RESUMEN: Universo Alterno: Adrien Agreste creció junto a Chloé Bourgeois, y era igual que ella: pretencioso y arrogante, además de tener una bien merecida reputación de casanova. A su llegada al lycée, se enamora a primera vista de Marinette Dupain-Cheng, quien lo encuentra insoportable y está decidida a no ceder a sus encantos. Spoilers de la segunda temporada.
Aviso Importante: Los personajes de Miraculous Ladybug no me pertenecen, los créditos son para Thomas Astruc y compañía. Escribo estos fics sin fines de lucro; solamente para divertirme y pasar el tiempo.
CAPÍTULO 1
Lycée Théophile Gautier
Primer día de clases
Todos los chicos del colegio Françoise Dupont se habían trasladado al lycée cercano a su antigua escuela. Para Marinette Dupain-Cheng, eso significaba que se tenía que levantar varias horas más temprano, pues ahora tardaba quince minutos en trasladarse de su casa al lycée, y tenía que partir más temprano. Se había hecho el propósito de que llegar tarde ya no sería una opción.
Por suerte para Marinette, su mejor amiga Alya se encargó de ayudarla a llegar a tiempo durante los cursos de inducción, pasando por ella a su casa para que ambas caminaran juntas desde la Place des Vosges, frente a la panadería de los padres de Marinette, hasta el lycée.
-No puedo creer que ya estemos en el lycée- dijo Alya, un poco emocionada- ¡no más colegio! Aunque debo decir que voy a extrañar el colegio Françoise Dupont-
-Lo sé, yo también, pero no por eso me siento menos emocionada- dijo Marinette, sonriendo levemente mientras caminaba junto a su mejor amiga- vamos a tener nuevos compañeros, aunque…- su sonrisa se borró, transformando su expresión en una de frustración, aunque no puedo creer que otra vez tenga a Chloé Bourgeois en una de mis clases-
-¿Otra vez?- dijo Alya, alzando las cejas cuando Marinette asintió- bueno, chica, mira el lado positivo-
-¿Y el lado positivo es…?-
-Nosotras dos estaremos juntas en la mayoría de las clases, así que podremos contener a esa peste- dijo Alya, encogiendo los hombros- además, mademoiselle Bustier fue transferida al lycée, y tendrás la clase de literatura con ella. Eso es bueno, ¿no?-
Marinette sonrió levemente. Su profesora favorita volvería a impartirles clase de literatura, que era la que compartía con Chloé, y mademoiselle Bustier siempre había sido capaz de contener a la rubia y sus aires de grandeza. No era tan malo como parecía. De todas sus clases, solo estaría sin Alya en la clase de física. Eso era bueno, ¿no?
Tan pronto como llegaron al lycée, Alya se apresuró a subir corriendo los escalones de la entrada hacia el vestíbulo del edificio para saludar a Nino, dejando a Marinette sola junto a la puerta principal. La pelinegra ladeó la cabeza y sonrió al ver a su mejor amiga tan feliz. Empuñó su bolso de útiles y se dispuso a entrar al edificio cuando escuchó una exclamación general de sorpresa entre todos los chicos que se encontraban a su alrededor. Curiosa, Marinette se volvió hacia donde todo el mundo estaba mirando, y no pudo evitar alzar las cejas.
Una lujosa limosina acababa de detenerse en la puerta del lycée. Nadie sabía a quien podía pertenecer, pues la única que había llegado a los cursos de inducción en limosina (y durante todos sus años en el colegio) había sido Chloé Bourgeois. Sintiendo curiosidad por el recién llegado, Marinette giró su cuerpo para dar la espalda a la puerta y mirar hacia el vehículo. De éste descendió un chico rubio que le parecía extrañamente conocido, que inmediatamente fue rodeado por la mayoría de las chicas que estaban alrededor de la entrada.
-¿Qué rayos…?- dijo la chica en voz alta.
No solo ella, sino también Alya y Nino la alcanzaron y miraron con curiosidad al chico recién llegado.
