Disclaimer 1: Los personajes conocidos de la serie de: «InuYasha, un cuento de hadas feudal», le pertenecen a la mangaka Rumiko Takahashi.

Disclaimer 2: Otros personajes y la trama, me pertenecen.


KIKYO, SE PARECIÓ TANTO A TI.

Un café.


[Extra chapter]

Capítulo extra después del final.


Un café bien cargado y su laptop gris estaban acompañándolo. Miró a su derecha para constatar la hora: 10:15 am. Suspiró, aliviado; aún tenía unas cuatro horas para terminar aquel informe y ya casi estaba por finalizarlo. Se echó algo para atrás y estiró detenidamente los brazos. Bostezó. Por Dios, no había dormido temprano la noche anterior.

Extrañaba a Kagome y a sus tres hijos, extrañaba mucho a su familia. Después de que su esposa perdiera a su hija Shiori en el último embarazo, tuvo que afrontar muchas adversidades: Kagome había caído en una depresión de la que no le fue muy fácil salir. Afortunadamente ella era fuerte y su tristeza no logró corromper a sus hijos. Asistieron juntos al psicólogo durante un año y Kagome trabajó fuerte para convencerse de que era lo suficientemente grande para salir adelante.

Su esposa era pilar fundamental en su vida, si ella se derrumbaba, él también lo haría junto con los niños. Después, decidió que lo mejor era intervenirse para dejar de ser capaz de albergar una vida. Había sido la mejor decisión. Estuvieron juntos en ese momento, dándose ánimos. Después de aquel día, Kagome volvió a renacer; tenía hijos por los qué luchar y además… tenía su amor.

InuYasha, por tanto, había aprendido a ser padre. A veces recordaba cuando aún no lo era y las ganas que tenía de serlo.

—¿InuYasha?

Sus sentidos se pusieron alerta… Casi no podía creerlo. Miró rápidamente, expectante, esperando reconocer a la persona dueña de esa voz calmada y pacífica.

—Kikyō. —En su rostro se dibujó una sonrisa grata, aunque su expresión aún reflejaba asombro—. Tanto tiempo.

—Lo sé. —Cerró apenas los ojos y sonrió.

Kikyō se veía mucho más alegre que hacía diez años. No había sabido nada de ella después del divorcio, a pesar de haber terminado sin problema alguno. La invitó a sentarse un momento y pidió un café tinto sin azúcar para ella. InuYasha se hallaba completamente impresionado con el encuentro tan repentino que estaba teniendo con su ex esposa.

—¿Qué haces tan lejos de Japón? —Inquirió, cerrando un momento su laptop—. Estados Unidos no es un destino que alguna vez me hayas mencionado querer. —Sonrió.

—Ya ves —pronunció, sorbiendo café—. Sabías que Kaede vivía aquí desde hace unos veinticinco años. Después de divorciarnos, decidí que Japón no me dejaría ver mi vida de otra forma —dejó suavemente la taza blanca sobre el platillo y perdió la mirada un momento, mientras hacía memoria de esos tiempos—. Creo que fue la mejor decisión que he tomado en mi vida.

—Siempre admiré la manera con la que ves las cosas, Kikyō —dijo InuYasha, con un tinte de nostalgia en la voz. Recordaba aquella noche en la que le había confesado que estaba enamorado de Kagome. Quizás otra mujer no habría respondido de esa manera—. Y esta decisión no fue la excepción.

Ella asintió.

—Sí.

—¿Qué pasó contigo? Han pasado diez años, hemos estado incomunicados. —La miró por un momento y sonrió—. Aunque conociéndote, algo me decía que estabas bien.

—Así es. Mi hermana me dio trabajo. Su esposo es de aquí y me permitieron como presidente del área de mercadotecnia de su agencia de viajes. Con ese trabajo pude desarrollar mejor mi profesión y luego me recomendaron a Naraku Toshiba, para que trabajara en su cadena de restaurantes.

InuYasha estaba impresionado.

