusar a cualquier chico o chica que se propusiera. Todavía no había chica que se le resista, a excepción de Anna, la cual le dejó bien claro de que si hacía un movimiento con ella, estaba despedido. Rapuznel al ver a su jefa, agitó la mano y la saludó, ella hizo lo mismo pero con menos entusiasmo.
La alarma del teléfono le indicaba que era hora de comenzar el negocio. Se despidió con un simple adiós y subió a su apartamento. Había decidido salir hoy pero se le habían quitado las ganas. Se sentó en el sofá y pasó los canales sin que nada le llamara la atención. No supo en qué momento se quedó dormida, pero su interfono sonó, y eso significaba dos cosas: o algo malo pasaba o había entrado algún cliente nuevo en el club de sado y necesitaba mi tutela.
- Al menos me divertiré esta noche.
Bajó al club y se encontró con un mozo llamado Karin, el cual al verla llegar la puso al tanto de lo que sucedía.
- Jack Frost, el desaparecido.
- Ay, Annie. He estado muy ocupado, ya sabes.
- ¿Y qué te trae por mi club, Frosty? - Un apodo que le puso cuando eran pequeños dado que su cabello era blanco como la nieve, y dado que su apellido era Frost, se quedó así.
-Mi hermana se ha portado mal pero mis castigos son demasiado... flojos. No aprende y necesita disciplina.
Jack Frost era el único amigo que tenía y no iba a hacerle el feo de negarse, además, hacía tiempo que no lo hacía y practicar le vendría bien.
- De acuerdo, ¿dónde está la chica?
Él le señaló una mujer que estaba charlando con el chico de la barra, ajena a lo que su hermano quería en ese sitio. Se acercaron y el platinado los presentó. Anna intentó no poner cara de embobada cuando vio a la mujer que tenía delante.
Su cabello platinado le caía por el rostro, el resto del cabello lo llevaba en una trenza perfecta que le colgaba por la espalda, tan sólo llevaba pintados los labios de un rojo intenso, los cuales resaltaban la piel pálida y esos ojos azul cielo.
Llevaba un vestido negro con escote y abierto por detrás, haciendo que quedara casi toda la espalda descubierta en forma de uve. La longitud del vestido le llegaba hasta medio muslo, si levantaba un poco la pierna, estaba segura de que podría ver su ropa interior, y llevaba tacones de aguja altos, también de color negros. Anna se quedó sin aliento ante la diosa que tenía delante. ¡Y era la encargada de castigarla!
- Esta noche promete, Jack. - Dijo la pelirroja con entusiasmo.
- ¡Ja! Creo que ambas os vais a divertir.
La chica pareció sorprenderse ante esa frase, pobre chica. No tenía ni idea de las intenciones de su hermano, sentí un poco de pena. Se podría decir que las sesiones de la pelirroja eran demasiado... fuertes. Pero le había dado la palabra a Jack y no había vuelta atrás.
- Elsa, te has portado mal y ya sabes lo que ocurre cuando eso pasa, pero esta vez no te castigará eso que tienes como novio, sino ella. - Dijo señalando a la chica de cabello cobrizo, la cual la miraba con hambre y deseo, la rubia tragó saliva.
- Pero hermano...
- Pero nada, así aprendes de una buena vez. Anna, ya sabes dónde encontrarme.
- Por supuesto, Frosty. Diré que envíen a Malena para ti.
El chico le guiñó un ojo y se dispersó entre la gente.
- Vamos. - La pelirroja la cogió de la muñeca y la llevó a través de la sala, abrió una puerta y se encontró con muchísima gente ya. La luz azulada tenue daba intimidad a las parejas pero también se podía ver lo que estaban haciendo. Divisó un par de orgías, gente bailando eróticamente, practicando sexo y haciendo todo tipo de cosas. Siguió caminando yo arrastrando a la pobre chica, la cual miraba horrorizada a una chica siendo azotada fuertemente por su chico mientras gemía de placer. Comenzaba a entrar en pánico.
- Oye, eh... Elsa. No temas, ¿vale?
- ¿Vale...?
Dejaron atrás el tumulto de gente y se adentraron en un pasillo grande, había por lo menos treinta habitaciones ahí y al final de todas, la VIP. Reservada sólo para clientes de Anna. Entró con la chica y cerró la puerta, luego de eso, encendió la luz. Elsa ahogó un grito de horror. En la sala había todo tipo de máquinas y artilugios para la tortura. Algunas de esas las había visto, incluso practicado, pero otras parecían realmente dolorosas. Miró alrededor de la sala y había cuerdas colgando del techo, tragó saliva al saber qué significaba.
