Estaba por amanecer y Chat Noir entraba por una ventana que siempre se mantenía abierta para dejar pasar el aire otoñal a un edificio abandonado en París de los muchos que ya se encontraban en las mismas condiciones; apenas sus pies tocaron el piso, Chat Noir se deshizo de su identidad de superhéroe dejando solo a Adrien en compañía de su kwami Plagg. Ambos hambrientos y cansados, como todos los días desde ese día en que Ladybug había desaparecido y lo había dejado solo con la responsabilidad de purificar los akumas, ese mismo día, aunque en realidad había anochecido, Hawk Moth le había revelado a ambos su identidad secreta y eso había marcado el Jaque Mate en la lucha; pero Adrien prefería no tocar el tema. Cambió su mirada malhumorado y esbozo una sonrisa, de esas que fingía durante sus sesiones de fotografías hacía apenas unas semanas atrás y entró a la cocina bostezando y estirando los brazos como si hubiese tenido un sueño placentero.
- ¡Buenos díííaas! - cantó - ¿qué tenemos para desayunar hoy Cybèle? - se sentó campante y miró a todos esos rostros nuevos alrededor de él.
La mesa, era una puerta caída sostenida ingeniosamente por unas sillas sin cojín, todos estaban sentados en el piso tratando de acomodarse lo más juntos posible para tener un espacio.
- ¡Vaya! - abrió los ojos con asombro- ¿es mi imaginación o veo TRES rostros nuevos? - enfatizó el número. Un pequeño rubio de ojos chocolate alzó su manita para pedir la palabra, regla que se había implementado después de descubrir que se necesitaba un orden. - ¿sí Joel?- dijo ansioso por escuchar la evidente respuesta.
-Sí, Adrien. Tenemos tres amigos nuevos. Cybèle los encontró esta mañana - contestó el pequeño con su tierna voz de cinco años. Adrien atendía con una sonrisa en el rostro.
- él es Sean, ella es Jean, son mellizos… y ella se llama… ¡Marie! Cybèle dijo que estaban abandonados en un parque.
"Cybèle, Cybèle, Cybèle… ¿no conocen otro nombre?" - susurró Plagg entre la ropa de Adrien- "además, ¿dónde está mi Camembert?" - protestó. Adrien tosió tratando de apagar la voz de su kwami. Volvió a bostezar y miró a su alrededor, una sala con pintura húmeda, gente que apenas había conocido, niños perdidos, bueno, en sí no estaban perdidos, pero sus padres habían sido víctimas de Hawk Moth, su padre, muchos adultos cayeron en desesperación luego de que Ladybug desapareciera y por esta razón habían sido "akumatizados".
Sus nuevos amigos, no sabían su secreto, era imprescindible, en el pasado, había sido más fácil escaparse, ya saben: padre ausente, guardaespaldas sin mucha imaginación y secretaria personal muy ocupada; pero ahora, tenía que ser más discreto, pues nunca faltaba el niño que se despertara en la noche o el adulto que sufriera de insomnio, todo era un caos. Los dos mellizos castaños miraban Adrien con mucho asombro y la niña restante, entornaba sus ojitos hacía el piso, a lado de ellos, Joel, el simpático pequeño parlanchín de cinco años jugaba con sus carritos de juguete y se distraía del resto de los habitantes. Adrien pensaba que con esos tres niños nuevos ya eran quince en un mismo departamento, necesitaban volver a mudarse y no solo eso, había que alimentarlos, su cara evidenció su preocupación, la comida era escasa, incluso encontrar las verduras se había vuelto problemático, los poderes de Chat Noir eran útiles al momento de conseguir alimentos en la oscuridad o destruir máquinas expendedoras sin embargo, vandalizar lugares no era lo suyo, siempre le dejaba un cargo de conciencia enorme; de hecho, uno de sus camaradas siempre le decía a Adrien que el fin justificaba los medios y pues sí, esto era lo más cercano a un apocalipsis y tenían menores alojados, no podían dejarlos a la deriva.
- Saludos desde la Tierra para Adrien Agreste que no se por cual planeta estará viajando - saludó una mujer de vestido verde, con cabello negro largo encogido en una caótica "colita de conejo" mientras dejaba alegre, un platillo simple: huevos revueltos. Adrien al verlo, levantó la vista atónito. El primer desayuno decente en casi quince días.
- me lucí, ¿no crees? - el rubio seguía sin decir una palabra, ella frunció el ceño y antes que el joven dijera algo ella continuó - hay dotación como para 10 días más, incluso haremos pan. Así que aliméntate, lo necesitas. Además encontré ese queso pestilente que tanto te gusta - lo despidió con una sonrisa.
