¡AQUÍ ESTOY CON EL PROMETIDO FIC DE NO.6! Sé que lo tenía planeado para el día 22 de enero, pero he estado enferma toda la semana y no he podido tocar el ordenador. Pido disculpas y aquí comienza!
DISCLAIMER: No.6 y todos sus personajes pertenecen a la genial Asano Atsuko-sensei.
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PROLOGUE
¿Sabéis lo que es un encuentro predestinado? No, ¿verdad? Pues yo tampoco lo sabía hasta hace 4 años. No, la verdad es que no es así, porque no me di cuenta de que lo era hasta que le encontré. Pero bueno, empecemos desde el principio.
Entonces yo no era más que un chico de 11 años que estudiaba en la clase 5-E de la escuela primaria y secundaria Chronos, una escuela para "prodigios". En esta ciudad, cuando tienes la edad de entrar a primaria, te hacen un examen para ver si tienes el 'coeficiente intelectual' necesario para entrar a Chronos. Parece ser que yo obtuve un resultado bastante alto para mi edad, así que fui obligado a ir a Chronos. Sí, fui obligado. Y digo eso porque yo no quería ir, porque me parecía que así tan solo estaba dándole a entender a la sociedad que podían hacer lo que quisieran conmigo y mi futuro, y eso no me gustaba.
Pero bueno, obviamente mi madre estaba muy orgullosa por aquello, así que no pude negarme a estudiar allí. Pero, si he de ser sincero, no me arrepiento de haber seguido adelante, porque si no lo hubiera hecho, ahora mismo no estaría donde estoy ahora.
Todo pasó un martes por la tarde, casi por la noche. Aquel día salí bastante tarde de la escuela, ya que, a mi y a mi amiga Safu, nos había tocado hacer la limpieza de la clase. Y claro, al ser martes, como a última hora teníamos plástica como asignatura, la clase estaba hecha un desastre. Y cuando digo "hecha un desastre", es literalmente, hecha un desastre. Pintura y trozos de papel por el suelo, lápices y bolígrafos caídos que nadie se había molestado en recoger, y todas y cada una de las mesas y sillas movidas de sitio. Para cuando acabamos, ya comenzaba a oscurecer, así que decidimos salir de la escuela y ir a casa lo mas rápido posible, porque si no, nuestras respectivas familias (mi madre por mi parte, y por la de Safu su abuela) se acabarían por preocupar.
Al salir, comenzamos a hablar de la especialidad de Safu: la psicología. A mi no se me daba muy bien, pero bueno, tampoco me afectaba eso.
Mientras caminábamos, llegamos a una calle bastante oscura iluminada por una simple farola, donde poco rato después de entrar se escuchó un golpe bastante fuerte. Nos giramos hacia el lugar del que provenía el sonido y vimos una papelera caída que comenzaba a rodar calle abajo.
-¿Qué ha sido eso? -preguntó Safu, la miré y en aquel momento vi que estaba asustada.
-Debe de haber sido un gato, hay muchos por aquí -respondí sin darle mucha importancia al tema y me di la vuelta para seguir con nuestro camino.
Pero en ese momento nadie habría podido describir la expresión de mi rostro mejor que yo: una mezcla entre sorpresa, miedo y confusión al ver una figura oscura parada frente a mi, pero a la vez de alivio al percatarme de que era más pequeña que yo.
La figura se acercó a nosotros, y instintivamente, nosotros retrocedimos, hasta que la sombra quedó parada justo bajo la pequeña zona iluminada por la única farola que funcionaba en toda la calle.
De reojo vi como Safu se alejaba bastante más que yo, hasta una distancia donde ella podía sentirse segura, mientras que yo me quedé parado a un par de metros de aquella sombra que poco a poco era iluminada por la luz.
Pensé que podía ser una niña perdida, pero no. No era una niña perdida, ni mucho menos era una niña. Era un chico de, aparentemente, mi edad, solo que un poco más bajo que yo. Tenía el pelo más o menos por los hombros y bastante alborotado, por lo que al darme cuenta de las marcas oscuras de su rostro (bastante aniñado, por cierto) y sus brazos, parecía que se había peleado con alguien recientemente.