-Oh, mira, sí es él…- dijo Alya en voz baja.
-¿Quién es?- dijo Marinette, haciendo reír a su mejor amiga.
-¿No sabes quien es?- dijo la chica castaña en tono de burla- ¡cómo no lo vas a saber, si su cara está pegada en la mitad de la ciudad! Es Adrien Agreste, el hijo de Gabriel Agreste. ¿Y te dices su admiradora?-
Marinette abrió la boca por un momento, y luego la cerró de nuevo. Gabriel Agreste había sido su ídolo durante los últimos años, desde que comenzó a interesarse en la costura y en la moda. Había participado en todos los concursos que el diseñador había hecho en el colegio, y a pesar de que había ganado, nunca lo había conocido en persona, mucho menos a su hijo.
La chica pelinegra iba a decir algo cuando alguien pasó corriendo a su lado, golpeándola con su hombro y casi haciéndola caer en su carrera, y la hubiera hecho besar el suelo, si Nino y Alya no la hubieran detenido a la mitad de la caída.
-Ouch- se quejó Marinette en voz alta mientras se incorporaba sobre sus pies y se frotaba el hombro golpeado- ¡oye!-
-¿Estás bien, Marinette?¿nada roto?- dijo Alya.
Marinette sacudió la cabeza y levantó la vista mientras que entrecerraba los ojos. La culpable del golpe la había ignorado completamente, y sin disculparse corrió hacia el chico recién llegado, empujando a todas las chicas para sacarlas de su camino. Una vez que lo alcanzó, se colgó de su cuello y le plantó un sonoro beso en la mejilla que hizo murmurar decepcionadas a las otras admiradoras de Adrien Agreste.
-¡Adrichou!- dijo Chloé Bourgeois, que había sido quien había golpeado a Marinette y corrido a besar al chico. Marinette hizo una mueca. ¡Su voz era tan chillante como uñas en un pizarrón!- ¡que bueno que viniste!¡Te ves espectacular el día de hoy!-
El chico ladeó la cabeza y sonrió. A Marinette le pareció una sonrisa fingida que no llegaba a sus ojos. Esa sonrisa… era la misma que tenía en todas sus imágenes en la ciudad. Una sonrisa seductora, pero no auténtica. Como si estuviera posando para una fotografía, pero no dijo nada al respecto.
-Tú también te ves muy guapa, Chlo- escucharon decir al chico- como siempre-
-Oh, eso ya lo sabía, Adrichou- dijo Chloé, sonriendo maliciosamente, y captando con la mirada a Marinette, quien aún la había estado mirando con una expresión enojada, pero que había encogido los hombros y se había vuelto a charlar con sus dos amigos. Luego, se volvió a las chicas- vamos, vamos, háganse a un lado, dejen pasar a Adrichou. ¡Sabrina, toma mi bolso!-
Sabrina se apresuró a cargar con las cosas de Chloé, quien tomó el brazo de Adrien, y ambos comenzaron a caminar hacia el edificio.
-Estoy muy contenta de que hayas venido al lycée conmigo- dijo la chica.
-Yo también estoy contento- dijo Adrien, encogiendo los hombros despreocupadamente- por fin père me dejó estudiar fuera de casa, aunque sigue preocupado y está seguro de que me van a abrumar con la atención-
-Oh, estoy segura de que vas a volver locas a todas las mojigatas del lycée- dijo Chloé, y volvió a captar con su vista a Marientte charlando y riendo con sus dos amigos, el incidente del golpe en el hombro olvidado. Sonrió maliciosamente- y hablando de mojigatas… aquella de allá es especialmente detestable-
Adrien alzó las cejas y se volvió hacia la chica que Chloé estaba señalando. Alzó las cejas al darse cuenta de que era completamente distinta a todas las chicas, amigas y modelos, con las que Adrien acostumbraba salir. Era una chica menuda, mucho más pequeña de estatura que él. Tenía cabellos negros, que con la luz del sol de la mañana se podían ver un poco azulados, y que estaban atados hacia atrás en dos coletas bajas con un par de listones de color rojo. A pesar de ser un peinado un poco infantil, le daba un aire adorable. Sus ojos eran enormes, y de un hermoso color azul que parecían hipnotizar a algunos de los chicos que estaban a su alrededor, aunque el chico moreno que estaba con ella parecía inmune. Y cuando su amiga dijo algo y la chica rió.
