(Este es un fanfic de un viejo juego online llamado "Florensia". A principios de 2018, me inspiré en hacer esta historia luego de volver a jugar el juego después de muchos años. Más que parecerme una buena idea hacer un fanfic del primer juego online que jugué, quería hacerle un tributo - La historia de aquel mundo mágico y fantástico, desvelará sus profundos secretos ante los ojos de todos los que ansían desenterrar su misterio - Sin más que alargar, voy a concluir diciendo que los protagonistas, cuatro en total, son personajes originales; obviamente creados a partir del videojuego. Por último, debo decir que no soy dueño de Florensia; todo los derechos están reservados al autor o autores del videojuego - P.D *Sus críticas serán aceptadas, siempre y cuando respondan con amabilidad*).
Florensia Cap 1
Ese 10 de agosto, el día había iniciado con una calidez total; en Roxbury, la capital de la isla de Cardiff, no era la excepción. A pesar de ser otoño, la isla de Cardiff iba a rebosar de un cálido sol. A medida que el astro amarillo se levantaba del horizonte, las tiendas y viviendas de toda Roxbury abrían sus puertas. En una de las casas, muy cerca del palacio del rey, y gobernante de la isla de Cardiff, Prower; un chico de cabello plateado y ojos color café de tan sólo trece años, se despierta bruscamente, al notar que eran las diez de la mañana. Su intención era despertarse a las ocho, sin embargo, su alarma de despertador casero no había funcionado. Como si su vida en peligro se tratase, corrió hacia el baño, y con ropa en manos. Se aseó lo más rápido, pero a la vez lo mejor que pudo. Si el reloj llegaba a las once, llegaría tarde definitivamente. Al terminar, revisando cada parte de su cuerpo, confirmó que estaba limpio en su totalidad. Tan rápido como con cuidado, empezó a ponerse su ropa. Una reluciente camiseta de tela blanca puesta debajo de un chaleco corto de cuero. Sus pantalones eran de un gris blanco, con unas botas color negro azabache. Usando un cinturón también de cuero, lo sujetó alrededor de su cintura, ajustando de esa manera sus pantalones. Ya estando preparado, salió de su tranquila morada, no sin antes darse un poco de aliento. Al atravesar la puerta, lo recibió un cálido sol.
-Muy bien Prower, sólo ve, y di la verdad. Simplemente ve, y actúa con naturalidad. Después de todo, no puedes ser el único que le haya pasado ésto-. Se decía, dándose ánimo.
Mientras caminando a una velocidad acelerada por el bello camino de piedra, se preguntaba sobre aquel esperado momento, el cual había soñado que llegase desde que tenía once años. Había esperado dos años para que el momento llegara, y aunque se sentía listo, la duda también ocupaba espacio en su mente. Hoy, él se convertiría en un "Noble"; una personas con las magníficas habilidades de conjurar magia. De su linaje familiar, nueve de diez se volvieron Nobles, y de esos nueve los incluía a él, hasta ahora. A solo cincuenta metros de distancia, se alzaba el majestuoso palacio del rey de Cardiff. Prower no pudo evitar que sus tensiones se sobresalten, pero eso no iba a hacer que diera marcha atrás. Volviendo a respirar hondo, relajó sus tensiones, a la vez que cerraba por unos instantes sus ojos. Sus padres y amigos estaban allí, pero eso no tenía que quitarle su confianza. Por accidente se había quedado dormido, pero eso no quería decir que iba a ser sermoneado; cualquiera le hubiera sucedido lo mismo. Antes de que se diera cuenta, ya estaba subiendo por las escaleras, y acercándose a la entrada del palacio. En ese momento, ya estando dentro, junto a otros jóvenes que habían venido por la misma razón, el gobernador de Cardiff, Lord Lionel, hizo su aparición. La multitud no dudo en hacer una respetuosa reverencia ante su rey, el cual, con un semblante serio, miró a cada uno de ellos detenidamente.
-Muy bien, creo que ya están todos. Contando con el que llegó algo tarde-. Comentó él con una profunda voz, y haciendo que los susurros que se escuchaban cesasen. Sacó un reloj de su bolsillo, y lo miró, confirmando la hora. Aunque fueron duras las palabras, Prower no se mostró desanimado por ello. Lionel sonrió. -Veo que todos han venido aquí por una razón, y eso lo sé. Sin embargo, para que ustedes se conviertan en Nobles, tienen, como es de esperar, completar las pruebas y el entrenamiento que les van a pedir que hagan para lograr el objetivo. Ahora, les dejo con ustedes a su maestro, el cual les dirá qué hacer-. Ante esas palabras, el gobernador se retira, seguido de unos guardias, y los aplausos de todos los presentes.
Al momento de bajar de la plataforma, sube un joven de tan solo treinta y siete años. De él sólo se veía pantalones blancos, ya que vestía un elegante traje verde, el cual era adornado por detalles doradas. Y su sombrero de copa de igual color, estaba adornado por una bella pluma blanca. En silencio, y con un semblante de pura tranquilidad, se acercó, haciendo una pequeña reverencia ante el público. Al llegar frente a los jóvenes, se paró con firmeza, con sus manos por detrás. Prower, quien reaccionó antes que nadie, hizo una reverencia ante él. Los demás notaron esto, e hicieron lo mismo rápidamente. La persona frente a ellos sonrió a gusto.
-Un "Noble" nunca es perfecto. Sin embargo, si lo fuera, ¿De qué errores se aprendería?-. Dice, con mucha firmeza. -Yo, mis fieles súbditos, soy su maestro Roderick. Seré vuestro guía en la ruta para que descubran su camino, y les explicaré las facultades de ser un Noble. Mucho tengo yo por explicarles, pero es mejor no hacerlos esperar. Seguidme, iremos a la sala de entrenamiento-. Iba a avanzar, pero de repente se detiene. -Sin embargo...-. Se da vuelta. -Antes que nada, yo quisiera saber algo de ustedes. No sean tímidos en decir lo que realmente quieren al volverse un Noble. ¿Alguien?-. Pregunta.
