Disclaimer: Candy Candy y todos sus personajes son propiedad de Kioko Misuki y Yumiko Igarashi así como de TOEI Animation 1976
Estrellas Fugaces
Capítulo 1
Ilusiones rotas
Candy se encontraba con los ojos cerrados sentada en su asiento de primera clase en el avión que la llevaría lejos de ahí, lejos de su hogar y la llevaría a donde residiría por tiempo indefinido: Inglaterra; parecía ausente, como si su alma y su cuerpo no estuviesen conectados.
Tenía la cabeza reclinada hacía la ventanilla del avión, pretendía fingir que dormía de ese modo nadie la molestaría, aunque la realidad era diferente: Se esforzaba por contener las necias lágrimas que se empeñaban en salir de sus hermosas lagunas verdes. Candy se llevaba una mano a sus ojos y con el dorso las limpiaba antes de que pudieran rodar por sus sonrojadas mejillas aunque no conseguía hacerlo con éxito. ¡Oh para Candy, tienes que superarlo! –Se dijo a si misma al mismo tiempo en que apretaba los dientes e intentaba controlar también su exaltada respiración.
Mientras lloraba no podía evitar recordar una y otra vez todos los dolorosos episodios que la llevaron a tomar la decisión de irse a vivir a otro país dejando atrás todo lo que amaba.
Flash Back
Candy mi amor ahora vuelvo voy a pagar a la caja porque tengo una reunión en 30 minutos y no tengo tiempo para esperar más. No sé por qué insistes en volver a este lugar de tan baja categoría –Dijo un joven moreno de ojos marrones sonriendo mientras se acercaba a Candy para darle un fugaz beso en la mejilla.
¡Mi amor, Neal, no empieces! Bien sabes que en este lugar de tan baja categoría –Dijo imitando el tono de voz de Neal- Sirven la mejor comida italiana de la ciudad –Terminó Candy sonriendo tiernamente.
De acuerdo mi amor tu ganas como siempre –Expresó Neal en tono conciliador mientras se levantaba de la mesa para ir a pagar la cuenta, pero en cuanto se giró no pudo evitar hacer una mueca de hastío.
Candy solamente pudo ver con una sonrisa enamorada como Neal se marchaba y desaparecía de su vista. Ella bien sabía que Neal a veces era quisquilloso pero nada que no fuera tolerable; al final él tenía tantas cosas que la llenaban haciéndola muy feliz y por eso precisamente en el próximo mes se haría una cena especial en la mansión Andrew: Neal pediría su mano.
Estaba sumida en sus pensamientos cuando un zumbido atrajo su atención trayéndola de nuevo a la realidad, ella volteó a ver a la mesa y ahí estaba el móvil de Neal sonando. Ella estiró el brazo y abrió la mano para tomar el móvil pero no lo creyó prudente y al último momento cerró la mano y decidió dejar que el móvil siguiera sonando. Dejó de sonar y volvió a sonar nuevamente al parecer alguien tenía prisa por hablar con Neal.
Después de 2 llamadas perdidas más decidió que contestaría la llamada podría ser algo urgente después de todo, ¡Rayos porque se tardaba tanto Neal!
Diga –Dijo Candy respondiendo la llamada.
Hola buenas tardes con Neal Legan por favor –Escuchó Candy la amable voz de una mujer.
No se encuentra disponible ahora, pero si gustas puedo darle tu recado y le diré que se comunique contigo inmediatamente –Dijo Candy preocupada porque podría ser algo importante y Neal no regresaba a la mesa.
Oh que amable gracias –Continuó la mujer al otro lado del teléfono- Dile por favor que nuestra cita cambiará de lugar, que siento avisarle 20 minutos antes pero que me busque en el número 196 porque la de siempre ya estaba reservada.
Ok entiendo le daré tu mensaje tan pronto como lo vea –Dijo la rubia un poco desconcertada.
De acuerdo gracias –Escuchó Candy a la mujer y la llamada terminó.
