Los personajes no me pertenecen. La siguiente historia contiene fragmentos de libre traducción de la canción "My heart is cursing/ is calling. De Kim Dong Wook"

Regalo para Marizpe. Aunque aquí en Colombia no lo celebramos, feliz día jejeje.

Un abrazo. Espero Te guste

Me disculpo de antemano por cualquier error gramatical, de puntuación o de ortografía.

QUÉDATE CONMIGO CAP 1

Sonríe más a menudo
para que, con tu feliz sonrisa
puedas consolar a mi corazón
que te llama constantemente

El tiempo transitaba como agua entre sus dedos. Incapaz de controlarlo, había dejado escapar numerosas oportunidades hasta darse por vencido después de la última Cosecha en la que era elegible y se consolaba así mismo viéndola pasar de lejos con su hermana menor. Los años habían pasado rápidamente, y aquella niña que cantaba alegremente y de la que se había enamorado, había desaparecido dándole paso a una hermosa mujer, dejando una huella imborrable en el hijo del panadero. Más de 10 años transcurridos desde entonces pesaban en el corazón de aquel joven.

Con 22 años, Peeta Mellark se había convertido en un hombre alegre y atractivo. Tanto él como sus hermanos habían escapado de ser elegidos en la Cosecha. Trabajaba en la panadería de su padre como el encargado de la elaboración y decoración de los pasteles para diferentes celebraciones y era considerado como uno de los solteros más cotizados de la zona comercial del distrito 12. Nadie entendía por qué el chico rubio de profundos ojos azules no tenía novia y se mantenía en rigurosa soledad después de haberse dado una decepcionante oportunidad con una chica de rizos de oro. Más él sólo tenía ojos para una, y secretamente dejaba pequeños mensajes en los pasteles que hacía para que ella al pasar los viera en la vitrina de la panadería.

Cada día esperaba detrás del mostrador a la misma hora para verla pasar, ya fuera sola o acompañada de su hermana, Madge o Gale, con dirección al quemador y a las diferentes tiendas del distrito. Se conformaba sólo con mirarla desde lejos, puesto que estaba convencido que ella nunca le correspondería. Peeta no podía competir con Gale, quien era el único que podía acercársele. Él no tenía el cabello oscuro, ni era alto ni mucho menos tenía el característico color de ojos de la veta. A su favor sólo tenía su carisma, su fuerza y su ascendencia aria.

La princesa de hielo como la llamaban en el distrito por las pocas emociones que transmitía y su aire altivo y orgulloso, era famosa por ser una cazadora excepcional. Mantenía a su familia desde hacía varios años, vendiendo las presas que cazaba en el mercado. Prim, su hermana menor se había librado de tener que pedir teselas, gracias a la gran dedicación de su hermana para mantenerla lejos de tales necesidades. Juntas, habían creado un negocio familiar. Katniss cazaba las presas y las arreglaba para vender sólo la carne, y Prim se dedicaba a tratar la piel de los animales muertos para hacer guantes y gorros para el frío. Así mismo ayudaba a su madre a atender a los enfermos que llegaban a su casa, su verdadera vocación.

. . .

Era una típica mañana de primavera, el verano se acercaba rápidamente y la pradera, lejos de la valla eléctrica se veía excepcionalmente hermosa. El momento en el que el sol comenzaba a hacer su aparición en el horizonte era el favorito de Katniss, sentada en medio de la vegetación, veía soñadoramente cuando el cielo se tornaba de diferentes colores y los rayos solares iluminaban la noche, alejando las tinieblas dejándolas tras de sí. El pasto a su alrededor aún conservaba la humedad del rocío y con sus pequeñas manos, la joven acariciaba las puntas de las plantas para recoger el precioso líquido en sus manos. El canto de los pájaros y de los insectos siempre la relajaba cuando pensaba en su padre y en los momentos tristes que había pasado cuando niña. El viento frío rozaba su rostro y despeinaba su cabello, pero a la chica no le molestaba en absoluto.

El tiempo pasaba de nuevo, tenía que apresurarse para revisar las trampas que había dejado preparadas anteriormente y cazar algún desafortunado animalito que pudiera cruzársele por el camino. Al llegar a casa, su hermana la estaba esperando para ayudarle a preparar lo que había cazado

―Al fin regresas, estaba preocupada― La increpó Prim al segundo de haber abierto la puerta de su casa en la veta.

La situación para la familia Everdeen había mejorado con los años. No tenían mucho, pero tampoco morían de hambre. No les faltaba vestido zapatos o comida, y la madre había superado su duelo años atrás. Al parecer todo iba viento en popa para las tres bellas mujeres

―Discúlpame, me distraje un poco en el camino― Respondió la hermana mayor.

