Ah~ Estoy algo oxidada en la escritura (hace mucho que no escribía algo relacionado con anime/manga), pero eso no me desanimó en el momento en que leí por completo este maravilloso manga. ¿Cómo pude pasar tanto de él? -facepalm-. Como dicen, de los errores se aprende. Hace días que venía planteándome en escribir una historia entre Kyoko y Ren, pero dudaba en publicar… porque no sé si el tiempo me lo permita. Así que me dije: "Bueno, es algo para divertir y mientras pueda… ¡Dale!" Por lo que ya saben xD.
Tengo proyectado 20 capítulos y más o menos el tema principal de cada uno -meh~ tengo escrito los nombres de ellos, así que bien ¡uju!-
Sigo dudando si colocarlo en categoría T o M, pero por el momento creo que lo dejaré en T ^^.
Bien, dejo la charla. Espero que sea de su agrado esta pequeña muestra de mi ocio.
Summary: Aquel cofre que guardaba con recelo en su interior amenazaba con abrirse. Un descuido más de su parte y estaba acabada. No podía evitarlo ni mucho menos dejarlo. Lo había intentado y terminó fallando. Estaba atrapada.
Aviso: Contiene spoilers del manga.
Disclaimer: Skip Beat! No me pertenece, sino a la grandiosa mangaka Nakamura Yoshiki-sensei.
Capítulo 1: La amenaza del candado.
...
Hacía más de una hora que estaba en la sala privada de la sección LoveMe. Y no era que tuviese tiempo de sobra, como tampoco era que el motivo fuese el estar acompañada de su mejor amiga —ya que ésta se mantenía aún en el set grabando su drama junto con Hiou-kun— por el contrario, la estúpida razón por la que se encontraba allí era simple cobardía.
Era mediodía y siendo día sábado, no tenía actividades en el Instituto como tampoco grabaciones de Box R o labores de Bo en TBM. Lo que tal vez se podía considerar a esas alturas como una labor, quizás era su rol de desempeñar a Setsuka, y que por extrañas circunstancias, no estaba realizando como debía…
—Escapé de una forma tan miserable…— Dijo dejando escapar un suspiro, frunciendo el ceño segundos después al recordar el cómo.
El sonido de una llamada entrante de su celular le recordaba la espantosa escena que había hecho frente a su sempai.
Si su memoria no le fallaba, debía ser la décima llamada que escuchaba y que no respondía.
—Click—
Abrió sus ojos atemorizada al escuchar ese tétrico sonido desde su interior.
— "No… ¡Definitivamente, no!"—Apoyó con fuerza su cabeza contra la pared por enésima vez mientras un gemido lleno de frustración se escapaba de su boca— ¡Ciérrate, ciérrate! — Exigió.
Miró la pared calculadoramente. Tal vez si se golpeaba lo suficiente, podía hacer desaparecer o callar aquellos estúpidos pensamientos que la estaban atormentando.
No podía controlarlo por mucho tiempo.
Todo había comenzado con un simple sueño… Un sueño que sin querer detonó demasiadas cosas en pocas horas.
.
.
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El panorama no podía ser mejor del que estaba viviendo.
— ¡Kyoko-sama! ¡Juegue a las escondidas con nosotras! — Sonrió feliz al escuchar a sus pequeñas y tiernas hadas revolotear cerca de ella. El paraíso, un mundo perfecto y pacífico, donde podía desquitarse de las tensiones laborales y las amarguras que le provocaba la vida— ¡Kyoko-sama! ¡Kyoko-sama! — Oh, otra maravillosa hada que exigía de su total atención. Y que sin lugar a dudas, iría hacia a ella.
— ¡Ya voy! — Respondió con júbilo.
Riendo llena de ilusión, se dispuso a correr e intentar a alcanzar a sus amigas de fantasía —que por cierto, se alejaban más de ella gracias a sus dotes de vuelo— mientras que con cada paso que daba, un extenso paraje se originaba llenando más de vida el onírico y utópico lugar.
Sin embargo, a pesar de poseer tales maravillas, de un vestido que acentuaba la mejor de sus formas y un palacio a sus espaldas que fácilmente podía llegar a ser comparado de altura con la Torre de Tokio… Sentía un raro sabor de amargura de completa insatisfacción.