"¡Oh, por todos los cielos!", pensó Adrien al verla reír "¡esa sonrisa!"
También notó sus ropas. Jamás había visto ese atuendo en los diseños de su padre, pero era muy original y a la moda. Era un poco demasiado rosado para su gusto, pero se veía adorable en ella, así que Adrien no tenía quejas.
Al parecer Chloé no había notado que su amigo miraba a su archinémesis de esa manera, porque siguió hablando.
-¿Puedes creer que alguien tan vulgar venga al lycée con nosotros?- dijo Chloé mirando en dirección a Marinette y sus amigos- sus padres son panaderos cerca de la Place des Vosges. Y su mejor amiga es la hija de la cocinera del palacio de papa…-
Chloé continuó contándole a Adrien lo detestables que eran Marinette y sus amigos, pero Adrien no las perdió de vista cuando pasaron a su lado. El chico se detuvo y volvió a mirarla. Chloé no se detuvo y soltó el brazo del chico.
-¿No vienes, Adrichou?- dijo Chloé, disponiéndose a entrar también.
-En un momento, Chlo, tú adelántate- dijo Adrien.
La chica rubia asintió y entró al edificio, seguida de Sabrina, quien iba cargando todas las cosas de Chloé. Una vez solo, Adrien se apoyó en una de las columnas, directamente frente a donde estaba Marinette. A esa distancia podía apreciarla mucho mejor. Sus enormes ojos azules brillaban cuando sonreía, y tenía un par de hoyuelos junto a las comisuras de sus labios.
Por un momento, Marinette captó la mirada de Adrien, y éste le guiñó un ojo con una expresión coqueta. La chica parpadeó un par de veces, confundida y quizá un poco incómoda, y se volvió a sus amigos para decirles algo. Adrien no escuchó que fue lo que dijo, pero al parecer los convenció de entrar a clases.
Adrien respiró hondo antes de seguirlos con una sonrisa traviesa. Tenía la impresión de que se iba a divertir mucho en el lycée.
x-x-x
Pasillo del Lycée
Poco más tarde
Alya y Marinette caminaron juntas a sus siguientes clases, ambas con una enorme sonrisa en los labios. Habían tenido su primera clase con mademoiselle Bustier, y si bien la profesora les advirtió que sería mucho más estricta con ellas ahora que estaban en el lycée, podían notar a la mujer sonriendo contenta de tener con ella a sus queridos alumnos. Casi pudo ignorar la presencia de Chloé en esa clase. Casi, porque la chica rubia no dejó de hablar de lo perfecto que era su novio, el chico nuevo llamado Adrien Agreste.
La siguiente clase de Marinette era física, la única en la que Alya no la acompañaría. Su mejor amiga había elegido una materia electiva de manejo de páginas de internet, así que su clase de física se tuvo que acomodar en otro horario. La chica suspiró, pensando que quizá podía sentarse con Nathaniel, quien era tan malo como ella en esa materia. Tal vez se podían ayudar mutuamente.
Cuando Marinette se despidió de Alya y se dispuso a entrar a su aula, un brazo se interpuso de pronto en su camino y le bloqueó el paso. La chica se detuvo, parpadeando sorprendida, y se volvió al dueño de la extremidad, mirando sorprendida que se trataba del chico nuevo.
-Salut, ma douce- dijo el chico, alzando repetidamente las cejas y ladeando la cabeza con una sonrisa que pretendía ser seductora- ¿cómo te llamas?-
Marinette alzó las cejas, confundida por la extraña actitud del chico. Lo miró. Se veía muy guapo en las fotografías de las revistas y en los espectaculares, y en persona realmente era mucho más apuesto. Tenía cabellos dorados que daban la impresión de estar perfectamente peinados para una sesión de fotografías, y enormes ojos verdes que parecían hipnotizarla. Sacudió la cabeza para regresar a la realidad.