Prower, automáticamente, da un paso al frente. Todos enfocan la mirada en él. -Y... quiero ser un Noble, no sólo porque me encantaría ser uno, sino porque... últimamente tuve muchos sueños en donde yo era uno. Esos sueños me estaban diciendo algo, y supe de inmediato... que ser un Noble era mi destino-. Decía con algo de nerviosismo, pero muy seguro de proseguir y terminar. -No sólo anhelo el orgullo de mi familia, sino también el conocimiento y la sabiduría. En este mundo aún se ocultan secretos, los cuales sólo un muy pequeño puñado de ellos fueron encontrados-. Finalizó él.
-Ya veo-. Dice Roderick, frotándose la barbilla. Y entonces, se pone a caminar de un lado a otro. -No es de extrañarse que el conocimiento sea el tesoro que todo el mundo anhela, y que aquello sea una de las razones por la que nuestra sociedad está en constante movimiento y en constante evolución. A través de unos pocos y deteriorados pergaminos, y escasas y pequeñas porciones de piedras talladas con runas, nos hacen ver que hace incontables siglos atrás, ya existía un mundo totalmente desarrollado. Sin embargo, ¿qué fué de aquel mundo? Ese es el enigma que todos nosotros queremos descifrar-. Menciona él, volviéndose entonces hacia Prower. -¿Prower Aldith, verdad? Déjame decirte con toda sinceridad que el conocimiento no se entrega sin antes dar algo a cambio. Si algo nos ha enseñado la historia, es que el conocimiento es el mayor poder que existe en toda Florensia-. Dice con emoción.
Prower asintió, sabiendo a qué se refería. El camino no sería fácil, ni tampoco sería misericordioso. Roderick continuó con su discurso, hasta que tuvo que detenerse para que todos se presenten, y así apresurarse para las pruebas, debido al inconveniente con Prower. Al final, hubo una despedida de buena suerte de los padres a los veinte niños que estaban listos para el comienzo del entrenamiento.
(. . .)
Cerca del puerto, catorce niños estaban reunidos frente a una gran tienda. De entre ellos, resaltaba Darten, un chico de trece años, con cabello gris oscuro, vestido de un traje azul opaco, y un pañuelo rojo. Además de su confiable mirada, sus resaltantes ojos de un amarillo-verdoso lo hacían sobresalir del resto de todos. Estaba tan ansioso de volverse un "Explorador", que cuando llegó el momento, fue el primero en llegar, y siendo lógico ya que se había estado ahí desde las seis de la mañana. Frente a él y los demás, se hallaba una mujer de cabello marrón largo y enrulado. De su traje marrón-rojo, con detalles de un color naranja-amarillento. Una de sus manos, las cuales los cubría unos relucientes guantes rojos, descansaba sobre el mango de un rapier.
-Muchos de ustedes pensarán que ser un "Explorador" es cosa fácil-. Decía la joven, de nombre Kyra. -Sin embargo, hay riesgos en ser uno. Una de las características principales de los Exploradores, son su velocidad. Deben moverse tan rápido como un látigo, y ser tan ágiles como una liebre. Y aquello resalta cuando cargas algo como esto-. Detrás de ella, sin que nadie lo hubiese notado, saca una escopeta, la cual, además de ser grande y larga, su cañón era casi el tamaño de la mitad de la cabeza de Kyra. -Y cabe mencionar que mientras te mueves rápidamente, solo teniendo un segundo para pensar, preparar, y apuntar el arma, la cual en sí es algo pesada, y que además a la hora de disparar, su potencia es increíble. Sin embargo...-. Lo coloca de nuevo en su lugar. -Antes de que aprendan a usar un arma, deben aprender a moverse como un buen Explorador de primera. Por lo tanto, iremos al campo de entrenamiento. Allí, los ayudaré a moverse como a uno. Y si lo hacen bien, es decir, si logran pasar, irán a la prueba de tiro. No obstante, deben recordar que no solo se trata de apuntar al blanco, sino también estar preparado después de disparar. El blanco no se quedará quieto y en espera del segundo disparo. Claro que no, el blanco se moverá, y contraatacará para defenderse, más bien, en matarlos-. Les explicó. Su tono, a pesar de ser serio, tenía una pizca de humor.
-Tengo una cuestión-. Dice un niño de cabello corto y anaranjado. -¿Las armas pueden recargarse sola, o tenemos que hacerlo manualmente mientras hacemos todas esas piruetas heroicas?-. Preguntó.
Kyra, quien se mostraba seria desde el principio, arrugó el rostro. -Mira niño, estas no son armas normales. Fueron modificados no sólo con la ingeniería, sino también con "magia", para hacerlo un arma de fuego efectiva. He de esperar que no haberles especificado que el arma se debe cargar cuando ya no le queda municiones en el cartucho. No son como solían ser hace cientos de años en el pasado. Las armas de ahora contienen cosas nunca antes vistas. Si no has visto los barcos, entonces te has perdido de mucho, mi pequeño. ¡Pero es cuestión de tiempo, amiguitos!-. Dice, levantando el dedo. -Cuando hayamos logrado llegar al entrenamiento con armas de verdad, les explicaré sus funciones, y cómo aprender a usarla. Pero primero lo primero: comencemos con lo básico-. Se voltea y les sonríe.
-Antes de que demos galope, tengo una pregunta. ¿Ha sido usted una "Sniper" o una "Excavador"?-. Preguntó Darten.
Kyra se detiene, y lo mira directamente. -¿Cuál es tu nombre, niño?-. Pide ella.
-Me llamo Darten, Darten Kiroslav. Mi sueño ha sido volverme un Explorador. Mi bisabuelo fue un Explorador al igual que muchos antes que él, y yo me he decidido en continuar ese legado. Además de eso, quiero también surcar por todo el mundo, y ver las maravillas que hay por ahí afuera. No me importan los problemas que me hagan dificultad en ser un Explorador. Yo daré todo por conseguirlo-. Le responde.
Fue de esperarse que nadie dijera nada. Kyra no se inmutó, pero eso no quería decir que lo que Darten, aquel niño de ojos como los de un águila, la dejara conmovida.
-Antes que responda a tu pregunta, Darten, sé que hablas con toda verdad. Sin embargo, no creas que esto sea pan comido; el camino que tomes junto a tus compañeros estarán llenos de obstáculos. Sin importar cuanto mejores, el peligro y la muerte estarán siempre acompañándote-. Dijo, denotando aquel tono serio con humor. Tras la declaración, ella le sonríe. -Pero a pesar de ello, estoy segura que tu darás todo por conseguir tu objetivo. Será un gusto ser tu Maestra, Darten. Te deseo la mejor de las suertes-. Le comenta.