En ese momento, recuerdo que, inconscientemente, di un paso hacia el chico y alargué un brazo hacia el, pero entonces noté como aquel chico tiraba de mi brazo con fuerza hasta acorralarme contra la pared bruscamente. Por un momento me quedé sin aliento por el golpe, a la vez que escuché un grito ahogado proveniente de Safu. La verdad es que en ese momento no entendía como aquel chico tan pequeño podía tener tal fuerza.
Y en ese momento, una persona normal habría gritado asustado intentando huir. Pero yo no hice eso. Yo tan solo levanté la mirada y miré al chico a los ojos. Entonces fue la primera vez en la vida que realmente estuve asustado. Y recuerdo aquella mirada perfectamente.
Aquel extraño chico también me miraba fijamente. Y aquella mirada... Esa mirada era más fría que el mismo hielo. Fría y despiadada, amenazante y desconfiada. Unos ojos grises sin brillo. Gris metálico apagado. No sé nada de psicología, pero en ese momento, a parte de temor, sentí pena por el chico. Porque si yo estaba en lo cierto y tenía mi edad más o menos... Debería de haber sufrido mucho para mirar de esa forma a alguien. Intenté soltarme del agarre del chico, pero lo único que conseguí es que tan solo hiciera el agarre más fuerte.
Abrí la boca para hablar, al principio dudé, pero entonces noté una especie de líquido espeso y cálido caer desde la mano del chico, posada en mi cuello, hasta mi camiseta. Miré hacia abajo y vi que era sangre. Seguí el rastro hasta llegar al hombro del chico, donde había una herida bastante grande, pero parecía no ser más que un arañazo. En ese momento me decidí.
-Puedes soltarme, tranquilo, no gritaré ni intentaré escapar –dije intentando que mi voz sonara seria. Vi un pequeño atisbo de sorpresa reflejado en los ojos del chico y añadí -. Ven a mi casa, te ayudaré a curar tus heridas.
Y la sorpresa del chico aumentó, a la vez que su agarre se hizo mucho mas flojo, dejándome al fin el cuello libre. Entonces giré la mirada hacia Safu y hice un gesto para que se acercará. Ella me hizo caso, y el chico volvió a mirarme de la misma forma de antes.
-Safu, ves yendo a tu casa, tu abuela se va a preocupar por ti -dije y esbocé una pequeña sonrisa para darle confianza, pero Safu dudó si hacerme caso y irse o quedarse -, tranquila, yo estaré bien.
Ella asintió y se alejó poco a poco, aumentando la velocidad progresivamente hasta salir de aquella calle corriendo. Volví a mirar al chico y le sonreí.
-Esta bien, puedes confiar en mi.
Al decir eso, comencé a caminar hacia casa, y aquel extraño me siguió sin decir nada en todo el camino. Al principio pensé que no me seguiría, pero al final lo hizo. Al llegar a casa, volví a mirar tras de mi para comprobar que siguiera ahí. Así era, el chico me miraba fijamente, manteniendo una mano sobre su hombro herido. Abrí la puerta y entré en casa.
-Mamá, ya estoy en casa -dije al entrar en casa. Dejé los zapatos en la entrada y el chico me imitó, dejando los suyos al lado de los míos.
-¡Shion! Has tardado mucho en volver. ¿Ha pasado algo? -preguntó mi madre saliendo de la cocina, entonces miró bastante sorprendida al chico a mi lado. Alguien que ella no conocía ni había visto nunca, y la verdad es que yo tampoco hasta unos minutos atrás.
-Mamá, este es uno de mis compañeros de clase -le presenté, pero claro, no sabía su nombre, así que no podía decir gran cosa, así que le miré esperando que entendiera que el también debía decir algo, y me entendió.
-Encantado señora, soy Nezumi, hace unos días que me han transferido a la clase de Shion-san -dijo presentándose a si mismo a la vez que hacia una pequeña reverencia.
-Pasará aquí la noche si no te importa, venía con Safu y resulta que acababa de tener un "accidente", así que he decidido traerle para curar sus heridas -dije y caminé hacia el baño.
Salí con un botiquín y escuché un asentimiento por parte de mi madre. Miré al chico y subí las escaleras indicándole con la cabeza que me siguiera. ¿Con que su nombre es Nezumi? En ese momento no podía creerlo... Nezumi, literalmente significa Rata. No se, no le pegaba mucho en ese momento aquel nombre.
Cuando llegamos arriba, encendí la luz y me senté frente una mesa. Le indiqué que se sentara frente a mi y lo hizo. Parecía que otra vez no iba a decir nada en ningún momento. Nezumi estiró su brazo hacía mi y comencé a tratar su herida. Una vez acabé, la vendé.