-¿Qué…?- dijo ella, intentando entender que había pasado- eh… salut, yo soy Marinette-
Adrien esbozó una sonrisa un poco traviesa para su gusto, y tomó la mano derecha de Marinette, haciendo una inclinación exagerada y besando los nudillos de la chica, quien la retiró en una expresión fastidiada.
-Es un honor conocerte, princesse- dijo el chico aún sonriendo, como si Marinette no hubiera retirado su mano- yo soy Adrien Agreste, quizá ya hayas escuchado de mí…-
Marinette abrió la boca, y luego la cerró. ¿Porqué el chico estaba actuando así?
-Puede ser que haya visto tu cara en cada esquina de París- dijo Marinette, encogiéndose de hombros- bueno, fue un gusto conocerte, si me disculpas…-
La chica intentó esquivarlo para entrar a clase de física, pero Adrien la tomó del brazo para impedírselo. Marinette frunció el entrecejo por ello, y se soltó de él para finalmente entrar al aula. Lamentablemente el asiento junto a Nathaniel, en la segunda fila, ya estaba ocupado por Alix, pero Marinette se sentó en la primera fila, delante del pelirrojo después de saludarlos a ambos con una sonrisa.
-No, espera, no te vayas- dijo Adrien, sentándose a su lado en el asiento libre y poniendo su mejor cara de inocencia- yo solo quería invitarte a salir esta tarde, solos tú y yo-
Marinette lo evaluó con la mirada. ¿Acaso era una broma?
-¿Qué?¿Porqué?-
Adrien abrió la boca para responder, pero Chloé los alcanzó, y pudo escuchar la última parte de la conversación. La chica rubia sonrió maliciosamente y decidió intervenir, plantándose frente a los dos.
-Ya sé que nunca sacas las narices de las bolsas de harina de tu padre, Marinette- dijo Chloé en un tono despectivo- pero incluso una panadera como tú debería saber que es Adrien Agreste, modelo e hijo de Gabriel Agreste, el mejor estilista del mundo, y además es mi mejor amigo. Cualquier chica soñaría en salir con él-
Marinette frunció el entrecejo.
-Primero que nada, yo no soy cualquier chica- siseó la pelinegra- y si es tu amigo, esa es una muy buena razón para mantenerme alejada-
Adrien frunció el entrecejo por un momento por el retroceso que tuvo por la intervención de Chloé, pero volvió a sonreír, pensando que lo solucionaría fácilmente. Él nunca fallaba cuando se decidía a tener a una chica. Nunca. Solo era cuestión de seguir hablando.
-¿Porqué eres tan cruel conmigo, princesse?- dijo el rubio.
-Realmente no aprecio que me llames así, Adrien- siseó Marinette, que empezaba a fastidiarse de esa situación- ya fueron suficientes faltas de delicadeza por un día-
-¿Faltas de delicadeza?- preguntó el chico, confundido.
-Primero que nada, me impediste el paso y me tiraste del brazo- dijo Marinette- apenas me conoces, y ya me estás poniendo apodos…-
Adrien estaba confundido. Era la primera vez que una chica, cualquier chica, se resistía a sus encantos. Normalmente solo tenía que decir dos o tres cumplidos para que cualquiera cayera en sus brazos, empezando por Chloé y pasando por todas las modelos con las que había llegado a trabajar.
-Es que eres muy hermosa, Marinette- dijo el chico por fin- es normal que…-
-Jajaja… eso explica porqué nadie ha besado jamás a Marinette- lo interrumpió Chloé, para después echarse a reír.
Marinette frunció el entrecejo, sus mejillas rojas de enojo.
-No, eso explica porqué Marinette no tiene fama de ser una chica fácil como tú, Chloé- intervino Nathaniel, harto de que estuvieran molestando a su amiga.