-No se preocupe: la suerte también me acompaña-. Le dice Darten, alzando el pulgar.
Kyra sonríe aún más. -Pues te otorgo el doble de esa suerte ahora. ¡Ah! Y Darten, con respecto a tu pregunta: Yo iba a convertirme en una Sniper, pero por razones personales, decidí volverme una maestra de los Exploradores-. Le contesta ella su pregunta.
Y habiendo respondido lo que Darten preguntó, Kyra les dio la señal para que la siguieran. El entrenamiento iba a ser duro y difícil, y todos lo sabían. Darten igualmente, pero él se sentía preparado, y por supuesto, emocionado.
(. . .)
En una morada cerca de la entrada hacia el bosque de Roxbury, Dirack Rackham, una joven de catorce años, se encontraba hablando con Claris, la maestra de los Mercenarios. Dirack era de cabello corto y negro, y de ojos magenta. Vestía con una camisa gris, un pantalón color marrón, y unos zapatos color negro. Claris era una mujer de estatura alta, de ojos color verde esmeralda, cabello acortado y de color naranja con una cinta verde oscuro atada a su cabeza. Pasando sobre su nariz, se veía una larga cicatriz que pasaba de forma horizontal. Vestía con un chaleco corto, también verde oscuro con bordes violetas, debajo de una camisa blanca con bordes dorados, la cual mostraba una abertura en la parte superior de su pecho con forma de un rombo. Poseía guantes de color negro y sin dedos, con vendas resaltando debajo de los mismos. La falda corta, de color verde oscuro con una franja naranja, y bordeado también de violeta, se cortaba por delante, revelando una segunda falda color negro azabache. Sus pantalones morados estaban cortados, dejando expuesta la zona del muslo. Por otra parte, el mismo pantalón que traía, era sostenido por unas tiras que estaban sujetas a la falda negra. Por último, eran sus zapatos; blancos en la punta, con una franja en el medio color azafrán, y bordeado con el mismo color morado que sus pantalones.
-Escucha Dirack, sé que quieres ser una Mercenaria, pero debes entender que necesitarás de toda tu voluntad para lograrlo; el entrenamiento que se tiene que dar para conseguirlo es arduo-. Le indicó Claris.
-Lo entiendo señorita Claris, sin embargo ya he tomado la decisión, y no me pienso retractarme ahora-. Afirmó Dirack. -Sé que será difícil, pero estoy segura que lograré conseguirlo. Además, prometí convertirme en Mercenaria para proteger a mi familia en Greenlake-. Dijo con mirada decidida.
Su aldea, Greenlake, era la que más alejada se encontraba de Roxbury, estando al otro lado de la isla. Y al igual que el resto de otras aldeas, estaba siempre al acecho de criaturas peligrosas. Fue un día cuando Dirack, junto con su padre, fue emboscada por un par de monstruos que merodeaban por el lugar mientras ellos recorrían el camino. Sin embargo fue salvada por un grupo de dos Mercenarios, los cuales acabaron con los atacantes. Fue desde aquel entonces, que Dirack quiso convertirse en Mercenaria no sólo para protegerse ella misma, sino también para proteger a su familia y a su hogar.
Claris sonríe. -Tu cuerpo tal vez lo veas frágil y delicado, pero puedo ver que en tu interior se oculta una gran fuerza-. Le comenta. A continuación, ella desenfunda su espada, la cual estaba atada a su cintura. -Los Mercenarios son guerreros de una fuerza y resistencia formidable. Sin ellos, no se habría podido proteger a las ciudades y a las personas de Florensia de varios peligros que sucedieron a lo largo de la historia-. Decía, a la vez que movía su espada, realizando varios golpes al aire.
-Creí que sin la ayuda de los "Saints" hubiera sido imposible proteger a esas ciudades y a esas personas-. Cuestionó Dirack.
-De hecho, tienes razón Dirack. De no ser por su magia curativa, no se habría podido sanar a los que fueron heridos en batallas. Sin embargo ellos no son los responsables de que la paz y la armonía aún rijan en Florensia. Los Nobles, los Mercenarios y los Exploradores, todos ellos, tuvieron un rol importante en algún momento de la historia. No se trata de que una clase sea vital para las otras. Todas son valiosas, ya que cada una muestra su forma de combatir cuando llega la hora de pelear. Los cuatro se necesitan mutuamente, ya que la unión hace la fuerza. Y a su vez, esa fuerza se utiliza para proteger al mundo de la amenaza-. Indicó Claris, señalando a su vez todo el lugar.
-Entiendo-. Asiente Dirack. Es en eso, que ella nota algo. -Disculpe, ¿soy la única que ha venido hoy?-. Le pregunta.
-No, hay otros chicos que ya están en entrenamiento desde hace semanas-. Le respondió Claris. -Sin embargo, puede que en cualquier momento lleguen más aspirantes para convertirse en Mercenarios-. Mencionó. -Ahora Dirack, quiero que entiendas esto-. Guarda su espada. -Como dije hace un par de minutos, el entrenamiento será arduo, y que para lograrlo, se necesitará toda la voluntad del individuo. Son tres meses en total. Las sesiones se realizarán todos los días, de nueve de la mañana a cuatro de la tarde-. Informó ella al respecto. Acto seguido, pone una mano sobre el hombro de Dirack. -Debes saber que no podrás ver a tu familia, al menos que sea un asunto de gran importancia-. Le dice.
-Entiendo, maestra Claris-. Asintió Dirack nuevamente.
Claris vuelve a sonreír. -Pues entonces, vamos. Has llegado una hora tarde, por lo que es mejor que empieces de inmediato. Te mostraré donde entrenarás-. Dice, haciendo una señal para que la siguiera.
Asintiendo una última vez, Dirack se dispone en seguirla, pero se detiene a la mitad. Se voltea, para encontrarse con su padre, quien le sonreía con mucho orgullo. Ella corre hacia él, y lo abraza con mucha fuerza. Iba a estar un largo tiempo fuera de casa, y eso la ponía triste. Sin embargo ella ya había tomado una decisión, y no podía retractarse. Luego de darse una última despedida, Dirack regresa con Claris, quien procedió a explicarle lo que iba a suceder a partir de ahora.
(. . .)
