Dejarte de amar

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Desafío, crear una historia con las canciones del álbum de Camila- Dejarte de amar

Edward y su familia acaban de mudarse, él cree que todo será tranquilo pero una chica le mostrara como las cosas pueden disfrutarse de otro modo, pero hay algo importante… condiciones

. Gracias a una amiga tome este proyecto, espero sus comentarios y bueno... disfrutenlo.


La cancion es De mi- Camila, dejarte de amar, pueden escucharla antes de leer o mientras lo estan haciendo, las dos opciones ayudan a entender.


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De mí

Edward

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Todavía no puedo creer como llegué a caer en esa trampa, yo que sabía perfectamente como actuaba una mujer para conquistar a un hombre como yo. No soy arrogante ni nada por el estilo, pero creo que mi madre y las chicas del instituto, me subieron realmente la autoestima. Soy ese típico hombre que deslumbra a una mujer, según ellas, esos que cuando caminan por la calle principal, parecen un modelo sacado de revista, de esos donde la mujer se gira para mirarlo. Según yo, soy un hombre común y corriente, agradezco a mi madre haberme dado los genes del cabello cobrizo y de los ojos verdes, pero para mí, solo eso era llamativo en mi persona.

Las mujeres decían que era mi cuerpo, mi postura frente al mundo, mis rasgos y en especial, mi dinero. Ninguna mujer puede negarse a un hombre con esas descripciones, y más si ese hombre no está interesado en ninguna. El primer pensamiento… si no tiene una mujer a su lado, es gay. Yo solo reía. Aprendí de todo esto, gracias a las clases que me daba mi hermana, debido a que soy el hermano favorito y no quería que anduviera con una cualquiera, así que cada vez que salíamos a tomar algo, ella me instruía en saber qué mujer estaba interesada realmente en mi o solo quería jugar por una noche.

No puedo negar que todas las clases me ayudaron, algo que me había jugado en contra ya que hasta ese día nunca había tenido una novia, según mi hermana y yo, todas querían jugar. En su caso, pasaba exactamente lo mismo, ella tampoco había tenido un novio debido que al saber su nombre, todos los hombres caían a sus pies, ninguno se interesaba en su persona.

¿Quiénes somos? Según mi familia, Edward y Alice, dos niños traviesos, completamente diferentes pero que por causalidades del destino habíamos nacido mellizos, ¿y por qué digo completamente diferentes? Alice, pequeña, cabello negro, delgadita, hiperactiva, extrovertida, yo, alto, cabello cobrizo, podría decirse que un físico atractivo (dicho por mi hermana), hombre de escuchar buena música y tocar el piano, e introvertido. Siempre bromeábamos que lo único que nos había tocado igual, eran los ojos verde esmeralda y el amor que nos teníamos.

Pero, ¿Quiénes éramos para el mundo? No podíamos creer como un apellido podía hacer la diferencia, Alice y Edward Cullen, hijos de Carlisle Cullen, director y fundador de la franquicia de "Hospitales C.E.", eso aclara todo. Nuestro padre, gracias a su gran experiencia en la medicina, había logrado establecer la más avanzada tecnología en la salud, logrando colocar un hospital en cada estado del país y a veces más de uno. Sin quererlo éramos una de las familias millonarias de Estados Unidos, solo buscando el bienestar de las personas.

Así que ahora lo ven, cuando el mundo conocía nuestros nombres o identificaba nuestra cara, ya no éramos simples personas que caminaban por la cuidad, no, pasábamos a ser los reyes del lugar, algo que verdaderamente odiaba. De igual manera debía agradecerle a mis padres que nos -bajaran de las nubes, según ellos seguíamos siendo personas común y corrientes, no porque tuviéramos una gran cantidad de dinero, dejábamos de ser los mismos de siempre, solo nos podíamos dar el lujo de tener ciertas comodidades, solo eso.

