Harry Potter no me pertenece, sino a J. K. Rowling, así como todos sus derechos. Esta obra es solo para entretenimiento.
La rectificación del dragón
1
Decisiones
Se sentía nerviosa, caminaba apresuradamente siguiendo el ritmo de su profesora favorita, sintiendo el enorme peso de la insignia de Premio Anual colgando en su pecho. Se sentía ansiosa, con el corazón martilleándole sus costillas. Esto era tan parecido a aquella vez.
Cuando Hogwarts ardió.
Pero esta vez no era el castillo, ni sus combatientes lo que estaba en peligro; sino vidas inocentes, personas que tal vez no estaban instruidas para una batalla, y estudiantes de los primeros años, inexpertos aún en la magia. Probablemente en estos momentos había vidas extinguiéndose, mientras ella recorría los pasillos en silencio.
—Ya se ha andado un patronus a miembros activos de la Orden. —la castaña podía imaginar lo que McGonagall estaba a punto de pedirle. —Ya es mayor de edad, y considerando el pasado…bueno, no creo que esté equivocada en pedirle que los ayude y auxilie a los estudiantes atrapados en el fuego cruzado.
Por supuesto que no dudaría.
—Lo entiendo, profesora. Puede contar con eso.
Pasaban los ventanales, la tormenta de nieve estaba aproximándose, había vaho en los vidríales y escurría como lágrimas en su superficie. No quería imaginar lo que estaba sucediendo en esos momentos en Hogsmeade.
Hacía un año que habían derrotado a Voldemort, pero eso no estrictamente había traído paz a la comunidad mágica. Aún existían mortífagos que se negaban a la derrota, habían destruido pueblos, habían provocado incidentes a familias de desertores de sus propias líneas y ahora estaban ahí, a faldas del castillo donde el señor Tenebroso murió. A sus propios pies, causando más dolor.
Ella decidió volver a Hogwarts y continuar con su formación, quería convertirse en alguien que pudiera aportar algo bueno al mundo. Al menos eso lo deseó siempre, pero aún más después de aquello.
—Otra cosa más….—McGonagall murmuró con una voz que se disculpaba. —Se lo que piensa de él, pero también lo llamé. Después de todo también es un Premio Anual. Y su situación es diferente ahora.
Aunque Hermione estuvo a punto de preguntar si acaso la bruja se refería a cierto hombre de reputación dudosa con el cual ha tenido enfrentamientos verbales desde que inició su nuevo año de educación mágica, se detuvo pues estaban llegando al despacho de la nueva directora, en la chimenea ya ardía la llama de los polvos Flu, y sentado en una silla estaba Draco Malfoy, dirigiendo una mirada seria e inexpresiva al fuego, y una reluciente insignia idéntica a la de la chica, descansaba en su capa.
—¿Acaso cree usted que este —señaló con el dedo al rubio, que levantó la mirada con el ceño fruncido —arriesgaría su pellejo por otros? Porque la última vez que supe se negó a ir al Bosque Prohibido por Jane Dorick y Samuel, cuando se extraviaron.
McGonagall iba a replicar cuando el rubio se levantó y con las manos en los bolsillos, se acercó a ella.
— ¿Cuantas veces debo decírtelo, Granger? — el rubio la miró como si tuviese 5 años de lugar de 17 — Dorick y el mamarracho de Samuel no se "extraviaron". Y si no sabes de lo que hablo, busca en el diccionario la palabra sexo.
La chica se sonrojó y quiso seguir argumentando pero entonces recordó la situación actual y que ganarle a Malfoy en una discusión era lo último que debía de poner en prioridad.
—Señorita Granger, Potter y Weasley están ahí, sé que esto no es concerniente a los demás alumnos, pero son parte de la Orden. Recuerde que su principal objetivo es encontrar a los alumnos que están ahí. Le deseo suerte a los tres. —sabía que quería ir, la mayoría de los profesores lo hacían, pero debían proteger el castillo, en caso de que volviera a repetirse lo que sucedió.
