El príncipe de cama

Hubiese deseado ser un guardia o al menos un mercenario, cualquier cosa antes que ESO. Pero no se arrepentía de lo vivido, al fin y al cabo él era inocente en todo lo sucedido, no fue su elección.

Hijo de una prostituta y quien sabe que hombre; el lupanar fue su hogar desde sus primeros días del nombre. Siempre se sintió cómodo allí, pero cuando le dijeron que ya tenía la edad suficiente para ejercer la prostitución, no tuvo más opción que aceptarlo.

Creció bajo la suerte de ser un joven hermoso, de piel suave, profundos ojos negros y cabello oscuro como la noche. Todo en él era delicado y preciado, por eso decidieron apodarlo "Seda", omitiendo su verdadero nombre.

Seda era hacedor de vastas fantasías, atendía tanto a mujeres como a hombres. Se pagaba bien por él, pero solo recibía un pequeño porcentaje que apenas le alcanzaba para comer.

Su destino parecía predestinado, hasta que un día se levanto entre gritos y el sonido del acero contra el acero. Apenas si tuvo tiempo de defenderse, los dioses no lo habían hecho diestro con la espada, casi ni sabía manejarla. Cayó prisionero de un señor que lo mantenía encerrado en las mazmorras, rodeado de ratas y suciedad. Sus hermanas (así es como él llamaba a las prostitutas del burdel) de casa habían sido violadas y asesinadas a golpes, las pocas que sobrevivieron fueron tomadas por esclavas.

El tiempo parecía pasar lento allí dentro, y no le quedaba más que resignarse, dejándose morir.

Cuando el cuervo negro llego a liberarlo, sintió renacer la esperanza. Le ofrecieron la libertad a cambio de unirse a la Guardia de la Noche. De antemano tenía bien en claro que, una vez que tome los votos, no podría poseer ni títulos, tierras y mucho menos esposa. A él no le importaba aquellas cosas, jamás las deseo ni las desearía a futuro.

No, definitivamente no se arrepentía de nada. El destino, que parecía escrito, fijo para siempre, lo sorprendió: ya no seria un príncipe de cama, ya no mas.

Él seria un cuervo, y podrá volar hacia la libertad.