Frozen love
"El amor consuela como el resplandor del sol después de la lluvia"-William Shakespeare.
Dedicaciones: Está dedicado a mi amiga Summer del roll de Reborn, gracias por estar ayudándome siempre de no ser por ti aún ni sabría como sería la pareja para Jack y tantas otras cosas que hiciste por mi, ¡gracias!
Aclaraciones: Jack Frost no me pertenece, lástima (?) yo no le hubiera puesto algo tan triste en la película ¬¬
El oc es mío.
Presentación: Holap-saluda con una manita-. Me llamo Pepper Varia, mi nombre real es alto secreto owo, bueno a lo que iba esta es mi primera historia sobre el Origen de los guardianes, pero luego de ver la película sentí que Jack necesitaba ser compensado por las condiciones en las que se hizo guardián y bueno no sé por qué se me ocurrió esta historia, espero que les guste y dejen reviews. Saludos a todos y gracias por prestarme atención owo.
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Jack se encontraba deslizándose entre las calles riendo y congelando con su bastón de un lado a otro, le encantaba crear nevadas y bolas de nieve en invierno pero los lugares favoritos de Jack solían ser lugares como Islandia o Alaska dónde era más permanente su estación favorita, también debía añadir el polo norte, este último era preferente por el taller de santa, Jack había hecho de todo para colarse y ese día se había levantado pensando que era su día de suerte, por lo cual después de llenar las ropas y ventanas de escarcha se dirigió volando hacia el polo norte, se deslizó por las puertas custodiadas por los yetis.
"jajaja, veamos si se resisten a una batalla de bolas de nieve" pensó agarrando un poco de nieve entre las manos hasta dormar una bola, dió un pequeño soplo helado sobre la bola antes de lanzarla a la cara de uno de los dos enormes yetis que custodiaban la puerta.
Al impactar la bola unas suaves chispas azules cubrieron el rostro del yeti haciendo que gruñera a su compañero y cogiera nieve formando otra bola hechizada contra el otro yeti que le atinó después de la primera, ambos yetis se embarcaron en una gran pelea de bolas de nieve alejándose así de la puerta, ocasión que Jack aprovechó para colarse dentro sigilosamente, miró a ambos lados y golpeó suavemente la puerta haciendo que los picaportes se congelaran impidiendo que volviera a ser abierta, Jack rió para sus adentros y ni corto ni perezoso se cobijó entre los estantes observando a los yetis trabajar en los juguetes igual que hacían los elfos, aunque estos últimos más bien lo intentaban.
El señor del invierno se paseó por detrás de los estantes conteniendo la respiración cuándo un yeti pasaba demasiado cerca de dónde él se encontraba, quería recordar dónde estaba la puerta tras la que estaba el almacén de los juguetes completamente envueltos y terminados para ser cargados después en el trineo, ya había estado en esa sala otra veces, claro que con otros guardianes y le había resultado una tarea harta imposible coger algunos de los paquetes, pero como ya fue dicho antes era el día de suerte de Jack Frost.
Por dónde él estaba había un total de tres puertas, abrió la primera muy de refilón encontrándose que tan sólo había una píramide interminable de papeles de regalo, misteriosamente iban apareciendo más y más papeles de regalo que llegaban desde el final de la cúpula del techo, sin embargo, esta no era la habitación que quería Jack por lo que volvió a cerrar la puerta. La segunda puerta resultó tan decepcionante como la primera pues sólo se trataba de la colección de bolas de nieve de Norte que venían de todas partes del mundo. Incluso una de la Antártida, el joven de pelo blanco decidió probar suerte una vez más con la tercera puerta que quedaba por ese lado, al abrirla un vapor caliente le golpeó en la cara pues desgraciadamente se había metido en los vestuarios de los empleados, un yeti que se enjabonaba el pelaje con un gorro de ducha rosa y sujetaba un patito de hule en una garra pegó un chillido al ver.
-Perdón, perdón-se disculpó Jack dispuesto a cerrar la puerta-. Cuidado, el patito va hacia el desagüe.
Y dicho esto cerró la puerta.