Ella era Cybèle, la más joven de las cuatro mujeres que se encargaban de todo: acomodar, limpiar y atender a los menores, el ojiverde no era de hablar mucho con ella, sin embargo, Cybèle era muy empática y podía darse una idea de que el rubio no estaba del todo bien y por eso ella le daba su espacio, no se había permitido en llamarlo "amiguito" o "muchachito" como lo hacía con el resto de los jóvenes y niños. Ella había llegado una noche al refugio luego de que su novio fuese "akumatizado" e intentase atacarla por razones desconocidas, de no haber sido por Chat Noir, seguramente no seguiría con vida.
- ¿Cómo sabes mi apellido? - contra atacó el joven mientras tomaba el tenedor de plástico.
-Todos saben quien eres. Pero te daré una ventaja, te diré mi apellido y así estaremos a mano - dijo ella metiendo una pequeña porción de huevo a su boca. - Señor Fu, buenos días - ella se puso de pie para ir a la cocina a servir el desayuno del hombre mayor.
Estando en la cocina, la joven recordó la porción del queso maloliente, caminó directo a la nevera y tomó un pequeño trozo para después regresar al comedor y entregar su platillo al hombre de la tercera edad y el queso a Adrien. Justo iba a sentarse cuando su nombre nuevamente sonó con rumbo hacía la habitación de la niñas, volvió a pararse y se dirigió a la habitación, el anciano miró a Adrien y este le devolvió la mirada, acto seguido, metió en trozo de queso a su camisa donde Plagg ya esperaba su comida, Fu por su lado metió una hoja de lechuga para su kwami, ellos dos eran los únicos que sabían la verdad.
La noche antepasada, ambos hombres hablaban discretamente en la azotea del edificio, viendo hacia la nada, solo un oscuro paisaje era lo que se podía apreciar, pocos eran los lugares que aún tenían luz eléctrica y eso convertía la ciudad entera en una metrópolis peligrosa, la gente estaba emigrando con temor a ser atrapados por los Akumas, que día a día se multiplicaban, se corrían rumores que el villano ya había conseguido ganar la guerra y que Chat Noir no era nadie sin Ladybug, de esto, hasta Adrien se sentía así.
- Si tan solo pudiese purificar akumas - le repetía al anciano mientras enterraba su rostro cansado entre sus brazos - mi padre está ganando y yo solo puedo quedarme observando.
- Todo se soluciona encontrando otra ladybug - contestó Plagg metiéndose al hocico un trozo de queso.
- Nadie podría jamás acercársele a Marinette - dijo molesto.
-Plagg no dice que sustituyas a Marinette, sino que encontremos otra Ladybug. Por desgracia, su miraculous los tiene Hawk Moth. - defendió el anciano - he estado buscando a quién pudiera tener el kwami de Volpina, pero no encuentro a nadie lo suficientemente enérgico como para soportar la transformación - terminó.
- Usted hace lo mejor que puede maestro Fu. Mientras yo soportaré cuanto sea necesario. Recuperaré el miraculous de Ladybug y saldremos de ésta. - dijo decidido, Plagg se posó sobre el hombro del rubio y miró en dirección a la torre Eiffel que parecía solo una estructura metálica oscurecida semi alumbrada por la luz de la luna.
Pero incluso esa mañana, aunque los ánimos decaían con cada día que pasaba, Adrien seguía convencido de que algo bueno tenía que ocurrir. La desaparición de Marinette había sido un parteaguas emocional y táctico para que Hawk Moth tomara París y comenzara a reclamar a cada uno de los akumatizados el regresar a las filas del mal, obviamente contra su voluntad y claro, aprovechar el caos causado por lo mismo para reunir nuevos reclutas, los pocos humanos que quedaban se reunían en iglesias, Notre Dame era el refugio más grande, seguido del Louvre, pero también eran los más asediados por los akumas. Adrien dedicó una mirada al maestro Fu y éste asintió levemente. Adrien volvió a bostezar, comió lo más rápido posible y se fue a una de las habitaciones compartidas del edificio.
Ya dormido, Adrien tuvo el mismo sueño que había tenido desde hace un mes, su subconsciente lo conocía a detalle, comenzaba a sudar frío y a sentirse incómodo, sabía que iba a pasar en la explanada de la Torre Eiffel.
La noche se veía interceptada por dos reflectores de luz que rondaban la Torre en unos helicópteros policiales, Hawk Moth al fin estaba frente a ellos y era el momento decisivo, de golpe, escuchó a Ladybug, ese momento lo dejó frío, "¡Lucky Charm!", Adrien se tensó, como si estuviese hecho piedra. "No, ¡Ladybug!" gritó, pero ella no lo escuchó en lugar de eso, se puso en marcha, comenzó a correr en dirección al villano, Adrien levantó la mirada hacia Hawk Moth.
- "Padre" - susurró lastimeramente abrió los ojos y se preguntó si había estado hablando en sueños.
