El verano acabo, pero sus secuelas siguen. Para bien o para mal algunas industrias cayeron otras nacieron. Después de ese verano como sería una "saludable" y "normal" sociedad capitalista? Que sería un negocio "normal", para ese apacible pueblo de noroeste Americano llamado Gravity Falls.

Este relato forma parte de mi primera entrega por capítulos, no serán muchos y el próximo miércoles (21 de julio de 2017), espero postear la segunda parte. De nuevo esta historia, aunque sea por capítulos, puede leerse en forma independiente. Forma parte de la misma línea narrativa o universo ficticio, así que me gustaría que ojearan el resto de las historias.

Este es mi cuarto Fic, gracias a todos los que me han leído y sus críticas, espero estar a la altura con esta nueva entrega. Aun me intriga saber, les gustara mas la entrega por capítulos? Bien eso espero.

Espero disfruten tanto al leerlo como yo al escribirlo. Gracias!

También espero que les guste buscar huevos de pascua, pues puse varios en la historia Como siempre me gustaría saber que tantos logran encontrar. Y además al fin pude agregar códigos en el Relato, uso el método de cifrado a1z26.

Créditos al final.

Gravity Falls Final del Verano: Nuevos Empresarios Cap 1

Primera Parte: Viejos conocidos, Nuevos Conocidos

-"Por dios Stanley, podrías cambiarte ese suéter? Vamos a llegar tarde."

-"No, es cómodo y me queda bien… celoso?" Le respondió su hermano con esa famosa sonrisa del millón de dólares, disfrutando su cara de enojo.

Stanford no pudo hacer más que cruzase de brazos mientras, la sonrisa de 'te atrape' de su hermano le iluminaba la cara. Esa tarde, luego de una ajetreada mañana de sábado, tenían una reunión de negocios y ambos Stan se estaban alistando. Pero que la pequeña le hiciera un suéter a Stanley y no a él, era algo que aun le costaba asimilarlo. Cosa que su hermano aprovechaba en cada oportunidad para molestar y restregárselo en la cara, con esa expresión que desde niños había detestado.

-"Si un poco, contento?" Tuvo que admitirlo pues sabía que su hermano llevaba la suéter, en ese momento, para moléstalo y a menos que diera el brazo a torcer llegarían tarde. La prenda en cuestión era un bonito suéter rojo con el mensaje "Goodbye Stan", obra de su talentosa y cariñosa sobrina nieta. Para ser justos la niña casi no lo conocía, así que no podía culparla por encariñarse más de su hermano que con él. Ninguno de los nietos del tercer hermano, Sherman Pines, sabia de su existencia hasta hacia menos de dos meses. Su propio hermano había usurpado su identidad desde hacía treinta años, al punto de haber fingido su propia muerte, para no levantar sospechas.

Pero esa chica se había ganado un lugar en su corazón justo al conocerla y saber que era su sobrina. No por el lazo de sangre o amor a la familia. Sonrió al recordar, luego de treinta años de su viaje, encontrar al mal encarado de su hermano había sido un mal sabor de boca, por todo el peligro, que como luego confirmaron, representaba el portal. Pero luego esa dulce sonrisa, y la personalidad de su sobrina lo sorprendieron. En verdad fue agradablemente extraño que, al sentir su sexto dedo ella dijera que eso era fantástico por ser 'un dedo más de amistad'. Y también estaba el chico, su otro sobrino nieto, inquieto y molesto al principio, pero la mente ágil del chico también lo sorprendió, y de donde había sacado el borrador de memoria, nunca lo supo, al final lograron evitar los problemas con el gobierno gracias a él.

Más tarde esa noche se impresiono, no impresionar no era la palabra, enojar, si aun mas enojado con su hermano que por haberle robado su identidad, su vida, su nombre, en fin todo, fue el uso que le dio a su nombre. La habilidad como estafador de su hermano, y su desprecio a la autoridad judicial, le habían permitido usurpar fácilmente su identidad, desde que él se había perdido. No existía registro alguno de Stanley Pines, declarado muerto 30 años atrás. Pero en el expediente de Stanford Pines podía verse robo, enseñar osos a conducir, estafador, traficante de cachorros y una lista de cargos tan extensa que incluían ser el único condenado por desvalijasamiento en la historia de derecho judicial, además de un llamacidio, en primer grado.

