Fase primera: Ponyville

Capítulo 0001:

Tan increíble

La tarde rozaba su fin sobre Equestria, la mágica tierra de los ponis. El arrebol naranja había remplazado al azul matutino y el sol se acercaba a su cenit. Una pegaso rayaba el cielo de Ponyville, sobrevolando los campos de Sweet Apple Acres, zumbando al cortar el viento, despedazando nubes en la carrera. Y su crin arcoíris revoloteaba sobre sus plumas celestes. Tal libertad la hacía dichosa. Acelerando, se sintió segura, invencible, imparable; se sintió…

—¡Rainbow Dash! ¡Hey, Rainbow Dash! —aquella voz la tomó por sorpresa, sabía a quién le pertenecía, su acento era inconfundible, pero le inquietó la preocupación que oyó en esas palabras.

Sin frenar, descendió y paró a pocos metros de sus dos amigas.

—¿Applejack? ¿Fluttershy? ¿Qué pasa? —dijo extrañada mientras arreglaba su cabellera.

Applejack estaba agitada tras haber corrido tras la sombra de Rainbow Dash, mientras Fluttershy se acercaba volando al ras de suelo, llevando en la boca el sombrero jetson de su amiga, el cual se había caído en la persecución.

—Son Apple Bloom y sus amigas —hizo una pausa hasta recuperar el aliento— A las muy necias se les metió en la cabeza ser domadoras de fieras y se han metido al bosque Everfree a buscar alguna. Twilight fue tras ellas y Fluttershy vino para avi-

Sin embargo, antes que la poni naranja terminase de hablar, Rainbow Dash ya había despegado.

—¡No te preocupes! ¡Ahora mismo me encargo! —dijo la pegaso dirigiéndose hacia el bosque, cruzando el pueblo, segura de que podría encargarse rápidamente de la situación.

—¡No, espera! Hay que ir… juntas… ¡Esta poni, aún no aprende a escuchar a los demás!

—Eh… Ah-ejack —musitó Fluttershy.

La poni vaquera se volvió hacia su amiga y extendió la pezuña para recibir el sombrero y se lo puso de inmediato.

—Gracias, dulzura.

—Mm… ¿no deberíamos seguirla?

—Sí, pero primero vamos por algo de soga. Quién sabe con qué podrían haberse encontrado esas niñas.

Fluttershy palideció por un instante, sin embargo, sabiendo que Applejack debía estar muy preocupada, fue a ayudarla con decisión.

—S-seguro que no es nada con lo que no puedan lidiar —dijo la tímida pegaso amarilla con optimismo mientras seguía a su amiga al granero cercano.

Twilight Sparkle corría insegura, llevada por los giros del camino, seguida muy de cerca por tres potrillas: Apple Bloom, Sweetie Belle y Scootaloo; las cuatro esquivaban los salvajes árboles del bosque Everfree. El suelo retumbaba bajo sus cascos a cada paso de la hidra de treinta metros que las perseguía. "¡Por qué! Reubicaremos a la hidra, dijeron, en el bosque Everfree no causará problemas, dijeron. Debió ir al Tártaro ¡Al heno con la protección de criaturas mágicas!", divagaba la unicornio púrpura.

—¡Twilight! ¡Twilight!

—¿Ah…? ¿Sí, Apple Bloom? —dijo volviéndose a ver a la potrilla que se esforzaba por alcanzarla.

—¿No puedes usar tu magia para sacarnos de aquí?

—Sí- sí. Sólo denme un momento para concentrarme.

Twilight trató de canalizar su magia en su cuerno, pero los rugidos de la bestia y el temblar del suelo no la dejaban centrar sus pensamientos.

Al llegar a un claro en el bosque, las tres potrillas gritaron con agudas voces, acelerando sus pasos tras voltear y ver las cabezas de la bestia descendiendo para tratar de engullir a las ponis. Entonces, Twilight se dio cuenta que no podría concentrar suficiente magia para teletransportarlas a ellas cuatro y dando media vuelta encaró al enorme animal, levantando un escudo mágico para detenerlo.

