BELLA POV
Nessie y yo estábamos en la habitación de Alice.
Habíamos decidido hacerle una pequeña bromita, aunque para ella era algo horrible, pero bueno, algo de diversión era bueno.
- Vamos Nessie, ¿tienes el alcohol? – le dije en un susurro
- Sí, lo tengo
- ¿Guantes contra las huellas?
- Lo tengo
- ¿Cerillas?
- Las tengo
- ¿Fuego?
- Lo tengo, un mechero súper potente además
- Perfecto, todo preparado
Echamos litros de alcohol en todos los armarios de Alice y los quemamos, pero rápidamente lo apagamos en cuanto la ropa se desintegró.
Tuvimos suerte de que no hubiera nadie en casa, de lo contrario, habría sido un desastre.
Bajamos lentamente y de puntillas las escaleras y nos paramos en la puerta del salón y vimos que nuestros amores estaban allí: Edward y Jacob.
-- Hola preciosas, ¿qué andáis haciendo tan misteriosas? -- dijo Edward
--Nada amor mío, sólo estábamos buscando una cosa en la habitación de Alice -- yo con algo de miedo
-- Sabéis cómo es Alice, así que tened cuidado con sus cosas, ¿eh?
-- Descuida papá, sólo estábamos quemándole la ropa para hacerle una broma – dijo Nessie tan normal. Me encargaría de castigarla como es debido.
--¡¿Qué? Bella, dios mío, ¿en qué pensabas? No quiero quedarme sin esposa ni hija tan pronto – dijo lleno de horror.
--Ni yo sin novia, así que ya podéis comprarle ropa nueva ya – dijo Jake
-- Mmm, ok, pero de todas maneras no tengo suficiente dinero para comprarle ropa del mismo sitio. Se dará cuenta de todas formas – dije en un susurro.
-- Sí, se dará cuenta, pero lo hará tarde y tendremos tiempo de comprar la verdadera ropa. Por ahora, vais a ir a la tienda Newton y compráis allí de todo.
-- Dios, como se entere, nos mata mamá – dijo mi hija abrazándose a Jake
-- Nessie, sólo te puedo decir una cosa: lo sé, estamos muertas – le dije abrazándome a mi marido.
--Y muy muertas, así que venga, iros ya, que Alice llega en 1 hora de cazar – dijo Edward
--¿¡Una hora! Dios, no puede ser. Nosotras nos vamos, ¿ok? Mientras vosotros, tenéis que eliminar todo rastro del mini incendio, y con eso me refiero a que pintéis las paredes a velocidad vampírica de blanco, que eliminéis el olor a quemado, que limpiéis los armarios, que cambiéis las sábanas y que sustituyáis las cosas rotas y quemadas por unas parecidas.
-- Bells, tú estás loca, ¿no? No podemos hacer eso en tan poco tiempo – dijo Jacob horrorizado
-- Si no lo haces, olvídate para siempre de tu cabellera negra, de la cosita que tienes entre las piernas y de tener hijos, porque si no te lo corta Alice, lo hago yo por no ayudarnos. Tú eliges.
-- Ahora mismo voy, todavía quiero vivir – dijo Jacob, que se fue rápidamente para comprar todo lo necesario para arreglar la habitación.
-- Bella mi amor, yo no tengo por qué hacer nada, no puede hacerme nada de lo que le haría a Jacob, así que no pienso contribuir, os lo habéis buscado vosotras.
-- Sí claro, pero la vida de tu esposa y de tu hija está en grave peligro.
--Mi amor, no me oirás decir esto en la vida, pero Alice os mataría con verdadera razón. Que quede claro, que será la única vez en mi larga vida que diré esto.
-- Nessie, ve yéndote al coche, y prepara todo
-- Ok mamá, allí te espero – y desapareció por la puerta
Me senté a horcajadas sobre Edward y le empecé a acariciar su torso. Mi mano fue bajando hacia el comienzo de su pantalón y desabroché el primer botón y le bajé los pantalones hasta la rodilla junto con sus bóxer.
--Mi amor, si sigues no podré parar yo – me dijo retorcido de placer mientras yo lo masturbaba.
