Capítulo 1: Cenizas
Estoy en medio de lo que hasta ahora consideraba hogar, es sorprendente la forma en la que todo puede cambiar de un segundo a otro. Todo alrededor mío son llamas, lo sé aún sin siquiera voltear, y es que no puedo apartar mi vista del frente, no puedo mirar a otro lado sino al lugar en el que debería estar, el que me vio nacer, en donde estaba todo lo que necesitaba para ser feliz, mis padres.
No me importaban las paredes, los pisos y los muebles que quedaron aplastados por los escombros, no me importaban los lujos y la cantidad de ropa que había en mi armario, importaban las únicas dos personas en las que me había apoyado, que me amaban sin importar que, las que me conocían realmente.
Jamás volverían y jamás tendría la oportunidad de despedirme.
Las explosiones a mi alrededor entorpecieron mi oído, sólo podía escuchar ecos, ecos de gritos, de horror y destrucción; debería correr, sé que debería moverme de aquí al menos, pero no lo hago, parece que he echado raíces y esta tierra por fin me ha reclamado como suya. Es obvio que no pienso con claridad, estoy demasiado aturdida para luchar, estoy demasiado sola como para querer salir de esto.
Escucho susurros diciendo mi nombre, por un segundo pienso que es él, tal vez es mi padre que le está recordando a la tierra que si bien me ha servido de lugar para crecer, no me ha ayudado en nada, no merece reclamos ni merece tenerme postrada ante ella, tal vez viene por mí, para llevarme al lugar al que pertenezco, que es junto a él y mi madre.
Las voces vienen de mi espalda y me muero por verlo aunque sea sólo por un segundo nuevamente, giro mi cabeza lentamente, mi visión no es clara, es empañada por el humo y por las llamas propagadas por doquier, hasta que se empieza a distinguir una figura, alta y musculosa, que no es la de mi padre, la reconozco, se quién es y por fin puedo distinguir que si es él quien me ha estado llamando, y contario a lo que percibí no susurra, sino grita, veo la preocupación en su rostro y los ánimos que me infunde para que me mueva de donde estoy, ahora puedo saber que grita mi nombre y me alienta para que vaya con él.
Entonces es cuando comienzo a hilar pensamientos, tengo dos opciones, una es quedarme, fundirme con el distrito, uniéndome a los que me aman; otra es luchar, salir de aquí y tratar de sobrevivir, me duele de tan solo pensarlo, pero creo que mis padres querrían que eligiera lo segundo.
Siento que se abre una herida desgarradora en el centro de mi pecho, porque he tomado una decisión, he decidido dejarlos; luego nos encontraremos, pienso mientras echo una última vista a lo que tan solo unos minutos atrás era mi hogar.