Sí, definitivamente tenía la certeza de que la pieza que se ausentaba allí solo podría aparecer si lo decía. Disminuyó la velocidad de sus pasos. La imagen de la persona que podría acompañarla en ese momento aparecía en su mente.
No pudo evitar sonreír al recordarlo con añoranza.
—Necesito que esté aquí. Disfrutaría mucho más este lugar si estuviese…— No obstante, no pudo alcanzar a terminar la frase. En menos de un segundo, se escuchaban a lo lejos gritos de pánico.
No lo comprendió hasta un minuto después.
La tierra comenzaba a sacudirse con vehemencia. Las hadas volaban asustadas de un lado hacia al otro por el estruendoso sonido que daba como anticipación a la destrucción completa. Los árboles se derribaban a lo lejos como frágiles piezas de dominó.
Estaba aterrada. No sabía a qué aferrarse para lograr sobrevivir, y aún así con la conmoción por el caos, su cuerpo y mente se mantenían enfocados a manifestar la imperiosa necesidad de decir aquel nombre antes de que fuese demasiado tarde.
—Click—
Porque, muy a su pesar, sabía que él era el único con el que podía contar cuando se sentía perdida.
— ¡Oh, no! ¡Akuma! ¡Se acerca! — Exclamó una de sus mágicas amigas. Las hadas, ante el aviso de su camarada, huyeron de inmediato dejándola sola contra lo que fuese que venía.
— ¿Akuma? — Murmuró.
El viento azotaba contra ella, como miles de hojas con poderoso filo con el único propósito de que su cuerpo quedara marcado. Con dificultad concentró su mirada a la dirección contraria por la que huían las hadas…
…Hasta que al fin lo vio.
La rabia y la ira se apoderaban de ella a medida que veía el paso despreocupado del demonio que había destruido su fantasía. Las ganas de estrangularlo se intensificaban con la sonrisa déspota que le dedicaba con los ojos.
—¡...! MALDITO DESGRACIADO…
Se levantó de la cama de un salto, contemplando furiosa el lugar que la rodeaba. Un televisor plasma al frente, una cocina espectacular a unos metros de de éste, una cama a su lado y Tsuruga-san envuelto en su sábana como un capullo...
—"¡¿Tsuruga-san?!"—Intentó serenarse, debía hacerlo o lo despertaría. Auto convenciéndose de que todo había sido una pesadilla —una peligrosa y asquerosa pesadilla después de todo— su corazón volvía a mantener un ritmo acompasado con sus latidos, mientras que los músculos de su cuerpo se encontraban aún rígidos por la tensión acumulada. Reprimió un gemido mientras tocaba su frente intentando secar el sudor frío que delataba su mal sueño.
—"Te maldigo, Shoutarou. Tu estúpida llamada derrumbó mi amado mundo de fantasía."—con bastante cuidado, y por poco con movimientos robóticos, logró visualizar el velador en donde se encontraba el reloj despertador.
07:45 AM.
Era día sábado y de acuerdo con la agenda que tenían, no sería necesario despertar hasta las nueve de la mañana. Sin embargo, era inútil para Kyoko volver a dormirse.
Miró de reojo al bulto que había en la cama adyacente por el cual supuestamente tenía un serio complejo como parte de la actuación de los hermanos Heel. La vergüenza se apoderaba de su rostro mientras recordaba el inicio de su sueño, en donde la imagen de él había aparecido y la necesidad por verlo o decir su nombre se manifestaba en ella.
— Maldición— balbuceó en un mísero intento de desahogo.
Tenía que fortalecer ese último candado. No podía echar a perderlo todo.
No solo debía frenar sus sentimientos — que querían desatarse en su máxima expresión—, sino que también tenía que velar por Tsuruga-san. No podía distraerse con tonterías como esas…. ¿Cierto?
Suspiró derrotada. Vaya forma de complicarse la existencia.
