Card Captor Sakura y sus personajes le pertenecen a las reinas del Shojo, CLAMP


Broken

La luz pálida de la noche iba y volvía sobre su rostro en el enorme ascensor, junto con aquel aroma agudo a mentiras piadosas u odios irremediables lastimando sus pulmones. Queriendo caer, queriendo tropezar y sangrar hasta que la dulce luna le perdonase.

Hasta que su propio corazón llegase a perdonarle ese suicidio.

Porque no era lo suficientemente fuerte.

Salió del cubículo y, sabiendo lo que encontraría, pateó el carrito de comida más cercano provocando un ruido estruendoso que alertó a los pocos circundantes de modo que nadie lo viera. Y nadie lo vio caminar a paso ceremonioso, las manos enterradas en el abrigo café que restregó contra sus mejillas tratando de sentir algún calor.

Nada aún, por suerte.

Giró del perilla de la habitación más alejada, empujando con celeridad; la vista tan acostumbrada y doliente a la vez cual cuadro caótico pegando en su razón. Un par de ojos castaños, enormes y expresivos le miraron débilmente asombrándose luego…calmados finalmente. Quizá una sonrisa…que no supo precisar por la mascarilla de oxígeno sobre su dulce boca.

Por favor…

Torció los delgados labios en una mueca tortuosa, triste y desesperada; conjunta con ella el destello suplicante en los zafiros del joven inglés.

-Ya hablamos de eso…lo sabes…

Sin palabras una muda tensión se instauró en el silencio.

Por favor, hazlo…

Más de una vida en ese inútil suplicio. De una existencia sin ataduras a algo, sin deseos de vivir siquiera.

Pero hacerlo…no podría siquiera soportar un segundo.

No aguantaría saberse allí sin él y, sin embargo, saberle allí tampoco era un lecho de rosas.

Quiero morir…por favor…

Su fino oído alerta sintió una agitación en el exterior. No había más tiempo. No podría retrasar más lo que estaba por ser hecho ni los pasos que daba hacia la cama. Tampoco podía retrasar el tomar su mano entre las propias besando el dorso de ella en la oscuridad.

-Te seguiré, espérame.

Arrancó el tubo de un solo movimiento. Evitando observar las consecuencias y la mueca de dolor que viajó por un segundo en las pupilas ambarinas. Y miró hasta que un gracias se perdió entre la bruma como lo último que lograría escuchar.

Ni siquiera el dolor podía percibirlo. Pues la definición de lo que estaba sintiendo lo mezquinaba.

El rostro amado le persiguió en su salido fuera del cuarto, antes que los médicos tomaran cuenta de lo que había ocurrido. Antes que los anuncios por al altoparlante llenaran el establecimiento , dejando atrás las luces rojas anunciando lo ocurrido.

Tengo que seguirte.

Una sonrisa vehemente cruzó sus mejillas al contemplar el puente. El río llamándolo a cumplir su cometido.

Si, voy a seguirte…


Bien, esto es raro. Coméntenlo con sinceridad.