I. Oscuridad y Luz

Ace caminaba en la oscuridad, no había nada ni nadie ni lugar a donde ir realmente, caminaba y caminaba sin tan siquiera cansarse un poco, lo único que si le molestaba es que era extremadamente aburrido. No sabía si habían pasado horas, minutos, segundo o incluso días en el mismo estado, le daba igual estaba harto de sólo diambular.

¿Dónde estaba? Había dejado de preguntárselo a si mismo desde hacia ya un rato. Además no esperaba que alguien de la nada se lo respondiera.

Pero estaba seguro de algo: estaba muerto. Tan sólo cerrar sus ojos veía la escena final de su vida, el rostro sufrido de su hermano junto con su propia respiración casi inexistente, el olor a su carne quemada y sangre hierrosa inundando sus fosas nasales.

Abrió los ojos, estaba preocupado por Luffy sabía como era y sabía que lloraria como un bebé. Tal vez más que cuando murió Sabo. Recordar eso lo lleno de culpa y verdadero arrepentimiento. Luffy ahora estaba sólo.

Si tan sólo no hubiera hecho frente al almirante tal vez habría logrado salir vivo. Le pareció sentir su pecho oprimirse y como los ojos se la hacían agua.

Un pequeño destello se asomó a lo lejos y sus propios sollozos se combinaron con los ajenos, sin saber como la distancia se había acortado y estaba de frente a la pequeña figura luminosa que lloraba desconsoladamente apretando sus rodillas contra su pecho.

Era un niño, no más de diez años cubierto de vendas en brazos y piernas con una bata blanca común en los hospitales. También una venda le rodeaba la cabeza. Ace no era tonto y fue capaz de relacionar el joven rostro con el de si mismo a la misma edad.

No entendía que sucedía y porque razón se encontraba consigo mismo en una situación tan lamentosa. La piel se le estremeció al tocarle la cabeza sentía la necesidad de consolarlo.

-si tan sólo pudiera vivir un poco más...- las palabras se le quebraban en la garganta mientras las lágrimas salían sin parar

-¡Quiero vivir!- le pareció escuchar la voz del pequeño pecoso que no se había inmutado de su presencia.

-¡ Yo igual!- lo decía de verdad y con firmeza.

Lo abrazo y fue ahí donde el pequeño dejo de llorar.

Una calidez los invadió a ambos en cuanto los cortos brazos del mas joven le devolviera la muestra de afecto. Él también había oído el deseo de su corazón.

Una luz naranja los cubrió haciéndolos caer en lo más parecido a un sueño dejando atrás aquel oscuro lugar.


Rouge dio otra mirada a su hijo. El corazón se le encogió verlo en tal estado y la angustia le pesaba en el alma. Llevaba ya dos semanas en coma y el temor de que no despertará la mataba. Pero también tenía esperanza, su hijo era fuerte y bastante terco como su padre.

Cerró el libro que estaba leyendo para Ace, uno sobre historias piratas y que era su favorito. El docto decía que era capaz de escuchar y que hablarle lo ayudaría a despertar.

Se hacerlo a la cama y acaricio dulcemente su frente para depositar un beso en esta. Al separarse se encontró con los ojos negros de su hijo mirandola.

-Ace~ Las lágrimas no tardaron en salir, acaricio su rostro y acompañada de una gran sonrisa que reflejaba la felicidad de su corazón lo abrazo con calor maternal. Tenía que decirles a los demás de inmediato que salió disparada de la habitación y grito:

-¡DESPERTÓ!-


Una pequeña idea que surgió ante la falta de no encontrar historias con esta temática en la que Ace pueda tener una vida diferente y que pueda arreglar las cosas con sus padres.

Si el cielo me sonríe, procurare no demorar tanto en subir una segunda parte.

Gracias por leer.

Sayonara