Sigilosamente salió de la cama para no despertar a su sempai. Ajustó un poco su peluca rubia con la que interpretaba a Setsu y se dirigió al baño para lavar su rostro. Necesitaba despejar su mente, por lo que una ducha con agua caliente sería perfecta para dicho propósito. Lavó sus dientes rápidamente, depositó la peluca en el cesto junto con su ropa e ingresó a la tina como si su vida dependiese de ello. Cerró sus ojos y se dejó llevar por el agradable masaje que proporcionaban las miles gotitas de agua en su cuerpo.
—"Actuar con normalidad… o como Setsu, da lo mismo, lo importante es que no me tome por sorpresa"—reflexionaba a la vez que lavaba su anaranjado cabello.
Tras diez minutos de ducha, Kyoko cerró el grifo y se dispuso a correr la cortina. Tocó con pereza una manilla lateral para alcanzar la toalla... que no había traído nunca consigo.
Por poco se desmayó. El momento de relajación que había obtenido se fue de inmediato a la basura.
—"Esto es una broma… una mala broma que hizo Dios contra mí"—Una excusa patética, pero tenía que echarle la culpa a alguien.
Ya que lo más importante era… ¿Cómo salir de allí? La sola idea de tantear terreno desnuda y buscar la maldita toalla en la habitación la trastornaba, al igual que la vergüenza comenzaba a dispararse y hacerse notar en su rostro. Sacudió su cabeza histérica. Debía hallar alguna solución.
Quizás si se mantenía allí estilando se secaría… y lo más probable es que agarraría una fuerte gripe después. Arrastrarse imitando a las fuerzas militares tampoco, pues solo cubriría su parte delantera, pero no trasera. Desechó esas opciones de inmediato.
—Sino salgo como Kyoko, entonces deberé salir como Setsu— murmuró cayendo al piso desfallecida.
Observó la camisola negra —casi transparente— que había comprado en una barata hacía unos días atrás y los hot pants del mismo color. Asimiló de inmediato la parte inferior, sin embargo, la superior…
— ¡ARG, MIERDAAAAA! ¡¿Cómo soy tan estúpida para dormir sin sostén? — exclamó desesperada agitando sus manos. No tenía nada con que secarse, y lo más probable que aquella prenda tan delgada se iba a pegar a ella.
Se puso lentamente de pie y rogó a sus adentros que por favor su acompañante y querido sempai siguiera en el mundo de los sueños. De lo contrario, habría un nuevo nombre en la lista de suicidios por estrés laboral de ese año.
Tragó saliva y con cierta dificultad se dispuso a vestir el conjunto del pijama. Se sentía tan humillada. Dio una rápida mirada a la peluca y se percató que no estaba mojada, por lo que si quería desempeñar bien papel, tenía que lavarla con cuidado.
Tras otros cinco minutos y con su peluca rubia ya instalada donde debía, observó su reflejo en el espejo del cuarto de baño. Hizo una mueca de horror al ver como sus senos y pezones se traslucían por la humedad.
—Voy a morir…. — Gimió cubriendo su rostro con las manos. Dando un último suspiro, dio un último vistazo al espejo, viendo que en esa posición podía cubrir un poco sus senos— Un momento— La iluminación había llegado a su vida. Sonrió con satisfacción, no obstante, se reprochó a sí misma por haber sido tan tonta y no haber pensado en esa fácil solución: cubrirse con los brazos.
—"A las 3…"— Se acercó al pomo de la puerta respirando profundamente. Cerró sus ojos y los abrió concentrada—"1, 2… ¡3!"—Kyoko se esfumó, ahora Setsu estaba en su mente y cuerpo.
Atravesó el pasillo con pasos cortos y llenos de seguridad. Aunque para Kyoko nunca se le había hecho tan largo el trayecto, para Setsu era algo más que insignificante a lo que se le añadía a su rutina diaria. Dobló hacia la habitación en que se encontraban las camas y el armario, encontrándose aún a su Nii-san durmiendo. No pudo evitar sonreír por contemplar a su hermano enrollado en las sábanas hasta la cara. Así, tan pacíficamente, era como un niño.
—"Oh, cierto. La toalla"—Salió de su embobamiento inicial. Comenzó a buscar alguna toalla limpia por los estantes, sin éxito alguno. Por mero instinto miró la lavadora automática, encontrando con horror que la ropa lavada —entre ellas, las toallas del hotel— estaba allí aún… mojada.