Candy dejó el teléfono sobre la mesa mientras pensaba lo rara que había sido la llamada; De pronto sintió una punzada en su corazón era muy raro que buscara el número 196 para su cita cuando supuestamente la reunión que Neal tenía era en el consorcio de las Empresas Leagan…
En fin, Candy sacudió la cabeza como queriendo deshacerse de malos pensamientos y respiró profundo, abrió los ojos y buscó a Neal con la mirada quizás debería de ir a buscarlo, pero algo dentro de ella fue más fuerte e impulsada por una corazonada tomó el Móvil de Neal nuevamente y vio las llamadas que habían, habían llamadas de Eliza, de Archie, de George Johnson, y muchas otras de Karla, Caroline, Marie, Esther, Jessica y también de Laureen la mejor amiga de Candy.
Candy sintió como poco a poco las manos se le iban poniendo heladas y temblorosas, buscó los mensajes en el móvil de Neal ella sabía que eso estaba mal, porque estaba invadiendo la privacidad de su novio, y eso algo que ella jamás había hecho antes; pero era algo incontrolable una súbita necesidad de saber que todo estaba bien y calmar sus inesperados nervios.
El primer mensaje era de Eliza, Candy no lo abrió pero el segundo era de una tal Jessica, Candy lo abrió y leyó:
Guapo entonces nos vemos esta tarde?
Me pondré algo rojo porque se que te enloquece.
Besos
Leyó uno más de una tal Karla que decía:
Me parece perfecto mi muñeco de chocolate yo también recuerdo aquellas noches en Cancún, ¿repetimos entonces?
Candy rápidamente pasó la vista por el restaurante y bajó la mirada y abrió un mensaje de Laureen: su mejor amiga.
Nene esto tiene que parar no podemos seguir viéndonos, es muy arriesgado, Candy podría darse cuenta de lo nuestro. Tenemos que hablar.
Besos nene de los que te gustan
Candy conteniendo las lágrimas en los ojos y con las manos heladas siguió viendo muchos mensajes y la mayoría eran de las mismas personas, con el mismo sentido… Que Neal no podría mejor llamarlas en lugar de mandar mensajes –Pensó Candy sarcásticamente y abrió otro mensaje de Laureen
Neal la noche de ayer jamás la olvidaré, desatamos nuestra pasión nuevamente en el club en una hora?
Candy ya no leyó más, ya no tenía sentido… Los mensajes de Laureen le dolieron más que todos. Candy antes de dejar el teléfono en su lugar borró la llamada que contestó, respiró profundo e intentó tranquilizarse con urgencia, Neal no tardaría en regresar, de hecho ya había tardado demasiado y ella no sabia que hacer o que creer, solamente sentía el desenfrenado palpitar de su corazón, una tristeza que comenzaba a carcomerle el alma y podía sentir como su burbuja rosa comenzaba a resquebrajarse sin tregua alguna.
Después de un tiempo que a Candy le pareció una eternidad, ¿Ó muy corto? no podría decirlo ,Neal volvió a la mesa.
Listo mi amor podemos irnos ya que tengo mucha prisa –Expresó un Neal apurado.
Estoy lista y si, me imagino que ya se te hizo tarde –Dijo Candy con un tono frío e indiferente mientras se levantaba.
¿Te pasa algo? -Preguntó Neal
Nada solamente me llamó Albert y tengo que volver a casa pronto hubo un problema y tu teléfono estuvo sonando varias veces pero no alcancé a contestar –Dijo Candy esperando sentirse culpable por mentir pero ese sentimiento de auto reproche no llegó.
Oh hiciste bien, seguramente es algo de negocios –Dijo Neal tomando el brazo de Candy para escoltarla a la puerta.
Voy a llamarle a Albert –Dijo Candy y se soltó del brazo mientras buscaba en su bolso su teléfono y marco el número de su hermano.
Albert ¿A qué hora estarás en casa? –Preguntó Candy con la voz tranquila
Si ¡Hola Candy! ¿Cómo Estás? –Bromeó Albert- ¿Estamos de mal humor pequeña? –Pregunto el chico de ojos azules al otro lado de la línea.
Si un poco, ¿Bueno me responderás o no? –Preguntó Candy impaciente sintiéndose culpable por hablarle a su hermano así.