Aun con una sonrisa en la cara Stanley, se levanto y para ir cambiarse la suéter por un saco negro, su corbata de lazo y el bastón con mango de bola de billar. El look del Señor Misterio, que había estado cultivando desde que había cambiado de identidad. Stanford usaba la misma ropa que había usado por no le importaba hacia cuando tiempo: un sobretodo de micro fibra de diamante nanotecnológica, que la hacía estar siempre limpia, dándole un factor alto de protección contra la mayoría de fuentes de radiación conocidas y algunas de las desconocidas, golpes y, gracias a la nanotecnología, calefacción o refrigeración según ocupara. Pantalones irrompibles, una camisa de manga larga y guantes de seis dedos, todo del mismo material. No recodaba la última vez que había cambiado su look, pero eso era secundario cuando se vivía siempre esperando que algo quisiera comer, aparearse o, prefería no imaginar, hacer alguna otra cosa con él. Por costumbre antes de ponerse el sobretodo reviso la pistolera y el tahalí de su rifle en su espalda. Pero antes de asustarse, de nuevo, por no llevarlos consigo, recordó que estaba en casa. Ahí era muy poco probable que alguna criatura quisiera comer o aparearse con él. Aunque habían pasado semanas, aun no se acostumbraba a que de nuevo estaba en casa y, aunque eso casi había significado la destrucción del mundo, era algo que al dormir en su cama todas las noches agradecía de corazón a su hermano, aunque era algo que solo le diría a Stanley bajo tortura.

Stanley tomo las llaves del auto, uno de los pocos bienes que Stanley Pines había dejado hacia treinta años en su testamento a su hermano Stanford.

-"Sabes la dirección, Stanley?"

-"Si, cerebrito, no soy un antisocial como tú, además es solo cosa de seguir el camino, es difícil perderse." Y sentados uno al lado del otro, ambos con cara de querer estar en compañía de cualquier otra persona o en cualquier otro lugar, tomaron el camino al pueblo. Ese día Fiddleford McGucket, el antiguo loco, ahora que era rico, actualmente el exentico del pueblo. Había pedido que fueran a su nueva casa. Mientras conducía, Stanley, recordó que la última vez que había tomado ese camino, fue junto a los chicos y esa pequeña rubia mimada de Pacifica, la hija de los antiguos dueños de la mansión de McGucket. Y volviendo a ver a su lado, en vez de la agradable compañía de su empleado o sus sobrinos, iba con Stanford.

Los hermanos Stan, tenían la usual relación de amor/odio de dos gemelos adolecentes, pero perfeccionada con más de cuarenta años de práctica. Lo que les permitía el poder desayunar felizmente en familia, pelearse en algún momento de la mañana, pasar un incomodo almuerzo, no soportarse para la hora del café, no decir una palabra en la cena y ver la última película de la noche recordando viejos tiempos, con un tazón de palomitas y riendo juntos, para volver si siguiente día con un patrón parecido. Igual ambos, por más molesto que sintieran al otro, sabían que no había nadie más confiable o una mano mas amiga que su gemelo. El camino se empino para subir la colina que dominaba todo el pueblo, tomando la calle privada que guiaba al infame portón principal de la mansión.

-"Stanley, cómo es posible que, después de treinta años, sigues usando esta carcacha?"

-"Porque ya no hacen los autos como antes ahora todos son 'autitos ecológicos' que no pueden hacer esto." Dijo mientras aceleraba y hacia rugir el motor, solo para causar una ligera explosión y dejar escapar luego una espesa nube de humo negro. Ante una no disimulada risa de su hermano.

-"Entendí perfectamente Stanley, podrías dejar de hacer demostraciones así? No me gustaría llegar tarde donde Fiddleford por tener que empujar esta carcacha."

-"No te preocupes sudar un poco sabihondo, pero sabes qué querrá el viejo McGucket?"

-"Él es casi dos años más joven que nosotros Stanley." Dijo Stanford, ocasionado que su hermano casi rompiera la rueda del volante.

