Disclaimer: Naruto no me pertenece.

Bueno, la historia es para Retos Ilustrados y está inspirada en la canción 'It's over' de Cinema Bizarre.

It's over.

Miró fijamente al chico que se encontraba frente a ella, Neji era un lindo sueño que no estaba a su alcance.

Tomó el kunai y se acercó corriendo hacia él, ella sabía perfectamente que ese chico encontraría las pistas ocultas en su ataque y terminaría por derribarla; pero aún así, le gustaba el masoquismo.

—Tenten… —la aludida dio un pequeño salto al escuchar esa profunda voz en su oído—, estas muy distraída hoy.

La miró profundamente, como intentando leer su mente. Aquél perfil que mostraba, le recordó la infinita colección de fotos en su buró; fotos originalmente se su equipo, pero transformadas en fotos del genio, como una pequeña ilusión óptica que aliviaba la presión en su pecho. No, no podía distraerse más, era un imposible y así seguiría por el restos de sus días.

—N-Neji, ¿cómo llegaste ahí? —inquirió la morena. El chico la volvió a mirar con curiosidad.

—Llegué caminando, te quedaste pasmada y no te moviste de tu sitio después de lanzar el ataque… como si estuvieras ausente.

Estaba ausente, perdida en sus cavilaciones carentes de sentido. Ella aún no perdía el amor que le profesaba; sin embargo, ese amor cambiaba lentamente a un pánico constante, como si su corazón se congelara y crujiera por el pánico que sentía al verse atrapado en un sentimiento sin futuro.

—Lo lamento —Tenten le dirigió una mirada melancólica—. 'No vale lamentarse por cosas que nunca pasarán, eso sólo provoca que me destruya lentamente. ¿Cuándo dejarás de ser mi oxígeno y permitirás que siga respirando a pesar de no poder estar contigo?'

Él le devolvió una mirada de desconcierto. A pesar de esa mirada tan escrutadora, ella aún tenía la sensación de ser una marioneta y que el genio Hyuuga controlaba los hilos tomando completamente el control y destruyéndola pedazo a pedazo, mientras experimentaba un deleite casi enfermizo.

Se terminó. No volvería a ilusionarse por una persona que no valía la pena.

—Neji, me siento cansada, ¿sabes? —que excusa más patética para alejarse del lugar y sentir que la presión de sus cuerdas se liberaba por lo menos un poco, dejar de respirar ese aire viciado por su presencia y la impotencia de no poder ser nada para él.

El genio la miró con aprensión.

—Lo siento… —fue lo único que salió de sus labios antes de marcharse y dejarlo confundido.

—Tenten, ¿cuándo te darás cuenta que no eres invisible para mí, sino todo lo contrario?

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