Desclaimer: Los personajes nombrados no son de mi autoría, sino de Naoko Takeuchi.

Aviso: Esta historia es de tipo crossover, para mi sorpresa, para que lo tengan en cuenta, pero no lo clasificaré como tal.

Sin más, inició la historia.

-…-

-¿Qué pasará? – se preguntó en voz alta, ladeando parte de su cuerpo y su cabeza, con su mirada azul claro fija en el Árcade. Un tumulto de gente, todas mujeres, se arremolinaban en torno al negocio. Acababa de salir de su casa, con una pelea con su hermano, y se había decidido a despejar su mente y tranquilizarse.

Estaba a punto de entrar, para saber que era todo ese espectáculo, cuando una chica salió toda desarreglada, despeinada y agitada, haciendo que se sobresaltara.

-¿Estás bien? – preguntó, con amabilidad.

-Sí, si… - dijo la chica. Ésta, era un poco más alta que ella y de pelo castaño corto. Vestía un uniforme de preparatoria color gris con detalles en verde oscuro. Ahora que se daba cuenta, todas las chicas que estaban ahí, llevaban el mismo uniforme. – está difícil entrar ahí.

-¿Porqué? ¿Qué pasa? – preguntó como ella suele hacerlo.

-es que… a nuestra preparatoria llegaron unos estudiantes universitarios y a los de último año de preparatoria les toco la facultad de Medicina. Y una amiga… - carraspeó, colorada. – fijó la vista en uno de los estudiantes. – rió con nerviosismo. – en realidad, todas le echaron el ojo y lo persiguieron hasta aquí, con la escusa de tomar algo. Pero a todas se le ocurrió lo mismo – confesó apenada.

-Pobre Andrew. – dijo ella negando con la cabeza. – supongo que es la primera vez que el negocio se llena de esta manera y hasta el tope. – se compadeció.

-¿Lo conoces? – preguntó con asombro.

-¿Hoe? No, no creo, yo solo conozco al dueño, pero él no estudia en la facultad de Medicina.

-Ahh… ahora que recuerdo… él no tiene ese nombre… - dijo, pensativa la chica. - ¿Darío? ¿Dante? – preguntó con una expresión graciosa. Serena pensó en un nombre parecido a los que la chica daba.

-No se me ocurre un nombre parecido. – se disculpó su acompañante. – bueno… intentaré entrar, quiero hablar con Andrew.

-Suerte. – se compadeció la chica, mientras se arreglaba el cabello, y empezaba a camianr de lado contrario, con su maletín a cuestas.

Miró hacia el Árcade, suspirando. Levemente temerosa, empezó a introducirse en él, hasta que el primer golpe la dejó un poco atontada. Sin ningún reparo, se reincorporó, y siguió con el "peligroso" camino. De puntillas, divisó la cabellera rubia de su amigo Andrew, con dificultad, gritó su nombre, haciendo gestos con el brazo derecho.

-¡Andrew! ¡Andrew! – la chica daba saltos dificultosos.

De lejos, el susodicho, con cara de mártir, escuchó el llamado que se venía acercando. La chica era rubia, de pelo largo, bonita y de ojos azul claro. En esta ocasión, su pelo estaba suelto, sin su peculiar y normal peinado de "odangos".

-¿Serena? – dijo el chico, extrañado. - ¡Serena! – le llamó imitando los gestos de ella. - ¡Serena ten cuidado, por favor! – le previno el chico, llamando la atención de su amigo, el acosado por esa multitud.

-¡Andrew! – gritó otra vez, fastidiada. Sin que lo prevengan, una de esas tantas chicas la empujó hacia atrás, haciendo que se golpee contra una columna del edificio. Ante eso, gimió de dolor.

-Parece que está teniendo problemas. – murmuró el rubio de ojos claros. - indirectamente le estas causando problemas otra vez, Darien. – le picó en broma.

-No me culpes, Andrew, las que están locas son ellas. – dijo mientras apuntaba a las estudiantes de preparatoria. El chico, de unos veintitrés años, era de tanto facciones maduras como de facciones jóvenes, de mirada azul zafiro y cabello negro. - ¿Quién en su sano juicio, también, entraría con todo esto en la puerta y llenando gran parte del lugar? – Ante eso, el rubio rió levemente.

Serena, mientras tanto, se sobaba la parte posterior de su cabeza, decidida a no rendirse.

