Los personajes pertenecen a J.K. Rowling... yo solo me divierto escribiendo ésto (sin intención de lucrar, claro)
I. Noticiario…
Todo era oscuro, frío, los alrededores cubiertos de una espesa niebla no dotaban en absoluto de tranquilidad a la tétrica escena, era un paisaje poco esperanzador, sin un observador, sin un ente que fuera reconocible, pero tampoco había alrededores después de todo, tan solamente aquella inmensa y fría bruma, esas tinieblas impenetrables, una inquietud de no saber donde se encontraba el suelo, tampoco el cielo. Quizá lo único existente no era un sujeto, sino que una sensación, esa de estar perdido entre la nada y la continua angustia de estar buscando un lugar llamado hogar. Ciertamente si alguien estuviese ahí, sucumbiría entre las penumbras, abrazando a la locura como última esperanza, y no encontrando nada más para acabar con su existencia que, en caso de un humano, un par de manos, sus manos.
Así, sumergido en aquel macabro espectáculo, desfilaron de la nada unas figuras de aspecto más material que los fantasmas, pero menos concretas que las humanas, eran, como él ya lo sabía, recuerdos. La niebla se revolvía al paso de estas representaciones, la oscuridad tan solamente era iluminada por la mísera expresión de terror que estos seres exhibían en sus rostros, apareciendo de la nada y hacia ésta dirigiéndose flotando, inmóviles.
Primero fue el alarido desgarrador de un hombre, hizo eco entre las tinieblas, pero su figura no se materializó. Luego, un sollozo y el grito de una mujer, entre súplica y tristeza, para después de un resplandor verde poder apreciar como su cuerpo surgía entre las penumbras, de pelo largo, rojizo oscuro, ojos verdes, llorosos, su boca abierta en una expresión de espanto, su capa larga y negra se agitó a medida que su cuerpo flotaba de regreso a la nada, la bruma se estremeció ferozmente para absorber a la recién aparecida. Un chillido de dolor y una figura retorciéndose entre la niebla, un momento después cayendo inerte sobre lo que parecía ser el suelo, nuevamente desde el vacío su imagen se hizo clara, levitando, la apática figura de un joven de pelo claro, y su rostro reflejando una expresión de dolor insoportable, cruzaba inmóvil hacia las penumbras, como si fuera una grotesca obra teatral. Por último, la atracción especial, y acto final, de aquella bizarra y horrible función, se escuchó la aparatosa y atronadora risa de un hombre, segundos después su silueta se discernía claramente a través del espesor de la bruma, alto, y de pelo largo, hubo un haz de luz, y cuando aquel recuerdo atravesó la escena se divisó claramente al dueño de aquella escandalosa carcajada, de aspecto demacrado y descuidado, pelo negro, ojos grises abiertos por la sorpresa, ya no sonreía, su rostro expresaba la clara sensación de temor al afrontar lo desconocido, despegándose para siempre de aquello a lo que con tanto brío se había aferrado.
¿Era demasiado? Luego, un adolescente delgado, de tez blanca y pelo negro desordenado estaba tirado en el suelo, boca abajo, jadeando, frente a un ser encubierto por la oscuridad, que reía de manera estremecedora, pronunció luego unos sonidos extraños, como un susurro frío y agudo. ¿Qué se hacía en esas situaciones? Unos pasos furiosos, una puerta se abría.
- ¡QUIERES DEJAR DE GRITAR, CHICO! - Gruñó un hombre corpulento, cuyo rostro estaba crispado y morado, se agitaba bajo el poblado bigote que le daba un aspecto de una morsa abalanzándose para defender su territorio. – ¡ES LA SEGUNDA VEZ EN ESTA NOCHE QUE NO NOS DEJAS DORMIR TRANQUILOS¡¿ACASO QUIERES QUE TE ECHEMOS?!
Mientras aquel tipo, agitándose en el umbral de la puerta, demostraba ser tan comprensivo como el animal al que se asemejaba, alzando los brazos, refunfuñando cosas sobre el agradecimiento y autocontrol, Harry por su parte, con la mirada borrosa y tremendas ojeras, se encontraba tirado en el suelo al lado de su cama, las sábanas hechas un revoltijo, intentando tranquilizarse, resoplando, y aguantando… no quería llorar frente a Vernon Dursley, el hombre que casi durante 15 años le había hecho la vida imposible. ¡No!, estaba equivocado, había otros, éste en particular hacía que su existencia en el mundo muggle fuera bastante desagradable, también estaba Snape, que en el mundo mágico, específicamente en Hogwarts, se encargaba de ponerlo en más de una situación tensa con sus comentarios ásperos, su pelo graso, tareas y castigos extras, pero por sobre éstos, se encontraba Voldemort, aquella serpiente que cegando la vida de sus padres, y de todo lo que le rodeara, pretendía de una vez por todas terminar aquello que no pudo hace casi 16 años… ese nombre, ese maldito nombre y su ruin dueño.