Las jóvenes equinas yacían agazapadas tras Twilight, con los ojos desechos en lagrimones, mientras la unicornio se esforzaba en contener el ataque de la gigantesca fiera que iba haciendo mella en la defensa mágica. La concentración y las piernas de Twilight comenzaron a flaquear y el brillo de su cuerno empezó a titilar. Debía decirle a las pequeñas que huyeran mientras ella servía de cebo, no le quedaba de otra, pensó en ello y la hidra paró su agresión. Alzó la mirada y observó una intensa ráfaga arcoíris surcando el cielo sobre la escamosa mole de cuatro cabezas.

—¡Vamos! ¡Ven por mí! ¿O sólo eres una lagartija rastrera? —dijo Rainbow Dash luego de golpear las cabezas de la hidra, dejándola aturdida.

Al recuperarse, el enorme reptil rugió con sus cuatro fauces; tan intensamente que el ventarrón detuvo el vuelo de la orgullosa pegaso, quien pasó saliva.

—Bueno… puede que no seas un reptil rastrero… ¡Pero no voy a dejar que te comas a mis amigas ni a ningún otro poni!

En picada, Rainbow Dash volvió a atacar a su tremendo adversario. En tierra, Twilight y las potrillas veían anonadadas como la pegaso peleaba, revoloteando tan velozmente que era difícil seguirla con la vista. Scootaloo estaba especialmente fascinada, habiendo pasado del asombro inicial a la admiración, agitaba sus pequeñas alas y sonreía mientras inconsciente y lentamente avanzaba para ver mejor la pelea.

La hidra trataba de alcanzar a Rainbow Dash y ésta zigzagueaba imparable entre las cuatro cabezas, que no podían sino morder el aire o terminar enredadas y confundidas. Viendo la torpeza del animal, la poni voladora recuperó su confianza inicial.

—¡Ja! Vamos serpientucha, esfuérzate un poco más, ¿no? —dijo ufanándose y enfureciendo a la aturdida hidra.

Cuando Twilight notó que sólo habían dos potrillas a su lado, Scootaloo ya había avanzado varios metros y se encontraba parada muy cerca de la bestia. Asustada, la unicornio galopó hacia la potrilla. Mientras, al otro lado del claro, dos ponis emergían presurosas llevando una larga soga y miraron atónitas a la mole.

—Y tú me dijiste que era mucha soga —dijo Applejack a Fluttershy, tras dejar la soga en el suelo— toma un extremo y átalo en… mm… aquel árbol de allá, se ve bueno —dijo señalando un gran y antiguo árbol que sobresalía de los bordes del claro— creo que hay suficiente cuerda para atarle las patas.

Fluttershy asintió tras escuchar las indicaciones de su amiga y cumplió lo ordenado. Applejack cogió el otro extremo de la soga y se dispuso a correr rumbo a la hidra, su posición sólo le dejaba ver a Rainbow Dash en el cielo, ¿estaría bien su hermana y las otras pequeñas?, ¿y Twilight?, sacudió su cabeza para desembrazar estos pensamientos, confiaba en sus amigas, siempre habían podido salir airosas de muchas dificultades, esta no era siquiera la más peligrosa de todas. Corrió decidida, pero pronto sintió unos pasos de lento ritmo acercándose rápidamente, acompañados de una voz chillona, ya suponía de quien se trataba.

—¡OH NO! ¡OH NO! ¡OH NO! ¡OH NO! —gritaba la recién llegada.

Applejack se volvió sin dejar de correr y confirmó que era su rosa amiga pelirrosada, Pinkie Pie.

—¿Hinkie? —dijo llevando la soga entre los dientes— ¿No te hahia hicho e huerag a ahihar a Rarity?