—Superaste mucho más que cuando estabas en Japón. —Admitió.

—Exactamente, InuYasha. Allá no conquistaba a clientes americanos y sabes que mi sueño siempre fue América, aunque jamás pensé vivir definitivamente aquí.

—Es a lo que me refería: jamás me habría imaginado que vivías aquí.

—¿Cómo está Kagome? —Nueve u ocho años atrás, habría hecho esa pregunta con dolor y celos, pero en ese momento, estaba segura de su vida y más que todo, con ese fracaso superado.

—Formé una familia, Kikyō. —Sus ojos volvieron a brillar y no evitó sentir que su pecho se hinchaba de orgullo—. Tengo tres hijos: los gemelos Yshirō y Kimiko, y la menor, Sara. Kagome y yo nos casamos y pues, ella dejó de trabajar para dedicarse a nuestros hijos.

Kikyō sonrió, con gratitud. Recordó aquella vida tormentosa que se había obligado y había obligado a llevar a InuYasha y a ella, cuando estaban casados. Ahora veía que error tan grande estaba cometiendo con la vida de los dos.

—Lo lamento.

—¿Eh? —Se desvaneció su embeleso, y regresó la vista a Kikyō, asombrado por un «lo lamento», ante su alegría.

—Es que… —agachó la mirada, con un deje de nostalgia—. Hace años no habría sido capaz de pedirte disculpas sinceramente sobre esto, pero…: perdóname. —InuYasha seguía sin entender, pero le prestaba mucha atención—. Por obligarte por tantos años, condenado a mi infelicidad de no poder darte hijos…

Él agachó la cabeza, asintiendo.

—Yo te amaba lo suficiente para no permitir que tu infertilidad nos separara y lo sabes, Kikyō —dijo pausadamente, analizando sus palabras—. Pero tú te fuiste, te afectaba tanto, que preferiste no dejarme entrar a tu vida y abandonarme allí, solo, aún estando a tu lado.

—Es por eso que te pido disculpas, InuYasha. —Se sintió mejor, después de ese instante—. Por eso ahora le agradezco a Kagome, porque ella ha sido la mejor mujer con la que pudiste hacer tu vida, InuYasha. Créeme, me hizo dar cuenta de que todo nuestro matrimonio cometí errores. Todos estos años maduré y crecí como persona. Ahora sí soy feliz. Ahora soy realmente libre.

InuYasha volvió a asentir, sintiendo que aquellas palabras eran dignas del raciocinio de Kikyō, de su madurez y grandeza de alma.

—¿Aún sin hijos? —Le pareció hacer sido algo grosero, pero pensaba que era necesario hacer esa pregunta, para saciar su curiosidad bañada de asombro.

—Tengo hijos, InuYasha —esta vez, su sonrisa fue más profunda que todas las anteriores. Volvió a tomar café, que ya estaba frío—. Tengo tres hijos.

InuYasha abrió apenas la boca, sin podérselo creer. ¡Tantos hijos como él!

—¿Tú…?

—Adopté. —Le interrumpió—. Adopté una niña de aquí, llamada Keren y aprendí a ser la madre de dos gemelos preciosos. Mis hijos, InuYasha.

—Kikyō…

—Nunca sentí el dolor de haberlos traído al mundo, —cerró los ojos, llenándose de amor—, pero aprendí de mis hijos, que no es necesario hacerlo, para embargarte de un sentimiento maternal inimaginable. InuYasha, sé que te dije… —lo miró fijamente—, sé que un día te dije que no quería adoptar, que jamás serían mis hijos, pero… Soy madre ahora. Ellos me dicen madre. Soy su madre… —sus ojos peligraban en llenarse de lágrimas—. No tienes idea de cuánta felicidad hay en mi vida, ahora mismo. Ahora siento que dejé ir años míos y años tuyos en vano… por eso me disculpé.

—Sabes que te disculpé hace mucho, Kikyō. —Sonrió también, entendiendo por fin ese sentimiento.