―Está bien, no importa, tenemos mucho trabajo que hacer.

Con laboriosidad, las jóvenes se dispusieron a trabajar para retirar la piel de los animales y al terminar, aun siendo muy temprano, se dispusieron a ir al mercado a vender lo producido del día como cada día. De regreso, la menor arrastró a la mayor a la panadería de los Mellark para ver los pasteles nuevos que el menor de hijos había hecho. Desde muy pequeña, Prim siempre le había gustado admirar las obras de arte hechas pasteles que Peeta siempre creaba con mucho amor

―Vamos Katniss, camina o no podré ver todo lo que hizo Peeta esta vez.

―¿Por qué siempre me tienes que arrastrar hacia todas tus locuras?― Caminaba la chica entre la gente mientras su ahora no tan pequeña hermana la arrastraba incansablemente hacia su destino

―No son locuras, y admite que a ti también te gusta lo que hace Peeta, o Peeta en su defecto― Katniss no pudo responder, ya que de un momento a otro ya estaba frente a la panadería de los Mellark.

―Hola Peeta, ¿Cómo estás?― Escuchó a su hermana dentro de la panadería hablando con el hijo menor del señor Mellark.

No entendía muy bien cómo podían ser hermanas y aun así ser tan diferentes entre sí. Prim era simpática, tierna y sociable, mientras que ella siempre estaba seria, no hablaba y generalmente no mostraba sus emociones. Se mantuvo afuera viendo lo que estaba exhibido en las vitrinas. Un pastel en especial llamó su atención, estaba decorado tal y como había visto esa mañana el cielo al alba. Los tonos rosas, azules, rojos y amarillos, estaban combinados de tal forma, que no había manera de que fuera sólo una casualidad su distribución. Miró hacia adentro de la panadería y lo vio allí de pie frente a Prim con una gran sonrisa y un gesto amable en su rostro. Al parecer, Prim no era la única con una encantadora sonrisa. Se perdió en sus pensamientos. Se imaginó a aquel chico haciendo ese pastel, combinando perfectamente los colores para que imitara maravillosamente el amanecer de aquella bella mañana.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por un ruido ensordecedor en sus oídos

―Katniss, Katniss― Su hermana estaba a un lado agitando la mano en frente suyo

―Hoy has actuado muy extraño― Agarró su brazo y la arrastró hacia la entrada de la panadería. ―Ven, quiero que me ayudes a escoger unas galletas.

―¿Galletas? ¿De qué estás hablando?― Pero de nuevo no había tenido tiempo de resistirse y terminó de pie en medio de los estantes de la panadería. El olor era tan atractivo, que se le hizo agua la boca. Al mirar a su alrededor, la cálida mirada del ojiazul la atrapó por completo.

―Hola Katniss― Su voz era gruesa y profunda, hacía mucho tiempo no lo escuchaba puesto que no era habitual que entrara allí. Su hermana era cliente asidua desde hacía algunos años y Katniss siempre se negaba a acompañarla cuando se le antojaba una que otra galleta. Su sonrisa se ensanchó y dejó ver una dentadura perfecta que combinaba a las mil maravillas con sus ojos. Quería hablar, saludarlo, pero las palabras no le salieron y en cambio sólo logró un asentimiento de cabeza. Desvió su mirada y se sumergió en las galletas que Prim estaba mirando

―¿Cuál te gusta más?― Preguntó la rubia

―¿Cuál te gusta a ti?― Respondió la morena con otra pregunta

―Necesito que me ayudes a decidir Katniss, no puedo llevármelas todas― Aunque ya era toda una mujer, a su hermana le quedaban muy bien los pucheros que siempre hacía cuando estaba indecisa por algo. Katniss sonrió sutilmente, amaba a su hermana, y no sabía lo que pudiera suceder si algún día la perdiera. De repente sintió un extraño hormigueo en su nuca y giró su rostro; al hacerlo se encontró de nuevo con aquellos ojos azules como el cielo. No fue más de un segundo, pues al instante clavó sus ojos en las galletas y evitar mirar al chico rubio que no le había quitado los ojos de encima desde que había llegado allí. Su cuerpo había adquirido uno o dos grados más de calor en ese momento, algo muy raro en ella. Se sintió extraña y confundida y frunció el ceño levemente. Necesitaba salir de allí a como diera lugar.

―Ésta― Sonrió mientras señalaba una galleta en forma de prímula

―Tienes razón, es he…― No alcanzó a escuchar el resto de la oración ya que en un segundo ya estaba parada en la calle mirando las personas pasar. Aligeró su paso y se fue deprisa a su casa, aliviada por estar lejos del escrutinio de esos ojos del color del cielo despejado un día de verano. Se reprendió a sí misma por comparar los ojos de Peeta con el cielo, sacudió un poco su cabeza, inhaló fuertemente y continuó su camino directo a la veta.