-"Discúlpeme señor, solo quería hacer referencia al caballero al cual vamos a visitar, de la manera en que se le conocía coloquialmente en el pueblo." Respondió Stanley imitando a la perfección la voz y la forma de hablar de Stanford. Una habilidad que había desarrollado de niño para bromear a los demás cuando jugaban al quien es quien, y luego para hacer rabiar a su hermano como en esta ocasión.

-"Pero si eso no importa, lo importante es que habrá comida gratis, siempre y cuando este vejestorio nos lleve a la reunión a tiempo, y no hablo del auto." Dijo Ford sin inmutarse usando el mismo truco imitando a Stanley y con una sonrisa de 'te gane.' "Parece que tu mente ya está sufriendo por la edad Stanley, no recuerdas que usábamos este truco de niños, cuando yo tenía que ir a deportes o cuando tu tenias examen de matemáticas?" Sin dejar de imitar la voz de su hermano. Mientras Stanley sonreía.

-"Recuerdas lo que ocurrió con el profesor Hilbert?"

-"El profesor de sexto grado, ese examen de 23 problemas, como no olvidarla fue la primera vez que alguien se dio cuenta, valla nunca había visto a mama tan enojada." Decía mientras empezaba a reír aun más que su hermano.

-"Si, por eso fue que empecé a imitar tu letra cerebrito, porque tenias que usar una letra tan refinada, como todo un señorito?"

-"La escritura es una biografía abreviada, pues es el reflejo del alma." Sentencio Ford, usando la voz de Stanley y su dicción de catedrático.

-"Si serás un chingo." Acoto Stanley con la voz de Ford, pero el más puro acento que había escuchado en la cárcel. Stanford no soporto mas y acabo riendo dándole el gane en esta ocasión a su hermano

Aun continuaban riendo cuando se estacionaron frente la entrada principal de la antigua mansión Noroeste. Al estacionarse un mayordomo tomo las llaves del auto para estacionarlo, mientras otro los conducía a la puerta de la mansión.

-"Espero que estos tipos no quieran propina." Decía Stanley. Mientras se acercaban caminando a las puertas que aun tenían el escudo de los Noroeste.

-"Compórtate, Stanley." Dijo un ligeramente alterado Ford, aunque había hecho las paces con su antiguo amigo y colaborador. No habían hablado mas de unos instantes, sabía que el estado mental que se había auto provocado por el uso de la pistola borra memoria, que él había inventado, era a fin de cuentas por su propia soberbia, al no tomar conciencia de lo que su mayor invento, el portal, podría hacer. Hasta que fue demasiado tarde.

-"Los Hermanos Pines supongo?" dijo la educada y tranquila voz del mayordomo. Cuando ambos llegaron al frente a la puerta principal. "Los señores los esperan en la biblioteca, si tienen la bondad de seguirme, los llevare con ellos." Al ver que ambos caballeros no dejarían sus abrigos en el perchero, el mayordomo los condujo, sin más dilatación y en silencio, por mansión, hasta la habitación donde una vez había estado la sala la de trofeos de caza de los Noroeste, cientos de animales disecados, cazados durante generaciones por esa familia, y la pintura ahora desaparecida que advertía de la maldición que había caído sobre ese fatídico clan. Aunque ninguno de los Pines había estado en esa casa, ambos sabían por sus sobrinos, la historia de la espeluznante última gala anual de los Noroeste, con su casi funesto final. Ahora era un funcional estudio con una mesa de reuniones en medio, donde varios hombres y una dama los esperaban.

-"Stanford!" Dijo el mayor de los hombres acercándose, tomado de la mano de la dama, una mujer mayor esbelta, de piel cobriza, marcados rasgos indígenas y una frondosa cabellera negra, con mechones grises, peinada en dos largas trenzas, una a cada lado, que llegaban a la altura de su cadera, vestida muy sencillamente, con una banda de lino roja alrededor de su cabeza y un vestido sencillo y mocasines. Stanford supuso que sería de descendencia Chinook, y a Stanley solo le pareció raro ver al viejo McGucket afeitado y con una mujer como esa de la mano.