Volvió a pararse, y caminó empujando con todas sus fuerzas a las estudiantes. Escuchó protestas que ella ignoró. Al llegar con solo un metro de distancia de la barra, divisó a Andrew con compañía. Estaba por mirar para ver quien lo acompañaba, pero recibió el último golpe en la nariz. Fue un dolor agudo, y, después de eso, sintió mojada sus fosas nasales.

El dolor no mermaba, haciéndola quedarse quieta, mientras se llevaba una mano a su nariz, para comprobar que, efectivamente, sangraba a montones. Al instante se sintió levemente mareada.

-¡Ya fue suficiente! – el grito que dio Andrew, hizo que todo quedara en silencio. – quiero que todas, en orden, salgan de este lugar. – Su enojo es muy notable. Pensó Darien. Nunca lo había visto tan enojado, pero al voltear a ver como quedó la chica golpeada. Mierda, ahora entiendo el porqué. Ninguna de las chicas se movió, y eso, molestó a Darien.

-¿No escucharon? – dijo con voz fría y autoritaria. – Quiero a todas a fuera. – y, caminando entre ellas, fue hasta la chica Tsukino. - ¿Estás bien, cabeza de chorlito? – preguntó tratando de aligerar el ambiente.

-¡No soy ninguna cabe…! ¡Ah! – gimió con dolor, al sacar su mano sobre su nariz, donde se podía ver el color rojo brillante de su sangre, mientras luchaba con el mareo. No olía nada.

-Ven, - le dijo tomándola por el codo y forzándola a sentarse. – no hagas nada. – le advirtió mientras se encaminaba a su amigo. – pon tu cabeza hacia atrás. – le indicó. - ¿Tienes un botiquín de primeros auxilios, Drew?

-Está aquí. – Se agachó debajo de la barra, y le entregó una caja blanca y roja.- ¿Cómo estas, Serena? – le preguntó con preocupación.

-No abras la boca. – le advirtió Darien, mientras sacaba unas gasas. – no querrás ahogarte con tu propia sangre. – total, no iba a hacerlo. ¿Para qué? ¿Para vomitarle encima a penas sintiese el sabor de su sangre? No, Gracias.

-Oh… - dijo Andrew, entendiendo.

-Trae hielo, por favor, Andrew. – le dijo mientras limpiaba el rostro de la chica, quién soltó el aire de dolor. – lo siento. – dijo rápidamente, mientras Andrew buscaba hielo.

-¡Serena! – gritó alguien en la puerta. Tres pares de ojos, miraron de donde salía esa voz: Mina Aino entraba por la puerta.

-No te muevas. – le dijo otra vez.

-Mina… - dijo ella, obedeciendo a su "enemigo", mientras escuchaba los pasos de su rubia amiga. De forma desagradable, pudo sentir el sabor salado de su propia sangre, produciendo casi una arcada.

-¡Dios, Serena! ¿Qué pasó? – preguntó desesperada. - ¡llamaré a las chicas! – dijo de inmediato.

- ¡No! – dijo sobresaltada. - ¡Ahg! – gimió cuando una brisa de viento se coló en el Árcade.

- Te dije que no te muevas, Serena. – le dijo concentrado. Me llamó por mi nombre. Se sorprendió la rubia.

-¡Andrew! ¿Qué es lo que pasó para que Serena esté en ese estado? – le demandó la recién llegada, mientras mandaba el mensaje, sorprendiendo al dueño del Árcade.

-Digamos que una manada de chicas de preparatoria estaban persiguiendo a Darien hasta aquí, Serena intentó darse paso, pero salió golpeada y con la nariz…

-… La nariz está rota. – informó Darien asegurándose de que no corriese más sangre. – Ya puedes moverte, pero no te toques. – le ordenó con un tono que no admitía réplica.

-Ya ves, Mina. – suspiró Serena, mareada. – solo quería una malteada para sacarme el enojo de una tonta pelea con Sammy, pero resultó esto. Pero… ¿Porqué estas aquí? – preguntó con suma curiosidad.

-Rei quiere hablar de… - carraspeó. – tú ya sabes. – dijo dejando confundió a los dos chicos que estaban ahí, y refiriéndose a lo de Galaxia, haciendo que Serena suspirase.

-Ah… - volvió a sobarse la parte posterior de su cabeza.

-Mira hacia arriba. – le indicó Darien.

-¿Qué? –dijo con despiste.