No llevaba ni medio camino cuando su hermana ya la había alcanzado, y es que a pesar de ser la menor, Prim ya había sobrepasado en altura a Katniss por varios centímetros, por lo que gozaba de unas piernas largas y ágiles que siempre alcanzaban a su hermana cuando ésta quería salir corriendo de algún lugar.

―¡Oye! ¿Por qué te fuiste así?― Le dijo apenas pudo alcanzarla

―Tenía prisa― Respondió escuetamente la aludida.

―Sabes que Gale no viene hoy ¿cierto? Tiene una cita con Madge

―¿Y tú cómo lo sabes pequeña chismosa?― Le replicó Katniss sin aflojar el paso hacia su casa

―Fácil, te escuché hablando anoche con Madge― Y añadió ―¿Es por eso que has estado así últimamente?

―¿Así cómo?

―Huyendo y distraída

―No, no es así

―¿Te gusta Gale?

―¿Qué?― Exclamó sorprendida Katniss

―Sería normal, siempre me lo he preguntado. Ustedes han sido amigos durante mucho tiempo y hacen una bonita pareja

―No, no me gusta Gale, nunca me ha gustado ni me gustará Prim

―Está bien, está bien― Respondió la rubia en tono conciliador

―Además Madge es mi amiga, y ha estado enamorada de él desde que estábamos en el colegio― La verdad era que su mejor amigo se le había declarado años atrás justo después de su última Cosecha. Estaba convencido que ellos estaban destinados a estar juntos por toda la eternidad, y a decir verdad, katniss no le atrajo tanto la idea. Lo rechazó y él no lo tomó muy bien, pero con el pasar del tiempo lo fue superando hasta que la perseverancia de Madge dio frutos y ahora parecía que su relación que apenas empezaba tendría un final feliz

―Te entiendo― Prim entrelazó su mano en el hueco de su antebrazo y comenzó a dar pequeños saltitos de felicidad.

―¿Sabías que Peeta terminó con Delly hace algunos meses?― Cambiando de un galán a otro

―No veo por qué tenga que saberlo― Sí que lo sabía, Madge le había dicho algo al respecto, y no entendía por qué una tranquilidad le había recorrido el cuerpo no más saberlo.

―Duraron muy poco― Continuó la rubia ―Pensé que se iban a casar y tendrían hermosos hijos rubios de ojos azules.

―No veo por qué tendrían que ser hermosos― Comentó agria la morena

―Dicen que terminaron porque ella se volvió loca de celos y mantenía haciéndole escándalos en la panadería con las mujeres que iban a comprar, aunque creo que hacían una hermosa pareja, ¿No lo crees Katniss?― Mirándola suspicazmente de reojo

― No sé, tal vez, no me importa― Respondió tan sospechosamente rápido, que se atragantó con su propia saliva no más terminar.

―Me pregunto si descubrieron que no son almas gemelas.

―No creo que Peeta crea en esas cosas. Son juegos de niños

―No lo son Katniss― Y mirando el cielo, suspiró― Sólo espero poder tocar a mi alma gemela para saber quién es.

―¿Y si tu alma gemela vive en otro distrito? Nunca podrían tocarse, ya sabes que está prohibido viajar entre distritos

―No entiendo cómo haces para quitarle el encanto a todo.

―Es una virtud

―Un defecto de nacimiento

―¡Virtud!

―Como sea. Cuando toques a tu alma gemela no vengas a pedirme ayuda

―Aun no entiendo cómo es que funciona todo aquello de las almas gemelas, me parece que es sólo un mito

―Le pregunté a mamá y ella me dijo que cuando tocó a papá sintió calentarse su corazón, y una certeza se arraigó muy dentro de ella― un nuevo suspiro salió de los labios de la menor de las Everdeen.

―¿Qué certeza?― La verdad es que Katniss nunca le había preguntado a su madre sobre su padre

―Que nunca amaría a nadie más que a él― Tomó las manos de su hermana y le preguntó― ¿No te parece la cosa más romántica del mundo?

―No creo en el destino Prim, ni en parejas predestinadas ni en nada que se le parezca.

―¿Por qué siempre tienes que ser tan amargada?― Katinss se soltó de su hermana y emprendió viaje de nuevo

―Es sólo que el no tener control sobre nosotros mismos no me gusta

―No se trata de tener control, es de encontrar el indicado.

―¿Y si no quiero uno para mí?

―Entonces tendrás muy mala suerte.

No había necesidad de agregar algo más, Prim era soñadora y romántica. Katniss, por el contrario, era más realista. No le gustaba que decidieran por ella, ni mucho menos que alguna historia mitológica le dijera de quién enamorarse.