—Gracias, profesora. — encaró al joven una vez más— Hay una responsabilidad sobre nosotros, Malfoy. Es hora de probar tu lealtad. — prosiguió después con una voz que tal vez no era dulce, pero tampoco lo provocaba —Hay niños ahí, si de verdad estás de este lado, una mano extra no estaría nada mal.
Draco no dijo nada, solo la miró inexpresivamente. Claro que no quería ir, enfrentarse a aquello que ha estado posponiendo tanto. Cuando existen problemas así, él se excusaba siempre, no queriendo dar cara a aquello en que él mismo se había convertido. O al menos lo fue.
Cuando la familia Malfoy se retiró de la batalla de Hogwarts, dentro de él había una pequeña voz, irritante, tanto como lo era Granger. De hecho imaginaba una pequeña Granger dentro de él, atosigándolo. No tenía idea por qué, pero le incomodaba dejar a todos atrás, cuando su familia y él se escurrieron de la escena. Pero tampoco se negó al arrastre de su madre.
Cuando iniciaron los juicios, no quiso mirar a nadie, ni a los acusadores ni a los que defendieron su caso. No supo jamás, quien había dado esperanzas a los jueces, de que él podría cambiar, por no seguir al lado del mago oscuro, porque ya había un ex mortífago que había ayudado tanto a la orden.
Claro, ese hombre ya estaba más muerto que la reputación de su apellido. No estaba en plena conciencia del juicio, solo recordaba que el juez del Wizengamot declaró a Malfoy y su familia a prueba, con la tan añorada libertad.
¿El precio?
Que Draco volvería a Hogwarts. Y los Malfoy cooperarían en todo para desenmascarar mortífagos.
Hasta ahorita habían cumplido con su parte. Y Draco también. Había trabajado tanto en sus calificaciones, que lo habían nombrado Premio Anual, cuando el anterior era Flynn-Fletcher, pero un pequeño incidente etílico en las Tres Escobas habían acabado con su posición y el siguiente estudiante ejemplar fue Draco.
No quería aceptarlo, sabía las responsabilidades que se avecinaban si lo hacía, pero el trato del juez fue más poderoso que su negación. Terminó con la insignia en el pecho, y un dormitorio en la torre alta del ala Oeste, inconvenientemente cerca de la empollona de Granger.
Todas sus decisiones estaban basadas en conveniencias, en lo que era bueno para él y su familia, realmente nunca le importó que era el ejemplo a seguir de su casa, que tenía responsabilidades tan serias como ir a Hogsmeade a salvarle el culo personas que lo despreciaban. Porque una insignia no te hace automáticamente respetable. No con su pasado a cuestas.
Es por eso que ir corriendo al peligro no era precisamente de su agrado.
La chica debió de verlo en sus ojos, la duda. Es por eso que levantó su rostro y se puso la bufanda de los leones, antes de darle una última mirada y pasar por un lado sin mirar atrás.
McGonagall no podía obligarlo, y sabía que no lo haría, no supo si fueron las palabras de la Gryffindor o la mirada de la profesora, la cual esperaba una reacción. O tal vez fuera la vocecilla que estaba irritándolo. Pudiera ser que fueran las tres cosas.
—Mierda. —caminó en la dirección a la chimenea y entró justo cuando ella estaba tomando los polvos Flu. La verdad era que apenas cabían y se arremolinaron con incomodidad ya que no querían siquiera tocarse—Si te quedas atrás, te dejo a tu suerte.- gruñó él.
—No esperaba menos de ti. —soltó indiferente, con un movimiento incómodo soltó los polvos — Hogsemade.
Y un resplandor verde los consumió.
McGonagall dejó su mirada fija en donde un momento habían estado, preocupada, si realmente estuvo bien dejar ir al señor Malfoy con ella. No estaba segura de su conversión.
— Me pregunto. —murmuró, mirando la pared donde pendía un cuadro. —si acertaste en defender al joven Malfoy.
Desde su marco dorado, la sonrisa enigmática de Dumbledore, resplandecía con las llamas.