Applejack, mientras corría enredando la soga en las patas titubeantes de la hidra ocupada en tratar de devorar a Rainbow Dash, no notó a Scootaloo a unos metros de donde estaba ni a Twilight corriendo presurosa a alcanzar a la potrilla, ni que entre los matorrales estaban su hermana y Sweetie Belle, gracias a la distracción de Pinkie Pie, quien no había tardado en alcanzarla.

—Sí… pero no estaba cuando la busqué, parece que aún no había vuelto de ir a buscar gemas con Spike a las montañas, la hubiese buscado ahí, ¡pero no sabía a qué montaña se habían ido! Aunque eso no es lo importante… tengo un tic nuevo y parece muy malo.

Applejack miró preocupada a su amiga mientras terminaba de enredar la soga haciendo muy rápido un nudo corredizo, sólo debía llegar tan lejos como pudiera para hacer caer a la bestia, pero no podía quitarse el mal presentimiento que su amiga le había despertado. Sin embargo, a pesar de que los tics de Pinkie Pie eran siempre certeros, no siempre eran desafortunados, aferrándose a esta idea, Applejack siguió corriendo, jalando la soga que se iba anundando entre las patas del gigantesco reptil.

—¿Ehtág hegura gue no eh hólo un tig en la gola? —preguntó la poni vaquera sin soltar la soga.

—No, no es eso —en ese momento comenzó a saltarle la cola mientras avanzaba—. Bueno, sí es eso pero también está el frío en mis huesos que-

Sin terminar su frase, Pinkie Pie se volvió hacia donde estaba la hidra, a la vez que Applejack caía de bruces por el tirón de las patas de la bestia al enredarse y tropezar. Acostada de espalda y algo aturdida, Applejack vio a Pinkie, quien aterrada e impávida miraba a la mole caer.

Fluttershy, notando que bajo la sombra de la hidra estaban Twilight y Scootaloo, voló tan rápido como pudo para intentar salvar a las ponis. La unicornio se había sobrecogido al ver el animal cayendo hacia ellas, pero, despabilándose cogió a la potrilla con su magia y la lanzó tan lejos como pudo, dando a parar en las patas que Fluttershy, quien sin detenerse la dejó en el suelo y siguió volando aunque le parecía imposible llegar a tiempo, mas debía lograrlo de algún modo.

Resignada a su fin y conformándose con haber salvado a la pequeña pegaso, la unicornio cerró los ojos y esperó. Entonces, una ráfaga arcoíris le golpeó el costado en el último segundo. Rodando en la hierba, Twilight pudo distinguir a Rainbow Dash, quien la había sacado del peligro. La pegaso aceleró tanto como pudo, pero el espacio se había reducido demasiado, su abdomen chocó con el suelo y, sintiendo la presión del peso de la hidra, fue cubierta por la oscuridad, terminando aplastada. Caía la noche y las ponis miraron anonadadas y enmudecidas a la bestia caída, excepto Pinkie, quien había comenzado a llorar segundos antes.


Pensó que sería más doloroso, la muerte era algo que desafiaba diariamente y hasta entonces había salido victoriosa; un par de heridas o un ala lastimada cada tanto, pero ahora todo había acabado y aun así, hasta la más minúscula herida de entrenamiento le había dolido más que su último momento; pese a cómo sus huesos debieron haber quedado deshechos —quizá por eso no sentía nada ¿Tan rápido había sido todo? — No sufrió físicamente, pero algo la desgarraba: la idea de haber perdido a sus amigas, su futuro, su mundo; todo lo que ella era reducido a la nada en un segundo, se dio cuenta entonces que no quería morir ¿Por qué había muerto? En su confusión, buscó algún culpable: la hidra, porque nunca debió haber aparecido, sus amigas, porque debieron haber reaccionado más rápido, las potrillas, porque no debieron haber entrado en el bosque y así nada hubiese pasado. Y sin embargo, no tardó en alejar estos pensamientos: la hidra es un animal que no piensa mucho y un depredador por naturaleza, sus amigas habían hecho lo que pudieron, al igual que ella misma, Scootaloo y las otras dos pequeñas aún era niñas, no podía culparlas por lo sucedido. A pesar de todo, persistía aquel deseo de no morir, de tener más tiempo, una segunda chance; que, de alguna manera, todo fuese un sueño y despertase en su habitación.