-- No pares, no seré yo quien pare – y me lancé a darle un beso lleno de pasión. Nuestras lenguas se juntaron en un baile con un ritmo increíble. Paré yo porque Edward estaba dispuesto a llegar hasta el final. Continué masturbándolo y él aprovechaba para tocarme mis senos y mi culo y todos los rincones de mi cuerpo que tenía a su alcance. Sentí que ya iba a terminar, así que me metí su miembro en mi boca y terminó allí.
-- Vaya mi amor, eso ha sido… Wow – dijo mientras se abrochaba la camiseta. Yo seguía a horcajadas encima de él y le volví a dar un beso apasionado.
-- ¿Y ahora? ¿Nos ayudarás? – le dije poniéndole carita de cordero degollado que aprendí de Alice.
-- Mi amor, deberías saber que conmigo no funcionan ni chantajes ni caritas
-- Me lo imaginaba, por eso decidí hacerte lo de ahora, porque no lo probarás en… un mes – le dije mientras me levantaba, me abrochaba mi camisa y le ponía mi más ancha sonrisa.
-- Espera espera espera, ¿¡estás diciéndome que me vas a dejar sin sexo un mes! – dijo alertado.
-- Bien cariño, veo que lo has entendido a la perfección – dije mientras me arreglaba el pelo y salía en busca de las llaves, pero nunca llegué porque me di cuenta de que tenía a Edward delante de mí de rodillas y con una carita de cordero degollado peor que las de Alice.
-- Bella, lo que sea hago, de veras hago lo que sea por cubriros, pero un mes sin sexo es mucho.
-- No creas, esperaste dos años desde que me conociste para tener nuestra primera relación sexual, así que ahora también puedes aguantar – dicho esto, me dirigí a la puerta de la casa y dispuesta a salir, pero de nuevo Edward me interrumpió.
-- Cariño, eso fue porque tenía miedo. Además, desde nuestra primera noche no puedo aguantar más, y menos ahora que eres como yo.
-- Menos hablar y más trabajar, que por allí viene Jacob – dije mirando al horizonte y viendo que Jake ya llegaba.
-- ¿Eso quiere decir que me perdonas? – dijo esperanzado.
-- Eso quiere decir que sigues sin tu mes de sexo – y seguí bajando las escaleras, pero entonces me acordé de algo y me di la vuelta para mirar a Edward – por cierto, es un mes sin sexo, ni besos, ni caricias y sin tocarme. A mí me costará, lo admito, pero mi orgullo va primero. Deberías conocerme, AMOR MÍO – y recalqué esto último y me dispuse a irme con una sonrisa en la cara.
Cuando llegamos a la tienda Newton, vi que había mucha ropa, pero que toda junta no valía ni la mitad de uno de los vestidos de Alice, pero era esto o una venganza de Alice de esas que no se te borran de la memoria en la vida.
--Nessie, coge aquel carro y mete dentro toda la ropa de mujer que puedas.
Se fue y cogió un carro y a toda velocidad metió ropa y lo mismo hice yo.
Llegamos a la caja y allí estaba el irritable de Mikemierda Newton.
--Hola, ¿qué hacen estas bellezas por aquí? Vaya, cuanto tiempo sin verte Isabella. ¿Quién esta hermosa chica que la acompaña? – dijo mientras pasaba toda la ropa para poder cobrarla.
--Es mi hija Newton, así que date prisa, venga
--¿Tu hija? Ya decía que de algún lado había sacado su belleza – le dijo mientras le guiñaba un ojo y mi hija ponía cara de asco disimuladamente – toma guapa, aquí tienes mi teléfono por si quieres salir algún día conmigo a tomar algo.
-- Newton, si no quieres que te de un guantazo yo, su padre, Edward y su novio, Jacob, mantén tus manitas fuera del alcance de mi hija, porque no dudaré en cortarte tu cosita y dársela de comer a los tiburones, ¿de acuerdo? – dije con tono amenazante.
-- Sí efectivamente, mi novio no dudará en ponerte la cabeza mirando para Hawai – dijo mi hija con una gran ironía que había heredado de mí.
-- De acuerdo, Isabella, siempre fuiste mujer de carácter fuerte, y veo que tu hija lo ha heredado, pero chicas como vosotras me ponen aún más cachondo y lucho mucho por ellas – dijo mientras daba la vuelta al mostrador para acercarse a nosotras a paso felino mal imitado.
-- Newton, como te acerques te arreo un guantazo sin dudarlo.