La oscuridad que los envolvió se disipó para dar lugar a unas danzarinas luces color naranjas filtrándose por la ventana más cercana, los dos jóvenes salieron a trompicones de la chimenea, sacudiéndose el polvo y sacando las varitas de su túnica.
A lo lejos, como un ruido sordo, podían escucharse gritos, maldiciones y explosiones. Draco miraba la puerta frente a ellos con aprehensión. Dentro de sí maldecía a sabelotodo Granger y a la anciana.
—Apurémonos a encontrar a los mocosos y salgamos de aquí. —una luz los cegó por un momento, provenía del exterior, y un grito lejano los dejó mudos durante unos segundos; la castaña estaba a punto de correr hacia la puerta pero el rubio la tomó del brazo firmemente — ¿Qué carajos haces? No sabemos quién está ahí afuera, Granger. Por la ventana — dijo mirando la única que se encontraba ahí, a un lado de la puerta.
— Eso pensaba hacer. —se excusó.
Hermione se aproximó a la ventana y su expresión se contrajo en una mueca de preocupación, algo que vio afuera la perturbó.
— Ese animal de Fenrir. Creí que la Orden le había aprehendido.
Malfoy se acercó a ella, y pudieron ver a un hombre corpulento que cargaba una pequeña niña que parecía estar inconsciente, a su lado iban dos mortífagos más. Esperaba con todo su ser que el grito no fuera de esa niña, y que aun tuviera pulso.
— ¿Qué tan bueno te has vuelto en encantamientos, Malfoy? —dijo ella enarbolando su varita.
— ¿Acaso crees que podrás contra dos mortífagos y un hombre lobo, Granger? Estás loca.
— Podremos. —corrigió ella, poniendo una mano sobre el picaporte. — recuerda… encantamientos no verbales. Es la única forma en que podamos contra ellos.
—Disculpa, señorita mandona, pero soy el mejor de Slytherin. —no pudo evitar ignorar el tono de Granger, como si ella lo supiera todo.
— ¡No es tiempo de ser un bastardo ególatra! — y sin dejarlo continuar, ella abrió la puerta.
— Maldita sea, Granger.
Abrieron la puerta al viento gélido, el aire olía a cenizas y sangre. Delante de ellos iban los mortífagos y la chica, la cual parecía diminuta en los brazos de Fenrir, tan poca llena de vida.
Hermione levantó la varita, utilizando el hechizo Incarcerous en el mortífago más próximo, este cayó forcejeando contra las sogas que lo oprimían. El segundo mortífago se dio la vuelta y en medio segundo ya había lanzado un encantamiento a la chica, el cual Draco desvió con un movimiento de varita.
Fenrir soltó a la chica sin miramientos, cayendo ésta en la nieve, sin signos de reacción. El hombre tenía una sonrisa sádica, se relamía los labios.
Los dos se aproximaron velozmente, y la chica desarmó a uno de ellos. Fenrir estuvo a punto de atacar a la castaña, el Slytherin trató de evitarlo pero el primer mortífago se había liberado de las sogas y de un solo movimiento le mandó lejos contra una de las casas.
— ¡Malfoy! — ella lo vio deslizarse por la pared, aturdido.
El mortífago que había sido desarmado aprovechó para tomar su varita y romperle el brazo a la chica con un rápido movimiento de varita.
El grito perforó la noche.
—Vaya…si es la sangre sucia a la que casi….le hinqué el diente. —murmuró sádicamente Fenrir, recordándole a la chica esa horrible noche en Malfoy Manor.
El rubio tenía la vista nublada, pero podía oír las palabras de Greyback. Pudo sentir diferentes tipos de sentimientos en su diminuto corazón, entre ellas algo parecido a la vergüenza, recordó que no movió un dedo para hacer algo por ella mientras la torturaban. Quería enterrar para siempre ese horrible recuerdo, despertado por el grito de Granger, y las risas crueles de los mortífagos.