La muerte, como ya Harry se había dado cuenta, lo perseguía. Se decidió a no seguir pensando en su desgracia, ya que estaba temblando de ira reprimida, mientras que Tío Vernon le gritaba cosas a las que él en ese momento no atendía. Tirado ahí en el suelo, seguía pensando en lo que había ocurrido en sus sueños, o mejor dicho, en como borrarlos de su mente, pero eran marcas tan inmensas y terribles, nefastos acontecimientos con los que combatía día a día, no sabía si apreciar lo que le quedaba o ansiar reunirse con lo que le habían quitado… "CHICO QUE NO ESCUCHAS"…
- ¿Qué quieres? – Espetó Harry, dejando de lado sus cavilaciones para volver, no a la realidad, si no que a aquél preciso momento, en que al parecer una animal corpulento le pedía un poco de atención.
Nadie respondió, su tío se había ido segundos antes dando un portazo. Harry, a los pocos instantes de quedar en blanco mirando a la puerta, sintió ese indeseable nudo en la garganta, y tuvo el presentimiento de que poco a poco se iba quedando como se lo demostraban esas recurrentes pesadillas, en un lúgubre sitio, donde estaría solo, loco, y lo más probable era que Voldemort ni siquiera tuviera que intervenir para acabar con su vida, después de todo, quizá se encontraría en aquel lugar desolado con nada más que sus manos¿Cómo iba a sobreponerse a lo ocurrido meses atrás¿Qué pasaría cuándo regresara a su mundo y ya no volviera a ver a aquel perro negro que una vez confundió con un Grim?.
"Sirius está muerto", se dijo a sí mismo, ahora el nudo parecía hundirse aún más, ya no iba a encontrarse con esos ojos grises que lo miraban con aprecio, tampoco ese abrazo paternal, la risa atronadora ya no resonaría más, y lo más seguro era que ya nadie desease que el chico por sobre todo supiera la verdad de cualquier plan o secreto que La Orden del Fénix le guardaba, ya que para la mayoría Harry seguía siendo "un niño".
Un sentimiento de tristeza y rabia lo inundaba, las pérdidas a las que se había visto enfrentado a lo largo de su vida, la incomprensión de mucha gente, la sobreprotección de otros, esa actitud frenética de estar arropándolo en todo lo que le ocurriese, poniendo en riesgo sus propias vidas. "No puede seguir así, no más muertos", pensaba el chico, ahora encogido al lado de su cama, en el suelo. El nudo en la garganta, el vacío en su pecho, las lágrimas ya no le salían, las ganas de evitar dormir. Se preguntaba si cabría la posibilidad de sentirse peor.
Eran ya las cuatro y cuarto de la madrugada, se había quedado así, tirado en el suelo durante casi 3 horas, los ojos le ardían, recordó una de esas imágenes que había aparecido en su mente durante la larga pesadilla que se había transformado el dormir, el descansar. Aquello no lo había soñado antes, y se emocionó un tanto, su madre lo sostenía, diciéndole que James ya regresaría, y le murmuraba al oído lo mucho que lo quería mientras que hacía unos movimientos extraños sosteniendo la varita en la mano que le quedaba libre, las paredes estaban pintadas de un color damasco, iluminadas por una esfera que flotaba armoniosamente en medio del cuarto. Podía ver su bello rostro enseñándole una sonrisa un tanto desesperada, sus ojos, su cabello. Lamentablemente sabía que era lo que seguía, deseaba dejar estático el recuerdo, (no estaba muy seguro, después de todo, si lo había soñado), en aquel momento en que madre e hijo estaban muy juntos. Murmuró indignado, "maldita profecía", pasado un largo rato inspiró profundo para calmarse, se apoyó sobre un pequeño escritorio bajo el cual se encontraba la jaula de Hedwig (durmiendo o a lo menos fingiendo) y observó por su ventana el oscuro cielo y la solitaria calle de Avenida Magnolia iluminada por unos cuantos postes eléctricos.