—Pero quería sentir que realmente lo habías hecho. InuYasha, la vida nos tenía destinos diferentes —tomó la mano de su ex esposo y lo miró—. Jamás creí que podía volver a amar, que cabría tanto amor en mí. Es que es tan grande… Me casé, formé una familia, de la misma manera que tú. Ahora somos felices.

—Mas felices de lo que un día creí que seríamos. —Repitió InuYasha, según su mente.

Kikyō lo soltó y terminó su café.

—Naraku es mi esposo, se quedó viudo con sus dos hijos. No sabes… no tienes idea de lo mucho que me enseñó mi marido. Me enseñó todo aquello que no sabía para ser feliz. —Agarró su bolso, preparándose para salir.

—Fue bueno verte, Kikyō. —InuYasha sorbió su último trago de café y también se levantó para estrechar la mano femenina.

—Cuida mucho de tu familia, InuYasha. Nos vemos. —Apretó su mano, con fuerza, afirmando su deseo.

—Sigue siendo la madre que sé que eres —ella sonrió—. Cuida mucho de tu familia, también. Nos vemos. —Repitió.

La vio irse despacio, y junto a ella, se iba aquel sentimiento de inconclusión que había sentido todos esos años. Había sido un gran encuentro, una gran mañana. Se sentó nuevamente y abrió su laptop.

Su teléfono vibró y vio en el reconocedor que era su esposa.

—Kagome —respondió, con su voz anhelante, encerrando en su nombre el deseo de volverla a tener en sus brazos.

Te extrañamos, cariño. —Al fondo, escuchó el chillido de sus hijos—. Llamamos para saber cómo estás.

—Hoy es la reunión y mañana al fin viajaremos, Kag. También los extraño mucho —sonrió—. Quiero abrazarte, Kagome.

Mis brazos te esperan, InuYasha y también los de tus hijos. —Del otro lado, Kagome sonrió—. Prepararé guiso de carne a tu regreso, así que vuelve con hambre.

—Adoro el guiso —en realidad, adoraba todo lo que su esposa hacía por él.

Nos vemos, cariño. Te amamos.

—Los amo más. Besos. —cortó la llamada.

Volvió a mirar su reloj: las 11:00 am. Aún tenía como tres horas para entregar su trabajo.

—¡Mesero! —alzó la mano.

Dos tazas con café bien cargadas y su laptop lo acompañaban. Y ganas de comer guiso de carne, también.

FIN.


Hola, sensei.

Hahahaha, bruxi, sensei preciosa, no creas que me olvidé de que me recomendaste hacer esto hace años?/. Y lo hice. Tú me inspiraste. Y ahora que me doy cuenta, me inspiro cuando no tengo internet.

Me encantó mucho escribir esto, especialmente inspirado por y para vos. No tengo idea de qué te imaginabas, pero hice lo que pude, perdón por nacer ;-;. De verdad, de todo corazón espero que te guste, y que no me eches tomates (?)

Quise darle una nueva vida a Kikyō, siento que se lo merecía. Yo opino, que apegándome a su IC, es muy de ella tomar este tema de manera reacia; aunque también el razonar después de las consecuencias del error. También, como te diste cuenta, maté a Shiori, porque sí ?/. Le di ese trasfondo, porque me estresa que la relación de InuYasha y Kagome siempre es perfecta. O sea, me encanta el drama, alv y siempre me gusta mostrar cosas fuertes. Que el amor de ellos sea demostrado, superando cosas fuertes.

Y hasta aquí, espero tu opinión u.u

Y queridas lectoras: ¡Sé que ya no se acordaban de este fic, pero regresé! Muchas gracias por sus alertas y sus favoritos. Gracias a las nuevas chicas que se dieron un paso por mi perfil, me agregaron a autores favs, y así a mis historias. Me dejaron un review aquí. Ya se ganaron mi amor, agréguenme en Facebook para stalkearlas y darles amorsh ?/