-Jajaja, solo lo dices porque estás enamorado de la panadera, cabeza de tomate- dijo la chica rubia- además, a nadie le importa tu opinión-
Nathaniel se sonrojó, y tanto Marinette como Alix parecían furiosas por el comentario de la chica. Adrien frunció el entrecejo levemente al escuchar que el pelirrojo estaba enamorado de Marinette, pero lo dejó pasar. Después de todo, él era un super modelo, y el pelirrojo no era competencia, no parecía ser nadie importante.
-Nath tiene razón- dijo Alix, interrumpiendo sus pensamientos- ¿qué no tienes otra clase, Chloé?-
La rubia iba a responder, pero el profesor de física entró al aula para iniciar la clase.
-Mademoiselle Bourgeois, no tiene clase a esta hora, ¿verdad?- dijo el profesor recién llegado- le sugiero que salga del aula inmediatamente.
Chloé siseó, molesta, pero salió del aula, haciendo reír a Marinette y a Alix. Adrien miró a la chica pelinegra. Le gustaba verla reír, se veía muy guapa.
"Marinette va a ser mía", pensó el chico con una expresión decidida mientras sacaba sus útiles de su mochila y los ponía sobre la mesa, volviéndose a Marinette y guiñándole un ojo "tarde o temprano la haré caer en mis brazos".
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Salón de Arte
Poco más tarde
Si bien Marinette amaba ir al salón de arte en el colegio François Dupont, la chica quedó boquiabierta al ver el salón de arte del Lycée. Era al menos tres veces más grande que el salón 33, y pintaba para ser su clase favorita. En primer lugar, todos sus amigos estaban en su clase. Segundo, Chloé no estaba en su clase. Y tercero…
-¡Oh, por todo el chocolate!- exclamó Marinette al ver que el salón de arte tenía una sección en corte y confección. Sus ojos brillaron, haciendo sonreír a todos los presentes.
Incluído a Adrien Agreste.
El chico tenía la clase de arte junto con Marinette y sus amigos. A diferencia de física, no se atrevió a acercarse a ella, ya que la chica estaba sentada junto a Alya, la chica castaña que inspiraba miedo cuando se enojaba, su novio Nino, quien compartía la clase de matemáticas con él, Nathaniel y Alix, así como otros chicos. Todos parecían querer a Marinette, y al primer intento de acercarse, un tipo enorme que usaba una playera negra con un par de huesos cruzados le gruñó mientras se tronaba los nudillos, haciéndolo retroceder de inmediato.
-Si estás mirando a Marinette, déjame decirte que pierdes tu tiempo- dijo una pequeña voz a su lado. Adrien se volvió, sorprendido de que alguien le hablara después de la agresiva advertencia del chico alto. En vez de ello era un chico pelinegro con enormes ojos verdes que llevaba en sus brazos un cuaderno negro.
-¿De qué hablas?- dijo Adrien.
-Marinette Dupain-Cheng no es el tipo de chica que se enamoraría de alguien por su físico, o por su dinero- dijo nuevamente el chico- Nathaniel me contó lo que pasó en clase de física. Si realmente te gusta, deberías acercarte a ella y volverte su amigo primero-
Adrien casi se burló del chico. ¿Volverse amigo de Marinette? ¡Como si tuviera tiempo para eso! No, él no quería ser su amigo, quería otra cosa completamente distinta. ¿Qué sabía ese chico de todo? Seguramente ni siquiera tenía novia. Lo miró con más cuidado. Tenía una playera con los colores del arcoíris debajo de su suéter rojo. Que chico más extraño.
-¿Qué sabes tú?-
-He sido su amigo por un tiempo. Deberías creerme- dijo el chico, encogiendo los hombros y sentándose en una de las mesas para abrir su libreta y comenzar a escribir.
Adrien frunció el entrecejo, pensando en decirle que no se metiera en sus asuntos, pero lo pensó mejor. No era mala idea hacerse amigo de ese chico, podía ayudarlo a acercarse a Marinette.