Pues no tenía planeado llegar hasta la noche pero si te parece te veo en casa en 2 horas pequeña –Respondió Albert después de unos momentos.
Perfecto, te quiero Bert –Dijo Candy terminando la llamada justo cuando Neal le cerraba la puerta del auto después de que ella hubiese subido.
Candy no sabía que hacer porque no quería hablar con Neal, no quería ni verlo, pero tampoco se quería poner a llorar ahí mismo, no le demostraría lo que ella estaba sintiendo, no dejaría que Neal viera una sola lágrima o un solo gesto que le indicase que ella estaba sufriendo por culpa de él.
De momento Candy se sentía confundida, era como si su cabeza no lograra hilar todas las ideas y los sentimientos con lo que acababa de descubrir hacía unos momentos. Se sentía vacía, si esa era la palabra: Vacía toda sus planes de vida habían desaparecido en menos de 5 minutos, era como si un abismo negro y doloroso se hubiera abierto en el centro de su corazón y se fuera llevando a su paso sus sueños, su amor, sus esperanzas, sus ilusiones, su confianza, su dignidad, su valentía y solamente le quedaba la nada… la nada y los trozos de ilusiones rotas.
Candy ¿Me has escuchado? –Preguntó Neal levantando la voz un poco.
Ah no te estaba poniendo atención, ¿Qué me decías? –Respondió Candy secamente sin voltearlo a ver.
Te preguntaba sí te gustaría pasar unos días en Lakewood en la casa de verano de mi familia –Repitió Neal no pudiendo ocultar un poco el reclamo en su voz por la falta de atención de Candy.
No lo creo Neal –Dijo Candy- No es correcto que vaya contigo a solas a tu casa de campo, además si yo quisiera ir a Lakewood preferiría ir a la mansión de las rosas.
De acuerdo como usted quiera Srita. Andrew pero recuerda que pronto podremos hacerlo y nadie podrá decirnos nada –Dijo Neal con picardía.
Si, ya lo veremos Neal –Dijo Candy sacando su teléfono nuevamente y comenzó a marcarle a su amiga Pauline, Candy se proponía hablar con ella el tiempo que tuviera que estar dentro del coche de Neal, así no tendría que hablar con él y ella no tendría que fingir que no pasa nada.
Neal, ¿De cuándo acá me llamas Neal mi amor? ¿Ocurre algo? –Preguntó el chico moreno de hermosos y fríos ojos marrones.
Estoy preocupada es todo –Le respondió y comenzó a hablar con Pauline en cuanto ella respondió la llamada.
Al llegar a la Mansión Andrew Neal se bajó para abrirle la puerta a su novia y quiso darle un beso en los labios de despedida pero Candy se giró y sus mejillas recibieron el beso y no sus labios.
Te llamaré después Pauline besos –Terminó Candy de hablar por teléfono y se movió para alejarse de Neal- Gracias por traerme a mi casa Neal hablamos después –Dijo Candy comenzando a caminar hacia la entrada de su casa.
¡Que genio Srita Andrew! –Le dijo Neal viéndola alejarse- Cuando nos casemos te daré unas buenas clases de modales.
Candy no supo en que tono se lo había dicho Neal; antes hubiera estado segura de que Neal estaba jugando pero ahora no sabía más quien era realmente su novio, ella empezaba a darse cuenta de que no lo conocía del todo y tristemente la realidad la estaba matando.
Candy corrió al garaje sacó las llaves de su Volvo C30 negro y se dispuso a seguir a Neal. No sabía porque hacía esto, no sabía a donde la llevarían sus pasos, ni que haría sí llegaba a comprobar todo lo que su razón ya le decía a gritos, pero necesitaba hacerlo: necesitaba ver con sus propios ojos que Neal no era el chico honesto y divertido de quién se enamoró. En realidad era un completo desconocido a quién no le importaba jugar con ella, con su amor, y con su vida…
Candy recordó que antes Anthony, Stear y Archie ya le habían dicho que Neal no era una buena persona, que no confiara tanto en él y Anthony se había desvivido por horas dándole razones a Candy por las cuales Neal no le convenía y porque no debía de casarse con él, pero Candy jamás le escuchó… Mientras conducía escuchaba claramente todo lo que le habían dicho de Neal, era como si se lo dijesen en ese preciso momento, cada comentario recibido era escuchado claramente dentro de su cabeza.