Así que, así nos criamos, siendo personas completamente normales, aunque lamentablemente debíamos estar cambiándonos de hogar constantemente debido a que Carlisle debía estar en cada una de las sedes de la corporación, lo que implicaba cambios de amigos, casa, escuela, de vida, todo. Los últimos seis años, mi madre había optado por que tuviéramos clases particulares, ya que generalmente no alcanzábamos a terminar el año, cuando ya debíamos viajar de nuevo. Pero este año era diferente, mi padre había decidido establecerse en el hospital C.E. de Seattle, así que podríamos tener nuestro último año de escuela, en el instituto. Todo cambió desde ese momento.

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Nunca había sentido algo así
la vida me mantuvo siempre en paz
llegaste a abrir las puertas del dolor
y a regalar la soledad

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Fue amor a primera vista, lo sabía, la mujer más hermosa que había visto en toda mi vida, pero solo debía quedar en eso, la mujer más preciosa, cuando supiera quién era yo, todo cambiaría, sería otra más que parecería perrito faldero solo porque yo era atractivo y además era un Cullen. Así que no intenté ponerle mucha atención, ni si quiera quise saber en qué curso estaba.

Obviamente cuando entramos al instituto, el director fue quien nos recibió, dándonos todas las facilidades para nuestra estadía en la escuela, casi que podríamos faltar todo el año e igualmente podríamos graduarnos, lo que hacía un poco de dinero. Algo bueno de todo esto, íbamos a compartir casi todas las clases con mi hermana. Mientras nadie en el instituto dijera nuestros nombres, podríamos ser personas normales y de eso nos encargaríamos.

Esa misma mañana cuando llegamos y nos recibió el director, le dijimos que debía tratarnos como a cualquier adolecente y en especial no llamarnos por nuestro apellido, así que desde ese momento éramos Alice y Edward Platt, el apellido de nuestra madre de soltera. A lo menos daría un tiempo antes de que la cuidad se enterara que Carlisle Cullen había traído a toda su familia a Seattle.

Las siguientes tres clases fueron con esa chica, con esa mujer que yo encontraba preciosa, como me hubiera gustado poder acercarme y presentarme, y en una de esas compartir algunas sonrisas, aprovechar mi supuesto atractivo para convencerla de que yo no era solo un apellido, sino que era un chico normal. Pero como si pudiera leerle la mente, fue ella la que me miró en cada clase, colocándome nervioso porque no sabía que reacción tener, hasta Alice se había dado cuenta de mi situación, por lo que entre medio de cada clase me preguntaba qué era lo que ocurría, y por primera vez en toda nuestra vida, yo no tenía que decirle.

Ese fue el único encuentro que tuvimos en todo el día, las siguientes clases solo estaba con mi hermana, en la cafetería nunca la vi, siendo que la busqué por todas las mesas, solo me faltaba revisar los baños de chicas para cerciorarme de que no estaba ahí. Ese día, la última vez que la vi, fue cuando íbamos en dirección a mi auto, ella estaba apoyada sobre él, no debía saber a quién le pertenecía, nadie en su juicio lo hubiera hecho sabiendo que el coche me pertenecía. Cuando llegué a el, la miré fijamente, dispuesto a decirle que se moviera si no quería que la arrastrase conmigo cuando partiera, además estaba apoyada en la puerta del copiloto y debía abrirle a mi hermana.

Cuando me paré a su lado, solo me miró preguntándome si el auto era mío. Las palabras no salieron así que solo asentí con la cabeza, ella sonrió saliendo de la puerta. No pude seguir mirándola, me cohibía, ninguna mujer lo había hecho y ahora esa chica me estaba poniendo nervioso hasta el extremo de tener que correr la vista. Ayudé a Alice a subirse para luego subirme yo, sentía su mirada sobre mí, aunque sabía que no era la única, otras más me miraban con otras intenciones. Con una pisada al acelerador ya estábamos saliendo de los estacionamientos.

Le agradecía a Alice que no me haya interrogado mientras íbamos camino a casa, no tenía ganas de hablar sobre lo que haya ocurrido en la escuela, ni yo sabía lo que había ocurrido, era como si nunca hubiera visto a una chica de verdad, ella aparecía y desactivaba mis sentidos, solo había un prototipo de mujer y esa era ella.