- Vamos a dejar las cosas claras. - dijo la pelirroja cuando obtuvo la mirada atenta de la ojiazul. - No se te permite hablar a menos que yo te lo pida, ni gemir, ni moverte. Me han pedido que te castigue y eso voy a hacer. Y deberás llamarme señora, ¿entendido?
- Sí. - La pelirroja rodó los ojos, se acercó a ella y le tiró de los pelos, haciendo que su mentón subiera y se encontrara con la mirada socarrona de su ama.
- ¿Sí, que?
- Sí, señora. - dijo mientras ocultaba un poco el dolor.
- Muy bien.
La rubia estaba muerta de la vergüenza, una cosa era hacerlo con su novio y otra con una profesional del sadomasoquismo, estaba muy nerviosa y se ganó una cachetada en la nalga. Dolía, pero hizo lo que le ordenaron.
- En la cama, a cuatro patas. Ahora.
A la chica le costaba eso de seguir ordenes, pero un golpe en el trasero la hizo reaccionar, soltando un suspiro de dolor y entendió cómo iba a ir la cosa si se negaba a todo lo que le dijera. La obedeció y esperó ordenes de su captora.
- Dame tus brazos.. - la chica, con temor se los dio y se los ató a la espalda doblados.
Anna la cogió de la cabeza y la mantuvo contra la cama, le ordenó que no se moviera mientras observaba la belleza que tenía delante. A pesar de que la chica estaba muy nerviosa, cosa que era evidente, también estaba bastante mojada, lo notó en cuanto le pasó una mano por ahí abajo y la rubia soltó un suspiro.
- Dime tus palabras de seguridad.
- ¿Eh? - dijo saliendo de su trance. - Oh, Nieve y... Muñeco.
- ¿Muñeco? Nunca había escuchado eso como palabra de seguridad.
- Bueno, iba a decir muñeco de nieve, pero es demasiado largo...
Dios, ¡pero qué mona era esta chica! Pensó Anna mientras la escuchaba hablar, y esa voz, oh señor. No podía esperar a que esa dulce voz cantara su nombre y le pidiera más, pero debía de ser paciente, ya llegarían a ese punto.
- Muy bien, Nieve y Muñeco serán tus palabras de seguridad cada vez que vengas aquí.
Ella asintió sin sabe que en verdad iba a volver, y más de una vez.
Anna pasó una cuerda más larga por una anilla que había en el techo y ató las cuerdas de Elsa a estas, tirando de ella hasta que quedó en una posición que a la rubia le parecía incómoda al principio, pero agradeció que no tuviera su cara contra la almohada.
Elsa todavía llevaba el vestido pero eso a la Anna le daba igual, esa chica estaba demasiado apetecible en esos momentos. La pelirroja se humedeció los labios con el dedo y se tocó su erección, soltando un gemido leve.
- Eres hermosa, Dios, no sabes lo que voy a disfrutar castigándote. - La chica dominante fue hacia un cajón y sacó una fusta de cuero y le dio una cachetada con ella en el trasero, haciendo que la rubia se moviera y gritara de dolor ante el inesperado golpe. - ¿Qué he dicho sobre hacer ruido, hm?
- Lo siento, mi señora. No volverá a ocurrir.
Al menos aprendía rápido. Le dio otro golpe e hizo su mayor esfuerzo por no emitir sonido alguno, la pelirroja abrió los ojos, sorprendida. O aprendía demasiado rápido o a esta chica de verdad le gustaba ser sumisa. De todas maneras, presentía que esta noche iba a ser especial.
- A pesar de que me gusta el silencio, por ti voy a hacer una excepción y voy a dejar que grites. - Le dio un azote más fuerte.
-¡Ahh! - chillo mientras se retorcía por el placer y el dolor que estaba experimentando.
Nunca habían usado una fusta con ella y estaba comenzando a gustarle. Anna deslizó la punta de la fusta por las piernas de la rubia y dio golpes al azar por dichas partes, haciendo que la otra temblara y se convulsionara fuertemente. Estaba tan mojada que sus líquidos comenzaron a derramarse por sus muslos lentamente.
- ¿Te has corrido con tan sólo unos golpes? Dios mío. Cómo voy a disfrutar contigo... pero has sido mala, te has corrido sin permiso pero por esta vez, te lo dejaré pasar.