Recordó la voz clara y seria de Archie diciéndole: Candy Neal no es quién tú piensas, abre los ojos ahora que estás a tiempo… Candy Neal te engaña.
Candy pudo escuchar también todas las veces que ella lo negó, las veces en que ella se dijo que decían todo eso de Neal solamente porque no les caía bien, pero ahora ella sabía la verdad: No era simplemente porque no les cayera bien Neal sino porque ellos la querían a ella, querían su bienestar y sobretodo que fuera feliz y con Neal jamás lo habría sido.
Candy vio como Neal se metió al estacionamiento de un hotel de 4 estrellas, ella inmediatamente, estacionó su auto en donde pudo y se bajó a toda prisa.
Entró a la recepción y haciendo uso de todo su autocontrol se acercó a la recepción y preguntó-: Disculpe ¿Podría indicarme como llegar a la habitación 196? -En cuanto le dieron las instrucciones comenzó a subir las escaleras apresuradamente, llegó al piso que le indicaron y vio rápidamente la numeración y también notó que justo dos habitaciones después de la que buscaba había un pasillo, así que corrió hacia él y esperó escondida…
A los cinco minutos las puertas del ascensor se abrieron y apareció Neal, se acercó a la habitación 196 y tocó la puerta.
Guapo creí que no llegarías –Dijo una mujer muy guapa, rubia y de cabello lacio a media espalda vestida con un sugerente negligé negro.
Oh Caroline por supuesto que vendría solo que nuestra habitación ya estaba ocupada y tuve que ir a recepción para ver en que habitación nos veríamos hoy –Dijo Neal para después besarla en los labios apasionadamente.
Te llamé ¿No te dieron mi mensaje? –Preguntó la chica confundida.
¿Cuál mensaje? Bueno eso es lo de menos, después me contarás –Alcanzó a escuchar Candy decir a su hasta entonces "novio" y después la puerta de la habitación se cerró.
Candy se sentía terriblemente abatida, no sabía que pensar o que hacer, las piernas no la sostuvieron más y lentamente resbaló por la pared hasta llegar al piso. Cualquiera esperaría que estuviera en un mar de lágrimas y fuera de control pero no fue así. Después de 10 minutos Candy se levantó con la mirada triste pero sin haber derramado una sola lágrima, comenzó a caminar rápidamente, deseaba salir de ese lugar lo antes posible y marcharse a su casa, tenía muchas cosas por hacer.
Al llegar a su casa llamó a Dorothy quién era su fiel amiga, antes que su dama de compañía y le pidió que preparara su equipaje. Le llamó a George Johnson y le pidió que reservara un vuelo a Londres para el siguiente día y que hiciera lo necesario para que cuando ella llegara a Londres la mansión estuviera lista y que avisara a las Empresas Andrew de su llegada porque había decidido ser ella quién tomaría las riendas de los negocios familiares en ese país.
Le llamó a Anthony, a Stear, a Archie, a Pauline y también a su tía abuela Elroy para informarles que partiría al siguiente día a Inglaterra aunque no mencionó nada de lo que había sucedido con Neal.
Al llegar Albert a la mansión Candy habló con él y le contó todo lo que había pasado con lujo de detalles, después de todo era su hermano y entre ellos dos no había mentiras; ella aún no lloraba, se veía fatal, derrumbada, y sus ojos ya no brillaban se veían vacios… vacios como su alma.
Albert intentó hacerla razonar para que se quedara por lo menos hasta el nuevo año, pero no pudo convencerla y él tampoco podía pedir mucho; podía ver todo el tormento y sufrimiento en el que se estaba sumergiendo su pequeña hermana, pero sobretodo lo que más le preocupaba era que Candy se estaba encerrando en sus sentimientos y no dejaba salir su dolor.