Cruzando la puerta de Weedridge, una pequeña niña apareció. Su pelo turquesa estaba atado por dos ligas, cayéndose hacia atrás, y dejándose ver sus ojos de un azul profundo. Llevaba puesto un vestido de tela fina tejido a mano, de un impecable color blanco perla. Sus pies estaban envueltos en vendas marrones, y en su cuello, colgaba un collar de perlas azules. Por su cintura, llevaba colgado una bolsita de tela, la cual estaba sujeta a una soga que estaba atado alrededor de su cintura. En sus manos, llevaba una carta verde con un sello blanco. Los guardias de brillante armadura, con grandes hachas de acero, y los cuales hacían guardia en la puerta, no pasaron por alto la presencia de la pequeña, quien a su vez notó la mirada de los guardias. Con calma y en silencio, se acercó al guardia de la derecha.
-Señor y guardián de la entrada, ¿usted sabe dónde se encuentra el maestro Jaime? Sé que él vive aquí, pero no sé específicamente dónde-. Pregunta ella con una suave voz.
El guardia, sin expresar emoción, pero mostrándose pensativo, se lleva una mano a la barbilla. Y entonces, él señala hacia el frente.
-Sigue la vía principal, la cual doblará por todo Roxbury. Después de unas cinco o seis calles, llegará a una morada de dos pisos que está rodeado por cuatro árboles. En esa casa, él está ahí-. Le responde el guardia.
La pequeña, tras escucharlo, le hace una reverencia. -Gracias señor, estoy muy agradecido-. Le dijo, dándole las gracias.
-De nada pequeña-. Dice el guardia, volviendo a su posición.
La niña sigue el camino por donde el guardia le señaló, y recordando sus indicaciones. La niña, mientras caminaba, no podía dejar de ver toda la ciudad. Le resultaba todo muy grande. Sin duda, era por lo menos el triple de tamaño que su pueblo, y más hablando de las estructuras, las cuales no sólo eran de piedra caliza, sino de madera de roble, luciendo suaves al contacto. Lo que más atrajo de ella, es que en una parte despejada, se podía ver el centro, el cual era una enorme plaza, rodeado por árboles, y un arroyo, del cual fluía el agua, hasta que esta desembocaba en el mar. No podía negar que la ciudad era más hermosa de lo que había imaginado. Después de recorrer cinco calles, se encontró con una casa de dos pisos pegado a otra. A su alrededor habían cuatro árboles frondosos. Ella se acercó y entró por la entrada, la cual eran tres escalones. Al final, la esperó un suave piso de madera, el cual pudo tocar al no tener puesto zapatos. Sin embargo, no podía distraerse. Buscó con la mirada, hasta que dio con un joven de traje verde, y pantalones cortos de igual color. Llevaba puesto un cinturón, del cual se podían colgar objetos, y unos guantes blancos. Su cabello peinado era de un naranja claro, y unos brillantes ojo verdes. Lo que más resaltaba de él, era un cristal anaranjado en forma de rombo, flotando a su costado. El joven, el cual era apenas veinte centímetros más alto que ella, estaba rodeado por otras personas de igual tamaño. No tuvo que moverse, al ver que todos se volteaban a verla. La pequeña fue avanzando, hasta que quedó frente al chico.
-¿Eres el maestro Jaime?-. Pregunta ella. El joven asiente. Ella hace una reverencia, y el joven la imita. -Me llamo Aelly Lightsoul. He venido de la aldea "Sunrise Forest", y he llegado hasta aquí para poder conocerlo. Quiero convertirme en Saint. He estado muy unida a la naturaleza, y quiero saber más de ella a través de la energía que nos rodea a nosotros. Quiero ser un Saint, para así poder sanar a los heridos, y conocer la magia que rodea este mundo-. Le dice. Entonces, le entrega la carta que tenía en la mano.
Jaime toma la carta y la abre. Empieza a leerla, sin cambiar su mirada tranquila, la cual la estuvo desde que Aelly había arribado a su casa. Después de un minuto en silencio, el despegó su mirada de la carta, para mirar a Aelly, quien esperaba pacientemente su respuesta.
-Puedo sentir una fuerte aura que te rodea. Y creo, que todos ustedes también pueden sentirlo, ¿verdad?-. Les pregunta Jaime a los demás, y ellos asienten. -En ti hay potencial, como muchos otros. Yo, Jaime, seré tu maestro, y haré de ti una Saint. Te enseñaré las habilidades que te ayudarán a defender a la naturaleza que amas, como muchos otros la aman también-. Le contesta Jaime con una suave sonrisa en su rostro.
Aelly, sonriendo con felicidad, hace otra reverencia. Los demás que habían estado como observadores, saludan, y se presentan ante la pequeña, quien se sentía a gusto ante su presencia. El día fue avanzando, sin que ninguna nube estorbara en el cielo. Los suaves vientos soplaban, y el bello sentimiento de la paz se sentía en toda la isla. Ese día, había marcado un comienzo. El tiempo pasaba a velocidad de crucero, y antes de que los habitantes de Cardiff lo notaran, el sol ya se estaba poniendo, para así dejar paso a la sagrada noche. Otro día había concluido, pero ese mismo día marcó el comienzo de un viaje.
(. . . .)
(4 años después)
(. . . .)