Estacioné el auto al lado de mi coche… lo sé, dirán ¡Pero si dijo que quería ser normal! Bueno, mi verdadero auto era un Aston Martin y el de mi hermana un Porsche amarillo, así que ninguno de los dos deportivos podía ir al instituto, llamarían demasiada atención y si queríamos pasar desapercibidos, debía ser en un coche común, bueno, si llamamos a un Volvo algo común. Así que un día antes de entrar a la escuela, nuestro padre nos regaló el auto, así no habría problemas para movilizarnos. El coche de mi madre estaba, así debía estar en casa.

Luego de saludar, subí directo a mi dormitorio, no quería hablar con nadie, solo quería encerrarme a escuchar música, botarme en la cama y no pensar en nada más, aunque fuera imposible sacarse a la chica de la cabeza. Era una mujer… común, es decir, no era una rubia de ojos claros, cuerpo modelado, largas piernas, no, ella solo era una chica común. Estatura normal, cabello castaño, facciones femeninas y unos ojos color chocolate… si, normal, una chica normal, pero su mirada le decía que no era nada de eso, algo en ella decía que podría cambiar mi vida.

La puerta se abrió dando paso a mi melliza dispareja, me encantaba decirle así, no podían haber dos mellizos tan distintos como nosotros, pero nos gustaba, teníamos la complicidad de haber nacido unos minutos de diferencia, pero al mismo tiempo nos diferenciábamos completamente. Ella también se tiró en mi cama mirando al techo como lo hacía yo. No me importaba que entrara a mi cuarto de esa forma, no tenía nada que ocultarle a ella, sabía todos mis secretos como yo los de ella, hasta dormíamos juntos de vez en cuando, excusando que durante nueve meses habíamos vivido juntos y nadie podía negarnos dormir juntos una noche más como hace 18 años. Yo creo que si no fuera porque mi madre quería que cada uno tuviera su espacio, podríamos haber compartido el cuarto sin ningún problema.

Yo solo esperaba el centenar de preguntas que me haría Alice, no creo que le hubiera pasado desapercibido mis miradas a esa chica o las de ella hacia mí, así que tenía claro que ella querría saber más, siendo que ella estuvo a cada rato conmigo. Así que, como no, las preguntas comenzaron.

- ¿te gusta?

- ¿no podríamos comenzar con una pregunta más abierta? ¿te parece linda? O ¿viste como te miraba?

- Esas dos preguntas puedo hasta contestarlas yo… si te pareció linda y obvio que vi como te miraba, en las tres clases que tuvimos con ella, no dejaba de mirarte, hasta a mi me ponía nerviosa, ahora… ¿te gusta?

- No…- Alice se giró para mirarme- hasta ahora… como puedes creer que me gusta si ni siquiera me ha dirigido la palabra

- Preguntó si el coche era tuyo- mi hermana sonrió mientras yo suspiraba- aunque tú no dijiste nada, así que no fue una conversación… si, te creo, no te gusta… todavía

- Además, con tus clases de cómo es una mujer, no caeré con la primera chica que encuentre bonita- Alice me sonrió, se dio vuelta para abrazarme por la cintura y apoyar su cabeza en mi pecho, yo también la abracé

- ¿Cuánto crees que dure el que no sepan quienes somos?

- No creo que mucho… hoy no se han acercado a hablarnos, pero algún día lo harán, en especial si a algún profesor se le ocurre llamarnos por quienes somos- mi hermana levantó la cabeza para mirarme, tenía tristeza en la mirada

- Hay veces que pienso que papá debe creer que nos avergüenza ser un Cullen

- ¡No digas eso! El sabe perfectamente porque lo hacemos, no porque nos avergüence, sino porque queremos que nos vean por quienes somos, no por quienes creen que somos

- ¡Niños! Su padre ha llegado, vamos a cenar

Sonreímos, bajamos corriendo para ver quién era el primero en llegar y saludar a Carlisle, podía que fuéramos solo dos hijos en la familia, pero parecíamos cinco según Esme, así que más hermanos seria mucho trabajo.