Albert le dijo que todo estaría listo para cuando ella llegara a Londres, le expresó la terrible tristeza que le embargaba por tener que separarse de ella, le prometió que pronto se volverían a ver y por necedad de Candy prometió no mover sus influencias para hacerle pagar a Neal la terrible aberración que cometió con Candy, al menos no de momento…
Candy después de hablar con Bert se fue a su habitación revisó y termino de hacer su equipaje; Después se puso a cortar en pedazos todas y cada una de las cosas que Neal le había regalado, mientras las cortaba por fin las lágrimas que se rehusaban a salir hicieron su llegada, lágrimas de dolor, lágrimas de perdida, lágrimas de enojo, lágrimas de frustración, lágrimas de amargura… muchas lágrimas.
Al día siguiente Candy se rehusó a ver o hablar con Neal y tampoco le dejó ningún mensaje. Por la mañana estuvo un rato con Anthony, Stear, Archie y Pauline, no les contó lo sucedido pero ellos notaron que algo raro y fuerte tenía que haber pasado para que Candy tomara esa decisión tan drástica e inesperada pero tampoco preguntaron nada.
Candy no permitió que nadie la fuera a despedir al aeropuerto de Chicago, ya bastante dolor estaba sintiendo por todo lo que había pasado con Neal y por tener que dejar a sus seres queridos como para soportar decirles adiós…
Una hora antes de su vuelo Candy sacó su móvil y le marcó a Laureen.
¡Hola Candy! ¿Cómo has estado? Estaba a punto de llamarte para invitarte a una cena en mi casa mañana –Respondió la llamada una Laureen muy entusiasta.
Oh lo siento Lauren pero creo no podré ir –Expresó Candy fríamente.
¡Hay Candy tu no puedes hacerme eso! Eres mi mejor amiga no puedes faltar sin ti no sería igual –Expresó Laureen con voz chillona.
Laureen quiero preguntarte algo –Dijo Candy hablando seriamente y en un tono impersonal.
Si Candy dime no me asustes ¿Ocurre algo? –Demandó Laureen preocupada.
Quiero saber si tú y Neal se han estado viendo a mis espaldas –Pregunto Candy.
¿Cómo? ¿No te entiendo Candy? –Dijo Laureen y la voz pareció temblarle un poco pensó Candy.
Si Laureen, es muy fácil, quiero que me digas si te has estado acostando con mi novio Neal –Preguntó Candy seria y muy enojada.
Candy puedo explicarte todo, no es como tu piensas –Se apresuró a decir Laureen.
No tienes que explicarme nada Laureen, ahora se quién eres realmente tú y quién es Neal, no vuelvas a buscarme –Declaró Candy firmemente, cortó la llamada y apagó su móvil.
Fin del Flash Back
Srita disculpe –Interrumpió una voz a Candy, trayéndola de vuelta a su presente– ¿Desea ver la carta de alimentos y bebidas?
Oh si gracias –Dijo Candy y después de ver la carta unos momentos pidió solamente un jugo de naranja y una ensalada.
En realidad desde el día anterior no había comido casi nada, su estómago se esforzaba por rechazar cada alimento que ella probaba pero ella sabía que tenía que luchar y comer algo porque no quería enfermar. ¡Sería el colmo! -Pensó Candy- tener el corazón y el cuerpo hecho trizas.
Candy pasó todo el vuelo pensando y reviviendo una y otra vez las escenas que la atormentaban, el descubrir el engaño de Neal pareciera que la había dejado vacía por dentro, su vida cambiaría por completo, pero ella de verdad necesitaba ese cambio, necesitaba poner tierra de por medio para poder olvidarlo, para poder perdonarse a si misma, para poder reponerse y para superar ese terrible dolor que se había afianzado fuertemente en su corazón, ese dolor que le dificultaba la respiración y le oprimía le pecho sin descanso. Era un dolor agudo que venía desde el alma y destruía todo a su paso, pareciera muy lejana la última vez que rió, la última vez que se sintió bien… ahora todo era dolor, decepción y vacio.
Candy intentó dormir durante el vuelo pero no lo consiguió; intentó ver una película pero tampoco pudo concentrarse; intentó escuchar música pero pareciera como si el universo conspirara para recordarle su pena y ensañarse más con ella con esas canciones de desamor… Candy al final habría escuchado unas diez mil veces Claro de luna, esa melodía tan especial que escribió Beethoven que tiene la facilidad de adaptarse a tu estado de ánimo y que tus oídos reciben con gusto sin importar como te sientas.
