Tengo... tantos arrepentimientos, deseos, desesperaciones, esperanzas... tan sólo pensar que mi vida dio un giro de ciento ochenta grados al conocer a aquellos chicos. Contando que después de todo termine llorando en el mismo bar de mala muerte de siempre.

Oh, mis disculpas por no haberme presentado, mi nombre es Axel Flynn, ¿lo captas?. Y no creo que estaría muy bien contar esta historia desde esta parte, si quiero contar mi historia debo comenzar diciendo cómo comenzó todo.

—Ya no te amo…—leí esas palabras mientras arrugaba la nota cerrando mi puño intentando aguantar las lágrimas que se acomunaban en mis ojos. Falle.

Me dejé caer en el sillón. Estaba realmente dolido, las lágrimas cayeron como el fúnebre carnaval en honor a la más deprimente e ridícula ruptura que alguien haya tenido, en ese caso estaba yo. Säix me había dejado... me pare y eche un vistazo al apartamento. Con los ojos llorosos y la vista borrosa logre notar que varias cosas habían desaparecido. Ahora mis lágrimas se convirtieron en unos fuertes sollozos, unos cuantos y unos gritos de dolor.

Choqué la espalda contra la pared y me deje caer lentamente hasta quedar sentado en el piso. No quería volver a leer esa carta, el hombre de pelo azul que tanto había amado durante años me había dejado... no, cambiado por un tal Xemnas que había conocido.

Tantos años... deje todo atrás por él... todo para nada, ¡así me lo devuelve!

Entre varias horas de lamentaciones termine en un bar, pedía whisky en las rocas tras otro hasta que termine pidiendo tequila, no quería ni recordar mi nombre. Entonces el chico que atendía la barra se me acercó, era rubio con unos indomables picos en una sola dirección parecía que el viento había arrasado con ellos aunque se postraba con una cara con expresiones suaves pero una expresión gallarda e irritada lo acompañaba. En ese momento me recordó a un novio que había tenido en la secundaria, para ser sincero, me parecía exactamente igual.

—Oye, me tiras por la ventana el trabajo—no logré entender el mísero mensaje que me intentaba decir.

— ¿Qué?—le dije con un tono de confusión aumentado por mil por las diversas copas que ya se me habían subido.

—Tu presciencia ahuyenta clientes—mire a mi alrededor, era cierto, los banquillos cerca de mí estaban vacíos— ¿acaso eres muy imbécil para notarlo?—era obvio que las expresiones enojadas eran a causa de su trabajo, no lo culpo, yo salí de mi casa para ver unas cosas con la editorial y al volver...

Unas cuantas lágrimas salieron de mis ojos—discúlpame...—por muy temerario que sea comúnmente, estar alcoholizado me pone bastante sentimental y creo que añadir una ruptura con el hombre que yo pensaba era el amor de mi vida no está de más. Recosté la cabeza sobre la barra y me le quedé mirando fijamente a los ojos, un ligero recuerdo apareció en mi mente "pero yo..." Vaya, así que eso fue lo que sintió, creo que obtuve mi karma.

— ¿Te vas a largar, sí o no?—me dijo mientras escuchaba una orden y la servía en un vaso.

—Vamos Roxas, no seas tan cruel. —escuche a una chica y ella se sentó en el banquillo a mi lado-trae dos cervezas-la voltee a ver, tenía el pelo corto y negro, imitó mi acción y cruzamos miradas—yo invito. —dijo sonriéndome.

—Gracias...

—Xion, como siempre me arruinas el trabajo—le respondía el rubio mientras nos daba los dos tarros.

—Para eso están los amigos—le guiñó el ojo, a lo que él le dedicó un gruñido—,ahora, erizo pelirrojo—no era la primera vez que alguien me llamaba de esa manera, ya que mi pelo tenía un tono rojo fuego y lo tenía peinado en varias puntas hacia atrás, así que era algo normal.

—Axel...—la interrumpí.

—Axel, ¿qué cuentas?—me preguntó dándole un sorbo a su bebida

—Nada—le respondí tomando el mango de la cerveza y levantado la mirada.

—A ver...—se puso una mano en la barbilla-un hombre guapo, delgado, de entre veinticinco a treinta y cinco años, deprimido en un bar...—tomó su cerveza para después dirigirme la mirada— ¿por qué te dejó la novia, eh?—me preguntó con toda la confianza del mundo, ¿enserio era tan fácil de leer?—sí, sí lo eres—¿acaso respondió la pregunta que me hice a mí mismo?

—Xion, borracha no eres la típica niñita tímida de siempre—el chico volvió con nosotros-ya vete tu departamento.

— ¡Yo no soy una niñita tímida!—la morocha le respondió ofendida.

— ¿Ves lo pasada de copas que te encuentras?—el rubio sólo se dedicó a suspirar—mi turno ya casi termina, te llevaré a casa.

—Está bien...—de un solo trago se acabó la cerveza-bueno, antes que el señor "trabajo en un bar miserable pero no dejo que la gente se emborrache" me lleve, ¿qué pasó?

Sólo es una extraña, nada malo pasaría si le cuento—mi novio me dejo por un maldito que ni idea de su existencia, ¿lo captas?—le dije dándole un trago a mi bebida.

—¿Por qué los más prometedores son del otro bando…?—se preguntó a sí misma.