La actitud de Setsu la abandonó en el acto, casi volando.
No sabía si debía llorar o reír por su maldita suerte.
Desesperada se fue a su bolso. Quizás lograba encontrar alguna toalla de mano...
…
Ren no había podido conciliar el sueño en toda la noche. Las memorias de Kuon aún permanecían frescas en su cabeza mortificándolo y si a eso le agregaba el pleito en el set con el idiota de Murasame y el fuerte pero sutil llamado de atención por el director de la película… Era un verdadero milagro que no estuviera en el fino hilo de la locura.
Sentía que la cabeza le iba a explotar en cualquier segundo. Si se levantaba podía despertar a Kyoko, y él en su papel de Caín Heel, no se levantaba a menos que su querida hermana Setsu le dijera que debía hacerlo. Solo la iba a preocupar innecesariamente, más de lo que ya había hecho.
Abrió lentamente un ojo para ver la hora: 07:42 AM. Se removió entre las sábanas con molestia. Era magnífico despertarse temprano… ¿Pero un día sábado, en donde su horario de trabajo al menos ese día se encontraba casi despejado?
— ¿Akuma?-La voz somnolienta y preocupada de Kyoko lo trajo de vuelta a la realidad.
Entrecerrando los ojos vio que la chica fruncía el ceño y se quejaba en pequeños murmullos.
—"Probablemente tiene una pesadilla… ¿Con un demonio? Tal vez está en su mundo de hadas"—Pensó haciendo involuntariamente una sonrisa al saber los gustos de su protegida. Aunque no le agradaba demasiado la idea de que estuviese en un sueño que le provocase aflicción— "O quizás está soñando con Fuwa Sho" — La sola idea lo molestaba.
Siguió observando embelesado las reacciones que tenía Kyoko, hasta que en el minuto menos esperado, despertó sobresaltada. Cerró los ojos de inmediato y fingió seguir dormido. Todavía atento a las acciones de la chica, lograba escuchar la agitada respiración que tenía, incluso el leve balbuceo de "maldición" que había pronunciado con dificultad.
Kyoko se había levantando. El crujido de la cama la delataba. Sus suaves pasos se escuchaban ya a la lejanía, o siendo más específico, cerca del baño, por lo que pudo relajar su postura y abrir los ojos con tranquilidad. Sabía que ella tenía el sueño ligero, pero le extrañó que siendo su día libre no siguiera durmiendo. Aunque no debía de extrañarse, Kyoko, tenía una forma de pensar muy diferente a la de él. Eso lo aliviaba y a la vez lo frustraba…
— ¡ARG, MIERDAAAAA…! — La escuchó gritar desde el baño. Sí, definitivamente le frustraba.
La habitación volvió a sumirse en silencio. La puerta se abrió y sus lentos pasos se escucharon como único sonido. Estaba revisando los cajones, buscando algo. Ren comenzó a preguntarse qué objeto deseaba encontrar con tanta prisa.
—No puede ser…— Otra vez se quejaba agobiada— ¡Ah! ¡Sí, al fin!
La curiosidad le ganó. Abrió los ojos y removió la sábana que lo cubría, intentando encontrar a Kyoko.
Estaba de espaldas hacia a él, levantando con dicha una toalla de mano color rojiza. Una pequeña risa salió de sus labios sin pensarlo, provocando que la chica se diera media vuelta y lo mirara asustada.
Una sola mirada bastaba para saber el por qué del ajetreo que tenía Kyoko… vestida como Setsu.
"Podrías ser vencido por tus propios deseos e inadvertidamente estirar tu mano para tocarla…Sin embargo, no debes cruzar la línea."
Tragó saliva. ¿Por qué tenía que recordar al presidente Takarada en una situación como esa? Verla en un pequeño hot pants, con una camisola ceñida a su cuerpo que no dejaba nada a la imaginación; su cabello completamente mojado y rostro sonrojado… Era demasiada tentación para él.
"Escucha esto… Bien, solo la acaricias…"Frunció el ceño. ¿Qué clase de consejos le podía dar ese tipo? Estar tanto tiempo con él lo estaba afectando seriamente.