Cuatro años pasaron en la isla de Cardiff, la cual no obtuvo muchos cambios. Prower se encontraba en Larksdowns, justo en la playa principal. Luchaba contra babosas criaturas, las cuales, tenían la visible forma de una rana. Sin embargo, éstas, eran enormes y grotescas, y comparándolos con Prower, le llegaban hasta las rodillas. Prower entonces alza su rapier al cielo, y este empieza a ser envuelto en un brillo color rojo. Al instante de que eso pasara, él apuntó al frente hacia la criatura. Al milisegundo de haber apuntado, surge un ataque de fuego: "Fireball". Esta se disparó desde la punta del arma, impactando directamente contra la rana, quien no tuvo tiempo de reaccionar. El impacto fue letal. La rana, cayó muerta y achicharrada. Sin embargo, Prower no pudo cantar victoria aún ya que era muy pronto para hacerlo. Dos ranas, las cuales eran más oscuras y babeantes que la anterior, se percataron de lo presenciado. Una de ellas, logró saltar sobre Prower, proporcionándole un golpe con sus viscosas patas. Prower cayó, pero rápidamente se levanta. Sin perder tiempo, blandió su fina espada contra su atacante, pero sin perder de vista al segundo. De inmediato, apuntó la su espada al cielo, alistando el hechizo "Shade of Fear". En la punta de la misma se formó una esfera oscura, cubierta por un manto oscuro. A continuación, él apunta hacia la primera rana quien lo atacó, y la bola oscura impacta contra la criatura. La rana, recibiendo el ataque, empezó a mirar para todos lados rápidamente, moviéndose para todas direcciones. El ataque que había lanzado Prower la había confundido. Aprovechando esa confusión, Prower se propuso en atacar y defenderse de la otra rana, quien no se molestó en esperar. Prower levantó su rapier al cielo, y ésta fue envuelta por una ligera capa blanca. Y cuando eso pasó, apuntó al frente, hacia su objetivo, y lanza la contraparte de la Fireball: La "Iceball". Dio en el blanco. El impacto fue fuerte, y más que eso, afectó a la rana, quien por el congelante ataque se movía más lenta. Prower aprovecha, y teniendo pocos segundos para que la otra rana se recupere, Prower atacó, y lanzó otra Fireball, acabando finalmente con la rana. Justo a tiempo, ya que la otra restante se había recuperado de la confusión, y estaba enloquecida por atacar. Prower no se quedó atrás, y fue directo al ataque. Moviendo su espada, Prower lanzó la Fireball, pero la rana lo esquivó. Lanza una Iceball, pero también la esquiva. Estando a muy corta distancia para iniciar otro encantamiento de ataque, no tuvo otra opción, más que luchar cuerpo a cuerpo con la criatura. Prower lanzaba golpes tras otros, logrando herirlo. La rana tampoco se quedó atrás, y lanzaba tanto saltos de patada contra él, como escupir mucosidad para intentar nublar su vista. La rana logró acercarse lo suficiente como para dar un salto hacia él, golpeando fuertemente con sus piernas, y haciendo que Prower cayera. Sin embargo, Prower se reincorpora al instante, y estando a una distancia aceptable, lanza otra Fireball, logrando darle de lleno. La rana cae aturdida, y Prower aprovecha. Lanza una bola de hielo, y a continuación, vuelve a lanzar otra Fireball, para luego lanzar una Iceball. Estando la rana debilitada, Prower se acerca, y con un medio giro, lanza un golpe de frente con la espada, atravesando el pecho de la rana. La criatura babosa deja de moverse, y muere. Estaba hecho. Prower, mira para todos lados, y ve que hay más de esas ranas, pero éstas no estaban interesados en su presencia; no aún. Da un suspiro, y de su bolsillo, saca un pañuelo. Se limpia parte del rostro, y la espada, la cual quedó manchada de sangre azul y pegajosa. Después de limpiarla, guarda el pañuelo, y su rapier, y saca un pequeño cuchillo de su pie. Con él, corta los pies de las ranas, y las coloca en un bolso, el cual contiene más de esos pies. Al terminar, limpia, y guarda el cuchillo, y con cuidado, se marcha de la playa, no queriendo producir otro asalto. El día había comenzado muy pesado, y apenas eran las diez. Sin embargo, él intentó encontrarle el lado positivo a todo ésto. En el camino abre su bolso, y descubre que tiene poca comida.
-Bueno, de igual forma tengo que entregarles estos pies de ranas a Tricia. A veces me gustaría saber qué es lo que hace esa señorita exactamente-. Se dice, sin molestar en lo absoluto.
Cambió de rumbo, dirigiéndose hacia la entrada de la ciudad. La entrada era un túnel, el cual se extendía un par de kilómetros a través de una montaña. No fueron más de una hora de caminata cuando Prower vio luz al final. Rápidamente fue guiado por el olor a la comida. Subió varios escalones de ladrillo y madera, hasta que llegó a su destino. Allí, frente a una puerta, una joven de cabello rubio y rizado, con un dulce vestido rojo con mantel blanco, y un bolso colgando de su hombro, vendía sus productos y mercancías a todos que pasasen por su puesto. Prower pudo ver que los cinco frente a la joven, eran dos Exploradores, una Noble, un Mercenario, y un Saint. Se acerca, a la vez que extrae el bolso que lleva el pedido de la joven Tricia.
-Buenos días, señorita Tricia-. Saluda Prower con una pequeña reverencia, en señal de respeto.
-¡Oh, hola Prower! Veo que hay traído las patas de los Toads y los Mud Frogs como te he pedido-. Saluda Tricia, aceptando de inmediato las patas de las ranas.
-Debo decir que, hasta ahora, son los bichos más repugnantes que he visto-. Dice Prower. -Escucha, creo que me quedé sin comida a mitad de camino. ¿Aún tienes algo?-. Pregunta él.
-¿Qué cosas dices amigo? ¡Es claro que Tricia tiene comida desde que abre hasta que anochece!-. Le contesta un Explorador con puro entusiasmo.
Prower, con paciencia, se acomodó sus mangas. -Disculpa compañero, no es que me moleste ni nada por el estilo, pero es a Tricia a quien le he preguntado-. Le responde al Explorador.
-Lo sé amigo, pero es que quería darte la razón. Piénsalo: Ella prepara comida para todos los habitantes de Roxbury, contando con los que son de las afueras de la ciudad y vienen de visita. ¡Enserio! Si alguien merece un aplauso, es la fabulosa y encantadora Tricia. ¡Vamos todos, un aplauso para la señorita que llena nuestros sanos estómagos!-. Dice, empezando a aplaudir, con el resto de los anteriormente llegados siguiéndolo.
La joven ruborizó, ocultando parte de su rostro con su cabello. -Vamos, no es para tanto. Sé que cocino bien, pero no es para que me consideren la mejor. Recuerden que aún no han salido de la isla-. Dice ella.
-Eso sí, pero hasta entonces, tú eres la mejor-. Dice el Mercenario, golpeando su espada con su escudo.