Siempre fue un hombre pasivo, aceptó todo lo que sus padres le decían, aunque hubiese perdido su alma en el camino. Presenció las atrocidades que su tía Bellatrix, sus padres inclusive el mismo, al cerrar los ojos ante todo eso, y aceptarlo en silencio.
—Por fin sabré que tan sucia es tu sangre…—Fenrir la tomó de la túnica, y la chica lo miraba con una intensidad llena de valor, apenas y podía levantar la varita.
— Púdrete, Greyback. —arrastrando las palabras, Draco Malfoy apuntó su varita al hombre lobo — ¡Expulso! —el hombre salió disparado hacia atrás con fuerza, dejando a la castaña en el suelo con un quejido.
—¡Sectum! — Hermione apuntó con su mano sana al otro mortífago el cual cayó al suelo, tomándose el estómago y cara con un grito, de estos brotó sangre.
Y con un movimiento rápido tanto el hombre lobo como el mortífago herido, Hermione los ató con cadenas, el rubio petrificó al tercero antes de acercarse a Granger pero esta lo rechazó.
—Ve a ver a la chica, yo estoy bien.
La verdad es que le dolía horrores, pero le preocupaba más la inmovilidad de la muchacha. Malfoy se inclinó a ella, y después de un momento la tomó en brazos y se dirigió a Granger.
—Está viva. Ahora vamos a ver ese brazo, Granger.
Mientras él depositaba a la pelirroja en el suelo, ella se inclinó para verla, tenía dos cortes en la mejilla y la túnica hecha jirones. Era muy joven, por su bufanda era de Huffelpuff, no parecía tener más de 13 años.
Sintió entonces la varita de Malfoy sobre su brazo, no pudo evitar acordarse de Gilderoy y Harry. Y deseó retirar el brazo inmediatamente.
— Ni Pomfrey podría…
—Brackium emendo. —un calor le recorrió la piel, los músculos, desde el brazo hasta la punta de sus dedos, los cuales empezó a sentir y mover.
Parecía sorprendida.
— Te dije que era el mejor. — dijo con una sonrisa de autosuficiencia.
Ella solo rodó los ojos, pensando que también era el mejor hurón ególatra que ha conocido.
Entonces, pensó en algo loco, mientras veía a Malfoy cargar a la pequeña Huffelpuff. Era bueno en esto, ¿había dicho alguna vez que quería ser al salir de Hogwarts?
Mientras ella pensaba en esto, Draco miraba a la joven, y por un momento los recuerdos de Malfoy Manor lo asaltaron. Evitó estos pensamientos mientras se levantaba y miraba a Granger, la cual observaba al rubio con una pregunta en su rostro.
— ¿Qué quieres, Granger?
—Malfoy, ¿alguna vez has pensado en ser auror?
El interpelado la miró como si acabara de decir que quería besar a Flich, después formó una sonrisa burlona.
— Creo que retiro lo dicho, Granger, tal vez de lugar de repararte el brazo, arruiné tu cerebro. —se movieron para estar menos a la vista. — ¿Crees que el ministerio confiaría en un exmortífago?
— Bueno, ¿al menos has pensado en qué quieres convertirte?
Malfoy no quería ir por ahí, porque realmente no había pensado en eso, y para ser francos no sabía si tenía un futuro afuera. Sus padres apenas le hablaban, y los negocios de la familia Malfoy no han estado tan bien como para pensar que se haría cargo.
Realmente no sabía que había para él, pero claro que no se lo diría a la ratona de biblioteca.
Escucharon una gran explosión seguida de gritos y una voz que trataba de alzarse encima del ruido y conmoción; vieron a Harry con un grupo de cuatro estudiantes, un hombre y una mujer, la cual cargaba a un bebe.
— ¡Harry!
La chica corrió hacia el moreno, el cual le devolvió una sonrisa, a Malfoy apenas y lo miró. Hermione se dio cuenta que Ron no estaba con ellos.
—¿Dónde está…?
— Lo perdí de vista, estaba enfrentándose a Yaxley cuando lo dejé, Kinglsey estaba con él— miró hacia atrás, a los estudiantes. — tenía que sacarlos de aquí. Estaban visitando Hogsmeade cuando fue atacado.