Anna subió a la cama y colocó su paquete delante de la cara de la rubia, la pelirroja tenía una mirada diabólica en su cara, mientras que la otra tragaba saliva, extrañada. La chica de cabello cobrizo le deshizo la trenza a la rubia y enredó sus dedos en las fibras de oro de la choca atada, empujándola un poco contra ella.
- Bésalo. - ella lo hizo. - Otra vez. - lo repitió todas las veces que ella le decía. - Cierra los ojos. - La rubia obedeció de nuevo.
Escuchó el roce de tela y no era suyo, quería abrir los malditos ojos pero sabía que no le gustaría el castigo que iba a recibir, la había desobedecido demasiadas veces y no iba a tentar a su suerte. Los segundos le parecieron agónicos, tan sólo esperaba ver a aquella chica que la tenía prisionera mirarla con esos ojos azul más oscuros que los de ella, pero lo que notó fue algo caliente y duro golpear contra su mejilla.
- Bésalo de la misma manera que antes.- Y así lo hizo, Anna tembló de placer. -Lámelo de arriba hacia abajo y luego métetelo en la boca. - Obedeció y cuando notó que su pene se hundía en la garganta de la sumisa, soltó un gemido de placer contenido. -Chupa.
No se había percatado pero aquél palo duro y caliente que tenía en la boca era más largo de lo que esperaba y no le cabía todo. La pelirroja hacía casi todos los movimientos, ya que ella tenía la movilidad limitada. Alternaba en morder, lamer y chupar el miembro eréctil de Anna, lo cual provocaba más y más gemidos, cada vez más fuertes, hasta que la dominante se separó bruscamente.
- Tienes una boca excelente, me pregunto cómo será ahí abajo...
Se colocó detrás de Elsa, a unos centímetros de su trasero y le subió el vestido, dejando el coño y el culo de la rubia al descubierto, casi gritó de felicidad al ver que ella no llevaba ropa interior. Sin preámbulos, acercó su boca a la entrada de la chica y comenzó a lamerla, haciendo que ella gritara y provocara que ella prácticamente chorreara. Era el néctar más dulce que había probado en toda su corta existencia. Bebía y comía con fervor, cómo si no hubiera mañana, los gritos de Elsa eran música para sus oídos y supo que iba bien encaminada.
Sustituyó sus labios por dos dedos y entró en ella lentamente, se deslizaban perfectamente y sin esfuerzo, comenzó la agonía para la chica atada. Si pensó que los golpes eran tortura, estaba demasiado equivocada, esto era real tortura. Empezó a moverlos lentamente y luego apresuró los movimientos unos segundos, para volver a entrar en ella lentamente. La rubia se retorcía, ardía de deseo por ese pene que hacía unos momentos acababa de chupar.
- Dime qué quieres, perra. - Le dio un manotazo en el trasero, enrojeciéndolo un poco.
- métemela, por favor.
- ¿el qué, Elsa? Qué quieres que te meta en tu precioso coño?
- Te quiero dentro de mí. ¡Te lo suplico!
- Hmmm, no. He decidido jugar contigo un poco más. -¿Alguna vez te han sodomizado? - Ella negó con la cabeza, un poco avergonzada. -Comencemos, pues.
Anna comenzó a hacer círculos a través de aquél agujero, lo lubricó con los líquidos de la propia rubia y metió su dedo meñique en él, haciendo que Elsa se tensara, estaba demasiado nerviosa y necesitaba que se relajara de alguna manera. La pelirroja se inclinó sobre ella y le mordió el lóbulo de la oreja, le susurró palabras reconfortantes y dicho agujero comenzó a dilatarse, permitiendo que la chica pudiera entrar más en aquél orificio.
- Va a terminar gustándote, te lo prometo. - Dijo con un tono igual demasiado afectivo para ser ella.
Le restó importancia al hecho y comenzó a moverse lentamente, durante unos minutos la chica sodomizada se retorcía de dolor, pero a medida que iba acostumbrándose dejaba de doler, comenzó a gemir de placer ante la penetración, Anna metió dos dedos y entraron bastante bien, agradeció que Elsa estaba ya demasiado metida en sentir placer que ya le daba igual todo. Acercó su miembro con la mano libre a la entrada mojada de la rubia y la penetró de una estocada, ella gritó, aunque la maestra no supo si era de dolor o placer.
- ¿Te he hecho daño? - Ella negó.
- No me lo esperaba.
Mientras una mano se sujetaba de la cadera de la chica atada, la otra continuaba introduciéndose en su trasero, Anna comenzó a mover su pene dentro y fuera de la chica, muy lentamente, casi agonizante.
