Yo me dije a mi misma: Mi misma, no vuelvas a fanfiction o te caigo a palos. ¿Por qué? No lo sé, estoy loca. No quería volver a escribir y publicar fics. Yo no tenia pensado publicar a menos que escribiera la segunda parte de "Siempre estaré a tu lado" (si no lo has leído entonces te invito a leer esa locura) pero ¿qué pasó? cuando estaba escribiendo el capitulo cuatro me di cuenta que me estaba yendo por lo fácil, por lo típico, y terminaría escribiendo algo con las faberry separándose y muy dramático (típico de las segundas partes) por lo que preferí no seguirlo para que no odien, ¿ven que yo los amo y no les doy drama? En fin, ¿entonces por qué volví? Simple, mis ganas de escribir pudieron conmigo y me desobedecieron. Uhg, lo odio. Y también porque ya no hay mucho que leer por aqui :( Tenia esta idea desde hace un tiempo y no pude sacarla hasta que comencé a escribir. Les hablo claro (Así, criollito, a lo venezolano) que no sé a donde llegara esta historia pero igual espero que si les gusta la idea me acompañen. Creo que ya estoy escribiendo mucho bah. Yo siempre lo he dicho, ustedes son los que mandan, ustedes deciden si continuo o me retiro de esta vaina y no vuelvo más nunca.

Mucho amor para ustedes y lo siento si los canse con esta nota. Saben que pueden seguirme en twitter y para los que no aqui esta (Darke12_) Espero y acepto sus opiniones, las actualizaciones dependen de ustedes.

Glee y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de FOX y del señor Ryan Murphy.


Chapter 1

Los Ángeles, California.

El molesto sonido del despertador se escuchó en cada rincón de aquella habitación donde una morena trataba de dormir. Aun con la cara escondida bajo la almohada estiró su brazo para apagarlo de un manotazo. Normalmente le gustaba levantarse temprano pero eso era antes de que su amigo la convenciera para irse de fiesta la noche anterior y ahora no quería levantarse nunca. Luego de apagar el molesto sonido se dio la vuelta para dormirse o eso intentó ya que cuando soltó un suspiro y se dispuso a volver a su descanso la puerta de la habitación se abrió de golpe.

- ¿Aun estas dormida? - Preguntó un chico haciendo acto de presencia - ¡A levantarse! - Decía tirándose a la cama.

- Déjame en paz - Se quejó dándose la vuelta y cubriéndose con la sabana. El chico giró los ojos y jaló de la sabana dejando a la chica al descubierto y solo vistiendo su pijama - ¡Kurt! - Trató de quitarle la sabana pero el chico entre risas lo evitó.

K.- Vamos, Rachel - Le dio una palmada en el trasero cuando se acostó boca abajo escondiendo su cabeza nuevamente - Es hora de levantarse, tenemos que irnos en unas horas.

R.- ¡Son las cinco y media de la mañana! Déjame dormir - Dejó escapar en un gruñido.

K.- Nada de dormir y no te quejes porque fuiste tú quien quería viajar temprano - Se levantó - Tenemos que tomar un avión en unas horas, te quiero abajo en cinco - Dio media vuelta y salió por donde entro.

R.- Demonios - Murmuró dando vueltas en la cama.


En New York, una rubia caminaba rápidamente por el pequeño pasillo de su departamento y deteniéndose frente a una habitación.

- Cariño, ¿estas lista? - Tocó un par de veces la puerta de la habitación y luego abrió.

- En unos minutos salgo, mami - Le dijo mientras guardaba las cosas en su mochila.

- ¿Te lavaste los dientes? - La pequeña asintió y volteó a sonreírle - De acuerdo, te espero en la sala. Ya vamos algo tarde - Informó para luego salir y dirigirse a la cocina

Abrió el refrigerador, sacó una botella de agua y se la bebió en unos segundos. Mientras terminaba su agua una pequeña niña apareció ya con su mochila en hombros.