…
El peor de los escenarios posibles se había desatado: El apocalipsis. Kyoko deseaba únicamente que la tierra la tragara, que la aplastara un elefante entre otras cosas, con tal de evitar de alguna manera la mirada estupefacta que le daba el pelinegro. ¡Es que no era normal que no parpadeara!
—Haz algo… ¡Por lo que más quieras, haz algo! — Kyoko gritaba histérica en su interior. Pero por más que su cerebro le exigía un mínimo movimiento, sus músculos se encontraban demasiado rígidos. Por un momento incluso pensó que la sangre había dejado de circular en su cuerpo.
La toalla que tenía en sus manos comenzaba a deslizarse por el flojo agarre que ejercía en ella, cayendo al suelo y en consecuencia, otorgándole una pequeña oportunidad para retomar su papel inicial.
Mordió su labio inferior intentando reaccionar. No podía dejar que viese a través de ella. Tenía que permanecer en su papel de Setsuka Heel, y necesitaba con urgencia que apareciera. Inspiró lentamente, acomodó sus brazos alrededor de su cadera y le sonrió desafiante.
— ¿Estás viendo algo bueno, nii-san? — preguntó alzando una ceja con satisfacción. Tenía su atención… ¿Qué más podía pedir como Setsu? Aunque a esas alturas, la verdadera Kyoko sólo podía ser sostenida por sus demonios y así no desfallecer por combustión espontánea.
—Hm…— Al escuchar el leve murmulló que había dado el mayor, dejó de lado sus pensamientos para volver a concentrarse en lo que diría. No obstante, la mirada neutra que el pelinegro le dedicaba no era precisamente una señal de buenos augurios. Mucho menos la sonrisa que ahora se asomaba en sus labios— Interesante.
El alma de Setsu la abandonó con tan solo esa corta palabra musitada.
La persona que tenía frente a ella, no era Caín Heel.
Por reflejo, retrocedió un paso. Aquella entonación junto a esa fatídica y jodida sonrisa que la seguía, la reconocía, y reconocería aunque estuviese con los ojos cerrados o en el inframundo.
08:00 AM
El emperador de la noche había despertado en gloria y majestad.
…
Ren se levantó de la cama, dejando atrás la manta con que había permanecido abrigado. Con cortos pasos, se puso al frente de una paralizada Kyoko que seguía observándolo casi sin respirar. Tomó uno de los tantos mechones mojados que tenía, apartándolo con suavidad para contemplar en su totalidad su pálido rostro.
—No deberías hacer esa clase de desafíos… ¿O necesitas que te demuestre el por qué? — dijo sereno, aunque la amenaza abrazaba con sutileza sus palabras.
Kyoko no podía dejar de observar sus ojos marrones. Estaba perdida y atrapada por completo en ellos. Su boca se abrió ligeramente, intentando que entrara aire a su garganta y poder decir algo.
Ren, sin dejar de mirarla, atrapó entre sus dedos un fino y húmedo mechón rubio que sobresalía. Su corazón comenzaba a latir vigorosamente, sentía que en cualquier momento podría salir de su pecho.
Vio como se agachaba un poco para quedar a su altura, rozando con sus labios el cabello para finalmente besarlo a escasos centímetros de ella.
—Click—
Esa simple acción la devastó.
Tras segundos de silencio, y cuando Ren iba a ejercer su segundo movimiento, el móvil de Kyoko comenzó a entonar una canción que significaba llamada entrante, ayudándole a salir del estupor en que se encontraba.
Se alejó de él con rapidez y contestó sin revisar antes de quién correspondía la llamada.
— ¿Diga?
— ¡Eres un demonio, un jodido demonio que succiona almas! — El destino no podía ser más cruel con ella.
Pero no iría a dejar pasar una oportunidad de escape.
— ¡Ah, Moko-san…!
— ¿Quién es? ¿Otro hombre que te dará costosos vestidos si eres capaz de venderte en una cita? ¡AH!
— Sí, sí... ¡por supuesto que iré a verte!
— ¡Maldita, Kyoko! ¡No te basta con tener a tus pies al maldito Beagle, y a ese idiota sin talento de Tsuruga Ren…!