--Hazlo Isabella, hazlo, que me pone aún más. Me va que me dominen y yo dominaros a ustedes, venid aquí muñecas, lo pasaremos muy bien los tres – dijo mientras se acercaba aún más y cada paso suyo eran tres nuestros hacia atrás. Y claro, no podíamos resistirnos mucho porque se daría cuenta de que no éramos personas normales, ya que si le dábamos un guantazo, adiós a Mikemierda.
-- Venid aquí preciosas – nos cogió del brazo a las dos y nos pegó a la pared. Tenía a mi hija aprisionada contra su cuerpo y ella gritaba, pero quién nos iba a escuchar en esta mierda de pueblo. Se acercaba a mí con sus asquerosos labios, pero entonces, olí nuestra salvación.
-- Newton, si se te ocurre ponerle una encima a mi esposa y a mi hija, te dejo peor que al jorobado de Notre Dame, así que quítales tus asquerosas manos de encima – dijo mi Edward que estaba en la entrada de la tienda con Jake detrás suya y ambos con los brazos cruzados y con una cara de enfado peor que Chucky.
-- Vale vale muchachos, un poquito de diversión no estaba mal, que vosotros las tenéis todo el día – dijo volviendo a su mostrador.
--Y una mierda Newton, si las llegases a tocar te quedas como un macarrón aplastado, así que eso ni se te ocurra pensarlo – saltó ahora Jake que ya tenía en sus brazos a Nessie.
-- Venga ya muñecas, debéis estar cansadas de la monotonía, imaginaros mi pene en vuestra …-- pero no le dio tiempo a contestar porque Edward ya le había pegado un puñetazo que lo había estampado contra la pared.
--No vuelvas a tener fantasías con ella porque juro que destripo como a una lombriz.
Dicho esto, salimos con toda la ropa y Edward me acercó a su cuerpo.
--Mi amor, ¿estás bien? – dijo mientras me daba un beso en la frente
--Sí, perfectamente. Si no me lo quité de encima es porque si no lo hacía papilla y se daría cuenta de que no soy normal.
--Lo sé, yo le di el puñetazo más suave, pero vi que le dolió…
--Jeje, sí, le dolió y mucho, no creo que nos vuelva a coquetear mucho más, porque si no la próxima vez, seré yo la que le dé el guantazo y no será nada suave, créeme -- le dije, pero entonces me acordé de algo: el castigo de Edward.
Me separé bruscamente de él y Edward me miró con el ceño fruncido.
--Mi amor, ¿por qué te has separado?
--Porque no se me ha olvidado tu castigo guapo, te dije que no hay ni sexo, ni besos, ni caricias ni tocamientos, y yo cumplo mi palabra siempre.
--No me puedo creer que sigas con eso Bella.
--Sigo, y no terminaré hasta dentro de un mes.
--Bella por favor, te amo, te quiero y te deseo demasiado como para tenerme alejado de ti tanto tiempo.
--Y yo también cariño, pero eso te lo has ganado tú solito y no hay más que hablar -- y nos fuimos todos a la casa.
Miré el reloj y abrí los ojos como platos.
-¡AH! Chicos, nos queda media hora. Vamos a trabajar, venga.
Nos pusimos manos a la obra y limpiamos toda la habitación de Alice y no quedaba rastro del chamuscado, pero tuvimos que pintar parte de la pared de blanco porque estaba negro, Nessie limpió los armarios, yo cambié las sábanas, los chicos reemplazaron todo lo roto por lo poco nuevo que teníamos en el sótano. Cuando terminamos, Edward y Jacob cogieron la ropa chamuscada y la tiraron a la basura y mientras Nessie y yo colocábamos en las perchas la ropa nueva y los chicos y nosotras echamos ambientador en toda la habitación y ya no podíamos hacer nada más, así que nos bajamos al salón y los chicos se sentaron y nosotras encima de ellos y encendieron la televisión.
-- Que quede claro Edward, que tu castigo sigue en pie. Sólo ahora me sentaré en tu regazo, porque es el único sitio seguro que tengo por ahora contra Alice y su furia.
-- De acuerdo -- dijo mi marido derrotado. Él sabía que a terca no me ganaba nadie, así que no le quedaba otro remedio que aceptar.
