Andy nunca creyó que volvería a jugar con sus juguetes. Pero Bonnie hizo eso posible, ocasionando que sienta que tiene su misma edad, que vuleve a ser un niño, uno feliz, al jugar sin tener preocupaciones, obligaciones o responsabilidades.
Únicamente diversión sin pensar en el mañana.
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Cuando termino la universidad y tuvo su primera entrevista de trabajo, visitarla, ver su sonrisa que demostraba lo feliz que estaba por verlo, le hizo calmar sus nervios ante eso. Aun si ahora ella era un adolescente; como antes, ella, tomó al vaquero en sus manos y con una sonrisa amigable. Repuso: "¿Jugamos?" Andy aceptó.
Porque no había más diversión que sentir volver a ser unos niños.
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Nadie lo entendía, nadie entendía el valor de sus juguetes como ellos dos. Nadie comprendía porque aún seguía conservándolos y mucho menos que seguían jugando con ellos.
¿Por qué?
Porque los dos amaban a sus juguetes y siempre lo harían.
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Cuando comenzó a trabajar y los horarios se le hacían tan pesados y volvía tan cansado a casa. Le alegraba saber que mañaña podía visitarla para jugar y relajarse; No era un niño, pero cuando Andy estaba con Bonnie podía sentir que volvía a serlo.
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Un hombre en el exterior; un niño en el interior. Un niño que comenzaba a enamorarse -sin poder evitarlo- de una adolescente. De Bonnie.