El trato que recibía en el número 4 de Privet Drive no había mejorado mucho en las dos semanas que llevaba. Los Dursley, tras la amenaza de Moody, apenas se dirigían a Harry. Tía Petunia se esfumaba con un gesto de indignación cada vez que el chico salía de su habitación, o bien le llamaba en un tono bastante desagradable para que hiciera el aseo ("La estancia no es gratis", le solía decir).
Por su parte, Vernon gruñendo y agitando su bigote exasperadamente a la hora del noticiario, tenía que soportar la presencia de su "indeseable" sobrino, por lo que se abstraía de su entorno fijándose en lo que el tipo de la TV informaba, y de vez en cuando exclamaba cosas como "Éstos tipos no saben lo que hacen", "El gobierno debiese estar más atento", "No sé por qué voté por ese tipo"; por su parte Harry sabía que aquellos "accidentes", "catástrofes", y parte de la "mala administración" se debía a una figura oscura, esbelta y de rojizos ojos.
También estaba Dudley, el primo de Harry, que a sus 16 años parecía todo un jabalí. La mayor parte del tiempo salía con sus amigos a pillar a cualquier niño inocente con el que practicar esos movimientos con los que tanto alucinaba y embobado observaba en la TV como unos tipos con bastante músculo y poco cerebro, sin mayores argumentos se golpeaban mutuamente. Cuando estaba en casa, se encerraba en su habitación a jugar con la consola, una vez se aburría se ponía a practicar extraños movimientos en su habitación que generalmente hacían retumbar toda la casa.
Lo peor de la "convivencia", eran las burlas del regordete chiquillo, comentarios estúpidos del "pequeño Dudders" (como aún le decía Tía Petunia, inmediatamente adquiriendo en su rostro una expresión llorosa de inmensa satisfacción), cada vez que se encontraban, sobre todo por las mañanas, luego de las noches de pesadilla, Dudley le hacía comentarios hirientes.
- mmm… ¿Harry? – Su porcino rostro adquiría un tono de falsa compasión, cuando ambos estaban sentados en la mesa, y en un tono de burla continuaba. – ¿Qué pasó con Cedric¿Ya lo abandonaste¿Te dejó tu otro novio… el tal Sirius?
Ante tales comentarios hacía oídos sordos, subía rápidamente a la habitación a golpear todo lo que estuviera a su alcance, si pudiese hacerle algo a su primo para que se callara seguramente metería a más de una persona en problemas, tal como había ocurrido el año pasado, salvar a Dudley de los dementores, ir a rescatar a Sirius de las garras de Voldemort.
Era verdad que él era culpable en parte de muchos de los acontecimientos del año pasado, pero también había otros implicados, como Snape al haberlo dejado sin clases de Oclumancia; Dumbledore, director de Hogwarts, había cometido el error de no revelarle unas cuantas cosas con anticipación, y ya Harry estaba perdiendo la paciencia con su vida hecha de verdades a media, si bien algunos le confiaban ciertos acontecimientos, nunca eran todas las implicancias ni hechos a cabalidad, en fin, era lo mismo que estuviesen mintiéndole; Kreacher, el despreciable elfo doméstico de Grimauld Place que osó mentirle en momentos cruciales; y por último estaba la desquiciada de Bellatrix, quien con sus propias manos envió a su padrino al otro lado del velo.
Y pensar que, luego de todo esto, Harry tenía que mantenerse firme, mejorar bastante sus habilidades mágicas e investigar sobre el pasado para si quiera poder hacerle frente a Voldemort, que era lo que todo el mundo esperaba de El-Niño-Que-Vivió.
Al menos recibía El Profeta, diario del mundo mágico, pero aquello no lo animaba mucho, veía por todos lados los intentos del Ministerio de Magia de minimizar o encubrir cualquier noticia referente a los movimientos del Innombrable, había un pequeño apartado en donde se podía apreciar una lista de nombres de personas desaparecidas y otro que era una guía de hechizos protectores para la familia. La noticia que más le interesó al chico durante esas dos semanas de estancia en casa de sus tíos, fue que Cornelius Fudge, Ministro de Magia, en un desesperado intento por recobrar algo de popularidad en su gestión, pretendía afianzar las relaciones con otros países llevando a cabo una cumbre para tratar temas como la seguridad y ayuda mutua a escala continental. Extrañamente aquello le sonaba un tanto a lo que había estado diciendo Dumbledore durante el último tiempo, y lo más seguro era que el director de la escuela estuviera tras todos esos movimientos.