Entonces oímos el Jeep de Emmett y el Porsche de Alice. Ya estaban aquí los cuatro. Había que enfrentarse a lo que nos esperaba, ya no podíamos hacer nada. Edward pareció notar mi nerviosismo y el de Nessie, así que nos dijo:
--Tranquilas chicas, ya veremos lo que hacemos -- nos dijo en un susurro.
Alice, Jazz, Rose y Emmett entraron súper felices al salón. "Poco te durará la felicidad, Alice", pensé para mi misma.
--Hola chicos, ¿qué tal? Los veo muy serios, ¿pasa algo? -- saltó Alice.
--No tía, estamos perfectamente -- dijo mi hija. Vi a Jasper muy tenso y pude saber que sabía que sentíamos miedo de su novia, pero fingió una perfecta sonrisa.
Alice empezó a olisquear y Emmett también junto con Rose.
-- Vamos a ver Jacob, te hemos dicho mil veces que no lo hagas con Nessie aquí, que encimas que ardes, imagínate en acción… Joder, huele a quemado… Lo que yo pensaba, se le incendió a Jacob la pirila en pleno acto, ¿verdad perrito?
Jacob estaba que trinaba y toda la familia se estaba partiendo de risa, aunque Nessie estaba bastante roja de la vergüenza, otra cosa que heredó de mí.
Pero nos quisimos dar cuenta, Alice no estaba en el salón. Ya me estaba poniendo histérica, cuando escuchamos la voz maldita, que a ninguno de los cuatro nos apetecía escuchar
--¡AAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHH! ¡ LOS CUATRO ESTÁIS MUERTOOOOOOOOOOOOOSSSSSSSSSSSS! OS LO JURO MALDITOS, ESTÁIS MUERTOS Y ENTERRADOS PARA SIEMPRE -- chilló a todo pulmón. Mi muerte estaba sentenciada, lo vi con suficiente claridad, al igual que mi marido, mi hija y Jacob.
-- Tíos, ¿qué habéis hecho para que la duende esté así? -- dijo Rose
--¿Nosotros? Nada… -- dijo mi hija
--Me apuesto lo que quieras a que tiene que ver con su ropa -- dijo Rosalie convencida, y no fallaba en nada…
-- Pues algo así Rose, le hemos quemado toda su ropa y la hemos sustituido por ropa de la tienda Newton -- dijo Edward.
-- ¡Joder! ¿Sabéis que tenéis la muerte a la vuelta de la esquina? Sí sí, esa esquina de ahí, la que da a la habitación de Alice -- señaló Emmett.
-- Emmett, yo no me lo tomo a broma, que todos conocemos a Alice, y me puede hacer lo impensable por cobrarse su venganza.
-- Lo sé, no tenéis nada que hacer.
Alice bajó con toda la ropa de la tienda Newton en la mano y su cara era peor que la de la niña del exorcista en su peor momento.
-- Bella, ¿cómo habéis hecho eso? Ahí estaba mi vestido nuevo, el que me iba a poner mañana… -- dijo con los ojos negros de rabia y enfado.
-- ¿Hablas del vestido azul eléctrico sin mangas? -- preguntó Jacob
-- Sí, ese, ¿ese está aún vivo? -- dijo Alice con una pizca muy pequeña de esperanza.
-- Es que toda la ropa está en la basura, pero el vestido y algunos zapatos no cabían en el cubo de la basura, así que está ahí, debajo del sillón.
-- ¿Has escondido mi vestido de 5000 dólares debajo del sillón? ¡Yo te mato! -- fue directa al sillón y lo levantó y ahí estaba su vestido azul. Sí, el vestido estaba, pero sólo estaba…
--¡AAAAAAAAAAAHHHHH! Dios, ¡¿qué le has hecho a mi vestido? -- dijo Alice gritando como Juana La Loca y con su vestido estaba allí, pero estaba hecho añicos, con mil agujeros y sin las lentejuelas.
-- Alice, te dije que el vestido estaba, pero no te dije que estuviera bien… -- se defendió Jacob.
-- Escuchadme traidores, esto no quedará aquí. Vosotros no conocéis a Mary Alice Brandon Cullen, pero la conoceréis, os lo juro por mis preciosos Manolos rojos.
Y desapareció por la puerta de la calle. Ahora nos tocaba esperar su venganza… A saber que nos hacía, conociéndola, haría lo posible por dejarnos peor que a ella… Sólo nos quedaba cruzar los dedos.