Mientras ambos Pines se acercaron a saludar. Al otro lado del estudio dos de los hombres, vestidos con trajes idénticos de tres piezas y el mismo peinado, casi idénticos al punto de que el joven parecía un clon del mayor, los miraban mientras conversaban por lo bajo. Mientras un poco más cerca Tate McGucket, el hijo de Fiddleford, conversaba con un tercer desconocido, casi de su misma edad, ambos en trajes menos formales.

Estrechando la mano de un, ligueramente, acongojado Stanford, McGucket. Con un fuerte apretón de manos, intentaba acabar con la pesadez del anciano Pines.

-"Fiddleford, se te ve mucho mejor que la ultima vez, amigo." Fue lo único que Ford logro articular, mientras la mujer lo miraba fríamente. "Aun no tengo palabras para pedirte per…"

-"Stanford." Interrumpió McGucket, con una voz firme, que Stanley casi no reconoció. "Ya dijimos todo lo que había que decir sobre eso, el pasado quedo en el pasado, ahora solo tenemos que disfrutar lo que tú y tu hermano lograron salvar, nuestro futuro. No sé que pienses que me debes, pero puedes olvidarlo, después de lo que lograron hacer ustedes dos." Dijo señalando a Stanley. "Me han pagado con creces cualquier cosa de la que puedas culparte." Mientras pasaba a estrechar la mano a Stanley.

"Es estaño verlo con camisa McGucket, y viviendo en esta mansión." Dijo mientras rápidamente hacia un cálculo de cuantos millones valdría la propiedad. "Parece que alguien salió muy bien parado del raro…" Al notar la mirada de tanto su hermano, como McGucket y su acompañante Stanley entendió que en ese momento, aun entre amigos, los eventos relacionados con Bill eran en exclusivos de Gravity Falls y supuso que de los presentes algunos no eran del pueblo. "…rareza en que pasaste por tantos años." Logro cambiar de tema sin apenas mostrar cambio en su voz.

"Si Stan…" Acoto McGucket. "Sería bueno ir a un lugar más privado, para que no incomodar a los jóvenes con historias de viejos… Tate? Hijo." El aludido se excuso de su interlocutor y se acerco a su padre.

-"Si papa, señores Pines, no los vi llegar. No les he dado las gracias por…" Se calló al caer en el mismo problema que Stanley, al intentar hablar de lo que había pasado, estrechando la mano de los recién llegados. "…Siempre es un gusto saludarlos."

-"Tate voy a enseñarles la casa a los Pines, podrías decirle a los caballeros que tendré que ausentarme de la reunión?"

-"A Claro papa déjame a mí y al primo Chapman, de todas formas aun tenemos que revisar algunos puntos, 'triviales' del borrador del contrato final." Diciendo esto se volvió y llamando la atención de los presentes, estos se encaminaron a la mesa en el centro de la biblioteca. Mientras excusaba a su padre y compañía. El y el otro hombre joven sacaron un encuadernado de papel de casi cinco cm de ancho y un par de libretas llenas de apuntes.

-"Señores dijo el primo Chapman, volviendo al párrafo r, inciso O, sub sección 2, sección 16, del capítulo 1 creo que la concesión de permisos de construcción y patentes por parte de terceros…" la voz de primo Chapman, quien Stanley etiqueto como abogado, se fue enmudeciendo mientras Tate cerraba la puerta, acompañándolos al pasillo.

-"No se preocupen por el tiempo, conociendo a Chapman seguro que les dejara unas horas libres para hablar." Volviendo a estrechar las manos de los Pines, agrego, ya sin oídos curiosos cerca y de una manera muy formal y respetuosa. "Señores Pines, no les había agradeció por todo lo que hicieron." Dijo a ambos, pues solo la gente del pueblo lo sabia ellos habían salvado al mundo. Luego ya poniendo una voz más personal agrego. "Quería pedirles que me hicieran el favor de agradecerle a su sobrino, de no ser por él… creo que nunca habría recuperado a papa."