Candy llegó a Londres a las diez de la mañana hora local, ella pensaba tomar un taxi pero un empleado de las empresas Andrew ya estaba esperándola justo afuera del área de llegadas internacionales.
Era un chico muy apuesto y joven de nombre Patrick Wall, Candy no tardó en simpatizar con él y a los pocos minutos de hablar con él Candy supo que él sería su mano derecha en Londres, era la persona que el poderoso magnate William Albert Andrew había designado para apoyar en todo a su pequeña hermana.
Candy llegó a la mansión Andrew en Londres y no pudo evitar sentirse triste, siempre que había estado ahí lo había estado en compañía de Albert y remontándose un tiempo aún más atrás: En compañía de sus padres.
Candy al llegar a la Mansión en Londres decidió marcarle a su hermano para avisarle que había llegado bien y que le volvería a llamar pronto; también vio que Neal le había marcado muchas veces pero ella no le devolvería la llamada.
Candy decidió desayunar solamente jugo de naranja y un poco de fruta; después de darse un buen y necesario baño salió decidida a presentarse ese mismo día en las empresas Andrew, eran vacaciones así que seguramente no habría casi nadie pero ella quería comenzar a ponerse al corriente con lo que tendría que hacer en su estancia en Inglaterra, además de que los negocios serían un muy buen distractor para su ya cansada y adolorida cabeza.
Candy se vistió y justo cuando iba bajando las escaleras de su casa escuchó que alguien iba llegando:
Pase a salón de té Miss Britter, ahora mismo le aviso a Lady Andrew que usted acaba de llegar –Dijo en tono solemne Mike, el mayordomo.
No será necesario Mike ya estoy aquí –Los sorprendió Candy desde las escaleras sonriendo e intentando poner su mejor cara.
Entonces me retiro sino necesita nada más Lady Andrew –Contestó Mike sonriendo y desapareciendo de la vista de ambas chicas.
¡Candy que alegría verte! ¡Estoy tan feliz de que hayas decidido pasar una temporada en Londres! –Expresó Annie feliz y sonriendo mientras corría para abrazar a Candy
Annie Britter era una hermosa chica de cabello lacio y negro, brillantes ojos azules, piel blanca, nariz respingada y labios rosas; era la única hija de la familia Britter. Ella y Candy habían sido amigas desde muy pequeñas; entre ellas existía un cariño muy especial. Candy y Annie habían tenido la oportunidad de conocerse cuando la familia de Candy viajó a Inglaterra para pasar el verano en tierras escocesas, y desde entonces ellas siempre se veían todos los veranos y de vez en cuando en diciembre o cuando podían escaparse de sus obligaciones.
¡Annie estoy tan feliz de verte yo también! –Dijo Candy mientras abrazaba a su amiga y sin querer se le salieron dos traviesas lágrimas- ¿Pero como sabes que llegaba sí no le he avisado a nadie aún? –Preguntó Candy curiosa.
Me llamó Albert ayer por la noche y me dijo que llegarías, así que aquí me tienes, ¿Cómo has estado? ¿Por qué lloras Candy? Ahora tu también eres llorona –Expresó Annie con una radiante sonrisa.
Si Annie será que se me esta pegando tener lagrimitas de lluvia como a ti –Le respondió Candy mientras abrazaba a su adorada amiga nuevamente.
Candy tienes muchas cosas que contarme. Quiero que me pongas al día con tu vida, y quiero saber porque te has venido a Inglaterra a vivir justo cuando estás a punto de comprometerte –Demandó Annie sonriendo y abrazando aún a su amiga sin saber que esa pregunta le lastimaría a Candy profundamente.
Si Annie, tenemos muchas cosas de que hablar –Dijo Candy con la mirada ensombrecida y los ojos llenos de lágrimas mientras se mordía el labio intentando controlar su inminente llanto- Ven, vamos al salón de té.
