Esta historia es completamente diferente al animé de Ragnarok; sigue una línea que yo inventé, contiene personajes que mis amigas crearon, y bueno, ahora yo soy la encargada de trazarlos con palabras para ustedes. Está también relatada a modo de manga, y quizás algún día me anime a subir los dibujos…(seguro ¬¬)

Ragnarok no me pertenece, por desgracia.


Capítulo uno: Rebelde

Nuestro relato da inicio en la tranquila ciudad de Bergen, un pueblito ubicado cerca de Prontera. La vida aquí era fácil y hasta quizás, aburrida. La gente vivía en armonía, y solo de vez en cuando sucedía algún evento destacable.

Pero mas allá de insignificantes detalles, nos iremos al gran mercado visible en Bergen, solamente comparado con el presente en Prontera (el más grande de Rune-Midgar), y el cual está ubicado justo en la parte sur de la cuidad. Aquí es donde iniciará la aventura más ridícula de todo el reino y sus alrededores.

Ese día, el mercado se encontraba repleto de gente, como era costumbre ver. Merchants, Alchemists y Mastersmiths por doquier, tapaban la amplia vereda de baldosas blanquecinas con sus extravagantes carros de venta, y cientos de guerreros, léase Knights, Assasins, Hunters, Bards, Monks, etc, rondaban a cada vendedor en grupos de por lo menos cinco o seis personas.

Resultaba gracioso ver todo este panorama a diario, al menos para la gente que no tenía mucho que ver con el mundo aventurero…

-¡Algún día compraré los productos mas caros de todos esos Merchants!-murmuró, apretando los dientes, una chica menuda de pelo castaño claro que se escondida entre dos grandes floreros, los cuales pertenecían a una pequeña tienda que vendía arreglos florales.

Miró en derredor; necesitaba salir, escapar de esa aburrida cuidad, y la puerta…esa enorme y pesada puerta, que se encontraba al fondo del mercado y permanecía custodiada por dos guardias, no le permitía cumplir su más anhelado deseo de libertad.

-¡Es el colmo-rezongó, llena de amargura- que una chica con tanto talento como yo tenga que estar encerrada en una academia básica para Novices!

Apretó los puños, furiosa. Agobiada, buscó entre sus cosas algún ticket que le permitiera salir de ese pueblucho que reprimía sus supuestos talentos, pero solo encontró desesperanza y una botella de poción vacía restante de su clase de Pociones Básicas.

-Rayos, tengo que salir como sea… ¡Si la bruja de Déborah me atrapa, estará regañándome unos tres años seguidos en su oficina!

Guardó silencio, tratando de conseguir el valor suficiente para correr.

-¡Es ahora o nunca!

Salió entonces como un bólido de su escondite, al unísono que su largo cabello se agitaba con el viento. Era increíble que, habiendo tanta gente comprando, nadie se diera cuenta que una chica, vestida de "escolar", estaba a punto de escaparse para siempre de su cuidad natal…

Pero de pronto…todo pasó muy rápido. Se oyó un estruendo, gritos de incertidumbre, y un portazo tan violento que espantaría hasta al mas rudo de los Crusaders…

-¡¿Pero que has hecho?! ¡Mocosa, ven para acá!

Un brazo grueso y poco femenino salió de la nada, y agarró como pinzas a la pequeña Novice por el cuello con tal fuerza, que le arrebató el poco aire que quedaba en sus pulmones.

-¡Aaag! ¿Pero qué hice ahora?-Aiko, la castaña, trató de safarse de los enormes dedotes que crecían de aquel brazo misterioso y se enganchaban como tenazas en su delicada piel. Cuando por fin su dueño se aburrió de estrangularla, la chica cayó como saco de papas al suelo, muy lastimada, pero recuperando el valor se puso en posición de pelea, sacó una pequeña daga de su estuche, y tras voltearse amenazadoramente, se encontró cara a cara con su agresor.

Tragó saliva.

-¡S-señora Wood!-tartamudeó Aiko, dejando caer su arma.

-¡Sí, la misma!- la dueña de aquella tienda de flores le miraba con violencia-. ¡Mira como has dejado mis floreros, niñita rebelde!-e indicó el desparramo de agua, flores y cerámica que ahora cubrían el suelo-. ¿Ahora quién reparará el daño?

La asustada chica no encontraba respuesta alguna, y deseó con todas sus esperanzas que el problema se solucionara por arte de magia.

Pero, desgraciadamente, llegó un nuevo invitado a una reunión que nadie acordó.

-Aiko, ¿Puedes explicarme qué sucedió aquí?

La maestra Déborah se encontraba justo enfrente de la chica, con el semblante serio y ambas manos apoyadas en su cadera. Era una mujer joven, alta y esbelta. Vestía extravagante; un traje en apariencia rígido, compuesto por una chaquetilla corta y un largo traje cortado, cubrían su bien esculturado cuerpo. Ambos brazos estarían descubiertos si no fuera por un par de muñequeras, también hechas de aquel género, y unos guantes sin dedos que protegían sus largas manos del rústico clima de la meseta. Usaba una especie de peto muy sensual, y en la chaqueta que le tapaba los hombros se cernía un gran anillo dorado que no alcanzaba a dar la vuelta completa; además, unas botas parecidas a las muñequeras cubrían sus pies. Era, en pocas palabras, una Sage ruda y fuerte que inspiraba temor y respeto, a pesar de su corta edad.