Ambos ancianos asintieron, y pensando "Otro más que Dipper ayudo, y él ni se dio cuenta." Volviéndose a ver uno al otro sonrieron orgullosos, sabiendo que habían pensado lo mismo de su sobrino. Mientras Tate se despedía y se iba a reunir con su primo y los abogados del gobierno. Mientras los cuatro ancianos, conducidos por McGucket, recorrían el pasillo.

-"Si hay algo que lamento es haberle faltado por todos estos años al chico." Dijo McGucket, notando que Stanford volteaba los ojos agrego. "No amigo no fue tu culpa, fue mía, no supe aceptar las cosas. En vez de eso preferí sepultarlas, literalmente me volví adicto a borrar mi memoria. Prefería escapar de todo, hasta que fue demasiado tarde para poder salir y afrontar la realidad. Aunque me daba cuenta que iba afectándome, no hice nada por evitarlo y termino acabando con mi matrimonio y casi pierdo a mi hijo." Dijo mientras ponía la mano en un panel junto a una puerta, indistinguible de las demás, y un zumbido mecánico indicaba que se había abierto la puerta de su estudio privado. Al darle pasó a la dama en la puerta, los hermanos Pines. No pudieron evitar notar la forma en que la dama miraba a Stanford de una forma abiertamente hostil.

-"Fiddleford y tres más." dijo McGucket a nadie en particular, pero la luz se encendió automáticamente, mientras la ventana se opacaba un poco y diversos aparatos en el estudio empezaban a funcionar. Sin advertencia ambos Pines fueron recorridos por una línea de luz verde. "Perdonen el escaneo de seguridad, hay cosas en esta habitación que no podría dejar que siquiera Tate vea. Computadora graba a los desconocidos como Stanford y Stanley Pines." La habitación pareció responder con otro zumbido. "…grábalos a ambos con el mismo identificador, y has un recordatorio para que especifique cual es cual. Cierre de seguridad nivel cuatro." Volvió a hablar a la habitación, mientras la puerta se cerraba tras ellos. "Aun no logro hacer que entienda bien el lenguaje hablado y como son idénticos se debió confundir, luego los definiré mejor para que el sistema de seguridad de la casa los identifique sin peligro. Aquí podemos hablar con toda comodidad está aislada y tiene un bloqueador de estática electrónica"

Era una habitación de tamaño normal, para la sala comedor de la casa de una familia de clase media, además que en contraste con la biblioteca, estaba desorganizada, en varias mesas se podían ver distintos aparatos de diversa forma y función desconocidos, así como pizarras, planos y gráficos en las paredes, al fondo un escritorio con dos pantallas de 40 pulgadas adosadas a un computador, un proyector conectado a un segundo equipo presentaba en una pared una serie de símbolos y ecuaciones matemáticas que confundían a todos los presentes, menos a Stanford y Fiddleford. Al otro lado una impresora tridimensional de resina plástica y una impresora laser normal a colores terminaban con la lista de aparatos que Stanley podía identificar, dejando el resto del mobiliario bajo la etiqueta de 'cosas de nerd.'

-"MMM…" Dijo Stanford ante la pared iluminada. "Esa es mi fórmula para superconductores, o me equivoco?" Decía acercándose a la pared.

-"Si esa es una de las razones por las que te pedí venir hoy..." Dijo Fiddleford. "Seguramente habas oído de mis creaciones el Gobblewonker, el Mecha Gedeón o la misma cabaña del misterio, entre otros. Sé que estaba un poco… desorientado en esos días. Pero puedes verlo aquí." Dijo sentándose en el computador y cambiando el despliegue de la pantalla por planos de sus últimos inventos.

Mientras Stanford revisaba las imágenes, Stanley no dejaba de mirar de reojo a la aun desconocida acompañante de McGucket. Por alguna razón, seguía mirando con odio a su hermano, a tal punto que encendió todas sus alarmas de protección.

-"Fiddleford esto ese diseño es del capacitor que use en el portal y, si entiendo bien, este conversar de energía está basado en la teoría que desarrolle de la nave espacial y estas fibras de los músculos artificiales están basados en el experimento de metales nemónicos." Dijo Stanford asombrado. "Te felicito el pasar esas ideas a un diseño practico, pero dime como hiciste con el problema del sobrecalentamiento del capacitor, si mal no recuerdo la formula predecía que se volvería inestable al pasar los… 505,928 grados Kelvin, según el teorema de Montag" Decía Stanford absorto sosteniéndose la cabeza con una mano, en la clásica pose Pines de 'estoy pensando.'