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Tu piel envenenó mi corazón
dejándome en completa oscuridad
y así en lugar de olvidarte yo
te fui queriendo mucho más

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Verla frente a mí, preguntándome si en realidad era Edward Cullen, no era algo que me hubiera esperado, en una de esas lo podría haber esperado de cualquier otro chico del instituto, pero no de esa chica, la cual estaba en todos mis pensamientos, pero en ese momento me di cuenta que solo me hablaba por quien creía que era yo, el hijo de un millonario. Alice tenía razón, la mayoría de las mujeres me buscaría por era Edward Cullen, no por ser Edward, solo Edward.

No sabía que decirle, en ese momento debería estar en clases, había pasado al baño antes de entrar mientras Alice me guardaría un puesto, pero cuando salí del cubículo del baño, ella estaba sentada sobre la encimera donde estaban los lavamanos mirándome fijamente con la misma mirada que me había dado cuando estaba apoyada en el Volvo. Me quedé mirándola, esperando que se aburriera de esperar mi respuesta y se fuera, aunque parecía que ella no tenía intenciones de irse hasta que yo no contestara. Intenté parecer tranquilo aunque por dentro fuera un atado de nervios, asentí mientras me lavaba las manos y sentía su mirada sobre mí.

Me preguntó porque ocultaba quien era, otra pregunta que no esperaba, ella lo único que quería era parecer simpática para luego decir que había estado con Edward Cullen, yo quería creer que solo era mi imaginación, que ella no estaba interesada en quién era yo, sino que me reprochaba por avergonzarme de mi apellido. Me seguía mirando fijamente esperando la respuesta, las clases debían de haber comenzado hace ya rato por lo que recibiría un llamado de atención por demorar.

La chica se bajó de la encimera sin dejar de mirarme esperando a que yo dijera algo, pero entre los nervios que sentía al pensar que alguien entrara al baño de hombres y nos viera juntos o el no poder articular una palabra sin que saliera tartamudeando solo porque la tenía cerca, no podía creer como una mujer podía causar algo así en mí, pero lo más importante, no podía caer en sus redes, debía seguir los consejos de mi hermana.

¡De que consejos hablaba! ¡Por dios! ¡Me estaba besando! Solo llevábamos dos días en esa escuela y esta chica ya me estaba besando y yo como un tonto correspondiéndole. No sé cómo llegaron mis manos a su cintura, no sé cómo sus manos estaban enredadas en mi cabello intensificando más el beso, pidiendo permiso para introducir su lengua en mi boca… ¡seria un imbécil si no lo aceptara! Sentí que sus labios se alejaban de los míos, yo no quería abrir los ojos para darme cuenta que todo era un sueño, quería seguir con la sensación de que todo había sido real.

- ¿Vas a contestarme alguna de las preguntas?- si escuchaba su voz, era porque estaba ahí, todavía seguíamos en el baño de hombres

- ¿Qué… que cosa?- escuché esa risa, llegó directamente a mi corazón, abrí los ojos

- ¿Eres Edward Cullen?

- ¿Cómo te enteraste?- podía ser una pregunta absurda, pero agradecía que algo hubiera salido de mi garganta

- Bueno… tengo mis contactos dentro de la escuela… y estaba realmente interesada en saber tu nombre, ahora… ¿Por qué tu, y tu hermana ocultan quiénes son?

- ¿No es obvio?- reí ante la pregunta, nadie entendía las razones- Ahora que sabes que soy el hijo del director del hospital E.C. querrás coquetear conmigo y luego andar diciendo que tuviste algo con el chico Cullen- ella se rió negando con la cabeza

- Créeme, me interesabas antes de saber quien eras… y tranquilo, no le contaré a nadie, aunque te aseguro que pronto todos se enteraran- nos quedamos en silencio, ella me sonrió- bueno, comencemos las cosas bien…- me tendió la mano- Hola, soy Bella

- Edward- respondiéndole al saludo

Me tomó desprevenido, tiró de mi mano para tenerme lo más cerca de ella que podía, mi respiración se detuvo pensando que al moverme solo un poco las cosas se saldrían de control. Acercó su boca a mi odio susurrándome "Te espero a las 10 de la noche en el estacionamiento del instituto… no me falles".