Oh perdóname Candy, no debí preguntar algo así, ¿he dicho algo mal cierto?, no ha sido mi intención ponerte triste –Expresó Annie angustiada al notar que Candy tenía ojeras y al fin reparó en que algo le pasaba a su amiga.
No te preocupes Annie, de hecho necesito desahogarme te contaré todo –Dijo Candy en un susurro y abrazó a Annie llorando como hacía mucho tiempo no lo hacía, lloró muchísimas lágrimas de dolor, de coraje y de decepción; lloró porque no solamente era la infidelidad de Neal lo que la estaba matando, lloraba también porque alguien a quien ella quería y confiaba la había traicionado: Laureen. Lloro porque necesitaba sacar un poco de esa angustia que le carcomía el alma y la razón, lloró y se dejó caer ahí frente a Annie, a su mejor amiga, a su hermana de corazón porque frente a ella no podía fingir, no podía pretender que todo iba bien cuando en realidad no era así… Lloró frente a Annie porque sus fuerzas ya no le permitirían seguir mostrando una bella sonrisa por fuera cuando en realidad su cuerpo, su alma y su corazón estaban llorando una perdida muy grande.
Después de varias horas Candy logró calmarse con la ayuda de Annie; Annie por su parte se sentía muy triste y tenía ganas de llamarle a Neal y gritarle hasta de lo que se iba a morir. Sentía profundamente en el alma el dolor de su amiga, ellas siempre habían sido así, siempre habían podido expresarse libremente y esta vez Annie pudo compenetrar en el dolor de Candy y entender que su amiga estaba destrozada.
Annie sabía que ahora tenía un deber moral muy grande para con Candy, tenía que ayudarle a sacar su dolor y enseñarle nuevamente a reír, a confiar, a demostrarle lo bella y valiosa que era ella por dentro y por fuera y que los golpes de la vida nos sirven para hacernos más fuertes, no para dejarnos derrotar cuando las cosas no salen como pensábamos.
Vamos Candy no puedes rechazarme mi invitación a comer, he reservado un lugar que se que te encantará y además necesitas salir y distraerte ¡No permitiré que te encierres en una oficina todo el tiempo eh! –Manifestó Annie en un tono que no permitía objeciones.
Esta bien Annie tu ganas –Dijo Candy sonriendo un poco- Vamos que pensándolo bien comienza a darme hambre –Expresó Candy mientras cerraba un ojo de manera traviesa.
Por cierto Candy antes de que me olvide y me lleve esto de vuelta a casa –Dijo Annie mientras abría su bolso- Tengo que darte esto y definitivamente no aceptaré un rechazo. No permitiré jamás que pases año nuevo sola en tu casa encerrada; Sé que no es la mejor idea pero los planes estaban hechos antes de que supiera de tu llegada; ayer te conseguí esta invitación, pensé que sería un poco difícil –Dijo Annie tímida- pero en cuanto supieron que esta invitación sería para Lady Candice Andrew me la dieron de inmediato.
De que hablas Annie –Dijo sosteniendo el elegante sobre que le daba Annie- ¿Invitación de qué es esto? –Se apresuró a preguntar Candy
Es tu invitación para la fiesta en donde celebraremos año nuevo –Dijo Annie enrollando un dedo en su largo y fino cabello negro.
¿Annie que voy a hacer contigo? Supongo que no me dejarás en paz hasta que acepte asistir a la bendita fiesta ¿Verdad? –Dijo Candy un poco molesta puesto que lo último que deseaba era asistir a una fiesta- Sí fuiste a conseguir la invitación entiendo que la fiesta no es en tu casa ¿Podrías al menos decirme quién ofrece la fiesta?
Si, de hecho te encantará el lugar es bellísimo yo he estado ahí otras veces, tiene unos jardines preciosos y unas fuentes con ángeles capaces de quitarle el aliento a cualquiera – Dijo Annie con vehemencia.
Si Annie te creo, pero no me has contestado ¿Quién ofrece la fiesta a la que iremos? –Dijo Candy sabiendo que tenía que ceder y además no era algo tan malo ir a una fiesta, al menos esa noche se preocuparía por su vestido, por no aburrirse, por demostrar sus años de educación y esmero para ser toda una dama en sociedad y sobretodo no pasaría sola año nuevo retorciéndose en su propio dolor.