Cuando abrió los ojos creyó haber tenido razón, que todo fue una simple pesadilla, pero no tardó en ver que estaba sobre un piso de madera y alzando la vista quedó boquiabierta. Frente a ella habían cuatro ponis: un poni terrestre, de color gris plata y cabello casi blanco, que parecía el más sereno de todos, una joven yegua, con expresión de hastió en su rostro, de color rosa y de crin azul eléctrico, llevaba un par de gafas de sol naranjas y una blusa fucsia chillona, otro poni más joven de pelaje amarillo pálido y crin azul oscuro, era el único que temblaba nerviosamente, por último, una unicornio rosa de cabellos lilas, a la que Rainbow Dash había visto algunas veces, incluso hablado con ella, mas no recordaba su nombre. Pero ninguno de ellos era lo que impresionaba a la pegaso, sino la enorme esfera negra junto a cual estaban sentados, era casi del tamaño de un poni adulto y destacaba en la desamoblada habitación en la que se encontraban.

—Vaya, pensé que íbamos a ser los únicos —dijo el poni gris, sonriendo amablemente.

Incorporándose, Rainbow Dash miró a su alrededor, las paredes blancas solo eran interrumpidas por una puerta simple de madera y una pequeña ventana junto a esta; a su izquierda se veía la entrada a un corredor que parecía tan impersonal como la habitación en la que se encontraba.

—¿Cómo llegué aquí? ¿Por qué están aquí…? ¿Do-dónde estamos? —preguntó Rainbow Dash confundida.

—Por lo que parece, esta esfera nos trajo, no sabemos por qué. Nosotros cuatro íbamos en el último vagón del tren que salió hace poco, pero parece que estaba mal asegurado y salimos despedidos en la primera curva. Yo supongo que estamos muertos.

—¡No estamos muertos! —imprecó la unicornio—, aún estamos en Ponyville. Creo que la esfera es una especie de aparato salvavidas. Quizá no sea una unicornio dedicada a la investigación mágica y científica, pero algo así sería sencillo usando los principios de la teletransportación.

—¡Eso no fue teletransportación! ¡Tú lo viste! —dijo el poni gris enojado— Esa cosa nos armó de a pocas, los unicornios sólo hacen "puf", no se despedazan célula por célula.

La unicornio miró al poni mientras hablaba y al terminar le dio la espalda resoplando, los otros dos ponis se mantenían al margen de la discusión, mientras Rainbow Dash trataba de pensar en una forma de cambiar el tema y los ánimos.

—Bueno… esto… s-soy Rainbow Dash, wonderbolt novata. Quizá hayan oído de mí.

—Ah, sí. Por lo visto eres algo popular acá —dijo el poni gris, apaciblemente. Luego, tras pensar por un segundo, continuó—. Eso me recuerda que no sabemos nuestros nombres, creo que deberíamos presentarnos. Yo soy Royal Riff, como se ve por mi cutie-mark —dijo señalando su marca en forma de una doble Do mayor— me dedico a la música, soy compositor ¿Alguien sigue?

—¿Presentaciones? —dijo la poni terrestre fastidiada —, que pesado ¿Para qué, ah?

—No sabemos cuánto tiempo estaremos aquí —contestó Royal Riff, tratando de mantener la calma—, así que será mejor saber con quienes vamos a lidiar.

—Como sea… —dijo la poni con desgano— Me llamo Surf, hago surf, mi talento es el surf, mi marca es una tabla de surf. O sea, ¿no es muy difícil, no?