No sé en qué momento salió, no sé qué ocurrió después de escuchar esa voz, no podía creer como una chica en solo dos días me estaba volviendo loco, logrando que el fuego se apoderara de mi, la lujuria saliera por mis venas, imaginándome a… Bella. Ese era su nombre, hasta ese momento no había cuestionado su nombre, solo podía concentrarme en ella ahí en medio del baño sonriéndome y haciendo preguntas que a nadie más se le ocurriría hacer, además de todo… no le importó quien fuera yo, seguía siendo un chico más.

¡Me había besado! Tantas cosas habían pasado que todavía no podía concentrarme en todas, de a poco volvían a repetirse las escenas mostrándome todo lo que había ocurrido, desde verla sentada mirándome hasta cuando me susurró… ¡esperen! ¡Quería verme! Había dicho que nos viéramos a las 10 en el estacionamiento del instituto. No sabía cómo iba a salir de mi casa a esas horas sin una excusa, pero debía verla. De un segundo a otro, esta chica se estaba convirtiendo en una adicción, y parecía que no podría escapar de ella.

No podría entrar en mitad de la clase, así que me dirigí a mi coche, era la última hora así que no me había perdido de mucho, cálculo era algo que se me daba bien, así que con los apuntes de Alice me las arreglaría. Mierda… Alice, a ella no podía mentirle, nuestra conexión era realmente íntima como para logran engañarla, se daría cuenta como yo también sabría si ella lo hacía. Debía contarle todo, en una de esas me ayudaría a inventar algo para poder salir esa noche, no iba a perder la oportunidad de verla nuevamente. En serio, esto no estaba bien, lo sabía, pero algo en mi interior me decía que debía seguir adelante, no veía nada que perder. En una de esas solo conseguiría otro beso más y luego aquí no ha pasado nada. A lo menos habría logrado estar con la chica hermosa… Bella, hasta su nombre lo decía.

Coloqué un CD mientras esperaba a mi hermana, de vez en cuando miraba por el retrovisor para ver si aparecía Bella entre los demás chicos que comenzaban a salir de clases, pero parecía que se hubiera esfumado después de salir del baño de hombres. Vi a mi hermana, venía conversando con una chica, parecía que había conseguido una amiga, eso era bueno. Se despidió y entró en el coche sin hacer ninguna pregunta, me sonrió y luego se acomodó para colocarse el cinturón y esperar a que partiéramos. Yo solo sonreí, sabía lo que vendría.

No había nadie en casa cuando llegamos, mi madre había dejado una nota diciendo que había ido a hacer unas compras y que no demoraría en volver. Pasé a la cocina por un vaso de agua, cuando me di la vuelta, Alice me miraba desde el marco de la puerta esperando que yo hablara, y sabía exactamente de que así que no espere preguntas.

- Estaba en el baño cuando la vi sentada encima de la encimera de los lava manos preguntándome si yo era realmente Edward Cullen y porque ocultaba esa información…

- ¿Hablamos de la chica de ojos chocolate y cabello castaño?- me interrumpió mi hermana, yo asentí con una sonrisa estúpida

- Bella- Alice sonrió

- Así que ya sabes su nombre… en realidad sabes su apodo… se llama Isabella Swan, es hija del jefe de policías, dicen que es simpática, buena estudiante…- levanté mis manos para que se detuviera

- ¿Cómo sabes todo eso?- la miré impresionado, siempre ella se enteraba de las cosas antes que yo

- Mientras tú y Bella estaban encerrado en el baño haciendo no se qué cosa, tu hermanita se informaba sobre la chica… Ángela es verdaderamente simpática, creo que es la única persona que no ha colocado cara de asombro cuando el profesor dijo mi nombre… ¡Ah! Por cierto, supuestamente estabas con dolor de estomago, por eso no te presentaste… me encontré con tu profesor cuando salía de mi clase- realmente era mucha información, había veces en que me costaba seguirle el ritmo a mi hermana

- Gracias… ¿Quién es Ángela?