"Vamos a ver...podría ser...la puerta al otro extremo" pensó Jack meditativo, sabía que había una que conducía a otras galerías de la casa de Norte, las cocinas, otros talleres de juguetes, los lugares dónde iban los juguetes defectuosos para ser reparados, etc y todo eso, pero, ¿cómo llegar hasta el otro extremo sin ser visto? Esa cuestión casi absorbió a Jack por completo durante unos segundos pues en esencia era alguien travieso pese a su adultez de siglos y para él no había nada mejor que un poquito de caos.
Posó su bastón en el suelo creando un pequeño zig zag de escarcha resbaladiza haciendo que dos duendes que empujaban una caja de juguetes resbalasen y la caja se estrellase sin control sobre unos yetis que trabajaban volcándolo todo, ante esto los demás abandonaron sus quehaceres para ir a ayudar con el estropicio por lo que Jack tuvo paso libre para ir hacia la tan esperada sale, tiró de las puertas viendo de refilón un lazo de regalo envuelto en torno a un paquete y eso era sólo el inicio, pero antes de que pudiera abrir por completo las puertas unas enormes manos lo agarraron por los brazos y otras le quitaron el bastón.
-¡Eh!-gritó en señal de protesta sin dejar de patalear.
Ante él se quedaron un montón de yetis y elfos, algunos de ellos medio envueltos en papel de regalos, otros con vendas, unos cubiertos de nieve y uno el que fue visto duchándose anteriormente y sujetando una toalla, ninguno de ellos parecía muy contento de la trastada del joven Frost, de hecho ardían de ganas de lanzarlo fuera del taller cuándo una voz femenina y candurosa se alzó por el muchacho.
-¡Santo cielo! ¡Suelten a ese chico!
Los yetis y elfos navideños soltaron a Jack apartándose formando una larga fila hasta dejar ver en una de las puertas una mujer algo regordeta, con una expresión de amor maternal brillando en sus ojos y un vestido rojo con una chaqueta de lana blanca, su pelo era corto y rubio ondulado, como una abuelita envejecida en poco tiempo, en los brazos regordetes de la mujer había un niño de apenas tres años de pelo castaño, mejillas sonrosadas y unos enormes ojos marrones, el niño tironeó de la chaqueta de la anciana queriendo llamar su atención y luego señaló a Jack.
-Si, Nicholas, es un chico pero él es Jack Frost-le decía la anciana a lo que el niño empezó a repetir Jack constantemente.
Jack agarró su bastón de uno de los yetis mirando a la anciana.
-¿Usted es...?-trató de adivinar.
La anciana sonrió.
-Me llama Ivanovla pero aquí todos me conocen como la señora Norte, la esposa de Norte-se presentó la anciana y el niño soltó un gritito llamando por los elfos-. Y este es nuestro nieto, Nicholas.
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Jack se encontraba sentado con una taza de chocolate caliente entre sus manos heladas a él no solía gustarle el calor, no recordaba exactamente si en su vida humana le gustaba el chocolate, suponía que si, el primer sorbo que dió no le disgustó en absoluto, estaba en una pequeña sala en nada más y nada menos que en la casa personal de Norte, el niño llamado Nicholas se divertía con renos de hielo en miniatura que Jack había creado mientras la señora Norte los miraba sentados desde su mecedora tricotando una especie de bufanda, Jack no tenía ni idea de que Norte estuviera casado y mucho menos que ya tuviera un nieto, era...desconcertante, es decir no podía creerse que desconociera tanto a otro guardián, se pasaba buena parte del día tratando de colarse en su taller de juguetes y ahora resultaba que para él era un completo desconocido.
-¡Jack! ¡Qué bueno verrrte!-gritó Norte con su acento.
El aludido lo miró entrar por la puerta a buen paso, besó a su mujer y cargó en brazos al pequeño Nicholas para ver a Jack.
-Me han dicho que te has vuelto a tratarrr de colarrr de nuevo en la habitación de los regalos-habló el energético anciano con una sonrisa juguetona.
-No es una novedad-rezongó Jack dando otro sorbo a su chocolate, maldición esa anciana sabía prepararlos bien-. ¿Desde cuándo estás casado?
Norte se echó a reir por lo divertido de la pregunta de sus amigos.
-Llevo casado siglos con Ivanovla-meció a Nicholas el cual tiró de la barba de su abuelo emitiendo un horrra de su siesta.
La anciana paró de tricotar haciendo la lana a un lado y tomó al niño de los brazos de su abuelo.