-Eh…B-bueno, yo… ¿Cómo me encontraste, vieja?

-Discúlpela, señora Wood-dijo, ignorando la pregunta de la chica-. La escuela se hará cargo de todos los daños a su propiedad, y no se preocupe por Aiko, que yo me encargaré de ella…

Y le lanzó una mirada amenazadora a su pupila.

La señora, ya más tranquila, solo asintió mientras dejaba a Aiko en manos de aquella mujer, quién, con extraña expresión de triunfo, tomó a su alumna con suavidad por el brazo y se la llevó al martirio de la escuela, que parecía, en apariencia, infinito y tortuoso…

-Todavía no me dices cómo me encontraste, abuela-dijo la castaña con un tono que pretendía ser ingenuo.

Déborah hizo una mueca de fastidio, pero luego sonrió triunfante.

-Simple, pequeña insolente: seguí el ruido de los floreros romperse. Siempre quiebras algo cuando tratas de fugarte.

* * * * * * * *

La Escuela para Novices estaba constituida por dos pequeños edificios de piedra y madera color caoba. Ambos daban hacia un patio grande, que tenía muchos árboles y algunos juegos. En medio de la arena, había una especie de pista de obstáculos que era usada frecuentemente durante la clase de Resistencia y Habilidad Corporal, y además, una gran piscina que simulaba a un lago se cernía hermosa y brillante debido al sol resplandeciente que sonreía desde el cielo ese día.

Mas, aunque la Escuela se viera pacífica y armoniosa, el ambiente en sus salas era todo lo contrario: alumnos que, gritando, lanzando cosas y riendo a carcajadas, hacían del contexto serio y formal del estudio una especie de comedia tragicómica y desencajada, lo cual claramente dejaba al profesorado exhausto. Y ellos, tomando el papel antagónico de la obra, viéndose superados por la tensión, debían enviar a uno que otro alumno al temido despacho de la directora, con la cual el chico o chica debía mantener una postura rígida y seria para evitar un castigo más grande de lo planeado por la hermosa, joven e intimidante mujer de largos cabellos blancos.

Y así, hasta ahora, bajo el mando de Déborah Lindgren ningún rebelde se había salido con la suya.

O al menos eso creía.

-¿¡Puedes explicarme tu obsesión por violar un sin fin de reglas, Aiko Erizawa?!

Se encontraban en su despacho. Era una sala circular, muy alta y bonita, rodeada de enormes estanterías de libros y cientos de objetos extraños, de entre los cuales algunos brillaban y otros simplemente emanaban pequeñas nubes de humo. El escritorio de la directora era amplio y rebosante de papeles. En ese minuto, era lo único que las separaba.

La susodicha no respondió. Estaba aburrida y, por la misma causa, había dedicado su tiempo a ver si sus puntas del pelo estaban dañadas, por lo que no prestó mayor atención a la pregunta formulada por su directora.

La chica intuyó que algo no estaba bien, y por curiosidad levantó la mirada, preguntándole si había dicho algo.

-¡AIKOOOOO! ¡NO ME HAGAS HACERTE DAÑO NIÑITA!-gritó Déborah intentando no arrancarse el blanco cabello de su cabeza.

La castaña parpadeó, asustada, y tras haberse ido de espaldas, se incorporó con mucha dificultad.

-L-lo siento, maestra Déborah…-Luego añadió, pensativa-Pero debes admitir que esta conversación es una absoluta pérdida de tiempo-dijo cerrando los ojos y moviendo la cabeza en señal de aprobación.

La maestra se llevó ambas manos a la cabeza, claramente desesperada, pero luego recordó que no podía caer tan bajo, menos en frente de una alumna como Aiko.

Entonces muchas ideas cruzaron su mente, e imaginó que hablaba con Aiko y le decía todo lo que pensaba.

"Mira Aiko, es la quinta vez que tratas de fugarte, y yo y mis nervios no damos más. Soy joven, hermosa, fuerte y exitosa; tengo un apuesto esposo y vivo en una enorme mansión, ¡PERO TÚ, BASTARDA, ME COMIENZAS A PRIVAR DE TODO CON TUS CAPRICHOS Y PENDEJADAS QUE ME MANTIENEN EN ESTA PORQUERÍA DE ESCUELA HASTA ALTAS HORAS DE LA MADRUGADA! ¡¡Ya no te soporto, vete a la…!! No, no puedo decirle eso, ¡Me demandarían! Aunque, pensándolo mejor, usaré la pedagogía…"

Con un tic en el ojo, suspiró y dictaminó lo siguiente:

-Bien, bien…Ganaste esta vez, Aiko. Si tanto deseas irte, te adelantaré la Prueba De Aptitudes para que decidas a qué job te transformarás.