-Yo soy Adrien Agreste, ¿cómo te llamas?- dijo el chico y extendiendo su mano hacia él. El pelinegro parpadeó, sorprendido, y aceptó la mano de Adrien.
-Me llamo Marc. Marc Anciel- dijo el otro chico- y sí, todos sabemos quien eres; el famoso modelo de las revistas e hijo de Gabriel Agreste-
Adrien frunció el entrecejo. No le gustó el tono que había usado Marc, como si ser hijo de su padre fuera algo malo.
-¿Eso es malo?-
-Digamos…- dijo Marc, encogiéndose los hombros- digamos que tu reputación te precede. Y todos los amigos de Marinette somos muy protectores de ella-
Adrien frunció el entrecejo. Sí, tenía que aceptar que no era ningún santo. Había tenido más novias de las que podía contar con las dos manos, y a pesar de que nunca había dormido con una chica (su padre lo mataría si llegaba a provocar un escándalo) no era extraño a romper el corazón de las mujeres con las que salía.
El chico gruñó. La clase de arte no iba a funcionar para él.
Antes de que sonara el timbre de la clase, el profesor de arte les pasó un aviso a cada uno de los chicos.
-Les recuerdo que el concurso de moda de monsieur Gabriel Agreste estará recibiendo proyectos candidatos durante esta semana- dijo el profesor- el ganador recibirá la oportunidad de trabajar un mes codo a codo con el mejor diseñador del mundo-
Adrien suspiró, aburrido, al escuchar el nombre de su padre, pero se sorprendió al ver que, al mirar de reojo a Marinette, los ojos de ésta brillaron, mientras que Alya le daba unas palmadas en la espalda. El chico rubio alzó las cejas. ¿Eso era algo bueno?¿Podría usarlo a su favor?
No sabía que le había emocionado tanto a Marinette del concurso de moda. Ahora que lo pensaba, no sabía mucho de ella. Necesitaba información.
No pudo pensar más en ello, porque la clase terminó.
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Entrada del Lycée
Esa tarde
Cuando terminaron las clases, Marinette salió del edificio casi echando chispas, y Alya la seguía con una sonrisa llena de simpatía. Ambas se detuvieron en las escaleras y se sentaron en el primer escalón, esperando a que Nino saliera también, pues los tres irían juntos a casa de Marinette a recoger unos panecillos, y luego pasarían a la casa de Juleka.
-Arggg… ¡pero qué se cree ese tipo!- se quejó la pelinegra.
-Tranquila, Marinette, no creo que sea para tanto- dijo Alya, encogiéndose de hombros.
-Tú no lo viste- se quejó la otra chica- no dejaba de coquetear y guiñarme el ojo durante toda la clase. Incluso el profesor de física lo reprendió por ello-
Alya sonrió levemente. Podía entender la frustración de su amiga, sobre todo por ser molestada por un chico que fuera tan desagradable como Chloé.
Mientras tanto, Adrien salió del edificio también, y mientras esperaba a su chofer notó la presencia de las dos chicas charlando en el primer escalón del Lycée. Sonrió travieso y, tras ignorar a Chloé, quien seguía hablando como si creyera que a Adrien le interesara lo que hacía su padre, el alcalde, el chico se apresuró a sentarse junto a Marinette, pasando su brazo por su espalda, interrumpiendo la conversación de las chicas.
-Tú y yo, princesse, podríamos hacer una bella pareja- dijo Adrien con la sonrisa seductora que estaba plasmada en la mayoría de los espectaculares de la ciudad. Marinette tenía que admitir que, de cerca y en vivo se veía mucho más encantadora que en papel, pero no era suficiente para seducirla.
Marinette suspiró frustrada, y se quitó de encima el brazo del recién llegado.
-Adrien, ¿qué no tienes cosas mejores que hacer?- dijo la chica pelinegra- ¿como cepillar tu cabello?¿pintarte las uñas de los pies con Chloé?¿Un facial de chocolate?-
Alya rió en voz baja, pero Adrien no pareció ofenderse.