-Yo lo haré, Nicholas*-le dijo suavemente a Norte cargando al pequeño.
Él le sonrió conforme mientras la anciana desaparecía por una de las puertas.
-Nunca dijiste estar casado-masculló el muchacho.
-Todos lo estamos Jack-volvió a reír el anciano-. El Hada de los dientes tiene un centener de mini hadas que son sus hijas con otro hado, incluso a Sandy tiene a Sweety, ella es la que produce los sueños dulces y románticos en los adolescentes, incluso Bunny tiene una coneja.
Jack lo miró con los ojos muy abiertos, ¡¿Incluso Bunny?!
-¿Por qué no me contaron nada?-exigió saber el chico.
Norte le revolvió el pelo acomodándose en una silla cerca del fuego.
-Nunca te acercaste demasiado a nosotrrros, Jack, te gustaba estarrr sólo-miró a Jack con cierto orgullo ahora que Jack por fin había aceptado ser uno de los guardianes-. Además aún empezabas y tu madurrrez mental todavía no te hacía pensarrrr en estas cosas.
El peliblanco alzó una ceja.
-¿Estás cosas?
-Si, Jack, amor que parrrece qu es lo que no entiendes.
-Yo no necesito nada de eso-reclamó Jack con enfado.
-Yo lo pensaba hasta que conocí a Ivanovla hace más de trrrescientos años-dijo el anciano con cierta nostalgia.
Conste que a Jack le resbalaba todo eso pero una punzada de curiosidad lo estaba molestando.
-¿Cómo lo hiciste?-preguntó.
Norte serecostó hacia atrás en su asiento antes de sacar una pipa y prenderla echando pequeños círculos de humo, a Jack le recordó vagamente a su abuelo paterno del que recibía el nombre.
-Yo apenas llevaba seiscientos años reparrrrtiendo regalos, Ivanovla era apenas niña cuándo le di su primerrr regalo, he de añadirrr que siemprrrre estaba en la lista de las niñas buenas-relató exhalando una bocanada de humo-. Muchos niños cuándo crrrecen dejan de creerrr en mí aunque transmiten mi historrria a sus hijos perrro Ivanovla no dejó de creerrr nunca. Aparrecí trrrreinta años después en su casa cuándo ella ya debía rondarrr los cuarenta crrreo recordarrr, había ido para darrr mi regalo al hijo pequeño de su herrrmana, ¿imaginas lo sorrrprendido que estaba cuándo ella me vió? -rió de buena gana al recordar el momento-. Menos mal que me rrreconoció, estuve a un paso de que me inserrrtara con un cuchillo en la parrred. Luna me dijo que ella errra la indicada para serrr mi mujerrr y tuvo razón-fijó sus ancianos ojos en los de Jack-. Quién pueda verrte aún siendo una adulta o tocarrrte la converrrtirá en la chica perrrfecta para ti, Jack.
Jack bufó.
-¡No necesito eso, Norte!
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Jack se quedó sentado en aquella farola mirando la ciudad bajo el manto blanco, incluso el canguro de pascua tenía una familia, él no tuvo una desde... desde que era humano. Extrañaba a su madre, a su padre, estar colgado de los árboles con los otros vitoreándole, extrañaba a sus padres, su madre diciéndole que no podía estar jugando todos los días, que era un adulto casi diecisiete años y debía ayudar a su padre a cortar leña con los otros leñadores, a su hermana tirando de él para ir a patinar al lago de hielo. Movió un poco su bastón dirigiendo su mirada a la Luna como esperando una respuesta, había permanecido trescientos años callada, luego lo había elegido para ser guardián y después sólo...¿qué?
-Dame una señal-murmuró.
El viento se agita un poco y Jack abrió mucho los ojos. Había oído claramente aquel susurro, el mismo que le había dado nombre.
Encuéntrala.
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OwO bueno hasta ahí el capi, asd espero en verdad que os guste el fanfic, no lo haré muy largo y trataré de no tardar mucho en subir ya que de esta historia ya tengo planeado todo lo que sucederá, en las otras que tengo voy más sobre la marcha xD.
Saludos! se me cuidan!
*Nicholas: Bueno, sólo por si alguien no lo sabe por las razones que sean Norte recibe no sólo el nombre de papá noel o santa claus sino que también se le conoce como San Nicholas owo