— Lo sé, McGonagall me informó cuando estaba en la biblioteca…
— Eso no es una sorpresa para nadie.
— Cállate, Malfoy.
Harry lo miró serio, y Malfoy le devolvió una fría mirada. A pesar de todo, esos dos aún no se podían llevar decentemente. Apenas y ella lo trataba, por estar obligados por medio de sus puestos. El chico reparó en la niña que cargaba Malfoy.
— Aún respira, así que si quieres apresurarte, cara rajada….
— No tienes que decírmelo, hurón.
— No hay tiempo para niñerías. — interrumpió ella—Tengo en mi bolsillo polvos Flu. Debemos llevarlos a Hogwarts. — miró a la pareja que venía con ellos. — ustedes también pueden venir, cuando todo se normalice pueden regresar.
La pareja aceptó, y el grupo se dirigió a la cabaña donde ellos habían salido, a la joven Huffelpuff le pusieron un hechizo levitante para poder transportarla. Solo entró Harry con ellos mientras Draco y Hermione se quedaron afuera a cuidar la entrada.
Se quedaron en silencio, mientras esperaban, vieron encima de sus cabezas unas columnas de humo negro. Parecía estar vivo, desplazándose lejos del lugar. Eran ellos, estaban retirándose.
Aunque eso era bueno, y estos se alejaban del lugar, siguieron observando el cielo estrellado. Esperando. ¿Habría muerto alguien?
Nada.
La marca Tenebrosa no aparecería esta noche.
Harry salió y junto a Hermione y Malfoy se dispusieron a apagar el fuego de las casas. Y ayudar a los heridos. Encontraron en un claro a Kingsley, George, Ron, Savage y Hestia Jones, a los pies de estos se encontraba Yaxley, al parecer muerto, mientras que en unas cadenas se encontró a los dos mortífagos que atacaron a Hermione y Draco. Para su espanto no estaba Fenrir.
—Greyback…—empezó Hermione.
—El muy bastardo se desató y me noqueo, sino fue por que llegó Kingsley y Ron, probablemente la Marca tendría mi nombre. — decía George masajeándose la nuca.
—Hestia mandó a los últimos estudiantes a Hogwarts, creemos que son todos. —dijo Kingsley.
Harry y Hermione se acercaron a Ron, preocupados. Y el rubio empezó a sentirse fuera del lugar. Extraño y aparte. Sobre todo porque la comadreja estaba observándolo.
— Menuda sorpresa, Malfoy. No pensé que tuvieras los cojones para venir.
— La sorpresa es mía, Weasley. No sabía que pensabas.
Ron apretó la varita y dio dos pasos hacia él cuando la castaña se interpuso. Ambos no quitaban la mirada del otro.
— Ron, basta. Malfoy salvó mi vida esta noche, — y miró al rubio — y a pesar, de sus reservas al principio, vino de todos modos. A decir verdad. —se dirigió a Kingsley mientras decía esto. —Tuvo un buen desempeño esta noche. Mejor de lo que creí, o de lo que quisiera admitir.
Draco pensó que lo decía en serio, o tal vez era el golpe que se había dado por culpa del mortífago y le hacía creer que Granger estaba defendiéndolo.
El mago lo miró y Draco le devolvió el gesto, como retándolo si decía alguna estupidez como Weasley, le importaba una mierda si era el ministro de magia. Una cosa era su pasado, y otra diferente dejar que todos lo humillaran así.
—Gracias, Malfoy. —terminó por decir el ex auror, que a pesar de tener un nuevo puesto seguía siendo un miembro activo de la Orden.
— Es parte de mi trabajo como Premio Anual. —dijo fríamente.
Hubo un momento de silencio, y entonces Kingsley volvió a hablar, y se dirigió especialmente al trío de Gryffindor y Malfoy.