-Los faciales de chocolate no son buenos para la piel, princesse- dijo Adrien, guiñándole un ojo- más importante, ¿qué tal suena pasar la tarde en mi casa? Estoy seguro de que te encantará despertar en mis brazos, ¿no?-
-Gracias, pero no, gracias- lo cortó Marinette, cruzando los brazos molesta- tengo cosas más interesantes que hacer que hacer que verte ronronear mientras acaricias tu propio ego…-
Chloé Bourgeois los alcanzó, mirando a las dos chicas como si quisiera fulminarlas con la mirada. Adrien, ignorando la presencia de la rubia, volvió a extender el brazo para pasarlo por la espalda de Marinette, pero ella se lo impidió, deteniendo su muñeca.
-Mantén tus manos quietas- siseó Marinette.
-¿Cómo puedes resistirte a un chico tan encantador como Adrichou?- dijo Chloé, cruzando los brazos incrédula.
Adrien frunció el entrecejo, sintiendo como si hubiera escuchado el sonido de las uñas pasar por un pizarrón cuando Chloé lo llamaba Adrichou. ¡Detestaba el apodo que le había dado su mejor amiga! Y no había poder humano que la convenciera de que dejara de llamarlo así.
-Chlo, ya te dije que no me gusta que me llames así…- comenzó a decir Adrien, pero Marinette contestó primero la pregunta de la rubia.
-¿Es una pregunta retórica, o en realidad necesitas ayuda?- dijo la pelinegra.
Chloé frunció el entrecejo y enfureció de enojo.
-Es ridículo. ¡Totalmente ridículo!- dijo Chloé, al tiempo que se cruzaba de brazos y levantaba la nariz, dándoles la espalda y caminando a la limosina que la estaba esperando para llevarla a su casa, el hotel Grand París, mientras que murmuraba furiosa que era ridículo. Mientras se alejaba, las chicas seguía riendo.
Adrien volvió a mirarla. Era hermosa, y además ingeniosa. Iba a decir algo más, pero fueron alcanzados por Nino, quien miró extrañado al chico rubio que estaba con las chicas.
-Ah, aquí están las dos- dijo Nino, tras aclararse la garganta- ¿están listas?-
-Listas- dijo Alya, poniéndose de pie, y Marinette hizo igual mientras que ignoraba la presencia de Adrien.
-¿A dónde van?- preguntó Adrien amablemente, sonriendo y ladeando la cabeza.
Nino iba a contestar, pero Alya le respondió primero.
-No creo que sea tu asunto, Adrichou- dijo la chica castaña, imitando el tono de voz de Chloé mientras pronunciaba su apodo. Adrien reprimió un escalofrío. ¡Realmente odiaba que lo llamaran así!
-No me…-
-Que tengas buena tarde. Nos vemos mañana, Adrichou- dijo Marinette a su vez, viendo que el nombre le incomodaba.
Antes de que Adrien pudiera responder, las dos chicas se fueron de la entrada del lycée acompañadas de Nino. El chico rubio las miró alejarse, frunciendo el entrecejo con una expresión pensativa mientras analizaba la situación.
Era claro que Marinette no quería verlo ni en pintura. Y su amiga era bastante tenebrosa como para hacerla enojar. Quizá sería buena idea hacerse amigo del novio de Alya, Nino. Parecía un buen chico, y podía ayudar en su causa. Además, no le haría daño tener otro amigo que no fuera Chloé.
Y hablando de Chloé, tenía que tener una conversación con ella.
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CONTINUARÁ…
¡Hola a todos! Disculpen la tardanza, he estado ocupadísima, pero por fin tuve un tiempito para editar este capítulo y comenzar con el fic. Como siempre, actualizaré cada 2 días. Quise hacer a Adrien desagradable como Chloé, a ver si las cosas se vuelven distintas. No, en este universo no habrá kwamis. Muchas gracias a todos por pasarse por aquí. Nos leemos pronto.
Abby L.
