Bueno pues como ya saben los personajes que aqui aparecen son de Rumiko y no mios.

Hola pues he aqui otro fic, no sé que tan largo vaya a ser, puede ser corto, espero que les guste. Nota: este capitulo puede estar sujeto a cambios para hacerlo one shot, o no eso depende de los reviews, gracias.


Dentro del inmenso bosque formado de grandes e imponentes árboles, una joven de cabellos oscuros y revueltos caminaba perdida en sus pensamientos, sin percatarme que el ocaso del sol marcaba la llegada de la noche, y que pronto esta cubriría todo. No debería preocuparme por caminar por las tierras de mi padre, pero si por salir de ellas y entrar en otras sin darme cuenta.

Fue entonces hasta que el último rayo de sol murió y el manto nocturno cubrió todo que me di cuenta de la situación, también me percaté que no estaba del todo sola. Había sido entrenada por mi abuela Kaede y la sacerdotisa Kikyo, algo que había aprendido era a distinguir el aura de los demonios y de los humanos, inmediatamente supe que quien me seguía era un demonio, aún se encontraba bastante lejos de ella pero no por mucho tiempo, mi corazón comenzó a acelerarse tenía que encontrar una salida rápidamente, nunca había hecho frente a un demonio, así que no tenía la mas mínima idea de que hacer.

Comencé a correr, internándome más todavía, el demonio ya estaba a unos cuantos pasos, me gritaba una serie de cosas, que si me iba a comer, pero antes se iba a divertir conmigo y después me iba a hacer sufrir, como si divertirse conmigo no implicara sufrimiento alguno de mi parte. De pronto delante de mí, vi algo que me ayudaría a enfrentarme a ese demonio, era una espada, la tomé con las dos manos y sentí que provenía de ella una gran energía, era un arma sobre humana, quizá de un demonio, no me importó lo único que yo quería en ese momento era sobrevivir.

Mi padre se encargó de darme algunas lecciones con armas para defenderme si algún día lo necesitaba, según mi abuela y la sacerdotisa Kikyo eso no era importante ya que yo tenía un gran poder como sacerdotisa y con eso sería más que suficiente. Sin embargo al tener que enfrentarme a un demonio no pensé en aquello, estaba completamente desesperada, aturdida como para ponerme a planear algo, intenté calmarme y pensar mas claramente las cosas y ver la situación, lo únicamente claro que tenía era sobrevivir, y para eso pelearía por ello.

Tenía miedo, mis manos se aferraron a la espada, una cosa era saber utilizar las armas y otra muy distinta que tu vida dependa de ello. Un hedor nauseabundo llegó hasta mi, imaginé que aquella bestia estaba muy cerca de mi, volteé supuestamente a esperar al demonio, lo que no fue necesario, de un brinco llegaría a donde yo estaba y con sus enormes garras y su boca asquerosa llena de afilados colmillos me haría pedazos, instintivamente levante la espada y la agité en el aire, en un instante todo cambió, una extraordinaria energía salió de la espada y de mí hacia el demonio, destruyéndolo completamente.

Pasaron varios segundos y yo seguía ahí parada respirando agitadamente y completamente atónita a lo que había sucedido, no entendía nada, lo único que hice fue soltar la espada salir corriendo por donde creía que había llegado hasta aquel sitio. Era ya muy tarde cuando llegué a palacio, todo el mundo estaba vuelto loco buscándome. Di las explicaciones necesarias y me fui a mi cuarto a descansar. Aquel acontecimiento había marcado para siempre mi futuro.

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En las aguas en calma de un lago, cubiertas por la oscuridad de la noche, un hombre emergía de ellas completamente desnudo, erguido en plenitud se apreciaba que su cuerpo era atlético, brazos, pecho, abdomen, su estrecha cadera y piernas perfectamente marcadas, la fuerza, el arrojo y la determinación estaban presentes en su cuerpo y actitud. Sus manos largas, acompañadas por unas largas uñas, que hacían que aquellas manos se asemejaran mas a unas garras, fuertes y poderosas que podrían tener en su mano al mundo sin siquiera un esfuerzo y hacer con el lo que quisiera.

Su inmutable rostro era sencillamente perfecto adornado por un par de enigmáticos ojos expresaban el frío, el frío y el encanto de un metal dorado; una extraña marca de luna creciente marcaba su frente, un par de moradas marcas adornaban cada una de sus mejillas. Su largo, sedoso y plateado cabello llegaba más abajo de aquel perfecto firme par de glúteos. Sin duda alguna era digno de tal perfección, era tambienabsolutamente fascinante.

Había percibido el despliegue de una poderosa aura que así como empezó terminó en cuestión de instantes, cerca de donde había dejado su armadura y ropas, su olfato percibió el desagradable olor de un demonio y de una ...¿humana?

Seguía completamente mojado y sin pensarlo rápidamente se dirigió hasta ese lugar, encontró su ropa tal y donde las había dejado, algunos árboles lastimados o completamente destruidos, algunos restos de demonio, de la humana no quedaba ningún rastro. Su rostro expresó molestia y enojo cuando encontró su espada unos metros más allá de donde la había dejado, esto lo desconcertó por completo, simplemente no era posible que alguien que no fuera él pudiera siquiera atreverse a tocarla. Llegó a donde estaba su espada, con una sola mano la tomó, ésta palpito en su mano reconociendo a su dueño; sus sentidos fueron invadidos por un peculiar esencia, de su boca una especie de gruñido brotó…

- Mía -.