-Gracias.
Escuché que Nezumi habló. Realmente no esperaba que me lo agradeciera, pero no pude evitar sonreír levemente al escuchar aquello.
-¿Por qué me has ayudado? -preguntó antes de que yo pudiera decir nada.
Se levantó y le miré de arriba a abajo. Luego me levanté yo. ¿Por qué le ayudé? Pues la verdad es que incluso ahora sigo sin saberlo. Pero aún así respondí algo.
-Porque parecías una niña indefensa y herida -al decir eso, reí levemente, y escuché como el también se rió.
-Dijo el que se asustó al verme.
-Eso era una situación diferente, apareciste repentinamente -repliqué ante el comentario del chico -. ¿Y como te has hecho esas heridas?
-Pues... -dijo pensativo. Puede que debiese hacerle esa pregunta en ese momento -iba de camino a mi casa cuando me encontré con un hombre que intentó secuestrarme, o algo así, y tan solo me defendí. Aunque al alejarme perdí un momento el equilibrio y me arañé con la pared.
¿Queréis que sea sincero? No me creí ni una palabra de aquello excepto el que se había arañado con una pared. Pero tampoco le dije nada al respecto, no fuera a ser que aquello fuese verdad y le hiciera sentir mal o algo.
Seguimos hablando un poco más hasta que mi madre nos llamó para cenar. Fuimos al salón y nos sentamos alrededor de la mesa. Mi madre ya estaba en su sitio y la comida servida. Había hecho curry. Vi que en el momento en que Nezumi vio la comida, sus ojos se iluminaron y se inundaron de felicidad. Empezamos a comer y él enseguida elogió la comida de mi madre.
Después de comer nos levantamos y volvimos a mi habitación. Como había venido de improviso, no pude preparar nada, así que para dormir tuvimos que compartir mi cama. Aunque bueno, eramos pequeños y entrabamos perfectamente. Antes de dormir, hablamos bastante.
-¿Con que la academia Chronos, eh? -dijo después de un largo silencio. Asentí con la cabeza.
-Exactamente.
-¿Y qué? ¿Te gusta?
-Bueno, en el fondo no es nada del otro mundo, tan solo una escuela más -respondí sin darle importancia. Después de todo, Chronos sigue siendo una escuela.
-¿Cómo que no es nada del otro mundo? ¡Estás en una escuela para prodigios! ¡Claro que es algo del otro mundo! -exclamó. Ante aquello, yo no pude evitar reír. La verdad es que yo me sentía un poco desubicado en Chronos. Siempre me he sentido desubicado allí, no es lugar para mi.
-Lo que tu digas -reí levemente. Le miré y él también se rió. En ese momento, me fijé en sus ojos.
-¿No te gusta Chronos, verdad?
-No, ni un poco –le miré y no pude evitar suspirar.
-Normal. Ahí no tienes libertad. Toda la ciudad está casi bajo el control de los prodigios que salen de Chronos. Y tú serás uno más tarde o temprano, al menos, mientras estés ahí… ¿Pero sabes? Yo creo que tu no serías como esos que salen de Chronos, creo que tu serías diferente. Que podrías cambiar el país.
Ya no se veían fríos. Parecía una mirada completamente diferente: cálida y alegre. Sonreí inevitablemente, luego bostecé. Comenzaba a estar cansado, después de todo aquel día, cualquiera lo estaría. Nezumi correspondió a mi sentimiento de sueño, y al poco rato nos quedamos los dos dormidos.
Aquel momento antes de dormirnos, fue la ultima vez que le vi. Cuando desperté, Nezumi, aquel extraño chico que "había rescatado", ya se había ido.
Y ahora, 4 años después, estoy aquí, en la clase 3-A de la secundaria West District High, frente a 29 personas que no conozco de nada y que a partir de hoy serán mis compañeros de clase. Y él. Aquel chico llamado Nezumi que rescaté hace 4 años y desapareció sin decir nada.
...
Y a diferencia de otros, creo que esto me ha quedado bastante largo jajaja Espero que guste, tengo preparados ya un par de capítulos más para no ponerme nerviosa cuando los vaya escribiendo y acaben saliendo cosas sin sentido que debería eliminar de la historia jajaja
Besos, Takane'chan