También contaba con el apoyo de sus amigos, Ron y Hermione, hace poco menos de una semana le había llegado una carta de ellos, evidentemente ambos estaban en el mismo lugar, La Madriguera. La carta era bastante escueta, entregándole muchos ánimos, y mencionando que cuando se vieran iban a tener muchas cosas de las que hablar (sin especificar ni lugar, ni fecha), pero nada más que eso, "la carta podría ser interceptada".
Ya estaba oscureciendo, y en un rincón estaba la jaula de su lechuza, Hedwig, que en aquel momento estaba despierta, expectante aguardando el momento para salir por la ventana en su vuelo nocturno, dirigía a Harry una mirada apremiante, como exigiéndole que ya la liberara. Había acordado con Vernon, tras horas de discusión, sacar a la lechuza una vez cada tres días. Un montón de cachivaches se encontraban esparcidos por su habitación, pedazos destrozados de cualquier cosa que agarrara durante sus arrebatos de furia.
Aquella noche, mientras daban el noticiario, informaron que la situación en otros países no era del todo esperanzadora sumándose a la extraña onda de frío que aquejaba a las islas británicas en pleno verano. Había un clima de inminente guerra en los Balcanes producto de la extraña "desaparición" de varias aldeas en los límites de Albania (que se atribuían al uso de armas de destrucción masivas por parte de algún grupo extremista), y una de las sequías más crudas de las que se tuviera registro. Algo capto la atención de Harry (quién estaba parado en una esquina, fuera del rango visual de sus tíos), el tipo de las noticias dijo "tal como hace casi dos décadas". Los países del norte prácticamente estaban teniendo un verano gélido, y habían aumentado las tasas de suicidios y desapariciones. Mostraron luego imágenes exclusivas de una gigantesca erupción al norte de India, y en aquel momento el chico se quedó petrificado, efectivamente había visto algo en la pantalla, miró con un tanto de exasperación a los Dursley en busca de algún signo de sorpresa por parte de ellos, pero ninguno demostró ni el mínimo gesto de asombro. Se restregó los ojos, se cercioró de que no estaba soñando, y ahora el Tío Vernon lo miraba molesto, gruñendo algo desconcertado para volver a mirar la TV.
- ¿Qué tanto te asombras, chico¿Acaso los de tu lote no tienen noticieros? – le espetó el Tío Vernon un tanto impaciente, sin dirigirle la mirada.
- No… No es eso – Dijo Harry, recobrando la compostura para inmediatamente quedar pasmado. – ¿No lo ves?
- ¿Qué no veo qué? – Ahora el hombre corpulento se agitó en su sillón para mirar alternadamente al chico y a la TV, al mismo tiempo que Petunia reprimía un llamado de atención, y Dudley desaparecía de escena.
- Ahí en la imagen… lo que muestran en exclusiva… la erupción.
- ¿Qué acaso nunca habías visto algo así? – Ahora realmente molesto y con el rostro morado, procedió a cambiar de canal, no sin antes agitar su poblado bigote.
Claro que había visto aquello antes, una erupción, pero había algo nuevo, inusual. Regresó a su habitación, pensando en lo que recién presenció¿Se estaba volviendo loco? Cerró la puerta, liberó a Hedwig y se quedó pensando. ¿Desde cuándo veía cosas que al menos sus tíos no veían? Y repentinamente le vino el recuerdo del año pasado, Dudley, Dementores… Algo se prendió en su cabeza en aquel momento, no estaba mal y no eran Dementores, definitivamente lo que vio era real, a través de la espesa humareda que se elevaba desde el cráter de un alto volcán rodeado de montañas, en las cuales quedaban pequeños ventisqueros, apoyándose e intentando salir de uno de los bordes de la boca de la erupción una mano, o algo similar, más bien ramas en forma de dedos, subdivisiones de carácter esquelético que ardían y se movían como si tuvieran vida propia, nunca había visto algo así, seguramente aquello, si era algo con vida propia, debía ser inmenso, por las dimensiones del volcán. ¿Qué era aquello¿Por qué estaba dentro del cráter? Definitivamente ningún ser humano (mago o muggle), podría haber arrojado unos inmensos troncos o lo que fuera dentro del volcán, y tampoco tendría propósitos lógicos, y lo que más lo inquietaba era que aquellas cosas se movían y no eran absorbidas del todo por el fuego, seguían ahí intactas, en una relación simbiótica con aquel elemento.
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