- La chica con quien me viste salir a los estacionamientos, es muy simpática, te caerá bien… además es amiga de Bella

Alice no me pidió detalles de lo que había ocurrido en el baño, siendo que le aseguré que no había pasado nada de lo que ella pensaba, tampoco quise mencionarle los besos, debía dejarme algo para mis secretos, sabía que nunca los tenía con mi melliza, pero por ahora me lo guardaría. Le comenté que necesitaba salir esa noche, así que ideamos un plan, nuestros padres generalmente se iban a la cama por esas horas, así que podría escaparme de alguna forma sin que ellos me vieran, ella se encargaría de todo lo demás. No podía dejar de adorar a mi hermana, sin ella no podría hacer nada en mi vida. Lo único que me pidió fue que me cuidase, como siempre, diciéndome que había mujeres que había que evitar y esperaba que Bella no fuera una de ellas.

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Y ahora estas aquí
viéndome sufrir

Dime como debo hacer
para olvidarme de tus besos
y si sacarte para siempre de mi...
de mi... De mí...de mí... de mí.

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En realidad estaba nervioso cuando manejaba hacia el instituto, no sabía si en realidad estaría ella ahí esperándome o solo había sido una broma y yo era el imbécil que había caído. En un comienzo había pensando en ir con el Volvo, pero luego pensé, que era mejor ir el mi deportivo, así, si veía algo que no estaba bien, podía hacerme el desconocido, Bella no conocía el Aston Martin como para reconocerme.

Pero no hubo necesidad de nada, ahí estaba ella apoyada en su coche, un BWM negro, ella llevaba puesto unos jeans con botas, una blusa ajustada y una chaqueta. Sus ojos mostraron sorpresa cuando me vio bajarme de mi auto, estaba seguro de que esperaba aparecer el Volvo como lo había hecho los dos días. Me sonrió de forma de saludo y luego sin más me besó y yo todavía no entendía con era que me dejaba llevar en vez de detenerla, no nos conocíamos como para tener ese derecho, aparte yo no era así, yo no me andaba besando con cualquier chica que se me cruzara, aunque parecía extraño, especialmente para un hombre, yo todavía era virgen. Si lo sé, realmente extraño.

Me dijo que la siguiera ya que íbamos a ir a otro lugar, se subió a su coche y yo al mío. La seguí por varias calles hasta un barrio de varios edificios, nos detuvimos frente a uno de ellos. Las puertas del portón para auto se abrió dejando el paso, Bella sacó la mano por su ventana diciéndome que también entrara, yo solo la seguí.

Nos estacionamos, yo la seguí en silencio para tomar el ascensor del edificio, no tenía la menor idea de donde me llevaba, esperaba que no fuera su casa o a la casa de alguna amiga, en realidad, todavía no entendía como habíamos llegado a un edificio y yo no había hecho alguna pregunta. Seguimos en silencio mientras ella abría la puerta del departamento, encendió las luces invitándome a entrar, se quitó la chaqueta preguntándome si quería algo, yo me negué mirando el lugar, esperando que por alguna parte saliera el padre de Bella preguntando que hacía yo ahí, pero todo estaba oscuro, como si solo los dos estuviéramos en ese lugar. Ella entendió mi expresión cuando me miró sonriendo.

- Tranquilo, nadie saldrá preguntándote que haces aquí… solo estamos los dos

- ¿Y tus padres?

- Mi padre está en su casa, mi madre desapareció cuando yo solo tenía tres años, así que entenderás que no sé donde estará… y este departamento es mío, Charlie me lo compró para que pudiera tener mi espacio aunque prometiendo no desaparecer de casa

- ¿Charlie?- Bella sonrió sentándose en el sofá blanco con una bebida en la mano

- Mi padre, el jefe de policía- nos quedamos en silencio por un buen rato mientras yo miraba el lugar- puedes sentarte, siéntete en tu casa… aunque creo que esto es poco en comparación con lo que debes tener- la miré con el ceño fruncido

- Por favor no comiences con que yo tengo más dinero y todo eso… soy normal como cualquier otro chico

- Está bien… pensé que tomar el coche de papá era para aparentar tu situación…

- No es de mi padre, es mío- Bella me miró sorprendida- yo tengo un deportivo y tu un departamento, estamos iguales- ella sonrió asintiendo- ¿así que vives aquí?