-Mira hacia arriba. – repitió.

-¿Qué vas a hacer? – dijo con susto. Todavía no se recuperaba del mareo, y seguía con el sabor salado en su boca.

-Solo acomodar tu nariz, cabeza de chorlito. – le dijo con molestia. – ahora, mira hacia arriba, te dolerá.

Serena obedeció sin terminar de convencerse. Darien, agarrando un pañuelo frío por el hielo, lo dobló y lo puso sobre la nariz de la rubia que usualmente llevaba dos coletas.

-Creo que me tapo los oídos…. – dijo Mina.

-Yo te imito. – dijo un temeroso Andrew.

-Pero, ¿Quién se los tapa a Darien? – dijo con inocencia la rubia, con una contraparte llamada "Sailor Venus".

-Mina… - dijo con voz peligrosa y mirada asesina, que hizo asustar hasta el mismo Darien.

-A la cuenta de tres. – dijo el estudiante de Medicina, con su mano encima de la nariz de Serena. Andrew y Mina se taparon los oídos, a sabiendas que la otra chica iba a gritar. – Una… - contó el chico. – dos… - al llegar a ese conteo, Darien forzó su mano sobre la nariz de la rubia, como si estuviese manipulando una llave de luz averiada, mientras el sonido del tabique de Serena, hacía un sonoro Crack, estremeciendo a los dos rubios expectantes.

El grito fue corto y ahogado, pero escuchado por los tres. Al mismo tiempo, tres copas de vidrio, cerca de Andrew, explotaron.

-¡Oh, por Selene! – se asustó Mina., mirando hacia esa dirección.

-¿Qué fue eso? – Se sorprendieron los amigos. Serena, sin embargo, entrecerró los ojos mirando a la nada. ¿Pero qué demonios fue eso?

-Ay, Merlín santísimo. – murmuró Serena, mirando los cristales rotos y sin saber el porqué había dicho "Merlín". Respiró profundo, bajo la mirada de los tres.

-¿Serena?… - preguntaron los tres, al mismo tiempo.

-Sangre. – dijo con voz ahogada. Gimió, y corrió, bajo la mirada incrédula de los demás, al servicio para mujeres.

-¡Serena! – gritó la otra rubia, siguiéndola a paso ligero y con preocupación.

-¿Qué le habrá pasado? – preguntó Andrew.

-No lo sé. – Darien se encogió de hombros.

Mina, lo primero que vio al entrar al servicio, fueron las piernas de Serena de tal forma, que se la imaginaba arrodillada, frente al retrete.

-¿Estás bien? – le preguntó, mientras le acomodaba el cabello.

-¿Alguna vez te has sentido mareada y con arcadas de algo? – le dijo en respuesta.

-¿Porqué lo dices? – indagó ella.

-Porque eso me pasa cuando veo, huelo y pruebo sangre, sea tanto la mía como la de otro. – tosió un par de veces más, y se incorporó. – hasta algunas veces, me llegué a desmayar.

Se dirigió a una canilla, se enjuagó la boca, y se limpió el rostro se secó con una toalla que le pasaba su amiga.

-¿Mejor? – preguntó la chica Aino con dulzura.

-Si… - Serena se miró en el espejo.

-Vamos. – le animó. – te pago la malteada de chocolate. Además, no me gusta lo pálida que estas. – le miró reprobatoriamente.

-Está bien… - y con paso lento, volvieron adonde Andrew y Darien se encontraban.

-¿Qué tal está? – le preguntó un preocupado Andrew. Estaba más blanca que la tiza.

-Mejor que antes si no vuelvo a ver, probar u oler sangre. – se sentó entre Mina y Darien y enterró su rostro sobre sus brazos, que estaban apoyados en la mesa.

-Andrew, tare una malteada de chocolate para ella y una de vainilla para mí, ¿Si? – dijo mientras jugaba con el pelo de su amiga.

-De acuerdo. ¿Quieres algo, Darien? – se dirigió a su amigo.

-No, gracias, creo que nada sirve después de lo que pasó. – su tono de voz era de molestia. – antes, deberías limpiar eso, amigo mío.

-Deja, Andy, lo hago yo, ya que no sé porqué me siento culpable de esto. – murmuró mientras se levantaba perezosamente por el cansancio y se disponía a barrer tan rápido como pudo.