Diez minutos de conversación más tarde, Prower obtiene su recompensa, y por supuesto, compra algo para comer para recuperar sus energías perdidas. Al principio, cuando había comenzado la práctica para ser un Noble, después de haber aprendido a usar la espada, empezó a saber del Maná. El Maná era la energía, el poder que provenía del interior de todos. Era la fuerza mágica que existía en cada ser en la tierra de Florensia. Gran parte del pasado se había perdido después del "Gran Upheaval", por lo que nunca se supo cómo se llegó a obtener aquel poder. Sin embargo, eso no dejó atrás a la ideología. Los "Nobles" son una raza humanos que nace con un poder mágico, y que estos habían heredado a partir de la larga línea de sus antepasados, y a raíz de los primeros que obtuvieron ese poder. En su sangre, en la sangre de todos los Nobles, corría la magia ancestral del mundo antiguo, la cual se convirtió en una parte más del ser de todos ellos. Sin embargo, no eran los únicos. Los "Saints" son otra raza de humanos que poseía magia. Sin embargo, a diferencia de los Nobles, su herencia mágica es de un origen diferente, el cual tuvo su inicio ante el amor que estos mostraban hacia la naturaleza y a lo espiritual. Ellos usaban el poder que recibieron de la madre tierra. Los Saints se convirtieron en la segunda clase de humanos con la habilidad de usar magia. Los "Mercenarios" fueron, después de los Saints, la raza de humanos que poseían Maná. La magia que ellos usaban, la convirtieron en poder, transformándolos así en guerreros de una increíble fuerza. La mayor parte de los humanos, que viven en Florensia, nacen heredando esa fuerza, haciéndolos merecedor de volverse Mercenarios. Y por último, están los "Exploradores". Aunque no estén tan sumidos en las artes mágicas, eso no les quita que sean merecedor de un espléndido poder que el Maná les otorga, y también en el uso de las armas de fuego, las cuales existen desde tiempos muy remotos. De entre las cuatro clases, como así se identificaron, ellos fueron lo que descubrieron la mayor parte del continente de Florensia en el pasado, y fueron nombrados Exploradores en honor al ser los que descubrieron lo desconocido. Las cuatro clases son visiblemente diferenciables, no sólo por el tipo de arma o ropa que usan, sino por su forma de actuar y pelear en los combates. Prower, tras haber aprendido del Maná, y de la forma en la que cada uno de las cuatro clases la ejecutaba en el proceso, empezó aprender cómo se usaba el Maná para conjurar los hechizos que todos los Nobles aprendían, y podían aprender. Más tarde y al final, pasaría a tener lo que sería el título, el cual lo calificaría y presentaría como un Noble. Devuelta a la realidad, Prower ya se acercaba a la entrada de Larksdowns. Ante de adentrarse en el túnel, da una profunda inhalación, y suspira de forma prolongada. Finalmente entra, para ver entonces las cientos de antorchas que se extendían a lo largo del túnel, que lo iluminaban con su cálido fuego rojo. No eran antorchas comunes, él lo sabía. Las antorchas que estaban colocadas, habían sido encantadas. De modo que cuando se encendieran su fuego, este no se apagaría nunca. No al menos, de que alguien viniese, y las desencante. Para matar el aburrimiento durante el trayecto, Prower empezó a cantar. Era lo único que se le ocurría hacer para distraer sus pensamientos. Después de haber terminado cinco canciones completa, vio la luz al final del túnel. Había llegado a su destino, había llegado a Larksdowns. Al llegar, estiró sus músculos, alistándose para actuar. Aún tenía mucho por hacer, y aunque no quería estresarse, no quería que le faltara ni una sola misión sin completar. Por lo menos, querría descansar mañana. Era un persona como cualquier otra, y por lo tanto, tenía derecho. Después de darle unos últimos estirones a su cuerpo, ya se encontraba listo para la acción. No tenía que ir a la playa, ya no había nada que recoger ahí. No es que no había ninguna rana, simplemente es que no había una razón para estar allí. Un camino se encontraba a su derecha, y él caminó hacia allá. Obviamente, era el único camino que conducía al resto de Larksdowns. Avanzó uno treinta metros, hasta que llegó a una zona en donde se dividía en dos caminos. Uno seguía por un túnel medio abierto, y el otro seguía pasando a través de una colina partida a la mitad. Sin embargo, no podía seguir por ninguno de esos lugares. Aún no puede, ya que su siguiente objetivo estaba frente a él. Lagartijas, tan grandes como los Toads y los Mud Frogs, merodeaban por todo el camino. Todas eran de una escama anaranjada, con dos rayas verdes sobre el lomo, cruzando de la cabeza hasta su cola. La presencia de Prower no las alteró. Simplemente, seguían como si nada. Eran Stone Lizards. Prower las admiró unos segundos antes de prepararse. Cargó el ataque una Fireball para iniciar, y se la lanza a la Stone Lizard más cercana. Sin embargo, pasó algo que aunque él se esperaba que pasase, no se lo espero. Aunque el ataque fue duro, e hirió mucho a la criatura, alertó a dos Stone Lizards, las cuales reposaban sobre el cálido suelo, cerca de la anterior.
-Oh no... empecé con el pie izquierdo-. Susurró Prower algo preocupado. Aunque estaba preparado por si llegaba a pasar algo así, no se esperaba que sucediera a la primera.
Las dos Stone Lizards se abalanzaron contra él, mientras que la que atacó se intentaba recuperaba del ataque de fuego. Prower actuó de forma rápida, y a la que estaba más cerca, lanzó el hechizo Shade of Fear. La Stone Lizard se detuvo, y empezó a mirar para todas partes, y a golpear al aire. Prower no se detuvo, y con el ataque Iceball, atacó a la otra, la cual estaba muy cerca. Para su suerte, el ataque fue lo suficientemente fuerte como para hacer que retrocediera. Prower lanzó otra Fireball, y después movió su rapier de un lado a otro, en forma de una danza. A la vez que lo hacía, una estela negra casi transparente seguía el ritmo de la dicha espada. Apunta al frente, lanzando el hechizo "Phantom Pain". Cada segundo y medio, se la veía recibir daño por el ataque recibido. Mientras atacaba, no se percató que la que había atacado primero se había recuperado del ataque, y que ésta por detrás, atacó con un un fuerte coletazo. Prower fue tumbado. Al intentar levantarse, la segunda Stone Lizard, la que había confundido con su ataque, se recuperó también, y por ende, se lanzó hacia la pierna izquierda de Prower. No evitó gritar ante el dolor de sentir dientes rasgando su tela del pantalón, y atravesando la piel. Cargó una Fireball contra esta, haciendo que retrocediera. Prower aprovechó para lanzar una Iceball. Levantándose rápidamente, saltó lejos de las tres, para luego lanzarle a cada una una Fireball. Una de ellas arremetió, pero Prower actuó antes que ella. Preparaba el "Phantom Grief". Posó el rapier frente a su rostro, con este empezando a brillar. Sombras empezaron a danzar bajo los pies de Prower, las cuales poseían un rostro de horror. Prower lanza el ataque, el cual empieza hacer efecto en la Stone Lizard. Sin perder tiempo, lanza nuevamente otra Fireball. Con ésto, logra acabar por fin con ella. Sin embargo, no podía festejar, aún tenía más Stone Lizards por matar, y esas tres eran sólo el comienzo. Después de siete minutos de lucha, Prower terminó con las tres Stone Lizards. Se había cansado un poco, pero aún tenía fuerza y energías para seguir peleando, sin tener que recurrir aún a la comida, o a las Hojas de Hierbas Mágicas. Descansó unos minutos, antes de seguir con su trabajo. Iba a terminar las misiones, e iba a terminarlas al atardecer.