- Suplícame, Elsa, y te daré lo que quieres.
- Ah por favor, ¡más rápido!
- No quiero, no me das ordenes.
- Te lo suplico, voy a morirme si no te mueves...
Sacó la mano de su trasero y la colocó en la cadera de la rubia, comenzó a moverse rápidamente, a velocidad demasiado rápida. Le dijo que no estaba toda entera dentro y que iba a follarla como si no hubiera mañana. La penetró duramente durante varios minutos, la rubia volvió a correrse fuertemente pero a Anna no le importaba, ella ni siquiera estaba cerca y, al ritmo que iba, le sacaría a Elsa más de un orgasmo esta noche.
No se había quitado la ropa de arriba, tan sólo desabrochó su americana y apoyó los pechos en la espalda de la chica debajo de ella, sus manos abandonaron las caderas para posarse una de ella en los pechos, y otra en la parte baja de la rubia, acariciando la perla del placer y llevándola a otro orgasmo, Elsa lloraba de placer y dolor puesto que las embestidas llegaban demasiado profundo, hasta dónde nadie había llegado hasta ahora. Era hora de mostrar quién mandaba ahí.
La mordió fuertemente en el cuello, ella gritó y tembló de dolor, Anna volvió a repetir el gesto en uno de los hombros y obtuvo la misma respuesta. La mordió por toda la espalda y le clavó las uñas en ella, marcándola como suya mientras que Elsa gritaba y gritaba, ya no sabía si de dolor o placer, pero estaba en un letargo dónde sólo le importaba sentir los azotes, mordidas, arañazos o lo que fuera a darle placer en ese momento.
- Oh, mi señora. Oh dios, ¡me gusta! Siga por favor, no pare...
- Tranquila, n otengo intención de hacerlo. - Le volvió a morder el cuello, llevando a la ojiazul al orgasmo de nuevo.
- ¡Ahhhh! Anna, ¡Dios mío!
Los gritos de dolor y el orgasmo de la chica provocaron que la pelirroja notara cómo esas paredes se contraían contra su pene, haciendo que llegara a su propio orgasmo, gritando, convulsionándose, corriéndose y vaciándose completamente en el interior de su acompañante mientras gritos de puro placer llenaron la sala de tortura.
Cuando se hubo calmado lo suficiente, observó su obra. La espalda de Elsa estaba enrojecida por las mordidas y arañazos de Anna, cuando la rubia salió de su nube y quiso moverse, soltó un quejido de dolor, y la pelirroja la miró con pena, en parte se sentía bastante mal por hacerle esto a esta diosa del sexo que tenía delante, pero si no hubiera tenido suficiente por hoy, esa visión la habría puesto dura otra vez cosa que no pasó.
¿Tanto había disfrutado de esa rubia, como para no volver a tener sexo en un buen rato? Al concienciarse de que la rubia continuaba gritando de dolor, reaccionó y fue a uno de los cajones a por una crema refrescante.
- Esto te va a escocer, pero va a curarte. Sé que puedes aguantarlo. Te sentirás bien pronto. Elsa, contrario a todo pronóstico, notó las suaves finas manos de Anna aplicar el ungüento con cuidado. - Me gusta cuidar de mis sumisas y curarlas es parte del proceso.
La rubia notó cómo el dolor desaparecía y agradeció a la chica por eso. La chica de cabello cobrizo le quitó las cuerdas dejándola libre otra vez, ella se masajeó las muñecas y le sonrió. Anna no había visto sonrisa tan adorable después de una sesión de sadomasoquismo, y pensó qué esa chica era muy rara.
- No creo que mi hermano me haya esperado, o está demasiado ocupado y no sé manejar. ¿Qué hago?
- Tranquila, yo te llevo.
- ¿Seguro? No quiero molestarte. - La pelirroja soltó una carcajada sincera.
- A estas alturas, ¿te preocupa eso?
La chica soltó una risita, la otra chica se la quedó mirando, embelesada. A pesar de que la había golpeado y follado duramente, no parecía estar cansada.
- No, mi señora.
- Llámame Anna. Los formalismos sobran fuera de la cama.
- Entonces, llámame Elsa.
- Bien, Elsa. Vamos a tu casa.
Ella asintió, se arregló el vestido y Anna se puso la ropa de vuelta. Salieron por la puerta trasera y desaparecieron en la oscuridad de la noche.
wu wuuuuu, espero que os haya gustado xD Si tenéis alguna idea, no dudéis en exponerla.