- ¿De verdad tengo que ir? - Preguntó formando un puchero.

- Beth, ya hablamos de esto - Se agachó a la altura de la pequeña.

B.- Pero son malos conmigo y no me gusta.

- Es normal, eres la chica nueva - Le sonrió para darle ánimos pero no contagió a la pequeña rubia que tenia al frente - Ya veras que harás amigos. No te diré que dejaran de molestarte pero tampoco durara mucho.

B.- ¿Por qué tuvimos que mudarnos? En mi antigua escuela no me molestaban.

- ¿No te gusta aquí? - Su hija estaba antes que nada.

B.- Si me gusta pero no sé - Se encogió de hombros.

- Sabes que puedes decirme si no te gusta - La pequeña negó.

B.- Si me gusta, me encanta aquí pero ya ha pasado más de un mes y aun siguen molestándome - Hizo un puchero.

- Solo es cuestión de adaptarse, amor.

B.- Esta bien - Suspiró.

- De acuerdo, es hora de irnos.

Caminaron a la sala y luego de tomar su bolso y las llaves salieron del pequeño apartamento donde vivían.

- Buenos días, Quinn. Beth - Saludó una mujer mayor mientras bajaban las escalera.

B.- Buenos días - Respondió educadamente.

Q.- Buenos días, señora Edwards - Le regaló una sonrisa y siguió bajando.


De regreso a Los Ángeles, una morena bajaba las escaleras de la casa de sus padres de mala gana y con muchas ganas de asesinar al primero que se le atravesara en la vista. Entró a la cocina y se encontró con sus padres y con su pronto a ex mejor amigo sentados alrededor de la mesada con una taza de café en las manos. Los tres vieron como una cabizbaja Rachel se acercaba a la cafetera, se servía una enorme taza de café y luego se sentaba junto a ellos, pasaron varios minutos donde la morena tomaba su café con la mirada hacia la nada.

R.- Buenos días - Dijo tranquilamente y los otros tres dejaron escapar un suspiro.

K.- Ya me veía muerto y tirado junto a la acera - Se llevó la taza a los labios.

R.- Aun tengo esa idea en mente - Le guiñó.

- Buenos días, cariño - Saludó uno de sus padres.

Rachel era la única hija de una pareja gay, Hiram y Leroy, ambos hombres amaban a la morena con su vida y ella a ellos, fueron unos padres amorosos, siempre estaban allí para su pequeña cuando los necesitaba, en sus confusiones, en sus malos ratos y la apoyaban a todo.

L.- ¿Cómo dormiste? - Preguntó levantándose.

R.- ¿Cómo dormí? - Rió sarcásticamente - ¡No he dormido nada! - Se quejó.

H.- Eso ya no es culpa de nosotros, amor - Le dejó un beso en la cabeza a su hija mientras se levantaba también.

R.- No, de ustedes no - Clavó la mirada en su amigo.

K.- A mi no me mires, yo no sé nada - Bebía de su café y evitaba la mirada de su amiga.

R.- Es la última vez que me convences para salir de fiesta contigo - El chico giró los ojos.

K.- Pudiste haber dicho que no.

R.- Lo hice - Lo asesinó con la mirada.

L.- Lo hizo - Asintió en apoyo a su hija.

H.- Muchas veces - Se unió a su esposo e hija.

K.- Era nuestra ultima noche en Los Ángeles, teníamos que divertirnos - Se levantó y se acercó a su amiga - No te amargues, anoche cuando bailabas con esas chicas no te escuche quejarte - La despeinó pasando a su lado y la morena gruñó.

R.- Bueno, bueno - Terminó su café y se levantó - No los veo moviéndose - Dio unas palmadas y los tres hombres la miraron - Kurt, tenemos un vuelo que tomar, andando - Y dicho esto salió de la cocina.