(. . .)
El sol casi tocaba el horizonte. La noche, se estaba acercando. Prower, después de un largo día, se relaja, sabiendo que había terminado a tiempo. Estando en el centro de Larksdowns, el cual era un gran lago, se recostó debajo de un árbol para descansar del día agotador. Tomó algo de la comida que él trajo, sintiendo como su boca se derretía ante el exquisito sabor. Si tuviera que hablar por todos, diría que tras una intensa lucha, la comida parecía ser cinco veces más deliciosa e irresistible. No era para menos; tras la explosión de adrenalina y poder que uno emplea al pelear, su metabolismo se acelera. El hambre que se experimenta luego de finalizar un combate, es como si se hubiese pasado todo el día sin comer. Prower, tras masticar por un rato, traga la comida, siendo una de las mejores sensaciones que podía sentir.
-Se tiene que volver a reconocer que no hay mejor satisfacción, que comer delicioso. Claro que... no se debe exagerar esa satisfacción-. Se dice, a la vez que metía en su boca el resto del bocadillo.
Cruza las piernas, y extrae un pañuelo del mismo bolso, para así limpiarse parte de la suciedad en su rostro. Con el mismo también se limpia las manos, y por último, el mango y la hoja del rapier. Había sido un día muy largo, pero sonrió al saber que todo valió la pena. A lo lejos, él veía a los Fragys, los cuales eran muy parecidos a los Toads y a los Mud Frogs, salvo que éstos eran más agresivos, y de una tonalidad más oscura. Prower, sin percatarse hasta que lo notó, un grupo de cuatro Speckled-Lizards reposaban sobre el pasto, a solo seis metros de su lado. Para él, era una suerte que varios de los monstruos de Larksdowns eran neutrales. Una de las Speckled-Lizard notó a Prower, levantando la cabeza. Prower, en su caso, saludó a la lagartija, aunque esta no entendiera el mensaje. Volvió a lo que estaba haciendo, comiéndose otro bocadillo, a la vez que admiraba el bello paisaje en el que se encontraba. Y no sólo había visto los tranquilos bosques de Weedridge, también había visitado las Minas Abandonadas de Cardiff. Sin embargo, aún faltaba un lugar más que explorar. Fox Den. Son las mazmorra que se encuentran en un camino profundo de Larksdowns. Un camino que aún no había podido llegar, pero que muy pronto, Llegaría. Era cuestión de volverse más fuerte.
-¡Hey, hola!-. Saluda una voz detrás de él.
Prower se gira, para encontrarse con alguien de cabello gris oscuro y corto, con un pañuelo azul colgándole del cuello. Pero lo que más resaltaba de él, además de sus pistolas-duales, eran sus penetrantes ojos de un amarillo-verdoso.
-Hola-. Saludó Prower. -¿Buscas algo?-. Pregunta.
-Para nada, solo he venido para recostarme aquí a descansar. Ha sido un día muy largo. Bueno, no tan largo como los anteriores, pero sí cansador. Verás, he estado esforzándome al máximo para poder enfrentarme a Karigin-. Le dice, al mismo instante que se sienta a dos metros al lado de él.
-¿Enfrentarte a Karigin?-. Pregunta Prower, y el Explorador le asiente. -Escucha, como Noble, debo darte la razón: estás loco si planeas enfrentarte a Karigin, Y más si planeas hacerlo solo-. Le menciona Prower. Sabía a quién mencionaba. Sin mal lo recordaba, estaba hablando de los que se consideran, y bautizados por todo los habitantes de Florensia, como los "Monstruos Alfa".
-Es por esa razón que me estoy esforzando-. Responde el Explorador. -A veces, cuando superas un reto, quedas con un vacío en tu pecho que te dan la emoción y la adrenalina de querer más. ¡Ah, es cierto, no nos presentamos todavía! ¡Saludos, soy Darten, Darten Kiroslav!-. Extiende Darten la mano, saludando a Prower.
-Yo soy Prower Aldith-. Le saluda Prower, aún teniendo aquel Explorador las manos sucias. -Es un gusto conocerte, aunque creo que nos habíamos conocido en una ocasión anterior, pero no tuvimos la oportunidad de presentarnos-. Menciona él.
-¿De verdad? ¡Oh, ya me acuerdo! Hace un año y medio, nosotros dos y otros cuatro chicos nos reunimos para controlar la plaga de los Devil Walkers que se encontraba más allá de su territorio-. Dijo Darten, recordando aquella vez a Prower. -No te ves muy cambiado desde aquella vez-. Comentó él con una sonrisa.
-Puede que no, pero no tengo mucho drama con eso-. Le contesta Prower pacíficamente.
-Entiendo compadre. Pues bueno, un gusto entonces, yo me llamo Darten... ¡Oh, espera, ya te dije mi nombre!-. Dice Darten y comienzo a reír. -Viejo, si me dieran una moneda por cada vez que dijera alguna estupidez, sería sumamente rico. Empiezo a pensar que ustedes los Nobles son ricos porque dicen mucha cosas delirantes y dramáticas. ¡No te lo tomes como si fuera un insulto, lo dije en broma!-. Exclama Darten al final.
-¿De qué hablas? Ya sabemos que ustedes siempre bromean de nosotros-. Responde Prower. -Admito que guardo algo de irritación hacia ustedes por ser muy impredecibles y poco silenciosos, pero ya sabes que...-. Iba a decir Prower, pero Darten lo interrumpe.