- No, solo vengo de vez en cuando, no quiero imaginar que haría Charlie sin mí, además lo paso bien viviendo con el- nuevamente nos quedamos en un silencio- bueno, no te traje para conversar sobre quien tiene más dinero y quien no

En un instante tenia a Bella sobre mí besándome, yo instintivamente la tomé por la cintura aferrándola como si fuera a caerse, algo que noté que le gustaba. Tomó los botones de mi camisa desabrochándolos uno por uno, yo me tensé, no esperaba llegar a esto, bueno, no era una mala idea perder la virginidad con esa mujer, pero no sabía si estaba preparado y sería realmente vergonzoso decirle que teníamos que parar. Bella acariciaba mi pecho sin dejar de besarme y yo todavía no sabía qué hacer. Podía dejarme llevar y que pasara lo que debiera pasar, o detener las cosas, no nos conocíamos como para llegar a ese momento.

Terminé el beso bajando la mirada, ella no se movió esperando a ver qué era lo que quería hacer, pero yo no podía mirarla ni podía hacer nada, no sabía qué explicación darle. Me levantó la cara mirando con una sonrisa, me besó nuevamente pero esta vez con más ternura, parecía que había entendido lo que me pasaba.

Nos seguimos besando y acariciándonos, pero sin llegar a nada más, y aunque no lo quisiera podía ver como yo iba cayendo en sus redes sin importarme que sucediera, podía ser que me estuviera utilizando y luego le contara a todos que había estado conmigo o en una de esas solo era un juego de esa noche y luego no volvería a dirigirme la mirada, pero no me importaba, yo también podría utilizarla, pasarla bien esa noche y luego hacer como si nada, ¿Por qué desperdiciar una noche?.

Volví a tomarla de la cintura mirándola fijamente, ella también lo hiso, pero no esperaba a que yo la besara locamente mientras le quitaba su blusa. Qué más daba, yo quería eso, podía que no fuera la mejor primera vez, pero no perdería la oportunidad de estar con Bella.

Se colocó de pie tomando mi mano llevándome a una de las habitaciones. Todo estaba oscuro por lo que me dejé guiar sin soltar su mano. Entramos en una habitación, Bella me tomó por el cuello para llevarse a sus labios y seguir besándonos, caímos en la cama, o lo que yo creía que era una cama ya que el cuarto seguía en penumbra, ni si quiera la veía a ella, solo la sentía, algo realmente excitante. Sin dejar de tocarnos y besarnos nos fuimos desprendiendo de nuestras ropas, a mí solo me quedaban los bóxers, a ella ya no le quedaba nada, al recorrer su cuerpo sentí sus pechos al aire, los acaricié sintiendo los gemidos de Bella, no pude abstenerme de besarlos y morderlos excitándome cada vez más con sus jadeos o gemidos. Mis besos fueron bajando placenteramente por todo su cuerpo, mis ojos ya se habían acostumbrado a la oscuridad por lo que podía ver los contornos de Bella y sabía exactamente a donde me dirigía. Si esta iba a ser mi primera vez, quería que fuera para nunca olvidar. Acaricié su parte íntima con delicadeza, ella susurró mi nombre mientras arqueaba su espalda y se aferraba a algo, uno de mis dedos entró en ella, luego otro escuchando como lo gozaba gimiendo, moviendo su pelvis para hacer de la sensación algo más placentera. No lo dudé más y decidí jugar con mi lengua en su clítoris, los gritos llenaron el cuarto, gritaba mi nombre pidiéndome que entrara en ella en ese mismo momento, pero yo no quería, quería disfrutar al verla sentir ese placer.

De repente se incorporó quedando levemente sentada, me tiró del cabello para que saliera de entre sus piernas besándome apasionadamente, sintiendo ella mismo su sabor, el cual yo tenía en mis labios y disfrutaba. En un solo movimiento había sacado mis dedos de su cavidad y me tenía recostado en la cama y ella sobre mí besando mi pecho dejando pequeños mordiscos que me hacían soltar uno que otro gemido.