Así pasamos un rato conversando de mi reciente ruptura hasta que me decidí a irme.

—Bueno, gracias por la plática, Xion—me levanté—espero y nos volvamos a ver—y me dirigí a la entrada mientras rebuscaba por las llaves de mi auto.

En la severa búsqueda en los bolsillos de mis pantalones arrugados y rotos, los dos chicos salieron del bar, pregunté en mis adentros si tenían la edad suficiente para estar en ese lugar. Detuve la búsqueda y los observe.

— ¡Maldita moto del carajo!—alcance a escuchar las réplicas del rubio, bueno, estoy seguro que todos en esta lúgubre callé lo pudieron escuchar claramente—¿por qué no quiere prender?—él seguía pisando el interruptor.

Me les acerque— ¿no quieren un aventón?—les pregunte. Algunas veces hay que creer en la amabilidad de los extraños.

—No—me respondió tajante.

—Claro—Xion, creo, se me acercó tomándome un brazo—vamos Roxas, mañana recoges tu moto, de seguro tu mamá ya tiene la cena preparada y no me la quiero perder—eso me hace dudar aún más de la edad de estas personas.

—Tsk, está bien...—me voltee y camine hacia mi carro ya con las llaves en mano—espera, ¿vas a conducir así?—me pregunta con un tono libre de arrogancia.

Coloque las llaves y abrí las puertas-claro, ¿algún problema?

—Sí, estás ebrio

— ¿Quieres el aventón, sí o no?—le pregunte mientras Xion se sentaba en el asiento de atrás.

Él sólo asintió cabizbajo y se sentó al lado de su amiga.

Aquel viaje no fue muy largo. La mayoría de la plática fueron las direcciones que... Roxas me daba.

— ¡Aquí, en la casa beige!—¿de causalidad llegue a mencionar lo malo que es para indicar direcciones? Pare el auto y deje que se salieran—gracias—decía mientras cerraba la puerta.

En eso abrí la ventan— ¡de nada!

Se detuvo— ¡oye, Axel!—se me acercó corriendo—toma—me dio una nota-si quieres hablar otra vez llámame o simplemente date una vuelta al bar-con eso se devolvió a su casa.

Las copas ya se me habían bajado cuando estaba entrando a mi casa, tiré las llaves en el sillón para después recostarme en este y dormirme.

El teléfono del apartamento resonó hasta llegar a mis oídos, ¿cuánto había dormido? Me desperté rascándome la nuca, tenía una horrible resaca. Me levanté con una sensación de pesadez para contestar el teléfono.

Me recosté en la pared y tomé el teléfono— ¿hola?

— ¡¿Axel? Reverendo hijo de la chingada, ¿en dónde andas?!—reconocí aquellos gritos inmediatamente, Ienzo mi agente, de seguro estaba cabreado porque todavía no me he presentado en la editorial para ir a ver unas cosas de mi libro.

Con un tremendo dolor de cabeza le conteste—muriéndome en resaca, ¿lo captas? ahorita voy para allá.

Escuche un suspiro del audífono—está bien, hoy veremos unas cosas de la cubierta, así que espero y tengas una sinopsis lista.

—Claro, nos vemos allá, Ienzo—le colgué.

Después de un rato en el mismo lugar al lado del teléfono salí corriendo al baño para terminar abrazando a la taza baño mientras dejaba libre al desayuno y a la comida de ayer junto con algo de bilis. En el piso me quite la ropa y a rastras me metí en la regadera para darme un muy bien merecido baño de agua helada.

Al salir me di cuenta que no había ni una mísera toalla que no estuviera mojada en el baño, mierda, —bueno, ahora vivo sólo... —me susurre a mí mismo. Caminé desnudo y mojado hasta mi cuarto en busca de una toalla seca, cosa que logré, pero... no había estado en la casa, sin estar ebrio siendo que ayer máximo estuve una media hora sobrio, desde que me había ido a la editorial en la tarde... dejando a Saïx sólo en la casa, al final quien se quedó sólo fui yo. En fin, me di cuenta que aún había cosas del peliazul, incluso me vi obligado a tomar una toalla que había dejado, carajo. No deseaba pensar en él.

Ya algo seco. Me envolví la toalla en la cintura.

Fui al baño a recoger la ropa que había dejado desperdigada en el piso. Al llegar vi que algo sobresalía del pantalón, lo tomé y era una nota con un número telefónico... ¿qué era esto...? me rasque la cabeza algo confuso, hasta que por fin logré recordar que el chico de ayer, Roxas, me lo había dado. Esboce una sonrisa de diversión.

Me cambie, intente verme en casual y formal, cosa que logre... al menos eso creo. Tuve que buscar una liga para el cabello, si esto era importante apuesto que no me vería bien con el pelo como siempre lo llevo. Simplemente amarré los rebeldes picos en una coleta. Comencé a rebuscar por mis cosas, no tenía la menor idea en donde las había dejado. Después de un rato logré encontrar mi billetera, que seguía en mi pantalón, las llaves, que estaban tiradas, mi celular, lo había dejado en el apartamento desde ayer y la memoria en donde guardo mis escritos. Resignado a irme vi la nota con el número en la mesa, y la tomé para guardarla en el bolsillo de mi pantalón.