Varias horas después Rachel ya estaba sentada en su asiento y lista para su viaje de regreso a casa. Agradeció que la despedida no fuera tan dramática, sus padres siempre armaban un drama por todo, en especial su padre Hiram ya que Leroy siempre fue el más serio y reservado. Pero después de todo se verían nuevamente en una semana. Tal vez por eso no hubo drama. Pensó encogiéndose de hombros.

K.- Ya quiero llegar a casa. Extraño mucho a Blaine - Se sentó junto a su amiga soltando un suspiro - ¿Rachel? ¿Me estas escuchando? - Preguntó al verla pensativa.

R.- ¿Qué? Si, si - Sacudió un poco la cabeza.

K.- ¿En que estas pensando? ¿Dejaste a otra chica ilusionada? - Le dio un empujoncito bromeando pero la morena negó.

R.- No digas tonterías - Lo golpeó en broma - No es nada, también quiero llegar a casa - Se hundió en su asiento.

Una voz sonó informando que se abrocharan los cinturones y Rachel prácticamente lo hizo por instinto, su mente estaba en otro lado.

K.- New York, aquí vamos.

Horas después veía por la ventanilla del auto las calles de New York pasar, cada edificio que dejaba atrás y como las personas se movían de un lado a otro, era como si no pararan, New York nunca paraba, todo estaba en movimiento pero en ese momento ella no tenia ganas de moverse para seguirles el ritmo.

K - ¿Estas bien? - Preguntó sacándola de sus pensamientos y ella solo asintió.

Rachel soltó un suspiro y se hundió en su asiento. ¿Estaba bien? Ni sabía que estaba ocurriendo con ella.

- Hay un poco de tráfico, señorita Berry - Informó el chofer mirándola por el retrovisor.

La morena lo miró y asintió para luego dirigir su mirada a la ventanilla. Vio como estaban frente a una escuela y como los niños salían corriendo y como sus padres los recibían con los brazos abiertos.

Vio como una pequeña rubia se encontró con una rubia más alta y luego de un abrazo y un beso se fueron caminando tomadas de mano. Rachel no entendía por qué se sentía vacía al ver todos esos niños y a sus padres, ella tuvo una infancia maravillosa y una familia muy amorosa. Pero era como si todo lo que hiciera últimamente valiera la pena para los demás pero no para ella. Tal vez en ese momento no tuviera ganas de moverse pero si quería que algo sacudiera un poco su vida, o alguien.

Se desabrochó el cinturón de seguridad ganándose así las miradas de su amigo y del chofer.

R.- Voy a caminar - Informó al notar las confusas miradas.

K.- Todavía falta para llegar.

R.- Lo sé pero quiero caminar, ¿Acaso no puedo? - Preguntó de mala gana y el chico frunció el ceño, algo no estaba bien con su amiga.

K.- Esta bien - Prefirió dejarlo así, ya después se encargaría de sacarle información.

R.- Encárgate de dejar todo en casa y nos vemos mañana - Y sin esperar respuesta de su amigo se bajó del auto.

No muy lejos de allí, una par de rubias caminaban tranquilamente tomadas de mano dirigiéndose a un parque a petición de la más pequeña.

B.- Entonces este niño que se llama Billie me preguntó si quería jugar él y luego fuimos con sus amigas Samantha y Annie - Le iba contando felizmente a su madre.

Q.- Te dije que harías amigos pronto, cariño - Le sonrió dulcemente.

Luego de caminar por varios minutos más llegaron al parque y Beth no paraba de hablar sobre sus nuevos amigos.

B.- ¿Tienes que ir a trabajar hoy? - Quinn asintió - ¿Me tengo que quedar con Kelly? - Kelly era la niñera, la vecina de al frente y nieta de la señora Edwards que cuidaba a Beth después de clases cuando Quinn trabajaba algunas horas extras.

Q.- No, recuerda que tu padre sigue en la ciudad y quiere pasar tiempo contigo antes de irse mañana.

B.- Pero pase con él todo el fin de semana - Frunció el ceño quitándose la mochila.