Su boca se apoderó de mi miembro, yo no lo soporté, gemí fuerte sin vergüenza mientras disfrutaba como ella degustaba con lo que hacía, si ella seguía así, terminaría en su boca y no era lo que yo quería. Le pedí que se detuviera a lo que ella entendió volviendo a besarme. Le preguntó si tenía protección antes de seguir con el otro paso, escuché como abría un cajón y casaba algo de él, me lo entregó, un condón.

Me lo coloqué, tenía miedo, no sabía si sería bueno en esto, era mi primera vez, pero estaba seguro de lo que hacía, quería que fuera ella con quien compartiría este momento aunque ella no supiera lo importante que seria para mí. Me coloqué entre sus piernas, la besé entrando de una sola vez, ella solo grito. Pensé que le había hecho daño, pero cuando me dijo que no me detuviera, supe que nada había pasado, además el placer que sentía necesitaba llegar a su final. Sentí como dejaba mi virginidad atrás y disfrutaba del momento, entraba y salía de ella, ambos sudando, gimiendo y extasiados por el momento. Solo podíamos sentirnos, no sabíamos que cara tenía el otro o como era el lugar en donde estábamos, solo podíamos tocarnos y sentir la piel del otro o como encajábamos perfectamente yo dentro de ella.

Bella me avisó que estaba por llegar al orgasmo enterrando sus uñas en mi espalda volviéndome completamente loco y adelantando mi momento. Comencé a moverme más rápido, Bella gritó mi nombre mientras sus paredes se contraían contra mi miembro logrando que yo también llegara al orgasmo terminando dentro de ella. Caí exhausto, Bella no me soltó en ningún momento todavía con sus manos firmes a mi espalda.

Fue ahí cuando entendí todo, acababa de tener sexo con una desconocida, podía ser que fuera una compañera de escuela, podía saber su nombre, pero no sabía nada más de ella y acabábamos de tener sexo. Me levante rápidamente buscando entre la oscuridad mi ropa para colocármela, quería salir de ahí, no porque estuviera arrepentido, pero sentía como en mi pecho crecía algo que no debería sentir, estaba prohibido, no la conocía y no podía sentir ningún sentimiento hacia Bella.

Ella no preguntó nada, no me dijo nada mientras yo salía del cuarto dejándola en la cama. Tomé mi chaqueta y salí del departamento. Podía que ella pensara que la había utilizado ya que después del sexo yo me iba sin siquiera decir adiós, aunque ella fuera la que había comenzado, pero si me quedaba un minuto más, sabía que mi corazón no entendería que ella no era la chica que estaba esperando, no podía ilusionarme.

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Lo supe en el momento en que te vi
quererte iba a dolerme de verdad
pero volví a mirarte y comprendí
que iré contigo hasta el final

y ahora estas aquí
viéndome sufrir

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No sabía que podría doler más, que ella pensara que yo me había ido utilizándola para una noche de sexo y nada más, o verla abrazada a otro hombre con una sonrisa en los labios. Si, así era, ella abrazada a un tipo alto, musculoso, moreno y cabello negro. No quería seguir viendo, no quería sufrir por algo que yo había hecho, yo me había dejado llevar y sabia que eso me traería consecuencias. Alice estaba a mi lado, me tomó del brazo obligándome a avanzar a clases conversando de algo que yo no oía pero sabía que era para que yo me distrajera, pero en ese momento no había nada que lo hiciera, solo tenía en mi mente a Bella con ese tipo a su lado viéndose realmente feliz, como si no hubiera pasado nada la noche anterior.

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Dime como debo hacer
para olvidarme de tus besos
y borrar tu nombre de mí...
de mí... De mi...de mi...

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Nota de la autora:

¿YY?

Yo estoy completamente nerviosa, yo asumo los desafios que me hace una amiga... mientras escribia ¿Aceptas en la salud y enfermedad? me dieron la idea esta historia, si era capaz de crear una dramatizacion de las caciones, y aqui estoy.

La opinion esta en ustedes, ¿sigo o no? Espero sus comentarios, gracias por pasar a leer.

¡Ah! Se preguntaran por el final de mi otra historia... bueno... ¡no quiero todavia! no quiero que termine, la tengo lista y con una sorpresa, asi que espero ser valiente y subir el capitulo.

Nos vemos, besitos a todos.

Camili.