Buenos días con alegría a todas aquellas personitas que estén leyendo este contenido, antes que nada quiero aclarar que los personajes no me pertenecen, pero la historia sí. Esta historia no tiene otro fin más que el que ustedes queridos lectores pasen un rato agradable con las extrañas ideas que llegan a mí cuando me inspiro. En un principio no pensaba publicar esta historia, pero una buena amiga me convenció de hacerlo, es la primera vez que realizo un proyecto tan ambicioso como lo es este y la primera vez que escribo. Sus sugerencias y críticas constructivas serán bien recibidas, si no les agrada la historia absténgase de hacer comentarios negativos, simplemente no lea. Espero que disfruten de leer tanto como yo disfrute haber escrito este primer capítulo. Y Después de esta larga introducción los dejo ahora con el primer capítulo de How You Remind Me?

Risas, son las que se escuchan en mi cabeza recordando aquellos tiempos cuando jugábamos mi hermana Katara, mi amiga Opal y yo. En ese entonces mi hermana tenía cinco años y Opal 10 años.

Todas las tardes solíamos estar juntas ya que nuestros padres eran mejores amigos, digo que eran porque los padres de Opal murieron en un extraño accidente hace 7 años, por lo que mis padres se hicieron cargo de ella como si se tratara de su propia hija, cosa que disfrutaba, pues yo la amaba con el alma y todo mi corazón.

A los 15 años me di cuenta de que no era una chica normal, los chicos no me gustaban para tener una relación romántica y las chicas tampoco, entonces ¿qué se supone que era yo?

Nadie más aparte de Opal llego a gustarme de esa manera, excepto aquella niña con la que conocí en una cabaña abandonada en ese extraño bosque poseía un aura bastante singular.

Cuando las vacaciones de invierno llegaban los padres de Opal solían llevar toda mi familia y a mí al bosque de Quebec en Canadá, me encantaba ir a ese lugar…. los árboles enormes, llenos de nieve, el clima frio, las buenas historias y el chocolate caliente eran parte de la rutina que seguíamos estando ahí. Lo recuerdo bien, yo tenía 5 años y en esa en particular ocasión yo no me quería quedar adentro de la casa, pues quería seguir jugando afuera con Opal, aunque mis padres no lo permitieron ya que escucharon por la radio que habría una fuerte nevada. Era necia (lo sigo siendo) así que como pude me escapé del lugar. Un pequeño zorro de color naranja con blanco, con toques de color negro en sus orejas, en sus patas y en su cola, regordete y muy tierno apareció en la parte trasera de la cabaña, llamó mucho mi atención así que lo seguí sin pensarlo dos veces porque quería cargarlo y acariciarlo un rato, pero se escapó, lo seguí y en un momento de descuido lo perdí de vista, cuando quería regresar a la cabaña ya no podía hacerlo. Estaba perdida…

No sé cuántas horas pasaron mientras caminaba, tenía sueño, hambre, tenía mucho frío y estaba cansada de tanto caminar. Me desmayé.

Cuando abrí mis ojos vi el rostro de una pequeña niña como de mi edad, era hermosa, cabello negro ondulado, los más hermosos ojos verdes: tan irreales y atrayentes. Bueno no es como si hubiera visto muchos ojos de ese color, digo sólo tenía 5 años. Tenía la extraña sensación de haberla visto antes, en algún lugar. No recordaba en donde, de verdad estaba muy cansada y por ello comencé a cerrar mis ojos poco a poco. Me deje arrullar por la calidez que sentía y la confianza de que estaba en un lugar seguro. Lo único que nunca podré olvidar es como con su tierna voz me decía que no me preocupara, que todo estaría bien….

Cuando me sentí recuperada, y desperté ya me encontraba con mis padres. Estaban tan preocupados por mí que lloraban mientras me pedían que no volviera preocuparlos de esa manera, Opal me abrazó, al igual que ellos estaba asustada, le correspondí lo mejor que pude para decirle con esa acción que no se preocupara más que no lo volvería a hacer… entonces ¿todo fue un sueño o pasó de verdad? Porque cuando les pregunté a mis padres que es lo que había ocurrido ellos me dijeron que en cuanto notaron que yo ya no estaba en la cabaña comenzaron a buscarme por todas partes desesperados hasta que después de la tormenta me encontraron en la parte trasera del lugar donde nos hospedábamos cubierta de nieve e inconsciente, y que gracias a que se podía ver el color verde de mis zapatos me pudieron encontrar.

¿Quieren saber algo curioso? No dejo de tener sueños extraños con aquella niña y siempre es lo mismo: yo medio inconsciente y ella diciéndome que todo estaría bien, que me recuperaría pronto y que a su debido tiempo nos volveríamos encontrar.

Han pasado 15 años desde aquella vez y siempre que sueño con ella no puedo volver a conciliar el sueño.

Pero ya me he desviado mucho del tema, como les iba diciendo Opal me gustaba mucho y como todo adolescente comencé a experimentar con ella, me enamoré… salimos por un tiempo. Extrañamente mis padres no se opusieron a la relación, estaban gustosos de ella.

Sin duda Opal era una bella chica, graciosa y con mucho carisma. Todo lo que hacía tenía el éxito asegurado. Se podría pensar que mis padres la amaban más que a mí pues a cada oportunidad que tenían me recordaban lo maravillosa que era y siempre me echaban en cara el no poder ser como ella.

Con el tiempo comencé a cansarme de esa situación y aguardarle cierto rencor, sé que no era su culpa, pero no sabía cómo sacar la frustración que tenía.

A mí me gustaba pasar las noches con ella hablando de cualquier tema tonto hasta quedarnos dormidas. A pesar de nuestras peleas siempre encontrábamos la forma de solucionarlos y de estar juntas de nuevo. Hasta la última pelea que tuvimos, fue tan fuerte… yo estaba celosa de su mejor amiga pues noté que se le acercaba mucho y tenía intenciones de estar con Opal de manera sexual, le reclamé, no quería que la volviera a ver. Ella se negó, pues dijo que era su amiga y que no tendría nada con ella más que amistad. Quería creerle, pero no pude. Le di a elegir entre nosotras dos, le dije que si quería seguir conmigo debía dejar de verla por lo que me vio de manera dolida y se marchó del lugar dejándome con tanto dolor en mi pecho. Pasaron varias semanas y dejamos de hablar, la extrañaba tanto que cuando ya no pude aguantar más las ganas de verla fui a buscar a su casa. Sabía dónde ponía la llave de repuesto, para mi sorpresa la puerta no tenía seguro, entré y la primero que pude visualizar entre tanta oscuridad fue a ellas dos teniendo sexo… Cuando Opal y yo intercambiamos miradas salí corriendo, ella me persiguió y trató de darme explicaciones, acomodé un par de cachetadas en sus perfectas mejillas y con la mirada llena de odio y dolor le pedí que jamás me volviera buscar. Lo que nos lleva a la situación actual.