—…Por supuesto que cumplo MIS promesas— rechinó entre dientes— No necesitas recordármelo. Estaré allá en una hora.
"Te haré vivir el infierno después de esto, Shoutarou."
— ¡Necesitas un exorcismo para que vuelvas a ser la estúpida de siempre…!
— Gracias por la llamada, Moko-san. No sabes CUÁNTO deseo vernos, ADIÓS. — finalizó colgando mientras una fina sonrisa de depositaba en sus labios.
El golpe de una puerta la trajo a la realidad. Giró lentamente percatándose de que su sempai no se encontraba ya en la habitación.
Temió lo peor: Que se hubiese dado cuenta que era Sho con quien hablaba realmente.
Suspiró dejándose caer en su cama, rebotando ligeramente en el proceso.
—"¿A qué vino todo eso…?"— Cerró sus ojos unos segundos recordando la mirada que le había dado momentos antes el pelinegro.
Su corazón volvió a palpitar descontroladamente. Reprimió un gemido. Estaba mal, completamente mal lo que estaba pensando. Escuchó el sonido de la ducha segundos después, por lo que decidió levantarse de la cama con rapidez. Sacó su ropa interior limpia, se secó en las partes que aún permanecían húmedas —a excepción de su cabello, que requería otro tipo de atención— y se vistió de inmediato. Hizo su cama, y aprovechó de hacer la de Ren. Se dirigió a la cocina y comenzó a preparar un desayuno bastante simple y fácil de digerir. En cinco minutos tenía ya listo el café matutino de su sempai junto con tostadas y otros entremeses.
Acomodó todo en la mesa en donde generalmente comían y se dirigió a su bolso. Sacó una hoja de su agenda escolar y escribió sin mucha delicadeza una nota:
"Daré una vuelta. ¡Y más vale que comas!
Setsu.-"
Tras pensar un poco si estaba concordante a su personaje, dejó la nota cerca de la taza de café. Buscó su llave de la habitación y, en un rápido movimiento, una cartera con lo esencial: su celular y dinero.
Dio una última mirada a todo y salió con pasos casi silenciosos de la habitación. Cerró la puerta tras de sí y se dirigió a su destino: LME.
.
.
.
Se retorcía en la agonía, escondida en el rincón de la sección LoveMe. Si alguien entraba, probablemente podía ser absorbido al tormento que vivía.
¡De seguro que no le dirigiría la palabra nunca más!
— ¡Tsuruga-san, por favor, perdone a esta estúpida kohai!— lloraba mientras era consolada por sus demonios invisibles al ojo—normal— humano.
Escuchó nuevamente el tono de llamada de su celular. Miró su cartera por encima y vio en la pantalla de quién se trataba. Con un suspiro, la desplazó a un lado y volvió a acomodarse en cuclillas, cubriendo su cabeza con ambas manos.
En ese preciso instante, no tenía el valor para hablarle. Y no era por la vil llamada que Sho había hecho en la mañana —o el día anterior— sino por la escena que habían protagonizado.
Era cierto, nunca se había sentido tan avergonzada en su vida. No obstante, lo que realmente la perturbó fue el besó en su mechón. La hacía recordar el momento en que había besado su más preciado tesoro en la vida: la piedra de Corn.
El candado —que protegía cuidadosamente el cofre en el que estaban sus detestados sentimientos de chiquilla adolescente— se mecía amenazante de un lado hacia a otro, bailando en un suave compás tras cada mirada proporcionada por Tsuruga Ren...
…Su martirio en un noventa y nueve por ciento asimilado.
Notas finales: Hacía mucho que no me divertía escribiendo. ¡Espero que hayan disfrutado de mis tonterías xD! Amo a Ren -¿cómo no quererlo si es tan lindo? ¡y cuando se pone celoso! AWWWW~~ ¿Quién no se derrite con el emperador de la noche?
Se reciben críticas, sugerencias, opciones, patadas... ¡lo que sea! Con tal de saber si les gusta o no, seré feliz.
El próximo capítulo se titula: El sonido del candado.
tin tin tin tin...¿Qué será? ¿Qué será? xD.
¡Gracias por haber dedicado un poco de su tiempo a leer el inicio de esta historia! ^^
Ja ne~