-¿A quién le mandaste un mensaje, Mina? – le preguntó Andrew, mientras se ponía a hacer las malteadas.

-Déjame ver. – y empezó a sacar de su bolso, todo tipo de cosas: desde pañuelos descartables, pasando por maquillaje, lapiceras, auriculares, hebillas, un frasco de perfume, cintas para el pelo, hasta dar con su celular. – creo que se lo mandé a Lita o a Rei…

-¿Cómo te entra todo eso en ese bolso tan pequeño, Mina? – dijo Serena con una cara de caricatura y una gota enorme en su cabeza, tirando los restos sobre un periódico de hace dos meses y envolviéndolos, para después, tirarlos en el tacho de basura para vidrios.

-No lo sé. – y se encogió de hombros, ante la mirada de desconcertó de Serena, Andrew y Darien. – Am… veamos… Ah, - Miró al su celular con sorpresa e intriga. - ¿Cuándo me diste el número del celular de tu papá, Serena? – preguntó confundida.

-¿Yo? – dijo alargando la vocal. – No recuerdo haberte dado nada.

-Ay, cabeza de chorlito… - negó Darien. Serena, obviamente, en esos momentos, lo ignoraba.

Merlín, santísimo Merlín, sé que no existes, pero ¿puedes hacer que este amargado me deje en paz por lo menos un tiempo? Rezó ella, cerrando los ojos. Si sigue así, juro que lo golpearé.

-Sí, porque el mensaje de que te rompieron la nariz aquí, se lo mandé accidental a él. – informó con una sonrisa nerviosa.

Tal fue la sorpresa, que casi se cae de espaldas. Estaba en problemas. Su padre se preocupaba exageradamente con ella, puesto que sus palabras textuales eran "Mi pequeña no tendrá contacto con ningún chico hasta los cincuenta". Pero no lo decía en un tono celoso, como antes, sino, como si fuese forzado a decirlo.

-¿Lo siento? – Dijo Mina con una vocecita fina.

Antes de que pudiera decir algo, las puertas de del Árcade se abrieron de paren par, mostrando al padre de la chica lesionada.

-¡Serena! – su grito hizo que la susodicha, diese un paso atrás, chocando con Chiba. El pelinegro pudo oír que la chica susurraba un Oh, oh…, mientras el padre se acercaba corriendo, con el rostro extraño y molesto. - ¿Qué te pasó? ¿Qué fue? ¿Cómo te sientes? ¿Estás bien? – y, cuando terminó de hablar, fijó su mirada en Darien, quien estaba desorientado. - ¿Quién ere tú? ¿Por qué estás tan cerca de ella? Serena, ¿Es acaso este hombre, tu novio? – eso hizo estallar a Darien y a Serena, rojos, mientras se ponían en forma desafiante uno contra otro.

-¡CLARO QUE NO! – el grito de los dos hizo asustar a una niña que pasaba por la puerta del Árcade. Mientras que los vidrios temblaban, como si estuviesen a punto de romperse.- ¿Quién querría estar con este arrogante tan idiota? – espetó la chica, bajo la mirada sorprendida de Kenji, mientras esa mirada se volvió desdeñosa.

- ¿Ah, sí?– se burló él. - ¿Y quién sería el semejante idiota de cortejar a esta cabeza de chorlito?

-¡A ti nadie te soporta, Chiba! – le exclamó, bajo la mirada resignada de Andrew. La caja registradora se abrió sola, para desconcertó de Mina y Andrew, y molestia de Kenji Tsukino.

-¡Y tu eres una niña ingenua que no puede siquiera mantener buenas calificaciones!

-¡Prefiero seguir disfrutando de la vida a ser una chica seria y de muy mal humor y genio! – Serena gritó tanto, que de cierto modo, parecía que su cabello se ponía más claro, casi llegando a blanco. Nadie lo notó, excepto Mina, quien la miró con angustia e incredulidad. – Y para que lo sepas, tengo mis notas en segundo lugar, debajo de mi amiga Amy.

-No debí haberte arreglado la nariz, - ganso él, molesto. - ¿Por qué lo hago si después me tratas así? ¿Qué gano con esto?

-Bien,- dijo ella, enojada. – pues, Gracias, Chiba. Ahora, ¿No tienes cosas que hacer que andarme molestando? – y, tomando de la mano de Mina, e ignorando a su padre y a su amigo Andrew, se fue a la parte más alejada del local.