"Sobre eso bien use un disipador por dilatación y convección de gas aquí, puedes verlo?"

-"Si interesante no lo había pensado, fue idea tuya?... no es que te subvalore, pero como no me he puesto aun al día con la tecnología actual…"

-"No te preocupes amigo, fue idea mía, aunque en si era solo juntar ideas de ahí y allá, que aparecían en publicaciones de algunas universidades a las que aun estaba suscrito y algo de la inventiva McGucket"

-"Siempre tuviste muchos recursos Fiddleford, pero si en vez de usar ese enfriador por clorofluorocarbono, usas una mezcla de argón-kriptón, usando un intercambiador de calor aquí…" Dijo Stanford tomando un marcador de la pizarra y anotando sobre la imagen.

-"Si amigo, pero en tal caso la tolerancia a la temperatura de estos contenedores debería subir a una razón de…" Decía McGucket mientras, tomando otro marcador, empezaba a modificar una formula de en otra zona de la imagen.

-"Pero entonces según la ecuación Roddenberry-Straczynski…" Decía Stanford, modificando la modificación hecha por su amigo.

-"Podría ser, pero no cuentas con las ecuaciones de Picard-Sisco para densidades, tendríamos que poner todos los complementos en un vacio…"

-"Picard-Sisco, no las recuerdo, deben ser de luego de que me perdí…"

-"No te preocupes te lo explico rápidamente con esta ecuación…"

-"Parece ser una derivación de las ecuaciones Nimoy- Montgomery- Hikaru pero ahí usan una matriz…"

-"Exacto, sabía que te sería fácil entenderlo, pero la calve está en que el vector B[f](a) no interfiere, para mantener el coeficiente nuclear estable, usando la aproximación americana…"

Mientras ambos genios seguían en una lluvia de ideas, para hacer más efectivo, o letal, el potencial de las maquinas de McGucket. Sin más que hacer y sabiendo que era inútil interferir, Stanley… se aburría terriblemente.

-"Estos nerds, dales una pizarra y un marcador y podrán pasarse días enteros hablando en su propio lenguaje, no le parece?" Dijo Stanley volviéndose hacia la dama indígena, callándose inmediatamente. La expresión con que miraba a su hermano, lo dejo mudo. Las alarmas que antes había encendido solo su mirada. Ahora habían pasado todas a código rojo. Stanley no solía ponerse violento con las mujeres, pero algo en ella le hizo ponerse serio, esa sensación de peligro, como cuando sentía que el crupier sospechaba que estaba haciendo trampa en el casino. Inconscientemente acomodo su cuerpo para poder cubrir a su hermano, en caso de que la mujer intentara atacarlo. Olvidando la animada discusión que ambos científicos mantenían. Su instinto de protección estaba listo para defender a su hermano.

-"No se lo permitas Fiddleford, te esta hechizando de nuevo." Dijo la mujer con una voz tranquila mirando a Stanford con tanto odio que Stanley, que bloqueaba su línea de visión, pensó sentir un golpe en el pecho. Mientras sus ojos hacían bajar la temperatura de la habitación varios grados, literalmente.

-"Te esa haciendo caer de nuevo, no se lo permitiré…" Prosiguió mientras se acercaba al par de científicos, que habían dejado la formulación de teorías y de formulas por el repentino cambio en la mujer. Dando unos pasos se encontró con la anciana mole del cuerpo de Stanley bloqueando el paso. "Apártate 'Pez' que mi venganza no es contigo, es con 'Mano'…"

-"Señora no se qué venganza habla, pero si quiere hacerle daño a mi hermano tendrá que pasar sobre mi cad…" Stanley no pudo terminar la frase porque la mujer lo había tomado de la chaqueta y lo había lanzado contra la pared sin esfuerzo aparente. "Waffles belgas calientes! Que fue eso?" dijo Stanley al encontrarse en el suelo a varios metros de la mujer. Al mirar a Stanford agrego como disculpándose. "Pasa un verano viviendo con niños influenciables, puede quitarte algunas viejas, malas y agradables costumbres."

