~ Prólogo ~

Llovía en Londres esa tarde. No era nada inusual. En una bonita casa en los suburbios, una niña de once años miraba por su ventana cerrada a una lechuza que acababa de posarse al otro lado. Era un ave bastante rara, color gris oscuro con motas marrones en sus plumas, que parecían despeinadas y estaban chorreando agua. Los ojos del animal se clavaron en los de la joven, que era demasiado sensible como para dejar a la lechuza afuera con ese clima.

Abrió la ventana, dejando que el ave entrara revoloteando y salpicando por todas partes gotitas de agua. La situación ya de por sí era extraña. ¿Qué hacía una lechuza volando en pleno Londres, en medio de una tormenta? ¿Y qué hacía en la habitación de la chica? Entonces notó que había un sobre entre las patas de la lechuza. ¿Lechuza mensajera?

"¿Un mensaje para mí?" pensó , intentando utilizar la lógica. No conocía a nadie que entrenara lechuzas para mandar cartas. De todas maneras, sintió emoción. No estaba segura de por qué, pero aquella carta tenía buenas noticias… lo sentía. La tomó firmemente entre sus manos, contempló el sobre por unos segundos, y la abrió.

Hermione Granger apretó el papel entre sus dedos, como si fuese a desaparecer de un momento a otro. Una sonrisa recorría su cara de izquierda a derecha, dejando entrever sus dientes blancos, aunque un poco grandes. Nunca le había molestado su aspecto. En su escuela primaria, ella era la primera de la clase, y con eso le bastaba. Seguramente, si comenzaba a estudiar con antelación, podría ser igual de brillante en esta nueva escuela. Hogwarts. ¡Una escuela de magia! Claro que primero tendría que explicarles a sus padres todo… seguro entenderían. La querían mucho. Además, por muy loco que sonara, el hecho de que ella fuera una potencial hechicera explicaba todas las cosas raras que le venían ocurriendo desde el año anterior.

— ¡Mamá! ¡Papá! —exclamó, saltando de alegría, acariciando de pasada a la lechuza que seguía dando vueltas en su cuarto—. ¡Tengo algo que decirles!

—No tan rápido—la frenó una voz proveniente de su armario —No eres lo suficientemente buena.

— ¿Quién… quién está ahí? —Hermione se acercó despacio, dudando, no asustada, sino algo confundida. ¿Un ladrón? ¿Un… fantasma?

Entonces el armario se abrió, y salió de adentro un joven mayor que ella. Su cabello era rubio platinado, estaba algo despeinado, y sus ojos grises parecían mirar a través de ella. Tenía puesta una camisa blanca y una corbata verde y plateada, como si llevara un uniforme de instituto. ¿Qué demonios estaba ocurriendo?

—No tienes lo necesario para entrar en Hogwarts—le dijo el chico, arrastrando las palabras, como si disfrutara burlarse de ella y a la vez le diera repugnancia— Eres una sangre-sucia que no merece esta oportunidad…

—Yo… ¿una qué? —Un asomo de pánico se dejó entrever en la mirada de la chica, que retrocedió unos pasos al mismo tiempo que el rubio avanzaba hacia ella. Hermione todavía tenía la carta agarrada con fuerza entre sus dedos, pero no pudo hacer más que soltarla cuando el muchacho se la quitó de un tirón.

—Una sangre-sucia —respondió él, sonriendo con malicia, rompiendo ante sus ojos la carta de Hogwarts —Y nunca serás nada más que eso. No mereces esto… no mereces nada…

El chico entonces levanto hacia ella una vara de madera, y la apuntó contra la lechuza, que seguía dando vueltas por allí. Pronunció unas palabras, y la lechuza calló al suelo, petrificada, con los ojos sin vida. Hermione, asustada por fin, gritó. ¿Dónde estaban sus padres? ¿No la habían oído cuando los llamó?

Supo entonces que aquel joven se llamaba Malfoy. Draco Malfoy. El idiota de Slytherin. Enemigo de Harry, su mejor amigo… recordó momentos vividos en Hogwarts. Ya había estado allí, siempre, hacía mucho…

—Eres un imbécil—le espetó a Malfoy, y miró a su alrededor, dándose cuenta que de repente no estaba más en su cuarto en Londres, sino en los terrenos de Hogwarts, sintiendo la humedad del césped entre los dedos de sus pies (¿estaba descalza?) y el fresco del viento.

—Te queda lindo ese vestido azul—respondió Draco, aunque sonó a sarcasmo.

Entonces ella le propinó un puñetazo en la cara, como había hecho cuando estaban en tercer año… y Draco Malfoy la miró con odio esta vez, levantando hacia ella su varita.

— ¡Cómo te atreves! ¡Avada…

Hermione despertó sobresaltada. Era la segunda vez esa semana que tenía un sueño tan vívido, tan real. ¿Por qué soñaba con Draco Malfoy? ¿Qué le estaba sucediendo? Cerró nuevamente los ojos e intentó seguir durmiendo, pero una sensación rara se había apoderado de ella. Dentro de poco comenzaría su último año en Hogwarts, y después de todos los eventos vividos el año anterior (la búsqueda de los Horrocruxes, la guerra contra Voldemort, y todo lo demás), no quería que nada arruinara ese nuevo año. Quería paz, tranquilidad, disfrutar de buenos momentos con Harry y Ron…

Y no dejaría que Malfoy se interpusiera en su camino. Ni siquiera en sus propios sueños. O en sus pesadillas.

Que equivoca estaba.

¡Hola a todos!

Bueno, este es mi primer fanfic de Harry Potter (así que ténganme paciencia, jaja), aunque ya he escrito otros antes sobre series y otras cosas, pero hace muchísimo de eso (¿Unos tres años, more or less?) y con otra cuenta.

Espero que les guste :) Intentaré subir capítulos lo antes posible, pero bueno, con la universidad y todo, haré lo que pueda hacer.

Voy a trabajar en este fic, y simultáneamente, en uno de The Vampire Diaries, para participar en un reto anual del foro Dangerous Liasions (Es la primera vez también que intento algo así, así que también veré que consigo. Amo los desafíos). Por lo tanto, disculpen si tardo un poquito en actualizar.

Eso es todo por ahora. ¡Nos vemosss!