La chica miró de soslayo a la mujer, cuyo rostro no pasaba los veintidós. Quedó pasmada ante la extraña respuesta que le había dado la mujer, y en un principio, no se lo creyó.

-¿No me estás mintiendo, cierto?-preguntó bobamente, apoyando ambas manos sobre el gran escritorio de madera.

-¿Por qué mentiría?-soltó la mujer con una sonrisa maternal, muy extraña en ella. –"¿Le estoy sonriendo? ¡Vaya…!"

-Mujer, no confío en ti más de lo que tú confías en mí-dictaminó la chica con una sonrisa sarcástica.

Déborah quedó estupefacta. "Así que la desconfianza es mutua", se dijo, y luego reafirmó lo dicho anteriormente, ésta vez con mayor seguridad en sus palabras.

-Sí, Aiko, yo misma te haré el condenado examen…

"…Porque estoy harta de ti y tus rebeldías", murmuró dentro de su cabeza.

-…Así que no te preocupes, que no te estoy mintiendo, y si lo hiciera, no tendría motivos.

-¡Guaau!-soltó la chica ya más convencida- ¿Es en serio?-exclamó la Novice, llena de júbilo y dando saltitos de emoción, los cuales interrumpieron los pensamientos de Déborah.- ¿Y cuándo podría dar ese examen?

-Supongo que…Lo antes posible. –"Si, para que te marches rápido"-pensó con una crueldad que le dio escalofríos-Te quiero aquí mañana a primera hora-continuó-, porque estoy cansada, necesito buscar el examen y hacer miles de otras cosas…

-¿Cómo qué cosas, veterana?-Aiko dijo esto sonriéndole y levantando una y otra vez sus cejas, insinuando cosas del tipo sexual que Déborah entendió muy bien.

-¿Quieres dejar de ser una maleducada por una vez en tu vida?-suspiró de forma cansina-.Más te vale que no me hagas enfadar, Aiko, o te suspendo de la academia-la chica se calló al instante-Bien, así me gusta. Te espero aquí a las ocho y media, ¿De acuerdo?

-¡¡OK!!

-Quiero puntualidad, ¿Me oyes?-la Novice asintió energéticamente-. Ahora, regresa a tu salón.

Sonrió con malicia ante la cara quejumbrosa y sorpresiva que le puso Aiko.

* * *

¡Ring Ring!

-Uaaah…-se volteó y le dio la espalda al despertador.

¡Ring ring ring!

-Cinco minutos mas…

¡RING RING RING!

-¿¡PERO QUE…!?

Sin abrir los ojos, palpó su pequeño velador en busca del molesto despertador, cuyo chillido le retumbaba en la cabeza molestosamente. Tras encontrarlo, lo apagó con una palmada e intentó seguir durmiendo…

Pero el sol se encargaría de lo contrario.

-¡Mhg!-se tapó con todas las sábanas de su cama, tratando de proteger sus ojos de los rayos solares que entraban raudos a través de la ventana.

-¡Aaag!-bramó, ya sin poder ignorar al enorme astro-. ¿Sol, por qué insistes en levantarme? ¿Acaso hoy no es sábado?

Se incorporó al unísono que sobaba sus ojos con la manga del pijama. Bostezó llena de pereza, mientras intentaba enfocar su reloj (que tenía forma de Poring), pues tenía los ojos llenos de lagaña.

Tras haberlo conseguido, se sorprendió al ver lo "temprano" que era.

-¡Mira, sol, recién son las nueve y media y tu ya me estás haciendo la guerra!-exclamó con una gran sonrisa, como esperando que el enorme astro le respondiera.

Se levantó. Caminó hasta la ventana y la abrió de par en par. Bostezando nuevamente, hinchó su pecho con el aire puro de una fresca mañana soleada…Era un día hermoso, perfecto para salir a dar una vuelta y planear otro escape.

Pero de pronto, un pensamiento se cruzó por su cabeza.

-Bah, tengo la extraña sensación de que olvidé algo…Bueno, no creo que tenga tanta importancia si no lo recuerdo.

Mientras tanto en la escuela…

-¿¡Por qué siempre me haces lo mismo Aiko!?-decía una estresada mujer en su escritorio, que se tomaba la cara con las manos y bufaba molesta justo en frente de lo que serían unos cuantos papeles oficiales…


Hola!! n.n Es primera vez que me aventuro a publicar este fic...Llevo tiempo haciéndolo, y hoy me animé a subirlo aquí.

Como se habrán dado cuenta, la historia se desarrolla, en un principio, en la cuidad de Bergen. En la realidad (mundo de nosotros) esta ciudad existe, pero yo la ambientaré para el universo de Ragnarok lol (además, el nombre le viene como anillo al dedo a la trama)

Si se dan la tarea de leer este fic, les agradecería que comentaran: son bienvenidos halagos (no creo que sean muchos) y críticas, porque de ellas es que los escritores mejoran (y bajan su autoestima lol).

Sin nada mas que decir, me despido n.n

Saludos!