-Muchos de nosotros podemos ser algo ruidosos, pero está en nuestra naturaleza. Además, una misión no es divertida si no hay riesgo ni algo de pólvora para acompañar-. Le dice. -Si fuera todo tal como ustedes quieren que sea, sería sumamente aburrido. No quiero ofender, pero ustedes los Nobles les falta ensuciarse un poco-. Menciona.
-Y ustedes lo Exploradores les falta limpiarse un poco-. Comenta Prower, deseando haber dicho las palabras correctas.
-¡Haha, buena esa!-. Ríe Darten. -Tienes algo de chispa, amigo. Me recuerda a un sujeto que encontré en el bar hace dos semanas. Esa misma noche nos tomamos unas cervezas de cereza. Reímos y nos divertimos como nunca, junto a otros Exploradores que llegaron media hora más tarde. Y luego después de eso bailamos en la salida, y...-.
Mientras Darten hablaba, Prower sintió cansancio. No podía pensar en otra cosa que en llegar a su casa a dormir. Aunque le entretenía hablar con Darten, no era lo suficiente como para quedarse hablando con él, y escucharlo durante el resto de lo que quedaba del día.
-¡Disculpa!-. Dijo Prower en voz alta para que lo escuchase. -No quiero parecer alguien que no me interesa escuchar tus historias, pero estoy cansado. Si me disculpas, quiero volver a mi casa-. Le levanta, y se quita el hierba que se había pegado en su ropa.
-No hay problema, tendremos suerte si nos encontramos en otra ocasión. Y si nos encontramos, te contaré muchas cosas que podrían entretenerte. No me creerías si te contara que en una ocasión encontré un pozo lleno de monedas de bronce y huesos humanos. Hubiera sido diferente si fueran monedas de oro, ya que hubieran saqueado todo el pozo por completo, y lo habrían dejado... ¡Vacío hasta los huesos!-. Grita Darten, y de inmediato, estalló en carcajadas.
Prower, tras escucharlo, se marcha para no quedar atrapado. Podía oír a Darten despedirse entre risas de él a medida que se alejaba. Cuando ya lo tuvo fuera de vista, suspiró aliviado. El sol caía rápidamente, y era cuestión de pocas horas antes de que se hiciera de noche.
(. . .)
La noche cayó finalmente. Prower, después de haberle entregado los objetos de sus misiones cumplidas a los que le habían propuesto tal tarea. Se dirige directamente a su casa, la cual estaba muy cerca del palacio del rey. Al entrar, se encuentra con el rostro de una pequeña niña de cabello café y ojos verdes. Ella, al ver a Prower se lanza hacia él en un abrazo.
-¡Prower, hermano, me alegra mucho volver a verte!-. Dice la niña muy feliz.
Prower, algo sorprendido, tartamudea. -¿L-Lara? ¿eres tú?-. Dice él, a lo que la niña, más bien su hermana, le asiente. -No puedo creerlo. ¿¡Enserio has viajado tú sola de la isla de Exeter hasta aquí!?-. Pregunta anonadado.
-No sola, vine con compañía. Y no, no viajamos directamente. Resulta que durante el viaje las velas del barco se habían dañado. Por lo tanto, tuvimos que dar una pequeña parada de emergencia en Magnel. Estuvimos seis largas horas esperando, ya que los muelles estaban repletos-. Le responde Lara. -Pero al final, después de muchas quejas, logramos salir nuevamente al océano-. Dice ella, a la vez que se tira de lleno sobre el sofá.
-Debo admitirlo, es un sorpresa verte aquí. Y... algo inesperado-. Dice Prower, rascándose la cabeza. -¿En qué momento llegaste?-. Pregunta.
-Llegué aquí hace en una hora y media. Tardé cincuenta minutos en encontrar tu casa. Aunque al encontrarla, solo me recibió mamá y papá. Dijeron que estabas ocupado en un lugar llamado Larksdowns-. Dice ella.
-Pues verás Lara, estos últimos días han sido muy difíciles. Pero aunque es así, la recompensa es buena. Y ya que hablo del tema, ten, un pequeño regalo de mi parte, y un saludo de bienvenida-. Dice Prower, al mismo tiempo que de su bolso sacaba un pequeño saquito de tela, y se lo entrega.
Lara toma el pequeño saquito. Mira a su hermano, sospechando de él. Con mucho cuidado, desató el delgado hilo que estaba enrollado alrededor, sólo para llevarse la sorpresa de que adentro había un collar de cristales rojos.
-¡Oh por dios, es hermoso!-. Exclama Lara. -¿Dónde lo compraste?-. Pregunta.
-La pregunta adecuada es dónde lo encontré. Verás, el mes pasado estaba en una misión en Weedridge. Teníamos que esperar a que apareciese una criatura, y por lo tanto, estaban acampando cerca de una zona llena de cascadas. Antes de que apareciese, casi en el borde del acantilado, lo encontré. No sé dónde salió, pero puede que se le haya caído a alguien. No hubo ningún reclamo por un collar perdido, así que me lo quedé. Al ver ese collar tuve el presentimiento que debía guardarlo. Y ahora, me doy cuenta el por qué-. Le responde.
-Aunque no creo tu historia, tengo que decir que es lo más hermoso que he visto hasta ahora-. Le contesta Lara.
Mientras los dos hermanos se hablaban, sus padres hicieron su aparición. Después de llegar, y haber sido recibido por la visita inesperada de su hermana, no sentía tanto cansancio como antes. Sin embargo, eso no le decía que pudiera mantenerse despierto toda la noche. Antes de irse a dormir, prefirió pasar un tiempo hablando con su familia, más con su hermana Lara, a quién le preguntaba cómo había pasado sus días en Exeter con sus abuelos. Ella también le preguntaba qué había hecho los años que pasó sin verla, y él sin molestias también respondía a sus preguntas. Fue una noche que él disfrutó, hasta que el reloj marcó las nueve de la noche. El cansancio volvió a él, y lo que quería ahora era dormir, y así estar listo para el día siguiente. Ya se había aseado, y por supuesto también cenado, por lo que no necesitó hacer otra cosa. Su cuerpo cayó sobre la suave cama, sintiéndose atraído por esta como si fuera un imán. Mañana sería otro día, por lo que necesita recuperar las energías perdidas de hoy.
