Te digo adiós, y acaso, con esta despedida,

mi más hermoso sueño muere dentro de mí...

Pero te digo adiós, para toda la vida,

aunque toda la vida siga pensando en ti.

Parte 1. CATASTROFE

Eren temía más la verdad que la mentira. Podía disfrazar sus miedos de sonrisas y aminorar las lágrimas con abrazos. Él podía pretender que todo a su alrededor estaba bien. Si él lo estaba, nada más importaría. Nada. Ni el más minimo error que como ser humano podía cometer.

Porque él le perdonaba todo, y eso le aliviaba el corazón, lo llenaba de algo profundo y lo volvía completamente loco. Eren estaba seguro que si no hubiera escuchado esa voz en su cabeza, la misma noche en la que todo se fue a la mierda, él estaría junto a él, desvelándose entre caricias, apaciguando el calor interno con la frescura de su piel.

Pero Eren no es perfecto ni santo. Y cuando la caga, la caga en grande.

Y Armin es un chico de corazón noble, más no estúpido. Él sabía que Eren no era ni perfecto ni santo, y lo amaba aun así, con defectos y escasas virtudes. Lo quería en lo más hondo de su corazón. Y el amor llega a doler cuando se ha colado tan dentro, cuando se te mete bajo la piel que incluso tú no puedes detenerlo, porque ha envenenado todo tu organismo, tus venas y tu cerebro. Ha fracturado tus huesos y te ha convertido en cenizas.

Eren lo hizo, y Armin lo dejó. No se podía permitir una humillación más. Podía soportar ser la burla de los demás, no de Eren. No de ese chiquillo pendenciero y con aires de justiciero, un antihéroe en un mundo imperfecto.

- Armin, ¿dónde estás? – susurra para el viento, para una habitación vacía llena de tantos recuerdos que se entierran en su piel como agujas.

Eren está solo, en medio de una imperiosa obscuridad que se engulle todo lo que encuentra a su paso. Eren no es la excepción.

[2]

Mikasa Ackerman es una chica muy linda, alta y de ojos grises que se obscurecen cuando el deseo desborda en su esbelto cuerpo. Ella siempre ha sido una persona decidida, astuta y fuerte. Mikasa tiene todo lo que cualquier chica querría, cualquier chico caería a sus pies si ella se lo propusiera.

Cualquiera menos él.

Eren Jaeger, un misterio andante de ojos guerreros y nariz respingona. Eren que tiene la piel tostada por el sol y el cabello de chocolate.

A ella le gusta mirarle mientras juega basquetbol en las canchas de la universidad, le gusta mirarle cuando está discutiendo en la cafetería con Jean, el cara de caballo. Le gusta mucho. Y es un poco vergonzoso admitir que Eren no había reparado en ella en todo el año que llevan dentro del curso.

No, no estudian la misma carrera, porque Mikasa es una chica egresada en Derecho y sólo se pasea por la universidad gracias a que su hermano, Levi Ackerman ha enfermado de gravedad y es ella quien fue la más apta para cubrir su puesto como docente en Derecho Penal.

Eren estudia Arquitectura, apenas termina el segundo semestre. Él es del tipo de chicos de los que mejor te mantienes alejada, porque Eren es un chico peligroso. Solía decirle su abuela.

Esos muchachos como Dioses del Olimpo, tan bellos e inalcanzable, que se avientan juergas en las madrugadas y tienen a cientos de chicas haciendo fila para calentar sus camas.

Sin embargo, Eren es delicioso con su piel de nuez y su mirada ceñuda, como si siempre estuviese molesto. No le conoce pareja, las malas lenguas dicen que a Eren le gusta tirarse a chicos, porque las mujeres le han cansado con los mismos movimientos. Ella no sabe qué tan cierto sea eso pero quiere descubrirlo y si es verdad, hacerle saber a Eren que no ha conocido a mujeres como ella.

Esas mujeres que son capaces de hacerte cimbrar el suelo con una mirada.

[3]

Eren despierta con un gran bostezo. La noche anterior tuvo que quedarse a estudiar en la biblioteca con Jean y su amable y extraño novio, Marco. Realmente no le interesa mucho escuchar las risitas cómplices que suelta Marco cuando su amigo equino ataca su cuello pensando que él no se da cuenta. Pero le gustaría que fuesen más silenciosos porque últimamente ha tenido malditos dolores de cabeza que amenazan con tirarlo hacia abajo.

A su lado, aun durmiente está Armin Arlet, una maravilla de ser humano, con su metro sesenta y tres bien proporcionados. De hebras besadas por el sol y piel que arde al toque. Armin duerme en pantaloncillos cortos y una camisa de tirantes blanca, muy pulcra y bien planchada. Huele a vainilla y a libros nuevos, con un toque de canela.

El castaño aprovecha el plácido sueño de su chico para enterrar su nariz en la corona dorada que adorna la cabeza de Armin.

- Mmmh…- respinga el menor respondiendo a la sugestiva caricia.

- Buenos días – ronronea entrecortado, con la voz dura.

Armin no contesta. Ha pasado toda la noche estudiando para su prueba de farmacología. Eren además llegó con muchas ganas de hacer otras cosas que no estaban dentro de sus planes de estudio.

- Iré a preparar el desayuno – murmura más para sí mismo que para el durmiente rubio.

Eren dispone del tiempo suficiente para unos huevos con tocino y jugo de naranja recién hecho. Armin despierta atraído por el suculento aroma que se cuela por sus fosas nasales.

- Qué bien huele – dice con una amplia sonrisa en los labios.

El castaño le sonríe agradecido y le planta un beso húmedo en la boca.

- Gracias, me esmeré esta vez. – Y lo dice muy en serio. Las últimas ocasiones que piso la cocina no le resultó muy bien el esperado desayuno.

- Pues creo que te ha quedado de maravilla.

Armin ni siquiera ha dado el primer bocado y ya está alabando sus dotes en las artes culinarias. Eren se hincha el pecho de orgullo.

Mientras desayunan, Armin le recuerda a su novio de tres largos años que el sábado tienen que ir a casa de Carla, la madre viuda de Eren para aliviar el dolor de una casa vacía con su presencia.

Eren asiente, desganado. La idea de visitar a su mamá no le es tan apetecedora como el hecho de tener a su rubio entre brazos, colmándolo de besos.

Ambos se alistan para la universidad, se despiden en la puerta del edificio donde viven y asienten en un acuerdo tácito. Armin y Eren ahora no se toman de la mano ni se regalan una tierna mirada.

En la universidad ellos son amigos, los mejores, incluso comparten el apartamento. Pueden dejarse ver juntos pero no en situaciones comprometedoras. Aunque Armin arda en celos cuando las féminas se acerquen a Jaeger, y Eren tenga que tragarse las insinuaciones demasiado obvias del Decano de la Facultad de Medicina, el doctor Smith.

Y esa situación a Armin le afecta más de lo que Eren imagina…