Disclaimer: J. tiene todos los derechos sobre lo que es conocido, lo demás es invención mía.
Aquella noche por última vez lloré.
Recuerdo salir al porche de la casa de campo de mis padres y me pregunté porque no habías contestado el teléfono aquella noche. Habíamos pasado tantas cosas, me conocías y yo a ti, te lo había dado todo y cuando más te necesite, no estuviste.
La oscuridad de la noche, el vino en la copa y el fresco viento, abrazaron los sollozos silenciosos de una joven castaña destrozada.
En el camino de regreso a casa, no pude evitar los recuerdos.
-Es por eso que no serás la madre de mis hijos. - recuerdo que dijiste en medio de la conversación, tus palabras habían sido tan naturales que me dejaron atónita.
- ¿Entonces qué haces conmigo Ronald?- y tu respuesta fue el silencio, ese en el que me dejaste hundirme al final.
La casa nueva era silenciosa, muy agradable para empezar de nuevo, lejos de los recuerdos y de todo. El teléfono sonó y Hermione dejo su bolso en el sofá y tomo el teléfono.
- ¡Hola Granger! - la castaña rodo los ojos, una vez más ahí estaba Malfoy molestando, sonaba urgente.
- ¿Qué tal Malfoy? – le respondió y se dejó caer en el sofá.
-Pues resulta, que te he estado tratando de contactar todo el fin de semana, pero no te dignas a responder, ¿Dónde diablos te metiste? - casi grito el rubio.
- ¡Hey! No te atrevas a hablarme así ¿Quién crees que eres? – la castaña se levantó del sofá del cólera.
- ¡Hey tranquila! Estuve leyendo la propuesta que hiciste, y no hiciste los papeles correctamente, para la supuesta ley de protección a los elfos domésticos. – ella se quedó asombrada de que lo hubiera leído. Draco resoplo.
-Estas por meterlos en un lío. Te veo en el York en 30 minutos para poder mostrarte lo que te menciono antes de la audiencia mañana-
-Claro, ahí nos vemos. - dijo la castaña rápido. El rubio colgó.
Hermione llegó lo más rápido que pudo, él ya la esperaba.
-¿Cómo haces para siempre estar listo? Y ¿Qué hacemos en un restaurant muggle? – Preguntó al verlo.
- Granger un Malfoy siempre está listo y me gusta este lugar, está cerca de un punto de aparición. – el rubio sonrió, ella se extrañó al soltar un ligero bufido.
-Y de mi casa. - agrego ella.
- ¿Insinúas que te espió? - fingió indignación.
–No eres mi tipo Granger, ni te ilusiones. – sonrió irónicamente el rubio, la castaña bufó. –Ni tú el mío. –
Tenía ya más de seis meses sin salir de casa, y escapando los fines de semana a la casa de campo. Se había sentido súper extraña al mirarse al espejo para arreglarse esta vez.
- ¿Quieres tomar algo? - le preguntó el rubio sacándola de sus pensamientos.
-La verdad. -
-Tráiganos un vino tinto, el que recomiende. - pidió el rubio antes de que la castaña se negara.
-Sé que dirás que no, pero la verdad quiero cenar y relajarme. ¿Me acompañas sin quejarte Granger? - ella lo miro con los ojos entrecerrados y asintió
-Bien, el saco los papeles. –
-Es un error mínimo, pero puede mandarte todo a la basura. - Draco tomó los papeles y le mostro. –Aquí. – señalo el rubio.
-Sección 18-E: Que todo lo aquí mencionado no sea válido para todos los elfos, sin importar a que generaciones, años laborando….
La castaña lo miró extrañada. –Es solo un error de dedo. – dijo la castaña
-Eso es lo que tú no entiendes, la mayoría no quiere aceptar esta propuesta y buscará lo que sea para retrasarla Granger. - ella hizo una mueca.
-De haberlo entregado así en la audiencia te retrasan 6 meses más. - afirmo el dando un sorbo a su copa de vino.
-No lo sabía. - dijo una Hermione pensativa.
-Ahora ya lo sabes. -
-Les gustaría cenar algo. - interrumpió el camarero-
Ambos ordenaron algo y continuó la plática.
- ¿Habías venido aquí? – le pregunto el rubio.
-Sí, aquí…- se quedó callada.
-Déjame adivinar…- dijo con una sonrisa. - Te pidió matrimonio la comadreja. –
-Si- se removió en la silla y tomo un largo trago a su copa.
-Que… clásico. – dijo el rubio mirando a su alrededor.
-Para mí es un lugar, común y corriente. Pero me agrada la comida- dijo el rubio.
-Solía ser mi restaurante favorito. - afirmo la castaña con una mueca.
-Es solo un lugar Granger, y en los lugares se crean nuevos recuerdos siempre. – ella pensó que él tenía razón, jamás lo había pensado así.
-Ahora cuando vengas recordaras que cenaste aquí con Draco Malfoy.- soltó una carcajada, ella sonrió un poco.
- ¿Lo has hecho? -
-No, aún soy virgen. - contesto el rubio.
-Eres un pervertido Malfoy, me refería a el "pedir matrimonio"- el rubio se burló al notar las mejillas rojas de la castaña.
-Sí, hace ya tiempo, no salió como esperaba. Aún éramos muy jóvenes supongo. - le restó importancia.
Malfoy no tenía barreras, era un libro abierto, sin nada que ocultar. Hermione tenía tiempo sin sentirse tan cómoda en una plática.
-Dime Granger, ¿Cómo fue que te intereso defender elfos?- era una pregunta sin burla, con curiosidad, él realmente quería saberlo y eso la alentó a abrirse con él.
Ella le explicaba y él la miraba interesado de hecho le dio ideas que no había pensado, tenían diferencias, ella explicaba su punto y él el suyo, era fascinante para los dos.
Ya eran cerca de las doce cuando Hermione se dio cuenta que debía irse, hacía mucho tiempo que no hablaba con alguien que tuviera un interés en las leyes o en cosas que no fuera solo aventuras.
-Creo que es hora de irme Malfoy, mañana hay trabajo. - afirmo la castaña, él sonrió de lado.
-Me temo que tengo que admitir que eres bueno conversando, digo no podías ser malo en todo. - el rubio soltó una carcajada limpia y ella se sorprendió a si misma disfrutando aquello. Estaba realmente jodida si su mente podía siquiera imaginar a Malfoy como pareja. Ron le había jodido la mente, ahora estaba segura.
- Señor, su cuenta. – ella quiso tomarla.
- Basta Granger, yo te llamé. – le dijo mientras evitaba que ella tomará la cuenta.
- La próxima seré yo. - dijo ella con firmeza
- ¿La próxima? Que seguridad Granger. – ella soltó una carcajada abierta. Él jamás la había visto reír así, la observo como si la estudiara.
- Lo siento. - dijo ella al no saber que decir.
- Me gustan tus dientes, te hicieron un buen trabajo. - la castaña bufó y el ya de pie le tendió la mano para ayudarla a levantarse. -
- No soy una anciana. – exclamo mirando la mano del rubio extrañada. El sonrió de lado.
- Creo que eres una dama, creo. - Hermione rodo los ojos y tomo su mano.
Entonces todo sucedió como en cámara lenta, Hermione giro el rostro y ahí estaba. Ronald Weasley con aquella chica con quién la había engañado. Sonriente, feliz y… más gordo.