Mientras la mujer empezaba a cambiar creciendo en tamaño, cubriéndose con un pelaje café oscuro en todo el cuerpo y el cabello descendiendo cubriéndole cara, hasta llegar a sus mejillas y frente cubriéndolas de vellos color blanco, mientras perdía las facciones y su boca y mandíbula se convertían en un hocico largo, con afilados colmillos y dientes de roedor. Sus piernas cubiertas de pelo, habían pedido los mocasines y en vez de pies podían verse unas largas garras como manos con afiladas zarpas, al igual que sus brazos y manos, cambiando la piel del tono cobrizo, por una especie de cuero duro y negro. Y para sorpresa de ambos Pines, una larga cola café con anillos negros aparecía bajo su falda.

-"Detente ahora Q'oala's." Grito Fiddleford poniéndose entre la mujer mapache y su amigo Stanford. "Me prometiste que no le harías nada." Sin mostrar ninguna sorpresa por la transformación de la mujer.

-"Pero lo está haciendo de nuevo. Te va a corromper como antes, te va a destruir de nuevo." Dijo mirando a Stanford quien no se había quedado congelado por la transformación, instintivamente deslizo la mano por su espalda buscando instintivamente el tahalí con su rifle. Pero desconcentrándose al no encontrarlo, adopto una postura semejante al judo. Encarando a la mujer-mapache.

-"El no hizo nada, nunca fue su intención hacerle daño a nadie, fue tan victima como cualquier otro." Mientras Fiddleford distraía al monstruo, Stanley aprovecho y se acerco a su hermano acomodándose sus nudilleras de bronce adoptando una guardia de boxeo.

-"No tengo idea de en que lio te metiste, pero le vamos a hacer saber que quien se mete con un Pines se mete con todos." Le sonrió a su hermano cerrándole un ojo, con una voz más confiada de lo que en verdad sentía.

-"Tranquilos amigos, 'Q'oala's' solo está confundida, ha pasado por mucho y le guarda rencor a Stanford." Dijo McGucket. "Querida aceptaste que lo invitara, pensé que lo habías perdonado!"

-"El fue el amigo de la Bestia de un Ojo!, aun puedo oler la podredumbre en ellos." Decía entre gruñidos.

-"Bill lo engaño, como ha engañado a tantos. Solo que esta vez engaño a la persona correcta, además si no fuera por él y su hermano, ahora estaríamos en manos de Bill!"

-"Si, en el menor de ellos puedo saber que combatió a la Bestia y se sacrifico de corazón, tiene una alma manchada pero un espíritu limpio y brillante."

-"Hey… Señora, el decirle mapache es porque salta a la vista, podría evitar los insultos." Dijo Stanley moviendo amenazadoramente el puño cubierto con por la tira de bronce.

-"Silencio Stanley creo que ya entendí." Dijo un mucho más tranquilo Stanford. Ganándose una resentida mirada de su hermano. "Recuerdas la esposa mapache de Fiddleford?" Dijo señalando al monstruo.

-"Que diablos!" Dijo. "Como, cuando, porque?" Dejando su expresión de enojo y cambiándola por incredulidad, mirando a su hermano para volver a ver a McGucket y el monstruo, que parecía no haberse calmando en lo absoluto. "No eran alucinaciones o por demencia?" Stanford simplemente negó con la cabeza.

-"Creo que debo hacer las presentaciones." Dijo McGucket, aun interponiéndose entre el mapache gigante y los Pines. "Puede que sea una sorpresa pero ella es 'Q'oala's'. Mi esposa."

Continuara.

Gravity Falls temas y personajes pertenecen a Disney, por idea del genio de Alex Hirsch. Cualquier tema musical asociado a este relato es usado de la misma forma. Todo en esta historia está dentro del Famdom, y dedicado a los lectores y demás interesados en el Fandom de Gravity Falls. No tiene otro fin más que entretener. ¡Disfrútenlo!