La ofrece el Duque de Grandchester, Lady Andrew –Dijo Annie con la mirada juguetona.
¡Muy bien Annie! Vamos a comer y después de compras que no he traído ningún vestido de princesa conmigo –Expresó Candy no muy convencida.
Candy no te desanimes. Sé que no eres adicta a las fiestas y mucho menos fanática de las compras, pero te prometo que haré lo posible porque te sientas bien y olvides todo lo que lastima a tu corazón –Dijo Annie sosteniendo las manos de Candy- Además recuerda que hombres hay muchos y no digo que ahora, pero después Candy, Neal solamente será un pasado del que habrás aprendido a ser más fuerte y quién sabe, podrías conocer a alguien interesante en la fiesta de mañana –Parloteó Annie rápidamente.
Annie no estarás pensando jugar a ser Cupido ¿Verdad? Te advierto Annie Britter que no estoy interesada en conocer a nadie, involucrarme sentimentalmente con alguien no entra en mis planes por los siguientes 15 años –Manifestó Candy con voz dura y convencida.
No por supuesto que no Candy, solamente te digo que tienes que salir y no encerrarte y bueno uno nunca sabe lo que puede pasar; el hijo del duque, Terrence, es sumamente apuesto y encantador, aunque no creo que se interese en ti, seguramente no eres su tipo –Dijo Annie sabiendo como picar a su amiga para que no se negara a ir a la fiesta y además seguramente ver a un bombón como Terrence le haría ver que hay más hombres en el mundo, no tendría nada de malo hacer amigos, pensaba Annie, acaba de romper con su novio le duele pero ya pasará, Neal no era el indicado para ella….
¿Qué no soy su tipo? –Dijo Candy indignada- más bien él seguramente no es el mío, seguramente será arrogante y prepotente como la mayoría de los nobles, pero como tú dices Annie iremos a la fiesta para divertirnos y celebrar año nuevo juntas.
Si Candy verás que nos divertiremos –Dijo Annie convencida de ello.
El día se pasó muy rápido para las entrañables amigas, entre su pequeño paseo y sus compras, entre lágrimas y sonrisas, se pusieron al corriente de todo lo ocurrido en los meses que habían estado sin verse.
Al caer la noche Candy por fin sintió sueño y cansancio, y con una tenue sonrisa pensó que esa noche realmente si se dejaría envolver en los brazos de Morfeo.
Candy se encontraba en la terraza de su habitación, hacía mucho frío puesto que era diciembre, había nevado, pero ella aún así estaba afuera sintiendo como el viento helado la envolvía de pies a cabeza, era como si Candy estuviese esperando que el frío entumeciera su cuerpo y su corazón, y con ello dejase de sentir ese dolor, punzante que tenía desde hace días…
El cielo increíblemente estaba despejado, pero no había ninguna estrella brillando en la bóveda celeste, Candy suspiró bajó la vista y por instinto volvió a levantar la mirada hacia el cielo y justo antes de meterse a dormir vio pasar una estrella fugaz.
Candy suspiró se quedó un momento viendo lo rápida y hermosa que era la estrella, momentos después se metió a su habitación, cerró la puerta de la terraza, sacó una libretita y anotó:
¿Será que el amor de pareja es como una estrella fugaz? Pasa, te deslumbra, te sumerge en un mundo increíblemente maravilloso y después te deja nuevamente en la obscuridad solo que después de haber visto su brillo la obscuridad es más absorbente y fría.
Candy dejó la libretita sobre su mesita de noche apagó las luces se cubrió hasta el cuello con el delicioso tacto del edredón nórdico y después de días sin dormir se quedó profundamente dormida con lágrimas en los ojos.
OoOoO
En otro lado de Londres un apuesto caballero de cabellos castaños y profundos ojos azules vio pasar la misma estrella fugaz, dio un suspiro, bajó la mirada y se retiró a sus aposentos; El día siguiente sería un día muy agitado pensaba, mientras una arrogante sonrisa se dibujaba en su rostro.
OoOoO
Lady Annalise Grandchester