Cuando Surf se hubo presentado pasaron unos segundos hasta que habló el poni amarillo.

—Yo… me llamo Cosmic, hago mapas del cielo y eso… eso es todo —tras hablar parecía más aliviado y dejó de temblar.

Por último, todas las miradas se centraron en la unicornio con la silueta de dos delfines rodeándose mutuamente en su grupa, quien suspiró y habló calmadamente luego de un largo silencio.

—Sea Swirl. Soy entrenadora de animales marinos, también me es fácil comunicarme con ellos. Ahora, ya que nos conocemos todos, hay que seguir esperando a que algo pase, supongo…

Acabadas las presentaciones, la habitación cayó en un silencio incómodo, Rainbow Dash se sentó distanciada del resto. Ya no estaba segura si estaba viva o muerta, viendo la puerta se dio cuenta que había algo que no había intentado ¿acaso nadie más lo había hecho? En silencio, se dirigió hacia la entrada, pero al extender su pata para tomar la manija se dio cuenta que no podía tomarla, ni siquiera podía tocar las paredes, algo invisible le impedía alcanzarlas.

—Es inútil, ya lo intentamos —dijo Sea Swirl— Supongo que alguien nos quiere mantener dentro hasta que venga y quizá nos explique qué pasa.

—Es posible, o puede que sea una manifestación de un lugar al menos reconocible para nosotros, una especie de limbo antes de lo que sea que —siga dijo Royal Riff.

—No empecemos a discutir sobre esto nuevamente. Tú cree eso mientras yo espero mis explicaciones.

Nuevamente perduró el acallamiento mientras Rainbow Dash observaba por la ventana tratando de distinguir algo, y si bien podía diferenciar parte de las calles de Ponyville, la falta de luz le impedían saber si había alguien afuera, aunque en más de una ocasión pasaron sombras que parecían ser ponis, pero sentía que no podía fiarse de ello. Suspiró dudosa y resopló frustrada sabiendo que no podía hacer nada para calmar su mente. Conforme pasaban los minutos, su paciencia se iba agotando, hasta llegar al punto en que se creía capaz de golpear las paredes hasta que pudiera forzar una salida, pero una serie de luces multicolores surgió de la esfera negra.

Dirigidas al centro de la estancia, las intermitentes y veloces luces arcoíris iban haciendo aparecer lo que parecían cuatro pezuñas, incluso se notaba el hueso y la carne mostrándose poco a poco; un poni se iba formando. Rainbow Dash no pudo evitar sentir cierto asco y retrocedió junto a los demás, mientras las patas yacían definidas y presentes y el torso empezaba a aparecer. Pero había algo distinto en aquel equino: le cubría un extraño traje negro que se ajustaba perfectamente a su cuerpo y que parecía sujeto por varios redondeles metálicas en diversas partes de su cuerpo. Pocos minutos después terminó de formarse y vieron que era un poni terrestre, de color verde y cabello negro. Su traje lo cubría totalmente con excepción de su cabeza y cola.

Los cinco ponis lo miraron extrañados y este les devolvió una mirada seria y habló.

—Imagino que están confundidos. Por si aún lo dudan. Sí, todos hemos muerto, pero no estamos muertos. Está por comenzar un juego en el que podremos obtener una segunda oportunidad para recuperar nuestras vidas, si quieren ganar, escúchenme, no pienso repetirme.

Aquel poni sonrió, parecía muy seguro de lo que decía. "Un juego" pensó Rainbow Dash; para ella no había desafío que la detuviera y si superando aquello podía recuperar su vida y volver a ver a aquellos a quienes quería, ella lo lograría, pese a no saber en qué consistía aquel reto.

Continúa…


Si les gustó el fanfic les recomiendo leerlo en la versión PDF disponible en la página de EquestriaNet. Además, los capítulos se publicarán primero allí y en algunos se incluyen elementos que no es posible trasladar a Fanfiction.