Darien, molesto pero divertido, se jaló de los cabellos, y miró al padre de la cabeza de chorlito.

-Lo siento, pero lo único que me queda decir, es que la lleve al hospital cuando se le pase el enfado. – se puso su usual chaqueta verde, y agregó: - Tiene que tener la nariz en un cabestrillo por una o dos semanas, para que termine de soldarse. – al término de eso, se despidió de Andrew, y se fue.

Silencio total.

-No cambiarán nunca. – sentenció Andrew, mientras Kenji Tsukino salía del lugar con irritación. Parecía molesto por venir hasta acá. Pero, eso no puede ser. Pensó, sacudiendo la cabeza a los lados. Un padre siempre se tiene que preocupar por su hija. Sentenció, llevando la bandeja de malteadas a la mesa de Mina y Serena.

-…-

Esta última, unos días después de lo sucedido, salía de la preparatoria, con Lita, una chica alta de buen estado físico, de pelo largo castaño, siempre peinado en una cola alta, y de ojos verdes.

- ¿Hasta cuando tienes que estar con ese cabestrillo? – preguntó haciendo una mueca de dolor.

-lo que resta de semana. – se lamentó. – por suerte, no me he cruzado con Chiba en estos días. – cambió su expresión de lamento a una de molestia. – pero bueno… hablemos de otra cosa. – dijo sacudiendo su brazo con un gesto de "espantando moscas".

-Ah, bueno – sonrió levemente. Desconcertando a la rubia, la representan de del planeta Júpiter cambió drásticamente su expresión. De pronto, la expresión de Lita se tornó extraña, recordando algo, para cambiarla a un modo severamente sereno.- ¿Sabes que es lo que hizo Mina? – se acordó con una vena de molesta en su cabeza.

-No puede ser tan malo. – dijo Serena, confundida y curiosa.

-No, a menos que quieras cantar o patinar sobre hielo en público. – le rebatió, dejándola congelada.

-¡¿QUÉ HIZO QUÉ?! – gritó con furia, asustando a su amiga y llamando la atención de unos transeúntes. Un viento inesperado e inusual en esta época del año, azotó a las dos chicas que estaban hablando, pero no notaron nada.

-Sí, eso hizo. - Afirmó la chica Kino, sin cambiar su expresión.

-¿Cuál es su escusa? – refunfuñó apretando los puños.

-N tengo ni la más remota idea del porqué lo hizo. – suspiró al estilo animé. Serena sintió que algo se le olvidaba respecto a Mina, y no sabía qué era.

-¡Pero yo no quiero! – lloriqueó avergonzada. - ¿Es que no tiene juicio? – reclamó hacia la nada. - ¡Voy a matar a Mina en el nombre de la Lu…! – Lita le tapó la boca.

-Sabes que si dices eso, sabrán quien eres, ¿No? – dijo en un susurro.

- ¡…! ¡…! – Serena intentó hablar, y respirar. - ¡Lita! – dijo ahogadamente.

-¡Ah! – como si la mano quemara, Lita la soltó rápidamente.

-Vayamos… al… Templo… - y empezaron a correr. – Veamos qué opina Rei al respecto. – Lita todavía sentía el ardor en su mano.

-Bueno… - dijo Lita, mientras corrían. – Es un concurso de bandas, no sé muy bien para qué, pero hay tres premios. Pero no hay marcha atrás, Mina se las arregló para conseguir todos los datos que necesitaba y el contrato con el concurso no tiene vuelta atrás. – esto, hizo maldecir a la rubia cosas ininteligibles. – todo es necesario, me dijo que también hay concurso de patinaje.

-¿Cómo consiguió eso? Y, lo más importante, ¿Cuándo lo hizo? – preguntó, dando la vuelta en la esquina y subiendo las escaleras hasta el Templo Hikawa.

-Ni Amy ni yo lo sabemos. – dijo mientras se dirigían a las puertas de la casa Hino.

-¡Rayos! ¡Rei! – llamó tocando el timbre.

-Rei no ha venido de la escuela, niñas. – dijo una voz familiar detrás de ellas.

-Ah, lo siento, Señor Hino. – se disculpó la rubia, que desde el día en que se rompió la nariz, usaba el pelo suelto la mayoría de las veces, porque había perdido sus colitas, y no iba a comprar otras.

-Pueden llamarme Abuelo, a fin de cuentas, ni Rei ni nadie sabe mi nombre. – dijo con gracia. – Solo mi esposa lo sabía. – agregó con melancolía.