Q.- Lo sé pero quiere aprovechar antes de irse, ahora ve a jugar - Tomó la mochila que la pequeña le entregaba - No te ensucies - La pequeña asintió antes de irse corriendo rumbo a los juegos.

Quinn se sentó en uno de los bancos más cercanos y no le quitaba la vista de encima a Beth. Esa pequeña rubia era la luz de sus ojos. Quinn quedó embarazada justo cuando estaba comenzando su primer año en la universidad, y aunque no haya terminado la carrera, no se arrepentía de haber dado a luz a Beth.

Vio como su hija hablaba con otras niñas y señalaban diferentes lugares y luego Beth la señaló. Segundos después vio como su hija corría hacia ella.

B.- ¿Puedo jugar a la pelota con esas niñas? - Preguntó rápidamente señalando a dichas niñas.

Q.- Claro pero no te ensu... - No terminó ya que la pequeña se había alejado - Ensucies - Negó sonriendo y luego sacó su teléfono celular.

Rachel luego de caminar por las calles de New York por varios minutos llegó a un parque donde pudo ver a diferentes niños correr de un lado a otro mientras jugaban y también varias familias compartiendo, se sentó en una banca guardando las manos en los bolsillos de su chaqueta y respiró profundamente antes de observar a su alrededor.

Escuchó como unos niños gritaban algo sobre una pelota y cuando se dio cuenta vio dicho objeto rodar hacia ella. Se levantó y agarró la pelota antes de que esta siguiera rodando. A los pocos segundos una pequeña rubia se detuvo frente a ella agitada y con las mejillas sonrojadas por la corrida.

R.- ¿Es tuya? - La pequeña asintió.

- Si, bueno, no. Estamos jugando pero es de Amanda - Señalo hacia el grupo de niños que esperaban por ella. Rachel asintió y se quedó viendo a la pequeña por varios segundos mientras esta la veía a ella esperando. Cuando sus miradas se conectaron la morena se sintió extraña, pero en un sentido que le gustaba, no se había conectado con alguien así en mucho tiempo y nunca con una niña que no conocía.

- ¿Podría darme la pelota? Me están esperando y mi mamá no me deja hablar con extraños - Dijo rápidamente luego de unos segundos.

R.- Eso ultimo podemos cambiarlo - Se agachó a su altura - Soy Rachel - Estiró su mano y la pequeña la miró con dudas pero luego la aceptó educadamente.

- Y-yo soy... Mi nombre es Beth - Le sonrió algo nerviosa y esperando que su mamá no la viera hablar con una extraña. Aunque ya no era tan extraña, se llamaba Rachel. Algo era algo.

R.- Es un placer conocerte, Beth, eres una niña muy linda - La pequeña se sonrojó aun más.

B.- Gracias - Sonrió un poco tímida - Todo el mundo dice que soy idéntica a mi mamá.

R.- Entonces tu madre debe ser hermosa - La pequeña asintió efusivamente.

B.- Lo es, es muy hermosa - La morena sonrió con ternura.

R.- ¿Cuantos años tienes?

B.- Hace unas semanas cumplí seis - Rachel asintió sonriendo

R.- ¿Y estas en la escuela? - La morena no entendía por qué de repente se interesó por la vida de esa pequeña desconocida.

B.- Si - Asintió - Y en mi antigua escuela tenia las mejores calificaciones de mi salón - Dijo orgullosa.

R.- Eso me parece perfecto, continúa así - La pequeña asintió - Ten tu pelota, Beth.

B.- Muchas gracias - Agarró la pelota que la morena le entregaba - Adiós, Rachel. Fue un placer conocerte.

R.- Igualmente. Adiós, Beth - Se levantó y vio como la pequeña corría hasta llegar junto a los demás niños.

Se quedó viendo como los pequeños seguían jugando y sonrió cuando Beth giró para verla. Con esa sonrisa se dio la vuelta y retomó su camino a casa sin entender como esa pequeña rubia, con solo un poco de palabras y una presentación, hizo que cambiara su estado de ánimo.