—Están en el último año de Hogwarts. Y se, que quieres ser auror, Potter. No sé sobre ustedes tres. Pero, habrá una…especie de reclutamiento y entrenamiento para auror. Y si eres aceptado, en Hogwarts deberán tomar los E.X.T. .S que los aprueben como aurores. Están invitados para participar. —miró al rubio, quien era el único que no miraba a Kingsley, — incluido tú, Malfoy. — este volteo tan rápido que pensó que se desnucaría.
— ¿Qué?
— ¿¡Qué!? — Ron y Harry miraban incrédulos al ministro, como si se hubiese vuelto loco.
—Así es. Puedes pensar que es extraño que se te ofrezca esta invitación, dado tus antecedentes y de tu línea familiar…
— Oh, que amable…—murmuró sardónicamente.
—…y estos podrán ser borrados si vas a ese reclutamiento.
Draco no podía creer lo que el propio ministro de magia estaba proponiéndole. Debía haber perdido la chaveta con todas las responsabilidades. Si se volvía auror, sus padres preferirían internarse ellos mismos en San Mungo.
— ¿Sabe acaso lo que mi padre podía hacerme si solo le menciono eso?
— Esto es, Draco, como simple cortesía. —algo en la voz de Kinglsey le decía que hablaba muy en serio. — McGonagall me ha hablado de su progreso en la escuela. Y tenemos sospechas que Lucius Malfoy está detrás de algo. ¿Dejarás que te arrastre, o vas a tomar tus propias decisiones?
Era exactamente esa situación la que quería evitar y temía. Que sus padres mintieran al Ministerio de Magia, que detrás de todo lo que sucedía estuviera su familia. Si, había hecho todo lo posible por hacer las cosas bien, pero de eso a volverse una copia de San Potter era diferente.
Por otro lado. Volverse dueño de sí mismo, tomar esta decisión por él y no por lo que sus padres querían que fuera. Limpiar su nombre, al menos por aquello que debió hacer y no hizo. Dormir mejor por las noches, sin recuerdos incómodos.
— Hablando de familia. Hay una persona que pregunta a veces por ti. Creo que tendrán varias cosas en común.
Malfoy arqueó una ceja, incrédulo.
—Kinglsey. No hay ni una sola persona de mi familia que….
— ¿Hablas de Andrómeda? — Granger interrumpió, y el rubio recordó su nombre, era la hermana de su madre, jamás la conoció.
— Exactamente. Hablé con ella sobre esta propuesta para ti.
— ¿Qué es lo que dijo? — preguntó el Slytherin.
— Que conociendo a las "víboras" que tienes por padres, puedes mudarte cuando gustes…— Kingsley sonrió de lado, parecía que encontraba gracioso la situación.
Y por las risas de la comadreja, este también lo hacía, a pesar de que la come-libros-Granger decía algo en voz baja, reprendiéndolo.
Draco miró fríamente al mago mayor, mientras pensaba que su vida no pudo haberse vuelto más irreal. Cerró los ojos, y pensó en todo lo que había pasado. En lo que podría suceder si cometía la estupidez de aceptar, pensó en su madre, que desperdició su vida al lado de ese hombre ambicioso, pensó en Granger que lo defendió y pensó en la joven Huffelpuff, la cual no sabían si viviría o no.
Y lo supo.
— Tú ganas, Kingsley. Dime cuando es el maldito reclutamiento
N/A:
Bueno, después de mucho tiempo, cree una nueva cuenta para seguir escribiendo. Tal vez actualice algo lento, con las prácticas profesionales y ciertos asuntos me lo impidan. Pero trataré de hacerlo seguido.
He pensado en cómo fue que Harry y compañía se forman después de la guerra, y es de más o menos de lo que tratará esto. Sin dejar de ser un Dramione claro jejeje. Trataré con todo mi ser de no salirme del personaje, en ningún caso. Pues lo considero un insulto.
Espero no haberme equivocado en la redacción, si es así déjenmelo saber
Probablemente, exista un personaje que no muera en esta "dimensión" de Harry Potter y lo traiga a colación. Pero tal vez lo piense más.