-Entonces, ¿No molestamos si la esperamos acá? – preguntó Lita para sacar el ambiente incómodo.

-No, pero mejor entren, que estarán más cómoda. –les ofreció con su sonrisa amable.

-Aquí estamos bien, es un tema un tanto difícil para decirle a Rei, por lo que tememos que su ira arranque y destroce todo. – dijo Serena con nerviosismo.

-Como gusten, ustedes. – y se fue dentro de la casa, extrañado y curioso.

Lita y Serena quedaron en silencio, con el ceño fruncido y mirando hacia el piso. ¿En qué lio nos metiste, Mina? Pensaron con molestia.

-Manda un mensaje a Amy, - le dijo Serena a su amiga castaña. – y dile que cuando salga de la escuela intensiva se venga para el Templo.

-A la orden. – dijo tecleando su celular.

-¡Serena! ¡Lita! – la inconfundible voz de su amiga Rei, les llegó a sus oídos, mientras la pelinegra de ojos violeta oscuro. - ¿Qué sucede? – preguntó con extrañeza.

-Minako Aino. – dijeron al unísono, en única respuesta.

-¿Qué hizo esta vez, la atolondrada esa? – la Sailor del fuego entrecerró los ojos, en un claro hecho de que no le iba a gustar lo que Lita le soltó segundos después.

La explicación de Lita de lo hecho por Mina, llegó a oídos de Amy, quien venía caminando por las escaleras.

-¡¿Qué hizo, qué?! – gritaron las Sailors de Mercurio y Marte. La representante de mercurio lo hizo en un tono en que sorprendió a las demás. Estaba alterada y enfadada.

-¡Amy! – Se sorprendió la rubia, quien había dejado sus tradicionales "odangos", a excepción de cuando Sailor Moon aparecía, pues era algo que no iba a cambiar. – Lo siento, pero todavía no hemos hablado con Mina con respecto al lío en que nos ha metido.

-Vaya, vaya… ¿Así que están en un lío? – una voz con sorna habló para la Tsukino, quién, al reconocer esa voz, apretó los puños. - ¿Qué hizo la cabeza de chorlito ahora?

-¡Oye! ¿Por qué te metes, Darien? – le espetó Rei, molesta. Eso sorprendió a todos, sabiendo bien que ella lo andaba rondando. Pero era una sensación quela chica temperamental sentía en su pecho, en defender a su rubia amiga y compañera. – Tú no sabes nada de lo que está pasando. ¡Deja en paz a Serena!

-¡Ah! –se impresionó el pelinegro, divertido. - ¿Qué le hiciste a Rei, Cabeza de chorlito, para que me trate así? ¿La hechizaste?

-¡Ay! ¡Por el Cristal…! ¡Te voy a…! – Serena estaba hecha una furia. Su cara estaba roja de coraje, mientras caminaba rápidamente hacia su peor pesadilla. Algo obligó a Darien a dar un paso hacia atrás, mientras el mismo viento que azotó a Lita y Serena en el camino al Templo, volvía con más fuerza. Al instante, Rei y Darien entrecerraron los ojos. Darien por no saber de dónde provenía ese poder, y Rei, miraba a Serena con preocupación.

-¡Chicas! – el grito muy conocido de Mina, acaparó la atención de Serena, y el viento dejó de soplar.

-Después arreglo las cosas contigo. – le dijo a Darien, entre dientes, causándole gracia, y dirigiéndose a la otra rubia, de ojos celeste cielo. - ¡Tú! – le espetó, alargando la vocal, haciendo que Mina y Darien, sintiesen miedo por la chica de dieciséis años. - ¿Porqué lo hiciste? ¿Con qué propósito? ¿Con que permiso? ¿Sabes lo que acabas de hacer? ¡¿Ah?!

-¡Serena, cálmate, por favor! – le dijo una preocupada Rei, pero aún así, molesta con la rubia de ojos celeste. – Tampoco hay necesidad de que aparentases a punto le matarla… - le dijo sosteniéndola con ayuda de Lita.

-Para ser tan pequeña, eres muy fuerte, Serena. – jadeó la castaña. Un aura dorada la entronaba, imperceptible, pero notable por Rei, la más fuerte en ese campo.

-¿Qué? Pero, ¿Qué está pasando? – dijo un desconcertado Darien, mirando con sorpresa a las chicas que estaban en el Templo. El solo quería comprar un amuleto, para gastarle una broma a su buen amigo Andrew, y salían con esto… - No…

-¡No te metas! – dijeron Rei y Serena. Instintivamente, Darien hizo dos pasos hacia atrás. Rei lo había dicho en ese tono más, preocupada por lo que pasaba con Serena.

-Creo que volveré más tarde… - murmuró, mientras empezaba su retirada. Antes de irse, miró de reojo a la chica "cabeza de chorlito", sintiéndose extraño.

-…-

-¿Por qué hiciste eso, Mina? – le preguntó Artemis, un gato blanco con una medialuna en su frente. A su lado, estaba una gata negra, con la misma medialuna.

-Etto… bueno… - Mina se avergonzó, pero como es ella, primero actuó, antes de pensar en lo que la llevarían sus acciones. – es que… - miró a sus amigas, donde todas, tenían signos de esperar una respuesta y con signos de molestia. – yo… creí que… bueno… ¡Bueno! – se resignó ella. – solo quería que patinemos, pero no contaba con eso de cantar. Era… era para relajarnos por lo menos un día… - se sonrojó de vergüenza.

Serena, sabiendo que los ataques de las malignas eran más seguidos, suspiró profundamente.

-Mina… - le habló. – no es por eso que estamos enojadas. No lo consultaste con nosotras.

-Bueno… todavía queda elegir entre cantar y patinar… - dijo Amy, resignada a participar, puesto que una vez punteadas a la lista, no había marcha atrás. – pero admito que sería divertido, ¿No chicas?

-¡Patinemos! – dijeron Rei, Lita y Serena con entusiasmo, causando risa en Mina, ocultando su tristeza por no cantar.

-Está dicho, entonces. – animó la rubia atolondrada.

-Pero… Mina… - le llamó Serena, antes de que anote y recordando lo de Mina. – Ahora que recuerdo, tú quieres ser cantante… - "Sailor Moon" se afligió.

-Es cierto… - se preocupó Lita. - ¿Está la opción de dos en uno? Osea, Patinar y cantar.

-Sí. – se apenó Mina. – Pero sería cantar con autoría. Y eso sería un problema.

-¿Por qué? – preguntó Serena con inocencia.

-Porque acá dice que tiene que ser canciones propias. – dijo Amy, preocupada. – Con melodía y eso. – eso perturbó a todas, menos a Serena, quien se sonrojó.

-¿Otra vez pensando en el futuro con Tuxedo Mask? – le habló Mina con expresión pícara. – no olvidemos que la Pequeña Dama no nacerá por sí sola. – alzó una ceja, sin dejar su tono de picardía.

-No… no es eso… - se apenó aún más. A pesar de todo lo ocurrido con estas batallas con el Negaverso, la familia Black Moon, los Cazadores de la Muerte, el Circo Death Moon ,y ahora Sailor Galaxia… No podía recordar quién era Endimion, pero sabía que él era Tuxedo Mask. Y al no recordar quién era él en esta vida, le dolía. No recordaba su rostro. No podía. – Tengo… unas… cosas… - dijo la chica, con pena, mientras señalaba su maletín. Su "pequeño" secreto ya no estaba a salvo.

-¿Qué es? – el cuestionamiento fue de todos, haciéndola sonrojar.

-Ah… bueno… - la chica lanzó un suspiro. – Son… partituras… y… - dejó de hablar, cuando Mina revisó una carpeta con unos dibujos muy elaborados de castillos en miniatura.

-… canciones… - Mina completo con incrédula sorpresa. – Serena… - a la chicalé temblaban las manos, y con ello, la carpeta. Rei se juntó con Lita y Amy para dar un vistazo. Artemis y Luna habían quedado inmóviles, mientras compartían una mirada de complicidad. - ¿Escribes canciones y tocas un instrumento?

-¿QUÉ? – Se impresionaron los demás. - ¡Pero Serena! – dijo una impresionada Rei. - ¿Porqué no lo…?

-Me daba pena… - se sinceró ella. – además, solo escribo, no las canto. – una vez más, los consejeros se miraron, cómplices.

-Vayamos a mi cuarto. – sugirió Rei. – Trae esa carpeta, debemos ver que haremos. – sentenció con éxtasis, contagiando a las demás. Serena solo las siguió, todavía con pena.